06/22/2014
La
valentía de definir a los mafiosos “adoradores del mal”
Las
palabras de Francisco en contra de la 'ndrangheta y sus secuaces: nunca un Papa
había dicho que están excomulgados
Comentario de ANDREA
TORNIELLI
CIUDAD
DEL VATICANO
Vatican Insider
No
había pasado nunca que el Papa dijera públicamente, sin rodeos, que “los
mafiosos están excomulgados”. El Papa Francisco lo ha hecho desde el púlpito,
en una tierra de mafia. Después del viaje a la frontera de Lampedusa, tierra de
llegada de refugiados e inmigrantes, después del aquel otro entre los
desempleados de Cerdeña, un nuevo viaje italiano de Francisco a las periferias
del país, a Calabria. Es la “geografía” de un Papa que prefiere a los últimos y
que ayer ha bajado hasta Cassano allo Jonio, para manifestar su cercanía a
quien vive en una tierra plagada del crimen organizado y dar ánimos a quien
espera señales de esperanza y de redención.
En la cárcel de Castrovillari,
Bergoglio ha querido abrazar al papá y a las dos abuelas de Cocó Campolongo, el
pequeño de tres años quemado vivo en una emboscada de la 'ndrangheta, y durante
la misa en la llanura de Sibari ha dejado de lado el texto preparado para la
homilía diciendo que la “'ndrangheta es la adoración del mal y el desprecio del
bien común”. Ha reiterado que “este mal va combatido y alejado”, ha invitado a
la Iglesia ha trabajar más en este sentido. Ha dicho con fuerza que quienes
siguen este camino, “los mafiosos, están excomulgados”.
No
era la primera vez que Francisco hablaba de mafia. El pasado mes de marzo se
reunió con los familiares de las víctimas de la mafia, durante el encuentro
promovido en Roma por 'Libera', con don Ciotti. Entonces pidió a los “hombres y
mujeres mafiosas” convertirse y cambiar de vida “para no acabar en el infierno”,
que “es lo que les espera si continúan por este camino... El poder, el dinero
que tenéis ahora fruto de tantos negocios sucios, de tantos crímenes mafiosos
es dinero ensangrentado, es poder ensangrentado y no podréis llevároslo a la
otra vida”. Esta vez el alegato, claro y fuerte, con referencia a la
excomunión, es pronunciado por el Pontífice desde el altar de una tierra de
mafia. Una elección que continúa con la del famoso anatema del papa Juan Pablo
II en el Valle de los Tempos de Agrigento, en 1993. Para Bergoglio, no es una
novedad respecto a los años de su episcopado en Buenos Aires. En 2009 don Pepe
Di Paola, uno de los curas que había mandado como párroco a la “villa miseria”
de Barracas, es amenazado de muerte por los narcotraficantes. El futuro Papa
dijo al sacerdote: “Si debe suceder algo a alguno de los míos, quiero que me
maten a mí”, lo alejó para protegerlo y lo defendió públicamente diciendo que
la responsabilidad de los alegatos contra la 'malavida' y los narcos era suya,
del arzobispo. “En el Evangelio están las respuestas para todos, también contra
la 'ndrangheta”, ha dicho el obispo de Cassano y secretario de la Cei, Nunzio
Galantino. Francisco hoy las ha recordado no solo a quien lucha para cambiar
las cosas, sino también a aquellas “conciencias adormentadas” que terminar por
ser cómplices.
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