Revista
Proceso...No..1984,
7 de noviembre de 2014.
Perredistas
y la PGR eluden responsabilidades/JENARO
VILLAMIL
El
caso Abarca mantiene entrampado al PRD por los prolongados silencios en torno a
los exabruptos del exalcalde igualteco y su esposa. También a la PGR, porque
aun cuando la dependencia sabía desde hacía meses de los actos ilícitos de la
pareja, no hizo nada por detenerla. Ahora que Abarca está preso en el penal
federal del Altiplano, perredistas y autoridades intentan deslindarse de él,
pero cada vez se enredan más.
En
un juego de deslindes, tanto la Procuraduría General de la República (PGR) como
la dirigencia nacional del PRD, encabezada por la corriente Nueva Izquierda,
han intentado evadir su responsabilidad por los delitos y excesos cometidos por
José Luis Abarca cuando fue alcalde de Iguala y su esposa, María de los Ángeles
Pineda.
Ambas
instancias fueron ampliamente informadas desde hace meses de la conducta de
Abarca pero no hicieron nada por controlarlo. Hasta que la agresión a los
normalistas de Ayotzinapa el 26 y 27 de septiembre pasados desató una ola de
indignación dentro y fuera del país.
Abarca
fue aprehendido la madrugada del martes 4 y recluido en el Cefereso número 1
del Altiplano en el Estado de México bajo los cargos de delincuencia
organizada, secuestro y homicidio calificado contra los dirigentes sociales
Arturo Hernández Cardona, Ángel Román Ramírez y Rafael Banderas Román, así como
por la desaparición de Héctor Arroyo Delgado, Efraín Amate Luna y otros.
Mucho
antes de los acontecimientos del 26 y 27 de septiembre en Iguala; antes incluso
de que René Bejarano, dirigente de la corriente Izquierda Democrática Nacional,
declarara ante el Ministerio Público federal contra Abarca, la PGR fue
informada por la subprocuraduría de Control Regional y Procedimientos Penales
del estado de Guerrero sobre los expedientes que vinculaban abiertamente a la
llamada “pareja imperial” de Iguala en los
ilícitos que hoy se le imputan.
El
primer expediente fue enviado el 12 de junio de 2013 por el entonces
subprocurador Iñaki Blanco Cabrera, en el cual solicitó a la Unidad
Especializada en Investigación de Delitos en Materia de Secuestro, de la
Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada
(SEIDO) que girara instrucciones “a efecto de que informe si en la procuraduría
existen actas especiales, actas circunstanciadas o averiguación previa donde
Arturo Hernández Cardona tenga la calidad de agraviado”.
Así
consta en el oficio PGR/SEIDO/UEID MS/1695/2013, cuya copia obtuvo Proceso. La
propia fiscalía regional de la zona norte de la procuraduría de Guerrero envió
cuatro tomos a la PGR relacionados con la denuncia de desaparición de Hernández
Cardona, Román Ramírez y Banderas Román.
Hernández
Cardona, fundador del PRD en la entidad y vinculado a la corriente de Bejarano,
se enfrentó de manera abierta a Abarca por sus vínculos con el crimen
organizado. Fue secuestrado junto con otros activistas el 30 de mayo de 2013;
su cadáver apareció al día siguiente.
Hubo
un segundo envío de documentos a la PGR nueve meses después, el 18 de marzo de
2014. En el oficio PGJE/DGCAP /1190/2014 consultado por el reportero, se
remitieron al titular de la SEIDO copias certificadas de las actuaciones y la declaración
ministerial de Nicolás Mendoza Villa, uno de los sobrevivientes de la matanza
de mayo de 2013.
“Instruida
–dice el escrito– por el delito de homicidio cometido en agravio de las
personas que respondían a los nombres de Arturo Hernández Cardona, Ángel Román
Ramírez y Félix Rafael Banderas Román y en contra de quien resulte responsable,
toda vez que de la misma se desprende la participación al parecer de miembros
de la delincuencia organizada denominados ‘Guerreros Unidos’”.
Las
amenazas de Abarca
La
averiguación previa que tuvo la PGR desde el 18 de marzo último incluyó la
declaración ministerial de Ernesto Pineda Vega, quien fue detenido en abril de
2013 –semanas antes de la muerte de Hernández Cardona y sus compañeros– por
denunciar la existencia de un narcolaboratorio en Iguala y declarar a los
medios de comunicación locales que el grupo Guerreros Unidos contaba con la
protección del jefe de la policía municipal de Iguala, Felipe Flores Velázquez,
actualmente prófugo, y del entonces alcalde Abarca.
En
su declaración ministerial Pineda Vega acusó a Mario Casarrubias y a su hermano
Rafael Casarrubias, El Mochomo, de ser “el brazo armado del presidente
municipal y del director de seguridad pública” de Iguala, así como de formar parte de Guerreros Unidos.
Pineda
Vega presentó su denuncia ante varias instancias: el 27 y el 40 batallón
militar y ante la Marina. Informó que “en la colonia San Miguel se estaban
enfermando mucho los niños a causa de un olor muy fuerte en la zona controlada,
al parecer, por Guerreros Unidos”.
Lo
mismo sucede, expuso, en los pueblos de Cocula, Tepecuacuilco y todo el
municipio de Iguala, hasta Balsas. Justamente la zona donde, según la PGR,
presuntamente fueron arrojados los cuerpos calcinados de los normalistas de Ayotzinapa.
Al
solicitarle apoyo para las personas de bajos recursos, según expuso Pineda
Vega, el alcalde Abarca le advirtió: “A ver, hijo de la chingada, ya me tienen
hasta la madre. O te separas de (Arturo) Cardona o…” La amenaza fue ocho días
antes de que levantaran a Cardona y lo asesinaran por órdenes de Abarca.
“También
yo sé que (Abarca) había mandado asesinar al síndico municipal Justino
Carbajal, familiar de Félix Salgado Macedonio, y a Rafael Ochoa, líder de la
colonia que se encuentra a la salida a Taxco”, expuso Pineda Vega.
También
relató que Abarca mandó levantar a los dueños de una gasolinera ubicada a la
salida de Teloloapan y a 20 de sus trabajadores porque, según él, “ya no
tuvieron dinero para pagar su rescate”.
La
forma de operar que denunció Pineda Vega es similar a la que meses después,
ante la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, acreditó el
procurador general, Jesús Murillo Karam: “La policía municipal levanta a las
víctimas y las entrega a los Guerreros Unidos, quienes se encargan de negociar
y pagar su rescate”.
Sobre
la esposa de Abarca, María de los Angeles Pineda, el declarante advirtió que
ella era dueña de una farmacia Guadalajara y de la tienda Galerías. “Es tan
poderosa – dijo– porque es comadre de un narcotraficante que acaban de detener
y no recuerdo nombre ni apellidos, pero fue detenido en el Estado de México”.
En
la misma declaración señaló al jefe de la policía municipal, Felipe Flores
Velázquez, de haber encargado a Crisóforo Tinoco Baena para que lo matara a él
y a su familia, pues, dijo “les estorbo para seguir con su organización, de la
cual forma parte Adolfo Salgado Salgado”.
La
PGR también sabía de las narcofosas situadas en las inmediaciones de Iguala
desde mayo de 2014. Según el oficio número 4261, la agente ministerial Salomé
García Ruiz informó del hallazgo de “fosas clandestinas en las inmediaciones
del lugar conocido como Cerro Gordo, donde existió un campamento y tuvieron a
diversas víctimas privadas de su libertad, a las cuales investigaba si se
encontraban o no relacionadas con la organización delictiva La Familia
Michoacana”.
El
enredo de Los Chuchos
Después
de más de un mes de su fuga, el alcalde perredista José Luis Abarca y su
esposa, María de los Ángeles Pineda, fueron aprehendidos la madrugada del
martes 4 en un domicilio de la calle Cedro, colonia Tenorio, en el barrio Santa
María Aztahuacan de la delegación Iztapalapa.
Junto
con la pareja fue detenida Noemí Berumen Rodríguez, por presunto delito de
encubrimiento. Su padre, Salvador Berumen Jaramillo, apareció como propietario
del predio.
De
acuerdo con la versión oficial, las detenciones fueron el resultado “de
trabajos de inteligencia desplegadas por las instituciones del gabinete de
seguridad del gobierno de la República” y se lograron gracias al uso de
“herramientas tecnológicas de inteligencia, análisis de fuentes abiertas,
análisis de campo” y otros datos.
El
primero en poner en duda la veracidad de la estancia de Abarca en esa casa fue
el titular de la demarcación, Jesús Valencia, del PRD, aunque de la corriente
Alternativa Democrática Nacional y cercano a Marcelo Ebrard.
En
entrevista radiofónica con Carmen Aristegui, Valencia comentó: “Tengo algunas
dudas, pero no tengo los elementos que tiene el Cisen… Los videos dejan lugar a
sospecha que ‘a lo mejor’ (el matrimonio Abarca Pineda) pudieron no haber
estado ahí”.
Y
cuestionó: “¿Por qué no se aseguraron las casas y dejaron que todo mundo
entrara libremente?”. Al principio, las autoridades quisieron involucrar al delegado con la protección a la pareja.
Otra
información filtrada a los medios de comunicación trató de vincular a la
familia Berumen, propietaria de un servicio de grúas, con la campaña
presidencial de Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, algunos perredistas
aclararon que la empresa encargada de la organización de los mítines de López
Obrador fue Auvi, de Rafael Goicochea Incháustegui, que subcontrató a los
Berumen y a otros servicios de grúas.
El
enredo se acrecentó cuando la diputada federal Aleida Alavez, de la corriente
bejaranista, afirmó que el perímetro donde fueron detenidos los Abarca era
controlado por Nueva Izquierda, de Los Chuchos. Informes del PRD señalaron
específicamente a Juan Carlos Beltrán Cordero como operador de esa zona.
Beltrán
Cordero fue colaborador del René Arce cuando éste fue titular de la demarcación
y después laboró con Carlos Navarrete –actual presidente nacional del PRD– en
la Secretaría del Trabajo del Gobierno del Distrito Federal.
A
su vez, el coordinador de los senadores del PRD, Miguel Barbosa, exintegrante
de Los Chuchos, exhortó a la dirigencia de su partido a dar a conocer toda la
información disponible, al tiempo que la senadora Dolores Padierna también
reclamó que Nueva Izquierda divulgue todo lo que sepa sobre la huida de Abarca.
El
senador Alejandro Encinas incluso emplazó a Navarrete y a la dirigencia
nacional del PRD a dar a conocer “a los responsables de quienes incurrieron en
la omisión y complicidad de los hechos”.
Ellos,
expuso en un comunicado difundido tras la detención de Abarca y su esposa,
“deben aclarar si hubo financiamiento de la familia Abarca hacia algún
dirigente o grupo perredista”.
En
conferencia de prensa, el miércoles 5, Jesús Ortega, jefe de la tribu de Los
Chuchos, se refirió a las acusaciones contra su corriente. Afirmó que había un
“linchamiento” hacia el PRD y sostuvo que fue “totalmente circunstancial que el
exalcalde se haya escondido en una delegación con 2 millones de habitantes”.
Ortega
afirmó que él y su grupo asumían la responsabilidad política de haber admitido
que Abarca fuese postulado como candidato a alcalde de Iguala sin conocer sus
actividades “presuntamente criminales”.
La
propia corriente Nueva Izquierda, apenas en el pasado proceso de elección
interna de la dirigencia, inscribió en la lista de candidatos a consejos
estatales del partido a María de los Angeles Pineda en el lugar seis de
prelación, como integrante de “Nueva Izquierda-Poder Campesino y Popular”,
según el primer listado cuya copia obtuvo Proceso.
En
su conferencia, Ortega le reviró a Barbosa, coordinador de los senadores del
PRD, indicando que él fue el coordinador de Nueva Izquierda cuando fue electo
Abarca. “No era yo el coordinador”, afirmó Ortega.
Barbosa
devolvió el golpe: “Ayer exhorté a todo aquel que tuviera información la
entregara como una obligación ciudadana. Les molestó (a Los Chuchos) y ahora
dicen que fui coordinador en su momento. Yo no soy poseedor de ninguna
información relacionada con la designación de Abarca porque no fue candidato de
Nueva Izquierda, sino de otra corriente: Patria Digna”.
El
enredo entre las tribus perredistas, y especialmente en el seno de Nueva
Izquierda, no aminoró con la detención de Abarca y Pineda. Ni la PGR ni Nueva
Izquierda ni las autoridades de Guerrero han informado qué pasó con el exjefe
de la policía de Iguala, Felipe Flores Velázquez, quien sigue prófugo.
Este
último fue también jefe de seguridad municipal durante el periodo de Lázaro
Mazón como alcalde de Iguala; él fue quien propuso a Abarca como candidato
externo del PRD a la alcaldía en 2012.
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