Lo
que me pareció que se decían Barack Obama y Raúl Castro/ Carlos Alonso Zaldívar, embajador de España en Cuba desde 2004 a 2008.
El
País | 21 de diciembre de 2014
¿Cómo
se empieza a hablar después de 50 años sin hablarse? Aclarando qué hacer con
ese medio siglo de historia.
Obama
empieza citando la invasión de Bahía Cochinos y saca conclusiones de la
política seguida por Washington desde entonces diciendo a sus paisanos:
“…Pongamos fin a un enfoque anticuado que, durante décadas, no ha logrado hacer
avanzar nuestros intereses…”, a una política en la que “ninguna otra nación se
ha unido a nosotros…” “No creo que podamos seguir haciendo lo mismo que hemos
hecho durante cinco décadas y esperar un resultado diferente”. “Es hora de que
adoptemos un nuevo enfoque”.
En
paralelo, Raúl Castro arranca: “Desde mi elección como presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros, he reiterado en múltiples ocasiones nuestra
disposición a sostener con el Gobierno de los Estados Unidos un diálogo
respetuoso, basado en la igualdad soberana, para tratar los más diversos temas
de forma recíproca, sin menoscabo a la independencia nacional y la
autodeterminación de nuestro pueblo”.
Nada
de recriminaciones porque Obama reconoce el fracaso de la política
estadounidense. Cuba tampoco se pone medallas. A Raúl le basta subrayar que se
ha abierto el diálogo que lleva reclamando desde que dirige el país. ¿Tema
resuelto?
No
del todo. La historia siempre colea en el presente y Obama se arremanga y la
agarra con las manos.
“…
Tratar de empujar a Cuba hacia un colapso no favorece los intereses del pueblo
estadounidense ni del pueblo cubano.”
Lo
dice porque Estados Unidos nunca ha renunciado a usar la fuerza en Cuba y, con
esa frase, Obama se aproxima a hacerlo por primera vez. Estamos en un punto
clave.
Cualquier
política respecto a Cuba se enfrenta hoy a una disyuntiva, o dar prioridad a
que los cambios sean pacíficos –aunque ello conlleve cierta continuidad
institucional y personal– o dar prioridad a que sean radicales –aunque generen
inestabilidad y violencia–. Abriendo un sendero nuevo, Obama ha descartado lo
segundo y optado por lo primero.
¿Basta
una declaración para eso? No, y por ello Obama la acompaña de la decisión de
sacar a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo. Es decir, se
priva de la excusa perfecta para recurrir a la fuerza. Eso da credibilidad a lo
que dice.
Anuncian
que restablecerán relaciones diplomáticas. ¿Qué añade esto? Significa que cada
parte reconoce a la otra como un Estado legítimo. Estados Unidos retiró esa
consideración a Cuba tras la revolución. Ahora está dispuesto a reconocérsela.
Cuba, muy a gusto, hará otro tanto. El nuevo terreno de juego ha quedado
establecido.
Siguiendo
una tradición ancestral, la ceremonia conlleva un intercambio de prisioneros.
También una educada reafirmación de posiciones. Raúl dice que los cubanos
necesitan que se acabe el bloqueo y Obama que también necesitan más libertades.
¿Qué
queda por hacer? Mucho y muy difícil, pero se hará; no pasarán otros 50 años
hasta que se haga. Lo más difícil era hacer lo que ya han hecho.
¡No
es fácil compañeros!, pero habéis empezado bien.
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