13 mar 2016

Florence Cassez exorciza sus demonios en TV

Revista Proceso # 2054, 12 de marzo de 2016
Florence Cassez exorciza sus demonios en TV/ANNE MARIE MERGIER
Florence Cassez, la mujer detenida en México en 2005 acusada de secuestro y liberada en 2013 por la Suprema Corte, rompe ahora el silencio que se autoimpuso. Una productora de televisión la convenció de realizar, como entrevistadora, algunos documentales acerca de personas que, en Francia, fueron acusadas injustamente y purgaron infiernos de cárcel. La tarea, dice la francesa, la ayuda a cerrar ese doloroso capítulo de su vida.
 PARÍS.- Después de tres años de silencio, brevemente interrumpido en febrero de 2014 para presentar su segundo libro, Nada encarcela a la inocencia, Florence Cassez vuelve a las pantallas televisivas francesas.
 Pero en lugar de tener un papel protagónico, ahora se desempeña como confidente atenta de cuatro víctimas de errores cometidos por la justicia gala. Cassez las entrevista para el programa Crime Investigation del canal Planète+.
 “Me di un tiempo de reflexión cuando Mélissa Theuriau me propuso colaborar con ella. Me preocupaba salir de nuevo a la luz pública después de haber recobrado mi privacidad y un relativo anonimato. Pero al mismo tiempo me parecía esencial dar la palabra a esas personas condenadas por un delito que no habían cometido, y estigmatizadas por la prensa y la opinión pública”, confía.

Theuriau, productora de Dans les yeux de Florence (Con la mirada de Florence), serie de cuatro documentales, uno por víctima, que se estrenará el viernes 25 y a los cuales tuvo acceso la corresponsal, precisa: “Florence Cassez tiene una historia judicial y penitenciaria que le da legitimidad para hablar con víctimas de errores judiciales. Todas siguen profundamente marcadas por lo vivido y hoy huyen de los medios masivos de comunicación. Pero al enterarse de que Florence sería su interlocutora, las cuatro personas que contactamos aceptaron de inmediato participar en nuestro proyecto”.
 Detenida en México el 8 de diciembre de 2005, acusada de secuestro, delincuencia organizada y posesión ilegal de armas de uso exclusivo del Ejército y condenada a 60 años de cárcel, Cassez fue liberada el 23 de enero de 2013 gracias a un fallo a su favor de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La máxima instancia de la justicia mexicana no se manifestó sobre el fondo del caso, pero invalidó un proceso judicial plagado de irregularidades.
Desde el primer día de su detención y a lo largo de sus siete años en la cárcel, Cassez clamó que era inocente. Hoy sigue luchando para ser reconocida como tal. El 29 de septiembre de 2014 presentó en París una demanda contra quien resulte responsable por su detención ilegal.
Sophie Thonon, su abogada, explica a la corresponsal que esa demanda sigue su curso. Fue sometida al decano de los jueces de instrucción de París, quien designó a uno de ellos para empezar a instruirla, como lo exige el procedimiento judicial galo.
Insiste Theuriau: “Cualquiera que sea la opinión de los televidentes sobre el caso de Florence Cassez, todos saben que ella pasó por los mismos momentos de tensión extrema, depresión y ­desesperanza que su entrevistados. Florence es como un enlace entre los espectadores y estos hombres aplastados por fallas de la justicia. Los cuatro, además, reconocen hoy que haber tenido tiempo y libertad para desahogarse les ayudó a recobrar su dignidad”.
Asegura Cassez: “Para mí también fue importante conocer a ‘compañeros de destino’, pero todo fue muy complejo. Cada entrevista me afectó mucho física y anímicamente. Sentir su desgarramiento despertó de nuevo el mío; al mismo tiempo su voluntad de seguir adelante consolidó la mía.
“Me impresionó asimismo su empeño en llevar su combate hasta el final. No les bastó ser liberados, siguieron luchando meses –y en algunos casos años– para ser rehabilitados, para que su inocencia fuera definitiva y oficialmente reconocida. Y ese combate lo comparto con ellos. Mi demanda en Francia está en manos de un juez de instrucción. Sé que es un proceso largo, pero tengo tiempo. Esperé siete años mi liberación, puedo esperar 10 más o 15 más para que quede evidenciada la responsabilidad de Felipe Calderón, Genaro García Luna y sus cómplices en lo que me tocó vivir.”
Y agrega tras un breve silencio: “Cuando la prensa mexicana se refiere a mí, suele mencionarme como la expresa de Tepepan. Lograré comprobar que soy la expresa de Calderón”.
Oferta televisiva
Conocida periodista de televisión y personaje del “tout París”, Theuriau visitó por primera vez a Cassez en el reclusorio femenil de Tepepan en 2010. Durante ese primer encuentro nació una amistad que creció a cada visita. Fue en Tepepan donde Florence le comentó su deseo de trabajar de una forma u otra con víctimas de errores judiciales, si algún día lograba recobrar su libertad. Pasó el tiempo y en mayo de 2015 empezó la filmación del primer documental.
La justicia francesa sólo ha reconocido 11 casos de errores judiciales en los últimos 70 años. Las víctimas fueron exculpadas e indemnizadas por todos los daños que sufrieron. Cassez se entrevistó largamente con cuatro de ellas, mientras que el equipo de Theuriau recogió los testimonios de sus familiares, amigos y abogados.
Cada documental dura 52 minutos y su mayor fuerza es la autenticidad con la que se expresan las víctimas, los demás entrevistados y la misma Cassez, quien no pretende ser periodista. Es simplemente ella misma. Se muestra espontánea, desborda empatía para sus interlocutores y sabe hacerse a un lado para dejarlos hablar.
El tono general es sobrio. Es obvia la voluntad de todos de huir del melodrama y buscar mantenerse erguidos ante la cámara para lucir su dignidad recobrada.
Florence Cassez dio la vuelta a Francia para visitar a cada uno de sus entrevistados, a quienes conoció el día de la grabación.
“Así lo decidió Mélissa. Y tuvo razón. Preparé cuidadosamente cada entrevista. Conocía muy bien los casos, pero no a las personas. No ensayamos ni escenificamos nada. El camarógrafo filmó nuestro primer abrazo tal como se dio”, recuerda.
La emoción es palpable en estos primeros instantes. Florence y sus entrevistados se reconocen en el momento en que se ven. Se impone un clima de confianza y pronto fluye el diálogo.
Si bien algunas imágenes de archivo permiten reconstituir la cronología de los hechos, los documentales no buscan volver a analizar el proceso en sí, sino entender cómo las víctimas y sus familiares vivieron los errores de la justicia, qué huellas dejaron en lo más profundo de ellos, cómo aprendieron a reconstruirse.
Almas gemelas
Cassez se encontró con Loic Sécher en Bretaña, en la costa atlántica de Francia. La policía detuvo a Sécher en febrero de 2000. Emilie, de 14 años e hija de sus vecinos, acababa de acusarlo de violación. Sécher clamó su inocencia. En vano. Era su palabra contra la de la adolescente. Prevaleció la segunda.
En 2003 Sécher fue condenado a 16 años de cárcel. En Francia, como en todos los países, los violadores son, a su vez, violados por los demás presos.
En 2008 Emilie confesó a la justicia que había mentido. Se abrió una nueva investigación para comprobar la sinceridad de la joven. Sécher pasó tres años más encerrado antes de ser juzgado de nuevo. El 24 de junio de 2011 fue definitivamente exculpado.
En el documental ese hombre de muy modesto origen campesino, solitario, de pocas palabras, profundamente herido, mira a Florence Cassez como a un alma gemela. Acaba confiándole que ya no tiene nada que ver con Francia y que decidió vivir en Senegal. También le dice que los únicos presos que lo ayudaron en la cárcel fueron los de fe musulmana.
Christian Iacono radica en el sur de Francia y pertenece a una clase social muy distinta de la Sécher. Adinerado empresario, alcalde de la elegante ciudad de Vence, vecina de la de Niza, Iacono es un hombre distinguido de 82 años quien, como Sécher, fue acusado de violación en 2000 y vivió 11 años de infierno.
Su supuesta víctima era Gabriel, su nieto de nueve años. La acusación del niño se dio en el contexto de un despiadado enfrentamiento familiar entre Christian Iacono y su hijo. En 2011 Gabriel liberó su conciencia confesando que lo había inventado todo. Su abuelo, sin embargo, tuvo que esperar cuatro años más antes de ser definitivamente exculpado.
La presencia de Cassez parece serenar a ese elegante caballero que poco a poco deja entrever lo que fue su viacrucis. La realización del documental facilitó además el reencuentro de Christian y Gabriel Iacono, que hoy reaprenden a hablarse y quererse.
 Fue en Alsacia, región fronteriza con Alemania, donde Cassez recogió el testimonio de Jean-Louis Müller.
 La tragedia irrumpió en la vida de Müller, entonces médico en la pequeña ciudad de Ingwiller, el 8 de noviembre de 1999, cuando su esposa se suicidó de un tiro en la cabeza. Durante dos años dedicó la mayor parte de su tiempo a sus dos hijos, traumados por el gesto de su madre. Pero en 2001 la policía lo detuvo, acusándolo de haber asesinado a su esposa.
 Como el caso de Iacono, el de Müller fue ampliamente mediatizado. El médico fue condenado a 20 años de cárcel. Apeló. Fue de nuevo condenado a la misma pena. Se abrió un tercer juicio en 2013, del cual finalmente salió exculpado.
 Culto y temperamental, Müller se nota a la vez afectado por sus años de cárcel y de batalla judicial y aliviado de poder compartir su experiencia. Alude a momentos de coraje y de depresión. Desmonta la maquinaria judicial que estuvo a punto de acabar con él. Habla de su proyecto de vida: abrir junto con su nueva esposa una casa de huéspedes en su región natal, Alsacia, en medio de la naturaleza.
 El caso más complejo es sin duda el de Brahim El Jabri, un marroquí indocumentado que se ganaba la vida vendiendo mariguana en el sur de Francia.
 En 1997 se descubrió el cuerpo de Azouz Jhilal, con 108 puñaladas. Jhilal era otro dealer con quien El Jabri estaba en contacto.
 Sin mayor prueba, El Jabri fue de inmediato acusado del asesinato y condenado a 20 años. Empezó entonces una terrible odisea de 13 años durante los cuales El Jabri pasó por 17 cárceles distintas y cuatro juicios. Finalmente se identificó a los dos asesinos de Jhilal y El Jabri fue exculpado en 2013. Hoy sigue esperando su indemnización y, sobre todo, su documentación francesa.
 Se nota la confianza total que le inspira Cassez; le habla como si no estuvieran siendo videograbados. A veces ambos callan. Se miran y se comprenden sin palabras.
 Theuriau quisiera producir otra serie de documentales, quizás dialogando con mujeres víctimas de errores judiciales. Ya contactó a dos de ellas, pero aún sufren demasiado para poder hablar. Falta consultar a otras.
 Mientras tanto Florence Cassez sigue trabajando en la adaptación cinematográfica de su epopeya judicial mexicana. Está en contacto frecuente con el guionista.
 “Es un trabajo sumamente difícil, que va lento”, dice a la reportera. “Ese guión tiene que ser riguroso, apegado a los hechos; y esos hechos son complejos, ya que abarcan aspectos personales, judiciales, pero sobre todo políticos y al más alto nivel… El proyecto de la película sigue más vigente que nunca.”   l


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