Revista
Proceso
# 2054, 12 de marzo de 2016
Florence Cassez
exorciza sus demonios en TV/ANNE MARIE MERGIER
Florence
Cassez, la mujer detenida en México en 2005 acusada de secuestro y liberada en
2013 por la Suprema Corte, rompe ahora el silencio que se autoimpuso. Una
productora de televisión la convenció de realizar, como entrevistadora, algunos
documentales acerca de personas que, en Francia, fueron acusadas injustamente y
purgaron infiernos de cárcel. La tarea, dice la francesa, la ayuda a cerrar ese
doloroso capítulo de su vida.
Theuriau,
productora de Dans les yeux de Florence (Con la mirada de Florence), serie de
cuatro documentales, uno por víctima, que se estrenará el viernes 25 y a los
cuales tuvo acceso la corresponsal, precisa: “Florence Cassez tiene una
historia judicial y penitenciaria que le da legitimidad para hablar con
víctimas de errores judiciales. Todas siguen profundamente marcadas por lo
vivido y hoy huyen de los medios masivos de comunicación. Pero al enterarse de
que Florence sería su interlocutora, las cuatro personas que contactamos
aceptaron de inmediato participar en nuestro proyecto”.
Desde
el primer día de su detención y a lo largo de sus siete años en la cárcel, Cassez
clamó que era inocente. Hoy sigue luchando para ser reconocida como tal. El 29
de septiembre de 2014 presentó en París una demanda contra quien resulte
responsable por su detención ilegal.
Sophie
Thonon, su abogada, explica a la corresponsal que esa demanda sigue su curso.
Fue sometida al decano de los jueces de instrucción de París, quien designó a
uno de ellos para empezar a instruirla, como lo exige el procedimiento judicial
galo.
Insiste
Theuriau: “Cualquiera que sea la opinión de los televidentes sobre el caso de
Florence Cassez, todos saben que ella pasó por los mismos momentos de tensión
extrema, depresión y desesperanza que su entrevistados. Florence es como un
enlace entre los espectadores y estos hombres aplastados por fallas de la justicia.
Los cuatro, además, reconocen hoy que haber tenido tiempo y libertad para
desahogarse les ayudó a recobrar su dignidad”.
Asegura
Cassez: “Para mí también fue importante conocer a ‘compañeros de destino’, pero
todo fue muy complejo. Cada entrevista me afectó mucho física y anímicamente.
Sentir su desgarramiento despertó de nuevo el mío; al mismo tiempo su voluntad
de seguir adelante consolidó la mía.
“Me
impresionó asimismo su empeño en llevar su combate hasta el final. No les bastó
ser liberados, siguieron luchando meses –y en algunos casos años– para ser
rehabilitados, para que su inocencia fuera definitiva y oficialmente
reconocida. Y ese combate lo comparto con ellos. Mi demanda en Francia está en
manos de un juez de instrucción. Sé que es un proceso largo, pero tengo tiempo.
Esperé siete años mi liberación, puedo esperar 10 más o 15 más para que quede
evidenciada la responsabilidad de Felipe Calderón, Genaro García Luna y sus
cómplices en lo que me tocó vivir.”
Y
agrega tras un breve silencio: “Cuando la prensa mexicana se refiere a mí,
suele mencionarme como la expresa de Tepepan. Lograré comprobar que soy la
expresa de Calderón”.
Oferta
televisiva
Conocida
periodista de televisión y personaje del “tout París”, Theuriau visitó por
primera vez a Cassez en el reclusorio femenil de Tepepan en 2010. Durante ese
primer encuentro nació una amistad que creció a cada visita. Fue en Tepepan
donde Florence le comentó su deseo de trabajar de una forma u otra con víctimas
de errores judiciales, si algún día lograba recobrar su libertad. Pasó el
tiempo y en mayo de 2015 empezó la filmación del primer documental.
La
justicia francesa sólo ha reconocido 11 casos de errores judiciales en los
últimos 70 años. Las víctimas fueron exculpadas e indemnizadas por todos los
daños que sufrieron. Cassez se entrevistó largamente con cuatro de ellas,
mientras que el equipo de Theuriau recogió los testimonios de sus familiares,
amigos y abogados.
Cada
documental dura 52 minutos y su mayor fuerza es la autenticidad con la que se
expresan las víctimas, los demás entrevistados y la misma Cassez, quien no
pretende ser periodista. Es simplemente ella misma. Se muestra espontánea,
desborda empatía para sus interlocutores y sabe hacerse a un lado para dejarlos
hablar.
El
tono general es sobrio. Es obvia la voluntad de todos de huir del melodrama y
buscar mantenerse erguidos ante la cámara para lucir su dignidad recobrada.
Florence
Cassez dio la vuelta a Francia para visitar a cada uno de sus entrevistados, a
quienes conoció el día de la grabación.
“Así
lo decidió Mélissa. Y tuvo razón. Preparé cuidadosamente cada entrevista.
Conocía muy bien los casos, pero no a las personas. No ensayamos ni
escenificamos nada. El camarógrafo filmó nuestro primer abrazo tal como se
dio”, recuerda.
La
emoción es palpable en estos primeros instantes. Florence y sus entrevistados
se reconocen en el momento en que se ven. Se impone un clima de confianza y
pronto fluye el diálogo.
Si
bien algunas imágenes de archivo permiten reconstituir la cronología de los
hechos, los documentales no buscan volver a analizar el proceso en sí, sino
entender cómo las víctimas y sus familiares vivieron los errores de la
justicia, qué huellas dejaron en lo más profundo de ellos, cómo aprendieron a
reconstruirse.
Almas
gemelas
Cassez
se encontró con Loic Sécher en Bretaña, en la costa atlántica de Francia. La
policía detuvo a Sécher en febrero de 2000. Emilie, de 14 años e hija de sus
vecinos, acababa de acusarlo de violación. Sécher clamó su inocencia. En vano.
Era su palabra contra la de la adolescente. Prevaleció la segunda.
En
2003 Sécher fue condenado a 16 años de cárcel. En Francia, como en todos los
países, los violadores son, a su vez, violados por los demás presos.
En
2008 Emilie confesó a la justicia que había mentido. Se abrió una nueva
investigación para comprobar la sinceridad de la joven. Sécher pasó tres años
más encerrado antes de ser juzgado de nuevo. El 24 de junio de 2011 fue
definitivamente exculpado.
En
el documental ese hombre de muy modesto origen campesino, solitario, de pocas
palabras, profundamente herido, mira a Florence Cassez como a un alma gemela.
Acaba confiándole que ya no tiene nada que ver con Francia y que decidió vivir
en Senegal. También le dice que los únicos presos que lo ayudaron en la cárcel
fueron los de fe musulmana.
Christian
Iacono radica en el sur de Francia y pertenece a una clase social muy distinta
de la Sécher. Adinerado empresario, alcalde de la elegante ciudad de Vence,
vecina de la de Niza, Iacono es un hombre distinguido de 82 años quien, como
Sécher, fue acusado de violación en 2000 y vivió 11 años de infierno.
Su
supuesta víctima era Gabriel, su nieto de nueve años. La acusación del niño se
dio en el contexto de un despiadado enfrentamiento familiar entre Christian Iacono
y su hijo. En 2011 Gabriel liberó su conciencia confesando que lo había
inventado todo. Su abuelo, sin embargo, tuvo que esperar cuatro años más antes
de ser definitivamente exculpado.
La
presencia de Cassez parece serenar a ese elegante caballero que poco a poco
deja entrever lo que fue su viacrucis. La realización del documental facilitó
además el reencuentro de Christian y Gabriel Iacono, que hoy reaprenden a
hablarse y quererse.
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