Revista
Proceso
# 2054, 12 de marzo de 2016
El gran fracaso de la certificación
penitenciaria/PATRICIA DÁVILA
La certificación oficial de las
cárceles mexicanas es una farsa. Desde abril de 2011, cuando empezó a
aplicarse, a la fecha, la Asociación de Correccionales de América ha cobrado 14
millones de dólares provenientes de la Iniciativa Mérida. Sin embargo, ese
organismo ha entregado resultados catastróficos. Los 26 penales que considera
más seguros en el país distan de serlo, según el Diagnóstico nacional de
supervisión penitenciaria de 2014, elaborado por la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos.
Desde el sexenio pasado, la Asociación
de Correccionales de América (ACA) ha recibido 14 millones de dólares
destinados por el gobierno de Estados Unidos al mexicano para la certificación
de 29 de los 431 penales nacionales, pero los resultados son desastrosos, pues
los amotinamientos, asesinatos, sobrepoblación, vulnerabilidad y corrupción en
las prisiones continúan.
La certificación penitenciaria,
iniciada en abril de 2011 a petición del entonces presidente Felipe Calderón a
través del Programa de Correccionales financiado con recursos de la Iniciativa
Mérida, es un gran fracaso.
Según la embajada estadunidense, el
propósito de ese programa es brindar apoyo al gobierno de México para mejorar
las capacidades del sistema penitenciario, que redunde en un manejo más
eficiente de su población, e impulsar reformas sustantivas en los reclusorios
federales, estatales y municipales para prevenir que las organizaciones
criminales trasnacionales operen en ellos.
“A la fecha, señala la legación, más de
14 millones de dólares se han comprometido en entrenamiento, desarrollo de
capacidades y equipo”. Los reclusorios certificados por la ACA incluyen 16
federales, ocho de Chihuahua, uno de Baja California y cuatro del Estado de
México; ahí tres penales se sumaron apenas en febrero pasado.
Sin embargo, en su Diagnóstico nacional
de supervisión penitenciaria 2014, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH) sostiene que la consultora dirigida por James Gondles no cumple con gran
parte de los 139 estándares internacionales que ella misma maneja. Según los
diagnósticos del ómbudsman nacional al sistema penitenciario de 2014, en los
penales estatales y federales la sobrepoblación es de 74%.
Asimismo, en un comunicado la CNDH
sostiene que en el primer cuatrimestre de 2015 se registraron 78 incidentes,
entre riñas, intentos de suicidio, huelgas de hambre, fallecimientos y
agresiones que implicaron a 159 reos.
En Estados Unidos, la Prison Legal News
–organización civil defensora de los derechos humanos de los reclusos– denunció
a la ACA porque, aun cuando se presenta como asociación sin fines de lucro,
cobra 3 mil dólares a cada penal y mil 500 dólares al día por cada auditor. En
2011, por ejemplo, la asociación de Gondles recibió 4.5 millones de dólares por
acreditación, casi la mitad de sus ingresos de ese año (Proceso 2051).
La reportera se comunicó vía telefónica
con Gondles para solicitarle una entrevista. Y como el director de la ACA pidió
un cuestionario, se le hizo llegar uno de 35 preguntas por correo electrónico.
Gondles devolvió la llamada y canalizó a la reportera con Eduardo Guerrero,
representante de la ACA en México y comisionado del Órgano Administrativo
Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social.
Guerrero tampoco aceptó la entrevista.
La Comisión Nacional de Seguridad respondió por medio de su área de
Comunicación Social que las entrevistas “están suspendidas”.
Cifras negras
En 2011 la ACA certificó los primeros
cuatro penales federales: el del Altiplano, en Almoloya de Juárez, Estado de
México; el de Occidente, en Jalisco; el Noreste, en Tamaulipas, y el del
Rincón, en Nayarit.
Dos años después se sumaron el Sudeste,
de Huimanguillo, Tabasco; el Nornoroeste, de Durango; el Norponiente, de
Sinaloa, y el Oriente, de Veracruz. Asimismo se incorporaron al Programa de
Correccionales de la Iniciativa Mérida cuatro penales de Chihuahua y uno de
Baja California.
En 2014 se otorgó la acreditación al
Centro Federal de Readaptación Social 9 Norte; al Centro Federal de
Rehabilitación Psicosocial, CPF Papantla; al Centro Federal Femenil de
Readaptación Social Rehilete, y al Centro Federal de Readaptación Social
Morelos.
Para enero de 2015, en Chihuahua ya
estaban certificados los ocho penales estatales. Y el 16 de febrero último, el
gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas, presumió que la ACA
certificó cuatro de los 21 penales mexiquenses: el de Otumba; el Guillermo
Colín Sánchez, en Ciudad Nezahualcóyotl; el Centro Preventivo y de Readaptación
Social de Valle de Bravo, y la Escuela de Reintegración Social para
Adolescentes Quinta del Bosque, en Zinacantepec.
Según Ávila, fueron certificados por la
ACA “después de pasar los más estrictos controles en temas como humanidad,
justicia, protección, administración y seguridad”. Sin embargo, pese a la
certificación, los problemas en las cárceles persisten.
En su Diagnóstico de 2014, la CNDH
documentó 993 incidentes violentos en penales estatales (ceresos), 740 en los
reclusorios federales (ceferesos) y cuatro en las prisiones militares (PM). Las
riñas ocuparon el primer lugar: mil 435 y ocurrieron en 700 ceresos, 734 en
ceferesos y uno en una PM.
Siguieron los desórdenes, con 126,
todos ellos en ceresos; los suicidios, con 68 –62 en ceresos y seis en
ceferesos–; los abusos, con 51; los homicidios, con 49, y los motines, con
cinco, todos ellos en ceresos.
En el caso de homicidios, los penales
con mayor índice fueron el Distrito Federal (18), Guerrero (seis), Tamaulipas y
Estado de México (cinco cada uno), Sonora (cuatro), Chihuahua y Sinaloa (tres cada
uno). La mayoría en los dormitorios.
Con respecto a los ceferesos, el
incidente con mayor número de reportes fue el de riñas: 734. Los centros con
más casos fueron los certificados por ACA: el Número 3 Noreste, de Matamoros,
Tamaulipas (124); el Número 4 Noroeste varonil, de Tepic, Nayarit (119); el
Número 2 Occidente El Salto, Jalisco (115); el Número 12 CPS Guanajuato (94);
el Número 13 CPS Oaxaca (56). Por lo general ocurrieron en el comedor, las
instalaciones deportivas y en los patios.
El Diagnóstico también expone que en
los penales certificados se detectó falta de capacitación en los custodios y
falta de elementos que cumplieran esa función; así como fallas administrativas.
Ello, pese a que en mayo de 2009 se inauguró la Academia Nacional de Administración
Penitenciaria en Xalapa, Veracruz, donde fueron capacitados 7 mil 519 nuevos
oficiales.
De manera adicional, 120 oficiales se
especializaron en técnicas de supervisión de primera línea y se impartieron dos
cursos a 132 empleados de prisiones: uno de liderazgo en Denver, Colorado; otro
sobre Grupos de Amenaza contra la Seguridad/Inteligencia, impartido por
personal del Departamento de Seguridad Pública y Servicios Correccionales de
Maryland.
Otros 118 oficiales de prisiones
recibieron entrenamiento en procedimientos de respuesta ante situaciones de
emergencia, impartidos por especialistas de la Academia Nacional de
Administración Penitenciaria, y 22 instructores recibieron su certificación
para impartir cursos de respuesta ante emergencias.
Se adquirieron también dos unidades
móviles para el entrenamiento extramuros sobre el manejo de prisiones estatales
y federales. Los instructores federales han capacitado a mil 561 custodios en
materia de derechos humanos, desarrollo humano, emergencias, uso de la fuerza y
simuladores de armas de fuego.
Y las quejas se multiplican
Hasta ahora, la certificación de la ACA
a los penales nacionales ha sido infructuosa.
El Diagnóstico nacional de supervisión
penitenciaria 2014 otorga la máxima calificación a los penales de Guanajuato,
7.59, mientras la más baja es para Quintana Roo, 3.66.
En este rubro, la CNDH señala que el
promedio obtenido en la aplicación del diagnóstico penitenciario en 2014 fue de
6.2 en los ceresos, menor al de 2011 (6.41), al de 2012 (6.28) y al de 2013
(6.10). Según la ACA, los penales certificados de Chihuahua obtuvieron 6.67;
los de Baja California, 7.23, y los del Estado de México, 6.01.
En Chihuahua, el Cereso Número 3 –al
que acudió el Papa Francisco durante su visita a Ciudad Juárez en febrero
pasado–, obtuvo 5.61 en el Diagnóstico de la CNDH, mientras el Número 7 de
Ciudad Cuauhtémoc, 6.86, y el Número 2, 6.19.
Este centro obtuvo 4.53 en cubrir
aspectos que garantizan la integridad física y moral del interno; en aspectos
que garantizan una estancia digna sacó 7.26; en condiciones de gobernabilidad,
6.2; en reinserción social del interno, 6.53, y en grupos de internos con
requerimientos específicos, 3.52, muy lejos de los estándares de la ACA.
Respecto a “condiciones de gobernabilidad”,
la CNDH indica que falta un manual de procedimientos para traslado de internos
y para motines; existencia de áreas de privilegios, de objetos y sustancias
prohibidas y de internos que ejercen violencia o control sobre el resto de la
población; presencia de cobros por parte de los custodios, así como por parte
de los internos.
En dos de las cuatro prisiones
mexiquenses certificadas por la ACA se repite el mismo fenómeno que en las de
Chihuahua: el Centro Preventivo y de Readaptación Social de Otumba obtuvo 6.27,
mientras el Dr. Alfonso Quiroz Cuarón llegó a 6.22.
La tendencia se repite en la mayoría de
los ceferesos, en los cuales el promedio fue de 6.83, según el documento de la
CNDH. El Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial de Ciudad Ayala, de
Morelos, obtuvo 8.18.
El Número 2 de Occidente, en Jalisco,
el Número 7 de Guadalupe Victoria, Durango, el Número 5 de Villa Aldama,
Veracruz, y el Número 4 de Tepic, Nayarit, obtuvieron calificaciones que
fluctúan entre 7.22 y 7.76. Otros, de 6.02 a 6.37, mientras que el más bajo es
el Número 9 de Ciudad Juárez, Chihuahua, con 5.53.
La CNDH indica también que en los
primeros cuatro meses de 2015 detectó una sobrepoblación de 74% en los ocho
ceferesos donde están recluidos los criminales más peligrosos de México, pese a
que son consideradas las instalaciones más seguras del país.
Ahí se han registrado 78 incidentes,
como riñas, intentos de suicidio, huelgas de hambre, fallecimientos y
agresiones entre internos, los cuales implicaron a 159 reos.
La vida cotidiana de los reclusos,
incluidos los que purgan sus sentencias en las prisiones certificadas, dista
mucho de los estándares de calidad que pregonan los especialistas de la ACA. Y
ello se refleja en las quejas presentadas ante la CNDH: del 1 de enero al 31 de
diciembre de 2014 sumaron mil 542.
El caso del Altiplano es singular. El
26 de febrero del año pasado, 138 internos enviaron a la CNDH una carta en la
que se quejaban por malos tratos. Según el portal Nayarit en Línea, entre los
firmantes estaban Joaquín Guzmán Loera, El Chapo; Héctor Beltrán Leyva, El H, y
Édgar Valdez Villarreal, La Barbie. Meses después, el 11 de julio, El Chapo se
fugó.
El 18 de mayo de 2015 Sayra Rodríguez,
hija de Nestora Salgado, la exlíder de la policía comunitaria de Olinalá,
Guerrero, presa entonces en el Cefereso Número 4 El Rincón, en Nayarit, por
presunto secuestro, denunció que los derechos humanos de su madre eran violados
de manera constante. Salgado inició una huelga de hambre.
El 26 de febrero último, un centenar de
custodios del Cereso Número 3 de Ciudad Juárez denunciaron que la Fiscalía
Especializada en Ejecución de Penas y Medidas Judiciales los envían a otros
centros penitenciarios del estado sin apoyo económico. Se quejaron de la falta
de uniformes y de la mala calidad de la comida.
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# 2054, 12 de marzo de 2016
Empresarios de la Comarca Lagunera de
Durango y Coahuila se oponen a que el Cefereso Número 14 CPS Durango, recién
establecido en esta región, albergue a secuestradores. Temen que se eleven los
secuestros en la zona, ya que los criminales siguen operando desde los
reclusorios.
Presentado por el titular de la
Comisión Nacional de Seguridad (CNS), Renato Sales Heredia, como un penal que
“cubre la más alta seguridad y tecnología”, ellos insisten en “el alto nivel de
corrupción en todos los niveles del sistema penitenciario”.
Agustín Arellano Saucedo, presidente
del Consejo Lagunero de la Iniciativa Privada, y Eugenio Treviño, presidente de
Cámara Nacional de la Industria de la Transformación en Torreón, así como seis
regidores del PAN de Gómez Palacio, Durango, encabezados por el coordinador de
la fracción, Oswaldo Santibáñez, presentaron al cabildo un punto de acuerdo
para impedir que los secuestradores se concentren en ese penal.
Arellano solicita que en el CPS Durango
se concentré a los reos de los municipios laguneros que fueron trasladados al
Cereso de la ciudad de Durango. El dirigente empresarial dice que resulta muy
caro a sus familiares sufragar los viajes para visitarlos.
El pasado 19 de enero, la CNS informó
que a partir de ese mes, “todos los internos en el Sistema Penitenciario
Federal por la comisión de este delito se concentrarán en dicho Centro. Así se
pretende eliminar la posibilidad de que los grupos dedicados a sustraer a una
persona para privarla ilegalmente de la libertad, continúen operando y
generando inercias nocivas para el resto de la población en reclusión. El
centro posee avanzados sistemas tecnológicos que garantizan la seguridad y el
monitoreo constante de las actividades de la población interna”.
Treviño, por su parte, advierte sobre
el riesgo de que se concentre a todos los secuestradores del país en ese penal:
“Estamos pidiendo que al menos a los del sur no los trasladen para acá. Si
concentras a todos aquí, se va a volver una universidad del secuestro”.
Y agrega: “Van a venir otras personas a
establecerse a la Laguna, desde sus familiares hasta los socios que no
agarraron. Además, lo que ellos saben hacer es secuestrar; y cuando queden
libres, sin dinero, van a dedicarse al secuestro y lo van a hacer en La Laguna.
“El problema es que el secuestro es un
delito, silencioso porque nadie lo denuncia, o se hace en muy baja escala, por
lo que se desconocen las estadísticas exactas. Hace cuatro años tuvimos
problemas, apenas estamos saliendo porque los delitos que se registran
actualmente son del fuero común, los de alto impacto son muy pocos, estamos
retomando la estabilidad.
“En La Laguna, hace un par de años,
tuvimos grupos armados, secuestros, matanzas de alto impacto. Sabemos que esos
delincuentes ya salieron de La Laguna; era cuando la disputa entre Los Zetas y
(el Cártel de) Sinaloa”.
Los empresarios tuvieron un encuentro
con Ricardo Rebollo, Flor Rentería y Refugio Sandoval, diputados federales de
La Laguna, para discutir sobre un posible encuentro con el secretario de
Gobernación, Migue Ángel Osorio Chong, y con el comisionado Sales Heredia.
“Nos preocupa ese Cefereso porque ya
tuvimos un problema con el Cereso de Gómez Palacio, pues la directora del penal
dejaba salir a los reos durante la noche sólo para delinquir. Salían a ejecutar
sus crímenes y regresaban a dormir”, recuerda Treviño.
–Según Sales Heredia, al concentrar a
los secuestradores se evitará la contaminación de los otros reos –se le comenta
al empresario.
–Nuestra percepción es que a quienes
están empezando y los agarran, van a aprender de quienes tienen mucho tiempo en
el negocio. El CPS Durango se volverá una escuela del crimen. En Gómez Palacio
no hay policía municipal desde hace cuatro años; las funciones preventivas
están en manos de los militares. Tú sabes que los soldados se mueven lento,
esperan órdenes para actuar.
–Pero el comisionado insiste en que
esta medida evita la contaminación criminógena.
–Eso dicen de todos los Ceresos. Pero
la realidad es que se siguen recibiendo llamadas de extorsión de personas que,
por su acento, sabemos que son del sur del país. El Cereso está en la salida de
Gómez Palacio, y en el pueblo cercano de Máximo, las familias de los presos ya
están rentando casas para quedarse a vivir.
“Y aunque este Cefereso fue construido
por gente de La Laguna que maneja todas las normas internacionales, e incluso
certificado por Estados Unidos, su punto débil es la corrupción. Ese es nuestro
miedo.”
Malestar generalizado
Los empresarios no son los únicos que
han protestado. El panista Osvaldo Santibáñez, regidor en el municipio de Gómez
Palacio, expone que la región aún no se repone de la inseguridad.
“Los tres municipios duranguenses
estamos bajo el mando único del Ejército. Eso nos habla de que las cosas aún no
están bien. Son los estragos que en el 2010 dejó la mala operación del Cereso
de Gómez Palacio, cuando la directora Margarita Rojas Rodríguez permitía que un
grupo de presos saliera por las noches a cometer ajustes de cuenta con bandas
rivales”.
Desde entonces la Policía Municipal fue
desmantelada. Y como los policías municipales estaban al servicio de los
malhechores, el Ejército tomó el mando. En Gómez Palacio la contratación de
policías se inició hace tres meses. Se necesitan 400, dice, apenas hay 100.
Mientras, los delitos del fuero común, como los asaltos y robos a casas
habitación, están desbordados.
“Analice cómo han evolucionado los
municipios en donde han instalado penales de alta seguridad –dice a la
reportera–. El Altiplano, que tiene capacidad para 800 reos, por ejemplo,
recibió 36 mil vistas en 2008, incluidos familiares, amigos, abogados y
presuntos cómplices de los internos.
“Si se hace un comparativo, en el penal
federal de Gómez Palacio, con capacidad para 2 mil 500 reos, estaríamos
recibiendo 86 mil personas en un año ¡Es demasiado!”
Dice que es una sinrazón concentrar a
todos los secuestradores, cuando uno de los principales problemas que han
agobiado a la región es precisamente ese delito. “Tenemos empresarios lecheros,
metalúrgicos, una diversidad de inversión. Yo haría un paralelismo: es como si
el gobierno federal decidiera enviar a todos los sentenciados por narcotráfico
al penal de Culiacán”, comenta.
Y aun cuando los alcaldes comentan que
habrá una derrama económica, el turismo penitenciario es el menos deseado por
los municipios.
La reportera pregunta a Edna Jaime, de
la organización no gubernamental México Evalúa, sobre el sistema penitenciario.
“Por lo general –responde– en las
cárceles de México se violan sistemáticamente los derechos humanos; en algunos
incluso existe el autogobierno. En resumidas cuentas, son un desastre.
“El problema es enorme y tenemos que
replantearlo. Lo que está de por medio son vidas de sentenciados, quienes
incluso privados de su libertad conservan la mayoría de sus derechos y el
Estado mexicano está obligado a velar y garantizar esos derechos. No lo ha
hecho.
“El gobierno federal está presionado
por el apoyo que recibe por medio de la Iniciativa Mérida, a través de la ACA,
organización que establece estándares básicos para certificar los penales. Esto
está moldeando la política penitenciaria mexicana.”
Orlando Camacho, de la organización
SOS, presidida por Alejandro Martí, la secunda: “El tema no es tanto separar o
no a los secuestradores. El tema es de origen. De nada servirá un área
exclusiva para secuestradores si el control del penal lo siguen teniendo
delincuentes, si hay un cogobierno o corrupción de la propia autoridad”.
El asunto es más profundo: “Pueden
tener un área exclusiva para cada tipo de delincuentes, pueden dividir a los
diferentes brazos armados o modificar sus horarios siempre y cuando hayan
tomado una decisión férrea de reformar íntegramente al penal. Si no es así,
nada sirve, sólo es un parche”.
Asegura que los pernales pueden ser de
la más alta tecnología, pero la fuga de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo,
demostró que pese al monitoreo, él se evadió debido a la corrupción; y la madre
de la corrupción es la impunidad. l
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