EXHORTACIÓN
APOSTÓLICA POSTSINODAL
AMORIS
LAETITIA
DEL
SANTO PADRE
FRANCISCO
A
LOS OBISPOS
A
LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS
A
LAS PERSONAS CONSAGRADAS
A
LOS ESPOSOS CRISTIANOS
Y
A TODOS LOS FIELES LAICOS
181.
Conviene también recordar que la procreación o la adopción no son las únicas
maneras de vivir la fecundidad del amor. Aun la familia con muchos hijos está
llamada a dejar su huella en la sociedad donde está inserta, para desarrollar
otras formas de fecundidad que son como la prolongación del amor que la
sustenta. No olviden las familias cristianas que «la fe no nos aleja del mundo,
sino que nos introduce más profundamente en él [...] Cada uno de nosotros tiene
un papel especial que desempeñar en la preparación de la venida del Reino de
Dios»[203]. La familia no debe pensar a sí misma como un recinto llamado a
protegerse de la sociedad. No se queda a la espera, sino que sale de sí en la
búsqueda solidaria. Así se convierte en un nexo de integración de la persona
con la sociedad y en un punto de unión entre lo público y lo privado. Los
matrimonios necesitan adquirir una clara y convencida conciencia sobre sus
deberes sociales. Cuando esto sucede, el afecto que los une no disminuye, sino
que se llena de nueva luz, como lo expresan los siguientes versos:
«Tus
manos son mi caricia
mis
acordes cotidianos
te
quiero porque tus manos
trabajan
por la justicia.
Si
te quiero es porque sos
mi
amor mi cómplice y todo
y
en la calle codo a codo
somos
mucho más que dos»...Mario Benedetti, «Te quiero», en Poemas de otros, Buenos
Aires 1993, 316.
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