Yihadismo
y armas/ editorial
El País, 13
JUN 2016
La
peor matanza sufrida en Estados Unidos tras el 11-S ha sido fruto de una
combinación de ideología yihadista difundida a través de Internet y de la
cultura estadounidense permisiva con las armas. La alianza de ambos factores
aumenta la sensación de vulnerabilidad de un país que realiza enormes
inversiones en defensa y mantiene una tupida red de agencias de espionaje para
rastrear el planeta en busca de enemigos potenciales, pero que se ve desbordado
por un asesino al que, de momento, se considera un lobo solitario porque no hay
pruebas de su vinculación a redes o células.
La
difusión de la ideología yihadista es muy fácil entre los países que creen en
la libertad de expresión. En Europa se han vivido distintos ataques y se han
evitado otros, pero los servicios de seguridad conocen el amplio uso de la Red
que hacen los terroristas. En esto no hay diferencias en cuanto al riesgo que
se corre a ambos lados del Atlántico.
Por
el contrario, sí las hay en lo referido a la cultura de las armas. En Estados
Unidos se puede matar a decenas de personas en cuestión de segundos con rifles
de asalto adquiridos en las tiendas. Omar Mateen, el asesino de Orlando, se
hizo con un AR-15, el rifle presente en 3,7 millones de hogares
norteamericanos. Antes que él, otros habían usado el mismo tipo de arma para
cometer crímenes masivos: como Adam Lanza en 2012, que provocó 26 muertos en
una escuela de Sandy Hook (Newton), o los terroristas de San Bernardino,
autores de 14 asesinatos en 2015. El popular rifle de asalto se usó igualmente
para matar a 12 personas en Aurora (Colorado), en 2012, y a 9 en una
universidad, el año pasado.
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