Obama
califica el ataque de Orlando como “extremismo autóctono”
El
presidente asegura que las autoridades "todavía no han encontrado pruebas
de que actuara dirigido por un grupo terrorista"
CRISTINA
F. PEREDA y JOAN
FAUS
El País, Washington
/ Orlando 13 JUN 2016
El
presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró este lunes que el FBI
cumplió todos los protocolos durante las dos investigaciones realizadas a Omar
Mateen, el presunto autor de la mayor matanza en Estados Unidos desde los
atentados del 11-S. Obama afirmó tras una reunión con James Comey, el director
de la agencia federal que “debemos asegurarnos de que no sea tan fácil
conseguir armas para una persona que quiera hacer tanto daño”.
El
mandatario ha calificado la masacre como “un claro ejemplo del extremismo
autóctono que nos tiene preocupados desde hace tiempo". Obama ha asegurado
que las autoridades estadounidenses "todavía no han encontrado pruebas de
que actuara dirigido por un grupo terrorista", a pesar de que declaró su
lealtad a ISIS durante una llamada a la policía antes del ataque, en el que
acabó con la vida de 49 personas e hirió a otras 53 antes de ser abatido por
los agentes.
En
las inmediaciones de la discoteca Pulse, el paisaje este lunes sigue siendo el
de una ciudad irreal. La mayoría de locales están cerrados. La avenida sigue
completamente blindada por tancas y coches policiales. Persiste el zumbido
constante de los helicópteros de la policía y cadenas de televisión. De lejos,
se ve una gran P, el cartel de la discoteca. Se han colocado unas rejas negras
en sus alrededores.
Grisie
Torres, una puertorriqueña de 45 años, es de las pocas transeúntes. Lleva unas
flores en la mano, pero se ha dado cuenta de que apenas hay lugar donde
dejarlas. Aquí, solo hay pequeñas concentraciones improvisadas de homenaje. El
shock impide, por ahora, hacer grandes tributos.
Torres,
que lleva tres años en Orlando, no conocía a nadie que estuviera en el club.
"Sentí una inquietud y no podía quedarme en casa", dice Torres, que
trabaja en el sector inmobiliario. "Es muy triste. No hay motivos para
hacer algo así", agrega. Cree que la matanza unirá a la comunidad latina,
que colma la mayoría de las víctimas.
Yvonne
Engman, de 51 años, es otra de los escasos no periodistas o policías. Vive en
este tranquilo barrio residencial desde hace 20 años. Con cuatro vecinos, ha
decidido salir a repartir agua y alimentos. "Es tan anormal estar haciendo
esto", dice. Cada mañana acude a una cafetería junto a la discoteca. Su
barrio se ha transformado.
El
FBI continúa sus investigaciones para determinar los motivos que llevaron a
Mateen a abrir fuego en un club gay de Orlando (Florida). Comey aseguró este
lunes que está tratando la masacre como un acto terrorista y que cuentan con
“fuertes indicativos” de la radicalización de Mateen, pero, como explicó
anteriormente Obama, carecen de pruebas de que su acto estuviera dirigido por
un grupo en concreto.
La
agencia ha revelado que el joven pudo comprar las dos armas de manera legal en
los días anteriores a la masacre porque carecía de antecedentes penales. Obama
defendió en su comparecencia que el FBI ha cumplido con todos los protocolos,
pero que los estadounidenses deben reflexionar sobre los riesgos “de ser tan
permisivos con armas tan poderosas en este país”.
Mateen
había sido investigado en dos ocasiones por el FBI y, según fuentes de la
agencia federal, realizó dos viajes a Arabia Saudí, uno de ellos en 2012. Al
año siguiente, la agencia de seguridad fue alertada por los “comentarios
inflamatorios que hizo a sus compañeros de trabajo en los presumía de posibles
lazos terroristas”, según reveló este lunes Roland Hopper, agente del FBI en
Orlando.
Hopper
explicó sobre las investigaciones, que incluyeron entrevistas con varios
testigos, vigilancia y rastreo de documentación: “No nos permitieron verificar
el contenido de sus comentarios y cerramos la investigación”, aunque calificó
los comentarios de Mateen como “salvajes”. El presunto tirador alegaba ante sus
compañeros que tenía amigos en Al Qaeda y Hezbolá, así como conexiones con los
responsables del atentado de la maratón de Boston.
Mateen
no reconoció en una primera entrevista que hubiera hecho tales afirmaciones y
declaró que no conocía realmente esos grupos terroristas. Sin embargo, en una
segunda conversación, admitió haber hecho referencia a ellos. “Parecía que
estaba buscando cualquier oportunidad para asociarse con el grupo del momento”,
declaró un agente al diario The Wall Street Journal.
Aunque
esa investigación quedó cerrada, el nombre de Mateen resurgió poco después, en
2014, por su posible asociación con Moner Abu-Salha, otro ciudadano de Florida
acusado de ser el primer estadounidense que viajó a Siria y perpetró allí un
ataque suicida. Según el FBI, ambos acudían a la misma mezquita, pero
abandonaron sus pesquisas al no poder determinar que hubiera un vínculo
personal entre ellos.
Tres
horas, tres conversaciones
El
autor de la masacre del club Pulse habló hasta en tres ocasiones con la policía
local, según explicó este lunes el jefe de la policía de Orlando, John Mina.
Mateen se mostró “tranquilo” en todo momento y declaró su lealtad al Estado
Islámico. En la última conversación que mantuvieron, sin embargo, alertó a la
policía de que estaba equipado con explosivos, por lo que las fuerzas de
seguridad decidieron adentrarse en el local. “En ese momento pensamos que la
pérdida de vidas era inminente”, declaró Mina. Una de las víctimas había
alertado a su madre desde el interior del baño del local que estaban encerrados
con el tirador.
“Nos
tiene, vamos a morir”, fue uno de los últimos mensajes de texto que envió Eddie
Justice a su madre en la madrugada del domingo, según la conversación publicada
por la agencia Associated Press. La policía intentó entonces destruir un muro
mediante una explosión, pero al no lograr derribarlo del todo, tuvieron que
enviar un vehículo armado. El agujero permitió rescatar a decenas de rehenes,
según las autoridades, pero entonces comenzó un nuevo tiroteó que no cesó hasta
acabar con la vida de Mateen
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