Revista Proceso #2014, 26 de febrero de 2017..
“¡Aquí estamos y no nos vamos!”/FEY BERMAN
Hay un dicho que reza: “Más vale una protesta pendeja que gente pendeja que no protesta”. Así responde Antonio Alarcón, un dreamer oriundo de Martínez de la Torre, Veracruz, y líder de Make the Road New York (MRNY), cuando se le pregunta qué se gana con las expresiones públicas de inconformidad.
“Perdón por la expresión –explica–, pero he visto que tienen fruto. Cuando (a finales de enero) nos manifestamos en el aeropuerto JFK contra la detención de viajeros musulmanes, contagiamos a otros y la protesta se volvió nacional. Estuvimos horas parados en el frío. Pero gracias a la reacción de nuestra comunidad y a nuestras protestas, un juez de Nueva York declaró anticonstitucional la prohibición de Trump.
“Nuestro reclamo logró que soltaran a los detenidos y que éstos se reunieran con sus familias. Lo más bonito fue ver a una muchacha cuando abrazó a su bebé… ver cuando salieron los detenidos y se abrazaron con sus familiares. Las protestas funcionan. Han hecho que se le pierda el miedo a esta administración.”
Desde bebé, Antonio fue criado por sus abuelos en México porque sus padres viajaban por todo el país buscando trabajo. En 2000, ellos se fueron a Estados Unidos. Antonio tenía seis años. Les tomó años conseguir empleos estables y poder recogerlo.
Los tres partieron de Veracruz en 2005. Como el cruce por la frontera era demasiado peligroso, el hermano menor de Tony se quedó con los abuelos. Después se trasladaron al DF en carro. Volaron a Hermosillo. Tres días más tarde, emprendieron el viaje a pie. La luz de la luna era su única guía. Al poco tiempo se quedaron sin agua y sin comida. Tres días después llegaron a Arizona. De allí, viajaron en coche a Los Ángeles, y de ahí a Nueva York.
Ya en la ciudad, los padres de Antonio encontraron empleo. Pero a él no lo mandaron a la escuela hasta un año más tarde: equivocadamente creían que los indocumentados no tenían permitido estudiar. Aun cuando el niño tuvo que aprender un nuevo idioma, adaptarse a una cultura diferente, vivir sin sus abuelos y sin su hermano, a los que extrañaba muchísimo, se aplicó en la escuela. Al ver a sus padres trabajar todo el tiempo, pensó que estudiando duro podría compensar su enorme sacrificio.
En 2011 murió su abuelo. Al poco tiempo, la abuela fue diagnosticada con cáncer y también murió. Sus padres decidieron “autodeportarse” a México. No veían que las promesas de los políticos de concretar una reforma migratoria se cumplieran y no podían dejar a su hijo menor abandonado. Después de muchas lágrimas, concluyeron que debían dejar a Antonio en Estados Unidos con unos tíos, para que tuviera una mejor educación y mejores oportunidades de trabajo de las que México le ofrecía.
Para graduarse de la preparatoria, Tony tenía que cumplir con 25 horas de servicio comunitario. En ese entonces no tenía documentos. Quiso prestar sus servicios en un hospital, pero le pedían su número de seguro social. Una amiga lo llevó al MRNY y desde entonces trabaja en la organización. Hoy, a sus 22 años, es uno de sus líderes.
Gracias a que obtuvo dos becas designadas para dreamers, Alarcón está a punto de graduarse de la Universidad de Queens CUNY, donde estudia cine y ciencias políticas. Y es que, como en el pasado, publicó varios artículos en los que ilumina al público estadunidense sobre los pesares que conlleva vivir en las sombras, su intención ahora es continuar haciéndolo a través de documentales.
–¿Qué hace tu organización por los indocumentados? –se le pregunta.
–Primero, educarlos. Desconocen varios conceptos elementales. A pesar de que somos indocumentados, tenemos derechos constitucionales. Permanecer en silencio te puede salvar de ser deportado. A menos de que te presenten una orden de cateo, no tienes que abrirle la puerta a Inmigración. Aunque esto ha ocurrido principalmente cerca de la frontera con México, en noviembre pasado la comunidad hispana de todo Estados Unidos despertó en Arizona (donde el maltrato a los hispanos es bien conocido). Hablando con unos amigos ayer, platicamos que nunca nos habíamos imaginado que hubiera redadas en Staten Island o Brooklyn Heights, en Nueva York.
–Los indocumentados tienen temor de las autoridades de Inmigración. ¿También se sienten amenazados por la gente en la calle?
–Sí. Hay una ola de estafas. El lunes pasado, a un señor se le acercó un grupo para intimidarlo. Iban disfrazados como agentes de Inmigración. Obviamente, con el temor que le tenemos ahora a la migra, el señor hizo lo que le dijeron. Sin dudarlo, les dio los 250 dólares que le pidieron. Sabemos que eso no debe pasar. Los agentes no pueden cobrarte para liberarte. Estamos realizando una investigación con el concejal del distrito y con la policía para que eso no vuelva a ocurrir, y a través de la prensa le hemos informado a la comunidad que no dé dinero.
Activismo comunitario
Alarcón dice que MRNY se formó para apoyar a quienes se están tratando de adaptar a una nueva cultura; no solamente para apoyar a la comunidad latina sino a toda la comunidad inmigrante. Relata que en 1993 su organización logró que todos los programas que reciben financiamiento gubernamental ofrezcan, obligatoriamente, asistencia lingüística.
“Por ley, si vas a un hospital y no entiendes inglés, te tienen que hablar en tu idioma”. Y en 2013 consiguieron prohibir que se aplicara la Ley 2-87G en los cinco condados de la ciudad de Nueva York. Esta ley permite que colaboren el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) y la policía. Añade: “En estos momentos esta ley nos avala mucho”.
–Como líder de esta organización, tú debes disipar los miedos de los indocumentados. ¿Cómo manejas tu propio miedo?
–Te pones una armadura para entrar a esta oficina. Tratas de dejar los sentimientos propios afuera. Aquí escuchas a personas contar las mismas historias y situaciones que sufrieron tus padres: la discriminación, la falta de empleo… Es difícil escuchar las historias y saber que en este momento no podemos hacer nada porque estamos atados de manos con esta administración y porque por años les hemos dicho que vamos a luchar por una reforma migratoria. En 2013 estuvimos a nada de lograrlo. Pero no pasó. Llegamos a punto cero. Tuvimos que iniciar la lucha de nuevo. Y ahora estamos en números negativos. Es muy frustrante. Pero nos alimenta la fuerza de voluntad de nuestra comunidad para seguir luchando. Yo, Luba y los demás que trabajamos aquí, tratamos de apaciguar esta frustración gritando en las protestas: “¡Aquí estamos y no nos vamos!”
–¿Qué acciones ha emprendido MRNY desde que Trump fue electo?
–Es una época difícil, pero la comunidad está más involucrada, quiere conocer sus derechos. Viene el doble de gente a las reuniones. Ahora la MRNY se ha ampliado más allá de Nueva York, a Connecticut y a Pensilvania. Muchos quieren volverse parte de ella, participar en la lucha, en las marchas, como la que viene. El boicot de hace unos días (el Día sin Inmigrantes celebrado el 16 de febrero), que se organizó en las redes sociales, logró que muchos comercios cerraran y que cadenas como McDonalds no pudieran funcionar.
“Nosotros no nos unimos al boicot. Hubiera sido riesgoso, con consecuencias para nuestros miembros. Pero sí hicimos una protesta apoyando al dreamer Daniel Ramírez, que fue detenido por agentes de Inmigración a pesar de su status legal DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia). La marcha del primero de mayo complementará el boicot nacional concertado por Cosecha y será más organizado y mucho más grande.”
–Pero los asuntos de los indocumentados hispanos son diferentes que los de los inmigrantes de Medio Oriente.
–Ver la inmigración como fenómeno latino no es suficiente. Hay indocumentados de Asia, África, Medio Oriente, Europa. En las circunstancias actuales, de ataque a las distintas comunidades, las organizaciones comunitarias de inmigrantes, de mujeres, de LGBTQ, están más unidas.
–Además de las protestas ¿Qué acciones están tomando?
–Seguimos demandando el rechazo a todas las medidas anticonstitucionales de Trump mediante alianzas con organizaciones comunitarias de inmigrantes locales como MIKWON Center, de coreanos, y DRUM, del Medio Oriente, y con el apoyo de organizaciones nacionales como United we Dream y legales como Fair Immigration Reform Movement y National Immigration Law Center. Recientemente, la American Civil Liberties Union protestó con nosotros en el aeropuerto e hizo la demanda legal. Hace unos días patrocinó la protesta por el caso de Daniel Ramírez.
–¿Cuál es la situación actual de las “ciudades santuario” dada la amenaza de Trump de cortarles el presupuesto?
–Hay incertidumbre. Sin embargo, en algunas ciudades, como en Nueva York, se puede enfrentar la amenaza de Trump. Según Wall Street, Nueva York puede resistir el corte de presupuesto. Y es que aquí una fuente importante del presupuesto proviene de los impuestos que pagan los inmigrantes. El 16 de febrero, durante el paro (el Día sin Inmigrantes), todo Staten Island estuvo cerrado. Sus calles estuvieron vacías.
–¿Qué debe hacer el gobierno mexicano para apoyar a los connacionales indocumentados?
–El TLCAN desató la pobreza extrema en México, lo que dio como resultado la oleada de inmigración a Estados Unidos. El gobierno mexicano no debe pagar el muro y debe proveer recursos para la comunidad inmigrante de aquí. Después de todo, las remesas son la segunda fuente de ingresos de México. ¡Imagínate cómo le va a ir a México si nos deportan a todos!
–¿Cómo te explicas que en los últimos días hayan venido a Estados Unidos políticos mexicanos como Andrés Manuel López Obrador y Enrique Ochoa para escuchar a los indocumentados?
–Nuestra comunidad ha sido deportada por muchos años. Durante el mandato de Obama hubo casi 3 millones de deportados. Ningún político mexicano salió en nuestra defensa o buscó el diálogo con el gobierno estadunidense. Ahora vienen dizque para ser nuestros salvadores. En realidad, lo que buscan es sacar agüita para su molino hacia las elecciones en México de 2018. Están aprovechándose de la situación. Si verdaderamente quieren apoyarnos… tendrán que tomar acciones vehementes y explícitas. Yo creo que, como ahora los mexicanos en el exterior podemos votar, andan buscando nuestro apoyo. Los inmigrantes sumamos millones. Nuestro voto y nuestras remesas pueden ser determinantes en las elecciones de 2018.
–¿Cómo pueden los mexicanos que viven en México ayudar a los connacionales que viven aquí en Estados Unidos?
–Hay miles de maneras: boicotear a las empresas norteamericanas, protestar, crear una alianza de los latinoamericanos del continente para ser independientes del gran imperio gringo y no dejar que nos ataque.
–¿Cómo te explicas que habiendo 57 millones de hispanos en Estados Unidos la prensa en inglés no les preste atención?
–Las compañías como CNN o Fox están dirigidas por blancos y su público es mayormente blanco. El único invitado latino es Jorge Ramos. Nunca se habla sobre nuestros retos. Nunca invitan a nuestras familias. Nunca van a entendernos. Estas redes muestran una sola escena: gente cruzando la frontera. Siempre es la misma imagen y eso desde hace 15 años. No es la única que representa a la comunidad latina. Los norteamericanos, especialmente los conservadores, solamente tienen esa visión de nuestra comunidad. No saben que hay familias latinas en Estados Unidos que tienen hijos ciudadanos que trabajamos diariamente, que somos parte de sus comunidades.
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