Los poetas/Roberto Fuentes Vivar
Los poetas se arropan
con abrigos de palabras
y guardan en los bolsillos
las comas que les sobran.
Los poetas son seres
que machacan rosas
para extraer la realidad
y convertirla en frase.
Los poetas roban
sus alas a las aves
y lavan sus manos
con papel periódico
Los poetas juegan a leer
las cartas para detectar
arcanos avernos por los
cuales circular sin brújula.
Los poetas son unos
tristes seres esdrújulos,
con enfermedades graves
provocadas por dolores agudos
que les deja esta sociedad
virtualmente encanecida,
agónica de sinalefas
y millonaria en ripios.
A veces se tragan las sílabas
que no pueden pronunciar
por su ternura indómita
Son seres que guardan el
tiempo en los minúsculos
polvos de arena que
quedan en sus suelas.
Saben que un lunes
puede ser viernes
y que Saturno no es Dios
sino estado de ánimo.
Los poetas fuman
los sueños de los duendes
y miran espejismos
donde un charco es en realidad
un ejército de sueños comprimidos.
Los poetas son
las manecillas de la risa,
el pincel de la saudade,
el engrane del llanto,
los profetas del octavo pecado capital,
los inhaladores de la liturgia,
los sastres del imposible,
los ladrones de la misión divina.
Los poetas aspiran el vapor
de la tetera, lo muerden,
lo mastican, lo engullen
hasta derretir el agua.
Los poetas le quitan
la sal a los saleros
para untarla, crema,
en la raya de sus labios.
Enfrían el hielo
y calientan el fuego,
para buscar palabras que
no hieran los sonidos.
Los poetas trepan balcones
para masticar hormigas
y chupar del viento
su soledad ociosa.
Tienen razón cuando
despluman grillos
para sorber guturales
lamentos nocturnos.
Le ponen cicatrices
al presente y creen
en el amor como
una ciencia exacta,
a pesar de la inexactitud
de la palabra misma,
Ven la televisión apagada
para imaginar imágenes
y se encierran en sus cuartos
para respirarse a sí mismos
con sus almas quietas.
Se ponen guantes para
retocar la luna llena
y esperan ser marea
que los lleve a tierra
una y otra vez y
otra vez en una.
Son los laberintos de Dédalo,
los voceros de Casandra,
las alas de Ícaro y la filigrana
que Orión tejió en el cielo.
Los poetas colocan
pabilos en las carreteras
para iluminar las frases
y ponen alas a los gatos
para que vuelen en las noches
y despierten felinos y dormidos
en las madrugadas frías de
los inviernos, cuando
el orgullo pide asilo.
Los poetas destripan ardillas
para anestesiar al bosque
y saben que la manipulación
de los versos conduce
a la vida eterna.
Los poetas le sacan
brillo al silencio
para reverenciar
las comas y ovacionan
la palabra con
puntos y seguido.
A veces adivinan
acentos en las letras
que se esconden de
vergüenza y adornan
con mayúsculas la
sinrazón del tiempo.
Los poetas dominan
las eses y las combinan
mushhhaasshhas
para despertar al viento.
Otoño de 2004
Roberto Fuentes Vivar. Columnista en temas económico, colaborador de la agencia Quadratín y de los diarios Milenio y Mundo Express.
Publicado en el libro: "Un grito contra nadie. Aproximaciones a la obra de Alejandro Avilés"/ Fred Alvarez y Leopoldo González, coordinadores; publicado por el Instituto Sinaloense de Cultura, primera edición 2016.
«...Todos los sinaloenses nacimos a la orilla de un río (…)toda la vida estaba en las márgenes de los ríos
y el agua, el río mismo, se identificaba en nuestro
subconsciente con la vida…»..» AAI.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario