Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Mercado, Begné: adiós a AlternativaPublicado en Excelsior, 4/04/2008;
Mercado, Begné: adiós a AlternativaPublicado en Excelsior, 4/04/2008;
En el año 2000 uno de mis votos fue para Democracia Social, que encabezaba entonces Gilberto Rincón Gallardo. Estuvo a un paso de obtener el registro, pero no lo logró. En 2003, parte de ese partido se trasmutó en México Posible, que hizo una campaña que obtuvo muchos espacios mediáticos aunque menos votos. En aquella ocasión también voté por México Posible, que se quedó en el umbral del registro. En 2006, uno de mis votos, también divididos como en 2000, fue para el sucesor de México Posible, el partido Alternativa Socialdemócrata, que llevaba como candidata a presidenta a Patricia Mercado. En esta ocasión, Alternativa Socialdemócrata realizó, además de una buena campaña, una mucho más sólida labor de organización, a pesar de que sectores que buscaban imponer la candidatura del Dr. Simi y la llamada ala campesina, hicieron todo por destruir ese partido. Alternativa se deshizo de esos lastres y logró su registro con una votación muy significativa, sobre todo en el DF.
Esa opción que encabezaban Patricia Mercado (una mujer inteligente y carismática, con la dosis adecuada de feminismo, cultura de izquierda y sentido común), desde la candidatura, y Alberto Begné (un político serio, con una sólida formación y experiencia en temas electorales), desde la presidencia del partido, parecía el embrión de algo que nunca hemos logrado consolidar los mexicanos y que cada vez que nos acercamos a ello ocurre algún cataclismo político que aborta esa posibilidad: la de una fuerza de centroizquierda moderna, socialdemócrata de verdad (no como lo entienden otros políticos y partidos que utilizan esa etiqueta sin asumir ni siquiera uno de sus principios ideológicos), o sea, en la actualidad, liberal, partidaria de aprovechar las oportunidades de la globalización y condenar sus defectos, con un sentido ecologista que no cierre su agenda sólo en torno a ello, que luche por las libertades individuales y la igualdad de oportunidades y se comprometa con las minorías y contra las discriminaciones, sexuales, sociales, de género.
En Alternativa había un embrión de todo eso: había por supuesto excesos en uno u otro sentidos, pero comparado con el discurso mesiánico, reaccionario, intolerante, de López Obrador, seguido acríticamente por el resto del perredismo, Alternativa fue algo más que un soplo de aire fresco en 2006. Su éxito se explica por el trabajo que realizaron, mas también porque se generaba un espacio para quienes se alejaban de López Obrador precisamente porque buscaban defender una agenda progresista, no a un líder que pretendía salvar a la patria regresando a los autoritarismos del echeverrismo.
Alternativa, con pocos diputados, con pocos miembros en la Asamblea Legislativa, logró sin embargo influir en la agenda, imponer algunos temas, dar su tono a otros, introducir en algunas reformas adiciones que permitían darle una lectura diferente a las cosas. Todo hasta que se dio una ruptura, lamentable y hasta cierto punto inexplicable, entre Patricia Mercado y Alberto Begné. Hay ocasiones, pocas, en las cuales un periodista puede considerarse amigo de ciertos políticos, más allá de la relación personal y profesional: de Patricia Mercado y de Alberto Begné me he considerado y me considero amigo de ambos, son el tipo de político con los cuales, entre acuerdos y diferencias en muchos puntos, uno disfruta discutir, opinar, escuchar. La ruptura entre ellos, que ha llevado a la virtual división del partido, me parece un cataclismo más de la política mexicana que conducirá a algo nuevo, pero definitivamente distinto de lo que fue Alternativa. A algo que quizá pueda tener mayores o menores oportunidades de futuro, pero no será igual.
En términos políticos, creo que la corriente de Alberto le ganó la partida a la de Patricia. Con todo, y con versiones absolutamente encontradas sobre quién fue el responsable de los enfrentamientos de la asamblea de Alternativa en el Distrito Federal, que signó la suerte de Patricia en el proceso, esos hechos, esa violencia, me parecen inaceptables e incomprensibles y confirman que, haya sido quien haya sido el responsable, los genes de esa vieja izquierda aún anidan en lo que se pretendía que fuera el embrión de la nueva.
Lo que viene ahora se definirá en el Tribunal Electoral. Creo que el TEPJF le dará la razón a la corriente de Begné y se va a confirmar la salida de la de Patricia. Alberto propuso, y fue aceptado en la asamblea nacional de la semana pasada, muchos cambios en el partido, incluido el de nombre, que dejará de llamarse Alternativa Socialdemócrata para adoptar el nombre de Partido Social Demócrata. Patricia dice que, si la resolución del TEPJF le es favorable, retomará la lucha en ese partido y que, si no es así, se abren diferentes oportunidades para esa corriente, con un fuerte componente feminista.
Quisiera que ambos tengan éxito, pero no será fácil para ninguno de ellos. Begné tendrá un partido más homogéneo y organizado (Luciano Pascoe va a ser su secretario general), Patricia tendrá siempre mayor encanto mediático y mejor comunicación. A Patricia le hará falta la capacidad de organización y operación de gente como Begné y Pascoe y éstos van a extrañar no tener un personaje tan atractivo, con tanta capacidad de comunicarse con distintos auditorios, como Patricia. Unos tendrán un agenda mucho más asentada en la real politik, los otros quizás un exceso de idealismo: la combinación era lo que generaba el atractivo. El sentido estaba en la mezcla de ambos, no en la polarización.
No sé cuál será el futuro de ellos, de sus corrientes y grupos. Sí me queda claro que ya no será lo mismo y no sólo por la división, sino también porque tendrán que erradicar la idea de que esos genes del pasado, que hacen siempre a la izquierda divisible por dos y que parecían no contaminarlos, no los han transformado en unos políticos más.
Esa opción que encabezaban Patricia Mercado (una mujer inteligente y carismática, con la dosis adecuada de feminismo, cultura de izquierda y sentido común), desde la candidatura, y Alberto Begné (un político serio, con una sólida formación y experiencia en temas electorales), desde la presidencia del partido, parecía el embrión de algo que nunca hemos logrado consolidar los mexicanos y que cada vez que nos acercamos a ello ocurre algún cataclismo político que aborta esa posibilidad: la de una fuerza de centroizquierda moderna, socialdemócrata de verdad (no como lo entienden otros políticos y partidos que utilizan esa etiqueta sin asumir ni siquiera uno de sus principios ideológicos), o sea, en la actualidad, liberal, partidaria de aprovechar las oportunidades de la globalización y condenar sus defectos, con un sentido ecologista que no cierre su agenda sólo en torno a ello, que luche por las libertades individuales y la igualdad de oportunidades y se comprometa con las minorías y contra las discriminaciones, sexuales, sociales, de género.
En Alternativa había un embrión de todo eso: había por supuesto excesos en uno u otro sentidos, pero comparado con el discurso mesiánico, reaccionario, intolerante, de López Obrador, seguido acríticamente por el resto del perredismo, Alternativa fue algo más que un soplo de aire fresco en 2006. Su éxito se explica por el trabajo que realizaron, mas también porque se generaba un espacio para quienes se alejaban de López Obrador precisamente porque buscaban defender una agenda progresista, no a un líder que pretendía salvar a la patria regresando a los autoritarismos del echeverrismo.
Alternativa, con pocos diputados, con pocos miembros en la Asamblea Legislativa, logró sin embargo influir en la agenda, imponer algunos temas, dar su tono a otros, introducir en algunas reformas adiciones que permitían darle una lectura diferente a las cosas. Todo hasta que se dio una ruptura, lamentable y hasta cierto punto inexplicable, entre Patricia Mercado y Alberto Begné. Hay ocasiones, pocas, en las cuales un periodista puede considerarse amigo de ciertos políticos, más allá de la relación personal y profesional: de Patricia Mercado y de Alberto Begné me he considerado y me considero amigo de ambos, son el tipo de político con los cuales, entre acuerdos y diferencias en muchos puntos, uno disfruta discutir, opinar, escuchar. La ruptura entre ellos, que ha llevado a la virtual división del partido, me parece un cataclismo más de la política mexicana que conducirá a algo nuevo, pero definitivamente distinto de lo que fue Alternativa. A algo que quizá pueda tener mayores o menores oportunidades de futuro, pero no será igual.
En términos políticos, creo que la corriente de Alberto le ganó la partida a la de Patricia. Con todo, y con versiones absolutamente encontradas sobre quién fue el responsable de los enfrentamientos de la asamblea de Alternativa en el Distrito Federal, que signó la suerte de Patricia en el proceso, esos hechos, esa violencia, me parecen inaceptables e incomprensibles y confirman que, haya sido quien haya sido el responsable, los genes de esa vieja izquierda aún anidan en lo que se pretendía que fuera el embrión de la nueva.
Lo que viene ahora se definirá en el Tribunal Electoral. Creo que el TEPJF le dará la razón a la corriente de Begné y se va a confirmar la salida de la de Patricia. Alberto propuso, y fue aceptado en la asamblea nacional de la semana pasada, muchos cambios en el partido, incluido el de nombre, que dejará de llamarse Alternativa Socialdemócrata para adoptar el nombre de Partido Social Demócrata. Patricia dice que, si la resolución del TEPJF le es favorable, retomará la lucha en ese partido y que, si no es así, se abren diferentes oportunidades para esa corriente, con un fuerte componente feminista.
Quisiera que ambos tengan éxito, pero no será fácil para ninguno de ellos. Begné tendrá un partido más homogéneo y organizado (Luciano Pascoe va a ser su secretario general), Patricia tendrá siempre mayor encanto mediático y mejor comunicación. A Patricia le hará falta la capacidad de organización y operación de gente como Begné y Pascoe y éstos van a extrañar no tener un personaje tan atractivo, con tanta capacidad de comunicarse con distintos auditorios, como Patricia. Unos tendrán un agenda mucho más asentada en la real politik, los otros quizás un exceso de idealismo: la combinación era lo que generaba el atractivo. El sentido estaba en la mezcla de ambos, no en la polarización.
No sé cuál será el futuro de ellos, de sus corrientes y grupos. Sí me queda claro que ya no será lo mismo y no sólo por la división, sino también porque tendrán que erradicar la idea de que esos genes del pasado, que hacen siempre a la izquierda divisible por dos y que parecían no contaminarlos, no los han transformado en unos políticos más.
Columna Horizonte político/José A. Crespo; Excelsior, 4/04/2008;
Muestrario
Leer los artículos de Alberto Begné ahora es tan útil como lo fue revisar los que escribía Jorge Emilio González, el famoso Niño Verde: su respectivo discurso no tiene nada que ver con su práctica política. Begné se dice comprometido con la democracia, justo después de arrebatar con un golpe de mano el control del partido Alternativa, al que atinadamente le quitó ese nombre, pues en efecto dejó de serlo (para abrazar, no la democracia social, como afirma Begné, sino el “porrismo social”). Ambos partidos, el Verde y los despojos de Alternativa, ahora se asemejan: serán satélites del PRI para preservar su registro, cuyo objetivo último es el lucro económico. Tan sencillo y tan burdo como eso.
Leer los artículos de Alberto Begné ahora es tan útil como lo fue revisar los que escribía Jorge Emilio González, el famoso Niño Verde: su respectivo discurso no tiene nada que ver con su práctica política. Begné se dice comprometido con la democracia, justo después de arrebatar con un golpe de mano el control del partido Alternativa, al que atinadamente le quitó ese nombre, pues en efecto dejó de serlo (para abrazar, no la democracia social, como afirma Begné, sino el “porrismo social”). Ambos partidos, el Verde y los despojos de Alternativa, ahora se asemejan: serán satélites del PRI para preservar su registro, cuyo objetivo último es el lucro económico. Tan sencillo y tan burdo como eso.
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