Columna Itinerario político/Ricardo Alemán
El sucesor: ¿quién y por qué?
Un titular de Gobernación priísta sería la entrega anticipada del poderVivirá el proyecto de Calderón con un integrante de su primer círculo
En política, dicen los que saben, no es lo mismo planear y operar un cambio de rumbo y de estrategia, que verse obligado al cambio por circunstancias fortuitas o hasta trágicas.
Y esa es la situación a la que se enfrenta el presidente Calderón tras la muerte trágica de su hombre de confianza y amigo, Juan Camilo —al que según algunos pretendió proteger y preparar como gobernador, lejos del golpeteo federal—, y cuyo lugar está obligado a relevar no como cambio estratégico, sino porque lo reclama la tragedia.
En todo caso, el dilema es si el Presidente permitirá que el origen de la tragedia le imponga a su nuevo hombre fuerte y con ello lo obligue a cambiar de rumbo, o si Calderón será capaz de imponerse a esa adversidad y mantener bajo control el timón. Felipe Calderón se encuentra ante una de las grandes encrucijadas del primer tercio de su gobierno, porque sea a causa de un accidente, sea producto de un atentado, políticamente la realidad le arrebató no sólo a su hombre fuerte y mejor amigo, sino a su potencial sucesor.
Por eso, la decisión del reemplazo de Juan Camilo Mouriño es de la mayor importancia. Muchos suponen que llegó el tiempo de abrir aún más el gobierno de Felipe Calderón a esa suerte de cogobierno pactado con el PRI, y que es momento de que uno de los viejos zorros de la pradera que son los tricolores se ocupe de la Secretaría de Gobernación. Y hasta hablan de experimentados en el cargo como Diódoro Carrasco y, ya en el extremo, hasta se propone a Jorge Tello Peón, el actual asesor presidencial en materia de seguridad.
No resulta descabellada la hipótesis, sobre todo si de experiencia se trata. Pero el sentido político supone que recurrir a esa ruta sería lo más parecido a la entrega anticipada del gobierno al PRI. ¿Por qué? Porque el cargo de secretario de Gobernación es no sólo una pieza clave para la gobernabilidad, sino el vértice de todo proyecto de gobierno. Si Calderón pretende seguir con su proyecto, su estrategia y sus objetivos, deberá recurrir a un hombre de su primer círculo.
De lo contrario, habrán ganado la plaza quienes por acción, por percepción y hasta por fuego amigo, intentaron quitar a Mouriño de Gobernación. Y por si ya se nos olvidó, resulta que el PRI puede tener el control del Congreso a partir de julio de 2009, puede ganar más gobiernos estatales, y tiene todo para llegar al poder presidencial en 2012. Entregarles hoy la Secretaría de Gobernación —aunque sea a esos tricolores embozados con colores azules— no sería otra cosa que la entrega anticipada del poder.
Otros especulan sobre la necesidad de que el Presidente recurra a los expedientes que ya tiene en la casa azul y que cuentan con experiencia. ¿A quiénes se refieren? No son pocos los que hablan de Diego Fernández de Cevallos; de Antonio Lozano Gracia y hasta de Carlos Medina Plascencia.
Sin duda que se trata de panistas relevantes y de experiencia, en los tres casos, pero cada uno con sus respectivos asegunes. El jefe Diego no es santo de la devoción de la familia Calderón; Lozano Gracia es el padre del vergonzoso escándalo de La Paca y las osamentas de Chapa Bezanilla, en tanto que Medina Plascencia es un político retirado, de un perfil menor, y que saca la cabeza cada que puede para pretender ser tomado en cuenta.
Decidir por uno de los tres anteriores sería para el presidente Calderón como regresar sobre sus pasos o, si se quiere, sobre el pasado del PAN. También en ese caso estaríamos ante una prueba clara de que el gobierno de Calderón dejó de ser el que se pensó en el origen y que tiene un objetivo que el Presidente ha remarcado en los dos mensajes posteriores a la tragedia en la que perdió la vida Mouriño.
En esos dos mensajes ha dicho que la muerte de Mouriño ni lo amedrenta, ni lo hará flaquear, sino que será un motor para seguir adelante en el proyecto que, junto con Mouriño, diseñó al buscar el poder presidencial. ¿Cómo debe ser entendido ese mensaje?
En ese sentido parece que el mensaje es claro. Para fortalecer el proyecto de Calderón en sus aspectos político, estratégico y programático, no hay más lugar que el de su primer círculo. Algunos dicen que no debiera sorprender a nadie que el nuevo titular de Gobernación pueda salir de otro círculo político que no sea el de sus más leales colaboradores. Sin embargo, dar un viraje en ese sentido sería para el presidente Calderón como reconocer que debió venir una tragedia para darse cuenta de que todo estaba mal en su gobierno y entre sus colaboradores.
Y puede ser cierto, en cuyo caso, puede cambiar todo el gabinete.
EN EL CAMINO
Ejemplar el timing político de Marcelo Ebrard. Es el que extrañamos.
Un titular de Gobernación priísta sería la entrega anticipada del poderVivirá el proyecto de Calderón con un integrante de su primer círculo
En política, dicen los que saben, no es lo mismo planear y operar un cambio de rumbo y de estrategia, que verse obligado al cambio por circunstancias fortuitas o hasta trágicas.
Y esa es la situación a la que se enfrenta el presidente Calderón tras la muerte trágica de su hombre de confianza y amigo, Juan Camilo —al que según algunos pretendió proteger y preparar como gobernador, lejos del golpeteo federal—, y cuyo lugar está obligado a relevar no como cambio estratégico, sino porque lo reclama la tragedia.
En todo caso, el dilema es si el Presidente permitirá que el origen de la tragedia le imponga a su nuevo hombre fuerte y con ello lo obligue a cambiar de rumbo, o si Calderón será capaz de imponerse a esa adversidad y mantener bajo control el timón. Felipe Calderón se encuentra ante una de las grandes encrucijadas del primer tercio de su gobierno, porque sea a causa de un accidente, sea producto de un atentado, políticamente la realidad le arrebató no sólo a su hombre fuerte y mejor amigo, sino a su potencial sucesor.
Por eso, la decisión del reemplazo de Juan Camilo Mouriño es de la mayor importancia. Muchos suponen que llegó el tiempo de abrir aún más el gobierno de Felipe Calderón a esa suerte de cogobierno pactado con el PRI, y que es momento de que uno de los viejos zorros de la pradera que son los tricolores se ocupe de la Secretaría de Gobernación. Y hasta hablan de experimentados en el cargo como Diódoro Carrasco y, ya en el extremo, hasta se propone a Jorge Tello Peón, el actual asesor presidencial en materia de seguridad.
No resulta descabellada la hipótesis, sobre todo si de experiencia se trata. Pero el sentido político supone que recurrir a esa ruta sería lo más parecido a la entrega anticipada del gobierno al PRI. ¿Por qué? Porque el cargo de secretario de Gobernación es no sólo una pieza clave para la gobernabilidad, sino el vértice de todo proyecto de gobierno. Si Calderón pretende seguir con su proyecto, su estrategia y sus objetivos, deberá recurrir a un hombre de su primer círculo.
De lo contrario, habrán ganado la plaza quienes por acción, por percepción y hasta por fuego amigo, intentaron quitar a Mouriño de Gobernación. Y por si ya se nos olvidó, resulta que el PRI puede tener el control del Congreso a partir de julio de 2009, puede ganar más gobiernos estatales, y tiene todo para llegar al poder presidencial en 2012. Entregarles hoy la Secretaría de Gobernación —aunque sea a esos tricolores embozados con colores azules— no sería otra cosa que la entrega anticipada del poder.
Otros especulan sobre la necesidad de que el Presidente recurra a los expedientes que ya tiene en la casa azul y que cuentan con experiencia. ¿A quiénes se refieren? No son pocos los que hablan de Diego Fernández de Cevallos; de Antonio Lozano Gracia y hasta de Carlos Medina Plascencia.
Sin duda que se trata de panistas relevantes y de experiencia, en los tres casos, pero cada uno con sus respectivos asegunes. El jefe Diego no es santo de la devoción de la familia Calderón; Lozano Gracia es el padre del vergonzoso escándalo de La Paca y las osamentas de Chapa Bezanilla, en tanto que Medina Plascencia es un político retirado, de un perfil menor, y que saca la cabeza cada que puede para pretender ser tomado en cuenta.
Decidir por uno de los tres anteriores sería para el presidente Calderón como regresar sobre sus pasos o, si se quiere, sobre el pasado del PAN. También en ese caso estaríamos ante una prueba clara de que el gobierno de Calderón dejó de ser el que se pensó en el origen y que tiene un objetivo que el Presidente ha remarcado en los dos mensajes posteriores a la tragedia en la que perdió la vida Mouriño.
En esos dos mensajes ha dicho que la muerte de Mouriño ni lo amedrenta, ni lo hará flaquear, sino que será un motor para seguir adelante en el proyecto que, junto con Mouriño, diseñó al buscar el poder presidencial. ¿Cómo debe ser entendido ese mensaje?
En ese sentido parece que el mensaje es claro. Para fortalecer el proyecto de Calderón en sus aspectos político, estratégico y programático, no hay más lugar que el de su primer círculo. Algunos dicen que no debiera sorprender a nadie que el nuevo titular de Gobernación pueda salir de otro círculo político que no sea el de sus más leales colaboradores. Sin embargo, dar un viraje en ese sentido sería para el presidente Calderón como reconocer que debió venir una tragedia para darse cuenta de que todo estaba mal en su gobierno y entre sus colaboradores.
Y puede ser cierto, en cuyo caso, puede cambiar todo el gabinete.
EN EL CAMINO
Ejemplar el timing político de Marcelo Ebrard. Es el que extrañamos.
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