11 ene 2010

Sables y utopías de Vargas Llosa

Sables y utopías: visiones de América Latina”, de Mario Vargas Llosa
Por Javier Munguía | Crítica | 11.01.10
Sables y utopías: visiones de América Latina.
Mario Vargas Llosa
Aguilar (México, 2009)
Antes del libro que me ocupa, sumaban siete las compilaciones de artículos periodísticos de Mario Vargas Llosa. Desde Entre Sartre y Camus (1981), hasta el Diccionario del amante de América Latina (2006), pasando por los tres tomos de Contra viento y marea, publicados en los ochentas, Desafíos a la libertad (1994) y El lenguaje de la pasión (2001), el autor peruano ha querido dejar plasmadas en libros sus opiniones sobre diversos temas de actualidad que en ocasiones trascienden su coyuntura histórica para convertirse en reflexiones sin fecha sobre el devenir del mundo, sobre todo de América Latina, en los ámbitos político y artístico.
Entre estas antologías, quizá la menos lograda como unidad, aunque no por ello carente de interés, sea el Diccionario del amante de América Latina. Originalmente publicada en francés, la obra está conformada por un catálogo de entradas organizadas de la A a la Z que abarcan temas muy diversos. El mayor problema del libro es la poca o nula correspondencia entre el nombre de varias entradas y su contenido. Con tal de abarcar todas las letras del abecedario, el compilador cortó y forzó los textos de Vargas Llosa a caber en moldes inadecuados. Así, en la entrada de nombre “Radioteatros” apenas se mencionan éstos; es el mismo caso de “Miami” y de muchos otros. Sin embargo, con este libro los lectores vargasllosianos tuvimos la oportunidad de tener en un mismo volumen, aunque sin su nombre ni su contexto, sino como entradas de diccionario, artículos del narrador peruano que andaban sueltos en revistas y diarios.
Si menciono el Diccionario del amante de América Latina es para contrastarlo con la octava compilación de artículos de Vargas Llosa, recientemente publicada por Aguilar bajo el título Sables y utopías: visiones de América Latina. Con mucha probabilidad, es esta última la mejor antología de textos de opinión del autor. Su mayor mérito consiste en conjuntar en cinco grandes rubros, con un buen orden y sin traicionar la naturaleza de los textos incluidos, algunos de los artículos más significativos del autor peruano, aquellos que definen su pensamiento, sobre todo en cuanto a su ideario político, pero también en el plano artístico. Dichos rubros son: La peste del autoritarismo, Auge y declive de las revoluciones, Obstáculos al desarrollo: nacionalismo, populismo, indigenismo, corrupción, Defensa de la democracia y del liberalismo y Los beneficios de la irrealidad: arte y literatura latinoamericana.
Hay que decir de una vez que Sables y utopías no es un libro más en la larga trayectoria de Vargas Llosa. No sólo es una obra estimulante y apasionada, sino también necesaria para tratar de erradicar varias equívocos en torno a las ideas del autor. Quien quiera entenderlas e ir más allá de los tontos prejuicios, de la información de segunda mano, de las distorsiones malintencionadas, este es su libro. Aquí están, para compartirlos o rebatirlos, los postulados que Vargas Llosa viene defendiendo desde hace algunas décadas. Aquí está, también, su evolución política. No dejará de sorprender a quien reconozca en Vargas Llosa a un paladín acérrimo de la libertad leer sus crónicas de Cuba, fechadas en 1967, cuando aún era un entusiasta de la Revolución encabezada por Fidel Castro y el Che Guevara. En una de esas crónicas, Vargas Llosa se pregunta por qué señalar solamente que en Cuba desapareció la libertad de prensa y no hablar de la alfabetización; del mismo modo, se pregunta por qué lamentar la desaparición de los partidos políticos en la isla y no hablar de la reforma agraria. No tardaría en darse cuenta Vargas Llosa, para no olvidarlo jamás, que la justicia social no es tal sin libertades políticas y económicas; de ahí su filiación al liberalismo, su defensa de la propiedad privada como una manera de que los ciudadanos constituyan una sociedad civil fuerte que pueda poner frenos a los apetitos desmedidos de poder de los gobernantes en turno.
Un momento clave del libro se encuentra en la carta abierta, titulada “Entre tocayos”, que Vargas Llosa envía a Mario Benedetti para responder algunas declaraciones de éste. En ella, el peruano hace alusión a una declaración de Benedetti según la cual el uruguayo se ha resignado a que Vargas Llosa no esté de su lado, sino con ellos en la trinchera de frente. Vargas Llosa se pregunta quiénes son ellos, cuál es esa trinchera, y deduce que, siendo Benedetti un exiliado y una víctima de la dictadura militar, al hablar de tal trinchera debe de sugerir que Vargas Llosa es una de esas alimañas como las que lo han perseguido y maltratado. Más adelante, se lamenta de que si un escritor de las luces de Benedetti no comprende la diferencia entre un demócrata y un fascista, menos la comprenderán quienes, compartiendo sus ideas políticas, carezcan de su cultura, sutileza y sintaxis.
Es este un momento crucial de Sables y utopías porque da cuenta del lugar común, muy extendido por desgracia, de confundir a Vargas Llosa con un hombre que, lejos de buscar el fin de las desigualdades sociales en América Latina, persigue que los ricos conserven sus privilegios. Un derechista, un conservador, le llaman, confundiéndolo con esos políticos de miras cortas que todavía en pleno siglo XXI confunden la Iglesia con el Estado, se escandalizan fácilmente, dictan su moral decimonónica y reprueban la homosexualidad. En realidad, las ideas de Vargas Llosa están en las antípodas: es agnóstico, está a favor del aborto y de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Es un convencido, además, de que la mejor opción para América Latina es la democracia y la libertad en todos los ámbitos: en el político, en el económico, en el artístico, en el personal.
Vargas Llosa ataca de manera frontal en el libro los que considera los mayores lastres con los que arrastramos los latinoamericanos, que impiden nuestro progreso: el racismo de cualquier tipo, ya sea de blancos a negros e indios, o de indios a blancos; el nacionalismo, que parte de la falsa idea de una identidad determinada por el país de origen, cuyos valores serían superiores a los de otras naciones, y que ha llevado a verdades catástrofes como los campos de concentración fascistas y nazis; el populismo, una forma perversa de engañar a los ciudadanos exaltando sus pasiones para sacar beneficio; y la corrupción, tan extendida entre nuestros países.
En el último apartado del libro, Vargas Llosa se ocupa de la literatura y pintura latinoamericanas. Por sus páginas desfilan los pintores Frida Kahlo, Fernando Botero y Fernando de Szyszlo, así como algunos de los escritores latinoamericanos más descollantes, como Lezama Lima, Cabrera Infante, Octavio Paz, José Donoso, Borges, Cortázar y García Márquez. Con estos artículos, Vargas Llosa busca mostrar la riqueza del arte latinoamericano, ámbito en el que nadie puede decir que nuestra región está en el subdesarrollo, así como confirmar su idea de que en los terrenos personal y artístico, la utopía y la perfección son posibles, mientras que no lo son a nivel social, pues la felicidad nunca es una ni la misma para todos.
Javier Munguía

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