Ciudad de México, 14 de septiembre del 2012
Señor Senador Ernesto Cordero Arroyo, Presidente del Senado de la República.
Señor Diputado José González Morfín, Vicepresidente de la Cámara de Diputados.
Ministro Fernando Franco González, Representante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
General Guillermo Galván Galván, Secretario de la Defensa Nacional.
Almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza, Secretario de Marina.
Señoras y señores Secretarios.
Señora Procuradora.
General Eduardo Zárate, Director General de Educación Militar.
General Sergio Martínez Castuera, Director General del Heroico Colegio Militar.
Honorables integrantes del presídium.
Señores Generales, jefes,
oficiales, cadetes y tropa.
Jóvenes integrantes del
Sistema Educativo Militar.
Distinguidas y
distinguidos invitados especiales.
Señoras y señores:
Hoy, es la última ocasión
que, como Presidente de la República y Comandante Supremo de las Fuerzas
Armadas, tengo el honor de celebrar con ustedes la Ceremonia de Clausura y de
Apertura de Cursos del Sistema Educativo Militar.
Como siempre, lo hago con
un orgullo enorme y con una gran satisfacción.
Orgullo, de ver que
nuestra querida Patria tiene en ustedes, soldados de México, la esperanza
cierta de un futuro en el que la seguridad nacional y el imperio de la ley
sean, precisamente, la tierra pródiga para el bienestar anhelado de nuestro
pueblo.
Satisfacción, también, al
constatar que los institutos militares preservan su gran tradición como
semillero de patriotas, de mujeres y hombres que orgullosamente portan el
uniforme del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos, y viven consagrados al
servicio de la Nación.
Satisfacción, porque
estos institutos han protagonizado en estos años recientes un gran esfuerzo de
transformación y de modernización.
Hoy, ingresan al Sistema Educativo Militar más de mil 700
mujeres y hombres, que inician, así, un
arduo proceso de preparación e instrucción para acreditar el mérito y los
valores que exige el Instituto Armado a
todas y a todos sus integrantes.
Hoy, también, se gradúan cerca de nueve mil elementos,
entre Generales, jefes, oficiales, cadetes, tropa, así como becarios extranjeros y civiles que han sido
formados bajo los más rigurosos procesos, y forjados, asimismo, en los más
altos valores que enarbolan las Fuerzas Armadas mexicanas: la lealtad, el
honor, la disciplina, el patriotismo, la justicia.
Con
ellos, suman ya 50 mil los elementos que se graduaron tan sólo en este sexenio,
y que sirven ya a la Patria con una formación mejor. Lo hacen como
ingenieras, ingenieros, como doctoras, como médicos, como enfermeras, como
pilotos, como armeros, como oficiales y jefes de todas las armas y todos los
servicios.
Y, desde ahí, defienden, como lo dicta la
Constitución, la soberanía exterior y la seguridad interior del país. Los
planteles militares forman, así, soldados capaces de cumplir cabalmente las
misiones que la Nación le confiere.
Soldados que, lo mismo en desastres naturales
que en la defensa de nuestras comunidades ante las más diversas amenazas, han
sido ejemplo de patriotismo y de entrega, de lealtad y de sacrificio.
Una muestra de esa entrega ha quedado
inscrita, como sabemos, en las gloriosas gestas del Heroico Colegio Militar,
cuya existencia ha acompañado la vida misma de México como Nación libre e
independiente.
Todos recordamos, con enorme orgullo e
inspiración patriótica, precisamente, en estas fechas, la defensa del Castillo
de Chapultepec, en 1847.
Aquel 13 de septiembre, seis jóvenes cadetes
dieron la mayor muestra de pundonor, de gallardía y de patriotismo al impedir
que la Bandera Nacional, símbolo del México libre y soberano que defendían,
cayera en manos del Ejército invasor.
Por más
de 12 horas, el Alcázar del Castillo de Chapultepec había sido asediado por el
fuego enemigo. La caída del bastión resultaba inminente al sonar el toque
de retirada, pero los Niños Héroes repudiaron la deshonra de entregar las armas
y optaron por pelear hasta el último aliento. Prefirieron morir defendiendo su
Colegio, su Bandera y la Patria misma.
Y al ofrendar su vida en congruencia con sus
valores, los Niños Héroes nos legaron la más insigne muestra de grandeza y de
sacrificio.
Pudieron
huir o rendirse, pero imperó en ellos el amor a México y, con ello, el
deber de defender el suelo patrio hasta exhalar el último aliento.
Sobre estos hechos se fue construyendo la Patria,
y estos hechos gloriosos enaltecen y dan vida e inspiración al Instituto
Armado, y quienes portan el uniforme de soldados de México son depositarios y
herederos de esta gran tradición al servicio del país.
Quizá, para algunos, la
gloria sólo pertenezca al pasado. Quizá, para algunos, el heroísmo con el que
al rojo vivo se ha forjado esta gran Nación, sólo tenga lugar en la historia
pretérita, donde sólo ahí puedan existir estas grandes hazañas.
Sin embargo, hoy mismo,
ahora mismo, en algún lugar de la intrincada geografía de México, en Tamaulipas
o en Michoacán, o en Guerrero, hay ahora un grupo de soldados, muchos de ellos
jóvenes, como ustedes, que en este preciso momento, quizá están arriesgando la
vida para defender a México y nuestras familias, porque quizá a la vuelta del
camino les espera una emboscada. Quizá, ahora mismo, están respondiendo a ese
alevoso ataque, a esa celada que criminales sin escrúpulos les tenían
preparada.
Todos los días, soldados
de México están defendiendo al país de sus enemigos. La vida de esos soldados
que en este momento corre peligro por defender a la Patria, es, también,
heroica. Sí, por supuesto.
En otras circunstancias y
en otro tiempo que las que enfrentaron los de Chapultepec, pero arriesgar la
vida por el país, arriesgar la vida por los demás, es, sin duda alguna, un acto
de heroísmo, y en ocasiones por tristeza nuestra de martirio, que quizá algunos
no sepan valorar en su justa dimensión.
Pero, nosotros estamos
plenamente conscientes, plenamente agradecidos por la grandeza de sus actos,
por su profundo sentido patriótico. Y estamos orgullosos de ellos, como lo
están sus padres y como lo están sus hijos. Y estamos dolidos profundamente,
hasta el alma, por las muertes que hemos tenido que lamentar de entre sus
compañeros.
Las Fuerzas Armadas son respetadas y queridas por los
mexicanos, porque son una fraternidad viva en tiempos de adversidad. Porque son defensa valerosa ante cualquier amenaza, y
porque su origen popular es lo que da sensibilidad a nuestros soldados para
abrigar las causas más nobles y las más sentidas.
El nuestro es Ejército del pueblo, y es un
Ejército para el pueblo.
La mayor muestra de amor a la Patria, y la
dan, sin duda, al arriesgar la vida propia para proteger a las familias mexicanas
de las amenazas que las acechan, fundamentalmente, la violencia irracional y
homicida de los criminales.
Fueron las Fuerzas Armadas, fueron ellas y sus
hijos las que dieron un paso al frente de la Patria cuando la Nación requirió a
lo mejor de sus hijos; soldados dispuestos a combatir el cáncer de la
criminalidad que, por muchos años, se extendió casi impunemente, hasta
enquistarse en nuestras comunidades, aún las más recónditas. Un cáncer, una
plaga que amenazaba la viabilidad misma del Estado mexicano.
Y dieron ese paso en un momento de
extraordinaria complejidad, en el que una delincuencia cruel y violenta buscaba
oprimir al pueblo mexicano, vulnerar sus derechos, pisotear sus libertades para
someterlo a sus ambiciones y mezquinos intereses.
Y fue de tal manera valerosa y gallarda esta
acción, que ha permitido devolver la tranquilidad a cientos de comunidades que,
en total indefensión, clamaban auxilio.
Al acudir a la primera línea de batalla en la
lucha contra los enemigos de México, las Fuerzas Armadas, también, abrieron la
posibilidad para que el Estado mexicano iniciara un proceso indispensable, impostergable,
pero, también, histórico, de fortalecimiento y depuración de las instituciones
de seguridad y de justicia.
Y pueden estar ciertos de que, a pesar de las
adversidades y los momentos de profundo dolor, las futuras generaciones de
mexicanos recordaran estos días como aquellos en los que México comenzó una
lucha histórica para librarse de un flagelo que buscaba atarlo y someterlo a la
violencia, al temor, a la criminalidad, a la ley del más fuerte y despiadado.
La historia habrá de juzgar y recordar como lo
que son, como héroes a quienes estuvieron dispuestos a ofrendar hasta la vida
misma por ese alto propósito.
Hoy, gracias a las Fuerzas Armadas, México
avanza firme hacia un futuro de mayor seguridad, de libertades efectivas y, con
ello, de mayor prosperidad, construido sobre la dura prueba del dolor y la
adversidad que a esta generación de valientes mexicanos en las Fuerzas Armadas
le ha tocado enfrentar.
Por eso, los mexicanos estamos en deuda con
nuestros soldados. Por el extraordinario valor con que han respondido al
llamado de la Nación.
Y, por ello, también, desde el primer día de
Gobierno, me comprometí a velar por nuestros militares y sus familias; a velar
por la tropa, con el firme propósito de ofrecer las mejores condiciones que fuesen
posibles.
Y para retribuir, así fuera sólo en parte, la
patriótica entrega de nuestros soldados, en esta Administración se duplicaron
los haberes del personal de tropa y se han otorgado créditos hipotecarios a los
integrantes del Ejército y la Fuerza Aérea, para que puedan ir formando un
patrimonio digno.
Y se han otorgado becas a las hijas y los
hijos de los soldados de México para que, como se lo merecen, puedan labrarse
un futuro en la escuela o universidad de su elección.
El bienestar de los elementos de nuestras
Fuerzas Armadas ha sido y es un asunto de justicia elemental, un reconocimiento
indispensable a quienes son pilar de la fortaleza de nuestra gran Nación.
Hoy, quiero agradecer, especialmente hoy, y
profundamente, a todas y a todos. A todos y cada uno de los soldados de México,
por su disciplina, por su lealtad y por su entrega.
La vida me ha concedido el privilegio enorme
de estar al lado de ustedes, trabajando hombro con hombro por el bien y la
seguridad de nuestro querido pueblo.
Jóvenes, que hoy han
tomado la trascendente decisión de seguir la carrera de las armas:
A ustedes, que inician esta honrosa carrera en
el Sistema Educativo Militar, no puedo más que recordarles el enorme privilegio
que significa servir a México, y más cuando se hace desde una Institución tan
noble como el Ejército Mexicano.
Hoy, en este mundo pleno de información y a la
vez pleno de interrogantes personales y existenciales, en este complejo mundo
en que ha tocado a todos vivir, subsiste como obligación primordial de
cualquier persona, darle un sentido auténtico a su existencia.
Y es, precisamente, a la edad de muchos de
ustedes cuando se toman las decisiones más importantes en la vida humana.
Y, es en estos momentos, queridos jóvenes,
cuando hay que recordar, siguiendo a Aristóteles, que la tarea de todo hombre
es ser feliz, pero que la máxima felicidad a la que puede aspirarse ha de
encontrarse en la búsqueda del bien y en el ejercicio de la virtud.
Cada quien ha de buscar y encontrar el sentido
de la propia vida.
A qué hemos venido a este mundo y qué
significa el privilegio de haber nacido en México.
A ustedes los ha llamado la vocación al
servicio de las armas, cada uno dentro de sus propias aptitudes, cada una y
cada uno en sus preferencias profesionales.
Queridos jóvenes:
Busquen y encuentren, en su carrera militar,
el sentido de su vida. Un sentido que va más allá de ser diestro en el manejo
de las armas. Encuentren el sentido de la vida, y encuéntrenlo en el servicio a
México, en servir a los demás, en servir a los mexicanos, en protegerlos.
Y en ese ejercicio de patriotismo, encuentren,
también, los fundamentos de su auténtica felicidad.
Por eso, siempre actúen congruentemente. Sean
fieles a sí mismos, que implica ser fieles a sus ideales, a sus principios y a
su Patria.
A todos los miembros del Ejército Mexicano, a
todos los miembros de nuestras Fuerzas Armadas, quiero darles, personalmente,
las gracias por estos años de entrega y de lealtad en los que he tenido el
privilegio de ser Comandante Supremo.
Agradezco, especialmente, al General Secretario Guillermo
Galván Galván, por su lealtad y su patriotismo ejemplar.
A todos los generales y, en particular, a quienes han
cumplido su misión de mando en las regiones y zonas militares del país a lo
largo de estos seis años.
A todos los que han servido, también, en otras
importantes áreas de nuestro Ejército y Fuerza Aérea.
A los jefes y oficiales, por su invaluable
servicio.
Y a los soldados, a todos, y, particularmente,
a los que en este momento están en algún punto de nuestro inmenso territorio,
bajo el sol o bajo la lluvia, defendiendo a la Patria, honrando su pasado,
pero, también, preservando su presente y construyendo su porvenir.
Mi gratitud a sus familias, a las pacientes
esposas, a las hijas y los hijos responsables que no se cansan de mostrarse
orgullosos y, a la vez, de ser orgullo para sus padres que sirven en el
Ejército.
Mi solidaridad y mi abrazo fraterno a las
viudas, a los padres y a los hijos de los soldados que, como héroes, perdieron
la vida en el cumplimiento del deber, y no están con nosotros.
A ustedes, jóvenes, que hoy abrazan la carrera
de las armas, vivan intensamente, sirvan con lealtad y patriotismo, también.
Aprendan desde ahora que lo más valioso que pueden adquirir en la vida y
heredar a sus hijos, es un buen nombre; es una honra que no se compra con
dinero.
Entréguense vivamente a esa causa, también, y
porten con gallardía, con orgullo y con mérito el uniforme, y hagan de México,
y desde las Fuerzas Armadas, la Patria que debe ser.
Con el ímpetu de nuestras tropas y regado por
la sangre de nuestros héroes de ayer y de hoy, un nuevo México florecerá. Un
México que está por venir, y será un México de justicia. Será un México de paz.
Será un México de prosperidad, y en ese México pasearán libres, en paz y sin
miedo las hijas y los hijos de los mexicanos, y con ellos, las hijas y los
hijos de los soldados de México, y todas las hijas y los hijos de esta noble
tierra.
Por ese heroísmo de ayer
y, especialmente, por el de hoy, y por ese México que viene, gracias al
servicio noble del Ejército y la Fuerza Aérea de nuestras Fuerzas Armadas. Por
eso, México vivirá.
Qué viva México y qué vivan nuestras Fuerzas
Armadas.
MODERADORA: El Presidente de los Estados
Unidos Mexicanos y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, realizará la
Declaratoria de Clausura y Apertura de Cursos del Sistema Educativo Militar.
-PRESIDENTE FELIPE CALDERÓN HINOJOSA: Hoy, 14
de septiembre de 2012, declaro formalmente clausuradas las actividades
académicas de los planteles militares dependientes de la Dirección General de
Educación Militar y Rectoría de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea,
correspondientes al Ciclo Lectivo 2011-2012, y declaro, también, inauguradas
*
El General Secretario Guillermo Galván Galván durante la
Ceremonia de Clausura y Apertura de Cursos de los Planteles del Sistema
Educativo Militar
-MODERADOR: Hace uso de
la palabra el General Guillermo Galván Galván, Secretario de la Defensa
Nacional.
-GENERAL SECRETARIO
GUILLERMO GALVÁN GALVÁN: Ciudadano Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los
Estados Unidos Mexicanos y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.
Licenciado Ernesto Javier
Cordero Arroyo, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores;
licenciado José González Morfín, Vicepresidente de la Mesa Directiva de la
Cámara de Diputados.
Ministro José Fernando
Franco González Salas, Representante de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación; honorables integrantes del presídium; distinguidos invitados especiales
a las fiestas patrias; señoras y señores; compañeros de armas.
Muy buenas tardes.
Uno de los principales
baluartes en el proceso de institucionalización de las Fuerzas Armadas ha sido
la educación militar. En su devenir histórico ha acumulado principios,
tradiciones y experiencias que, traducidos en valores y conocimientos
relacionados con la ciencia castrense, el sistema educativo militar aglutina,
de manera metódica.
Analizar sus adelantos es
transitar por una senda virtuosa. En la época posrevolucionaria experimentó una
verdadera reforma, que debemos tener presente.
La actualización de la doctrina castrense, bajo la guía
de connotados militares, como los generales Joaquín Amaro y Luis Alamillo
Flores, entre otros, impregnó a
todos los sectores del Ejército.
Imprescindible era,
también, abrir espacios a otras ciencias. La apertura de diversas escuelas,
como la Superior de Guerra, Médico Militar, Militar de Ingenieros y Militar de
Enfermeras, cumplió este propósito.
En
1931, se crea la Dirección General de Educación Militar, organismo
responsable de imprimir directrices a la enseñanza, generar un sólido vinculo
ideológico entre los dicentes de las distintas escuelas, coordinar las variadas
disciplinas bajo un plan general, arraigar la unidad de doctrina e innovar
métodos de enseñanza-aprendizaje.
El
establecimiento de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea, en 1975, y del inicio del funcionamiento de
su Rectoría, en 1988, dieron nuevo impulso a la modernización del Sistema
Educativo Militar.
Un resultado relevante de este proceso
ascendente, entre los años 1995 y 1996, fue la instauración de la ruta
profesional militar. Su seguimiento puntual, es decir, la realización en forma
articulada y sucesiva de los diferentes cursos que el sistema ofrece, garantiza
la consecución del perfil que para cada jerarquía, arma, servicio o especialidad
debe poseer el personal militar.
Además, su observancia facilita la aplicación
de la Ley de Ascensos. Así, la capacidad de antecedentes académicos de cada uno
de los militares constituyen aspectos tangibles que, adicionados a otros
elementos de juicio, se toman en cuenta para el otorgamiento de los ascensos en
tiempo de paz.
La educación militar, con filosofía y doctrina
propias, como recurso estratégico, coadyuva al eficiente cumplimiento de las
misiones generales que tenemos asignadas.
Impulsa lo individual y colectivo al
cumplimiento del deber, incluso, hasta el sacrificio de la propia vida. Inculca
y arraiga el sentido de pertenencia hacia el Instituto armado, acendrando los
valores universales y de la milicia hasta convertirlos en virtudes inherentes
al quehacer castrense.
Provee el saber de las ramas de la estrategia,
la táctica, la orgánica y la logística; y desarrolla la vocación de servicio
hacia la comunidad; origen y razón de ser del Instituto armado.
Para alcanzar estos fines, el Sistema
Educativo Militar se integra con centros de estudios de formación,
capacitación, actualización, especialización y de perfeccionamiento en los
niveles medio, superior y de postgrado.
En sus aulas se imparte una enseñanza de
vanguardia, humanista, diversificada y flexible, pero a la par exigente en aras
de la calidad y la excelencia.
Para complementar su instrucción en materias
muy específicas, el militar concurre a planteles educativos civiles y
militares, nacionales y extranjeros.
La educación, ciertamente, fortifica, pero sin
ética es estéril y frustránea. Por ello, en su curricula los planes y programas
de estudio incluyen una nutrida carga de teoría y praxis axiológica.
Contenidos diversos se aplican asimismo, a lo
largo de la carrera para formar al joven militar con suficiente capacidad
física y mental, con sinergia e iniciativa, con entrega de ánimo, talante
optimista y probidad para salvaguardar, sin vacilación alguna, los supremos
intereses del país.
También, desarrollan en él las capacidades de
análisis y síntesis para procesar la información que recibe, y tome decisiones
oportunas y ecuánimes, particularmente, en casos de necesidades públicas,
aspectos de seguridad y en auxilio a la población en siniestros o riesgos
graves.
Los educandos, desde sus primeros estudios,
repasan las efemérides que han engarzado la historia nacional. De esta manera
se consolidan en ellos las emociones y los sentimientos patrios, y se troquela
la conciencia moral y ética de quienes habrán de custodiar el legado de
nuestros ayeres, que es el México de hoy.
Con esta aplicación cognoscitiva generamos
mejores soldados, líderes solventes y experimentados mandos. Así, la
Institución crece y alcanza nuevos estándares que extienden sus horizontes de
desarrollo.
En la presente Administración elevar el nivel
profesional de los militares ha sido prioridad. En ese propósito, a partir del
ciclo lectivo 2011, los alumnos de este Heroico Colegio Militar y de las
escuelas militares de aviación, enfermeras y oficiales de sanidad, egresan con
una licenciatura en sus respectivas especialidades.
A fin de cumplir con los créditos que para
este nivel de escolaridad establece la Ley General de Educación, se
actualizaron los contenidos académicos de los cursos de formación, y se amplió
su duración a cuatro años.
Acorde con ello, se
homologó la jerarquía para que a todos los egresados de los planteles con
similar nivel de estudios, se les otorgue el grado de Subteniente del arma o
servicio respectivo. Ambas reformas se sustentan en los principios de igualdad
y justicia.
Otro objetivo de gran trascendencia que hace
palpable nuestro apego a la política del Gobierno Federal, en materia de
equidad y perspectiva de género, fue el de considerar el ingreso de personal
femenino a ocho centros de estudios más.
Ahora, las oportunidades de desarrollo de
nuestras compañeras de armas se ensanchan considerablemente y, en algunos
escalafones, pueden alcanzar jerarquías superiores, incluyendo el Generalato.
Consecuentemente, tienen ya la posibilidad
real de acceder al cargo de alto mando del Ejército y Fuerza Aérea Nacionales.
Atendiendo a las realidades y necesidades que
vive el país, se modificó la temática del curso que se imparte en el Colegio de
Defensa Nacional, ajustando su denominación a Maestría en Seguridad Interior y
Defensa Nacional.
Por los mismos motivos, en la Escuela Nacional
de Guerra se actualizó el plan y programa de estudios del Curso Superior de Guerra
cambiando su designación a la de Curso de Estado Mayor Conjunto, que le es más
propio.
Todos estos avances nos impelen a servir
mejor. De ahí que, con acucioso rigor, asentemos en nuestros informes de
labores anuales los adelantos implementados en materia educativa.
Somos muy conscientes del esfuerzo que realiza
la Federación para dotarnos de recursos del erario a fin de que en nuestros
planteles se forjen mexicanos para el noble servicio de las armas.
Distinguimos, valoramos y agradecemos este
afán que nos motiva a ser visionarios, escrupulosos, racionales y transparentes
en la planeación-ejercicio de los presupuestos destinados al sistema educativo
militar.
Sabemos que estamos bajo el ojo crítico y el
escrutinio permanente de quienes servimos. Ese apego nos permite acrecentar y
fortalecer nuestras relaciones cívico-militares en aras de la transparencia y
rendición de cuentas.
Seguros estamos, que es la mejor forma de
mantener la confianza con la que usted, señor Presidente, y nuestros
compatriotas, nos distinguen en su más alta percepción.
Con beneplácito informo
que hoy egresan, de los 329 cursos que se imparten en 49 planteles, ocho mil
762 militares que asumirán de inmediato las responsabilidades de las nuevas
comisiones que les serán asignadas en el marco de nuestras misiones generales.
También, finalizan sus estudios 109 becarios de la Armada
de México, 51 civiles nacionales y 43 extranjeros.
Compañeras y compañeros
de armas graduados.
Los felicito, por
concluir sus estudios y avanzar, con paso firme en las rutas profesionales que
han elegido. En sus pertrechos educativo y cultural portan ya la comprensión
cabal de cuáles son las funciones del Instituto Armado en un Estado moderno y con porvenir, como lo es
nuestro México.
Las capacidades
adquiridas facilitarán su rápida inserción en los más diversos cargos y
ambientes laborales, con la contundencia que exige el cumplimiento del deber.
Anticípense, con
inteligencia, a los retos que habrán de enfrentar y asúmanlos sin
contradicciones, con entereza y decisión. Ejerzan su autoridad con
responsabilidad. Trabajen en equipo, con espíritu de cuerpo y sin
protagonismos.
Fomenten la colaboración
y ejerzan el liderazgo que aquí se les imbuyó para que sus subalternos actúen,
en toda circunstancia, con persistencia e integridad.
Condúzcanse, siempre, con
lealtad, espíritu de sacrificio y determinación. Generen confianza y
credibilidad en sus mandos, en sus subalternos y compañeros, pero, principalmente,
en la población.
Den sentido a su proyecto
de vida. Vayan con el orgullo de pertenecer a una de las instituciones
nacionales por excelencia. Que nada los desvíe de esta nueva marcha que hoy
inician. Sólo así, lograrán sus objetivos.
A los compañeros de la
Armada de México, personal civil y becarios de países amigos:
Les expresamos nuestro
deseo de que el Sistema Educativo Militar haya satisfecho, plenamente, sus
expectativas profesionales.
A quienes, con
prospectiva y ahínco, continúan o inician su preparación:
Los arengo para que
inviertan en ella todos sus atributos, en beneficio del país, de la
Institución y del suyo propio.
Señor Presidente de la
República:
Mucho de lo que la Nación
ha logrado es producto de su educación. Coincidimos plenamente con su tesis de
que cada estudiante que aprovecha al máximo su escuela y sus estudios, es una
esperanza para México; es una garantía de bienestar y de progreso para la
familia y para su comunidad. Este juicio aplica cabalmente en el ámbito
castrense.
En este marco que
sintetiza la evolución educativa de la milicia, le expresamos nuestra gratitud
por los invaluables apoyos que nos ha proporcionado para que la Fuerza Armada
permanente mantenga un desarrollo acorde a los tiempos y capacidades del país.
Hago propicia la ocasión
para agradecerle, también, los inéditos beneficios que en haberes, salud, becas
y vivienda, nos ha otorgado para que, junto con nuestras familias, tengamos una
mejor calidad de vida.
Asimismo, le manifiesto a
nombre de las mujeres y hombres del Ejército y la Fuerza Aérea el
reconocimiento amplio a su innato y firme liderazgo puesto de manifiesto en los
difíciles momentos que ha confrontando durante su Gestión Gubernamental. Usted
manda, y manda bien.
Le reiteramos, señor
Presidente, al igual que a las demás instituciones del país y a la población,
nuestra lealtad confiable y fortalecida.
Amable auditorio:
La función desarrollada
por la educación militar, nos ha permitido adquirir con plena confianza un
perfil institucional y estar capacitados para confrontar con éxito los retos de
este Siglo XXI.
Mantenemos un constante
crecimiento cualitativo para formar excelentes y patrióticos soldados, buenos
ciudadanos, que sólo ambiciona orientar su destino a garantizar la seguridad de
los mexicanos.
Todos los días, miles de
ellos se suman a la labor que millones y millones de paisanos realizan en favor
del desarrollo nacional.
Nos esmeramos en las
tareas, inspirados en nuestro origen popular y en los cometidos que tenemos
asignados. Somos parte de una gran sociedad, cada vez más informada, plural,
participativa y exigente.
Enhorabuena, porque esta
sociedad se interese en los asuntos públicos de sus Fuerzas Armadas. Ello nos
congratula.
Somos Fuerzas Armadas de
verticalidades con México. Quien falla nos agravia a todos. Y, por eso, sin
excepción, somos extremadamente estrictos en el acatamiento del Estado de
Derecho y en el respeto de las garantías fundamentales de la gente.
Los miembros del
Instituto armado nos sentimos muy orgullosos de ser parte de este gran país que
avanza con rumbo y convicción. México tiene a sus Fuerzas Armadas donde las
necesita y como las requiere.
Señor Presidente:
El Sistema Educativo
Militar ha cumplido, una vez más, con la misión asignada.
Muchas gracias.
-MODERADOR: Para amenizar
este evento, escuchemos la Marcha Militar Patria Libre, a cargo de la Banda de
Música y Coro de la Secretaría de la Defensa Nacional.
(PIEZA MUSICAL)
-MODERADORA: A
continuación, el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos hará entrega de
patentes, nombramientos, títulos, certificados de estudio y diploma, al
personal que obtuvo el primer lugar en los diferentes planteles del Sistema
Educativo Militar.
(ENTREGA DE DOCUMENTOS)
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