Revista Proceso # 1872, 16 de septiembre de 2012:
Tres actores políticos de la izquierda partidista de los años recientes ven con preocupación el llamado de Andrés Manuel López Obrador para convertir al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en un nuevo partido. Manuel Camacho, Ricardo Monreal y Alejandro Encinas prenden las alarmas y advierten que de cristalizar esa propuesta el perredismo se fracturaría, en tanto que el PT y el Movimiento Ciudadano quedarían condenados a muerte.
Desde agosto del año pasado surgió, en el equipo cercano de Andrés Manuel López Obrador, la inquietud de convertir al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en un partido político.
La idea empezó a tomar forma el domingo 9 cuando López Obrador se despidió de los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC) y anunció que llevaría a cabo asambleas en todo el país para preguntar a los llamados “protagonistas del cambio verdadero” si quieren que Morena –que el 2 de octubre de 2011 se constituyó en asociación civil– busque registro como partido político.
Ahora se abrió el debate y afloraron los temores, coinciden el excoordinador del Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA, que formó parte de la coalición Movimiento Progresista), Manuel Camacho Solís; el excoordinador de campaña de López Obrador, Ricardo Monreal, y el senador perredista Alejandro Encinas Rodríguez.
En entrevistas con Proceso, Camacho, Monreal y Encinas coinciden en que Morena se perfila para ser un partido político opositor al régimen, lo que causará un impacto negativo en la coalición Movimiento Progresista.
Señalan que quienes la forman deben redefinir su rumbo y crear un partido-frente que integre a Morena y a todas las organizaciones de izquierda del país.
Los tres ven el mismo riesgo en este cambio: La definición de un amplio sector de simpatizantes de Morena que cambie de opción política en los procesos electorales y merme el porcentaje de votos de los otros partidos, con lo cual incluso podrían perder el registro el PT y MC.
Por esa razón Encinas manifiesta su preferencia por que Morena siga siendo un movimiento social.
El 31 de agosto de 2011 hubo una asamblea encabezada por los entonces senadores Dante Delgado y Luis Walton para anunciar la transformación del Partido Convergencia en Movimiento Ciudadano.
Dante puso al servicio de Morena el registro de MC para la elección presidencial de 2012, pero López Obrador no aceptó. En ese momento se debatía quién sería el candidato presidencial del PRD: él o Marcelo Ebrard.
Para Camacho es claro que en noviembre próximo Morena se declarará partido político para participar en las elecciones intermedias de 2015 y buscará el porcentaje mínimo (2%) para conservar el registro. No duda que lo logre, porque López Obrador tiene una base social en todo el país que le garantizará los votos necesarios.
Sin embargo –y en esto coincidieron Monreal y Encinas–, eso podría impactar negativamente en el PRD, el PT y MC.
Camacho incluso señala que no es deseable volver a un escenario electoral como el de 2009, cuando después de haber llegado a ser la segunda fuerza electoral, la decisión de los perredistas encabezados por Jesús Ortega de competir solos mermó su capital político hasta dejar al PRD con 17% de las preferencias. Tres años después, con López Obrador como candidato presidencial, ese partido recuperó el segundo lugar.
Ahora, luego del proceso electoral de 2012, López Obrador decidió seguir un camino distinto. Camacho Solís afirma que esperaba esa separación desde hacía mucho tiempo, porque el tabasqueño ya había dejado de participar en la vida interna del PRD. Monreal dice que esa idea ya la había planteado el candidato “como pinceladas” a su equipo más cercano.
Encinas sostiene que desde 2008, al producirse las primeras alianzas PRD-PAN, y en 2011, cuando se buscó afianzar una coalición así para la elección de gobernador en el Estado de México, percibió que tarde o temprano López Obrador se iba a separar del partido.
Pacto AMLO-Ebrard
El 14 de noviembre de 2011 López Obrador y Ebrard acordaron preparar el terreno para unir a PRD, PT, Movimiento Ciudadano y Morena en un Frente Amplio Progresista con el fin de formar un partido político en 2013 (Proceso 1829).
Fue uno de los cuatro acuerdos signados entre ambos políticos cuando las encuestas dictaron que López Obrador sería candidato presidencial.
Casi un año después Camacho no duda que Morena será un partido político. Por eso calificó de correcta la decisión de López Obrador de separarse del Movimiento Progresista.
–¿No sería más fácil irse al PT o MC para que le den el registro?
–Eso es facilísimo. Es más, ya se lo ofrecieron. Pero ¿para qué? Se lo han ofrecido en distintos momentos. Digamos que eso ya ocurrió y López Obrador no aceptó porque quiere hacer un movimiento distinto, un partido político distinto.
Y abunda: “No ir a la política era dejar desamparada a una parte del electorado que votó por él. Me parece que es un acierto optar por la democracia”.
El reto, dice, es mantener unida a la izquierda pese a las diferencias evidentes entre las corrientes perredistas Nueva Izquierda, Alianza Democrática Nacional y Foro Nuevo Sol, que no coinciden en la forma de hacer política de López Obrador pues aprueban las coaliciones con fuerzas o partidos de distinta ideología.
“Si la izquierda va unida los resultados serán mucho mejores, como se vio este año; si se divide los resultados serán muy malos, como ocurrió en 2009”, señala y pide esperar a ver las consecuencias de la salida de López Obrador del Movimiento Progresista.
“Para el PT y MC va a ser una presión fuerte, pues sus estrategias han descansado precisamente en el voto de López Obrador. Pero para el PRD será peor, porque hay una parte muy importante con Andrés Manuel. Habrá ahí un dilema sobre si irse a Morena o mantenerse en el partido donde se tiene una presencia, un poder político importante; lo que no es posible es estar abierta y contradictoriamente en dos organizaciones”, destacó.
Un escenario previsto por el actual senador y compartido por Monreal es que la decisión del tabasqueño le quitará al PRD una parte del electorado.
“Puede representar una gran ventaja si la presión que significaría Morena conduce a una reforma real del PRD –que desde hace tiempo se necesita– y esto lo potencia dentro del régimen de partidos”, señala.
A su vez Encinas reconoce que el llamado de Morena sacudió a los tres partidos de izquierda e incluso al movimiento social, que ya entró en un debate sobre la forma de organización que debe adoptar como la principal fuerza opositora en el país.
Vislumbra dos escenarios: “Que Morena se mantenga como un movimiento amplio o que inicie una organización partidaria. Con esto verían en riesgo su registro partidario principalmente Movimiento Ciudadano y hasta el Partido del Trabajo”.
Pero en el caso específico del PRD, aclara, el mensaje es que ya cerró un ciclo y se debe renovar dejando atrás el partido de grupos y facciones o entrará en un proceso de debilitamiento que lo llevaría a mantener una corriente electoral estable pero con muy bajo peso electoral. “Ese sería un escenario donde la formación de un nuevo partido de izquierda fragmentaría nuestra corriente electoral en 2015”, dice.
Por eso propone la creación de un gran frente político electoral donde Morena debería mantenerse como movimiento social, porque “hay mucha gente que no tiene interés en militar en algún partido político o acogerse a la disciplina de un partido, pero que al mismo tiempo puede contar con un brazo político”.
En ese contexto la izquierda se tendría que recomponer porque, sostiene, “si Morena decide ser partido político y el PRD no se reformula, o PT o MC, vamos a tener además del debilitamiento de nuestra formación política una baja en las preferencias electorales”.
Monreal y Camacho coinciden en que este escenario es similar al de 1988 cuando, a raíz de la “caída del sistema” que le dio el triunfo a Carlos Salinas de Gortari en las elecciones presidenciales, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez crearon el Frente Democrático Nacional (FDN), germen del PRD.
Encinas discrepa. Recuerda que en 1989 el FDN buscó su registro como partido político, pero el gobierno se lo negó. Es una posibilidad que también ve Monreal: Que el IFE le niegue el registro a Morena.
Otra diferencia que observan los tres entrevistados es que en la sociedad hay un nivel de conciencia mucho mayor hoy que hace 24 años.
“Hay una similitud entre 1988 y 2012: Que frente a la decisión de ir a un enfrentamiento con el Estado, que iba a llevar a la violencia, Cárdenas tomó una decisión de una gran responsabilidad política e histórica; en una circunstancia semejante López Obrador muestra su compromiso ético y político con la no violencia. Y me parece que las dos decisiones son admirables”, destaca Camacho.
Similitudes
Convergencia tenía como escudo un águila con las alas extendidas; el de MC es la misma águila devorando una serpiente. Se parece al emblema de Morena (el águila juarista), aunque no comparten colores.
Entrevistado el año pasado, cuando el IFE aún no aceptaba el nuevo escudo de Convergencia, Armando López Campa, entonces secretario general de esa agrupación, negó que los cambios respondieran a “una entrega” del partido a López Obrador. Y justificó: “El símbolo viene desde hace 11 años, mucho antes de que Morena adoptara el águila juarista”.
–¿Por qué la similitud con Morena?
–Lo que nos identifica con Morena de López Obrador es que queremos que la gente se sienta representada por el Movimiento Ciudadano, y sí coincide el término movimiento con el aguilita… Pero Morena no usa los colores azul, blanco y naranja.
Entonces Camacho coincidió con López Campa en que no le estaban entregando el partido a López Obrador. “No hay un solo personaje lopezobradorista en la dirección del partido”.
Pero el máximo órgano de dirección de MC es la Convención Nacional Democrática, integrada por 650 representantes que se reúnen cada tres años a menos que surja un evento extraordinario.
Y Convención Nacional Democrática es el nombre de la estructura que nació el 20 de noviembre de 2006 y nombró “presidente legítimo” a López Obrador.
Guerra de tribus
En el PT y MC es claro el apoyo a López Obrador. El problema está en el PRD. Las corrientes Nueva Izquierda (NI) –o Los Chuchos– e Izquierda Democrática Nacional –o Los Bejaranos– y
los lopezobradoristas se disputan el control del partido. Ninguna de las partes quiere heredarle “años de lucha” a la otra, dicen.
Este conflicto se inició después de la elección presidencial de 2006, cuando NI comenzó a alejarse de López Obrador después del plantón de Reforma y los acercamientos de sus legisladores con el gobierno de Felipe Calderón. NI tomó el control del partido tras un conflicto que dirimió una resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a favor de Jesús Ortega.
La postura de los perredistas “socialdemócratas” –como se denominan Los Chuchos– desbarató al frente de izquierda. Como segunda fuerza política por primera vez en su vida el PRD creyó que podía ganar elecciones sin el “efecto López Obrador”.
En 2011 Los Chuchos cambiaron de parecer y aunque querían a Ebrard como candidato presidencial, aceptaron el acuerdo de éste con López Obrador.
En 2012, otra vez como segunda fuerza electoral, no quieren repetir la historia. Ahora buscan la unidad y por eso crearon el Frente Legislativo Progresista –junto con PT y MC– y el Frente de Gobernadores de Izquierda, para defenderse del retorno del PRI a Los Pinos.
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