Hoy es 30
de abril de 2013
Es día
del niño.
- La nota en primeras planas -Reforma y La Razón, y es abordado en columnas de Ricardo Alemán y Pancho Garfías
REFORMA:
Miman a
'Lady' cercanos a Benítez
Nota de Rolando Herrera (autor de la nota original)
Nota de Rolando Herrera (autor de la nota original)
Reforma, (30 abril 2013).- Los
funcionarios de la Profeco que "sobrerreaccionaron" ante la queja de
la hija del titular de la dependencia son burócratas muy cercanos al Procurador
Humberto Benítez Treviño.
Antes
se desempeñaba como Fiscal Regional en Atlacomulco, de la Procuraduría del
Estado de México.
**
LA RAZÓN:
Eduardo
García y Gabriela López Cruz son los jóvenes propietarios de Maximo Bistrot, el
mismo que ordenó cerrar Andrea Benítez, hija del titular de la Procuraduría
Federal del Consumidor (Profeco), Humberto Benítez Treviño. En su pequeño
restaurante, que ya era conocido por las reseñas que han hecho de él revistas
culinarias, dan empleo a doce personas y a decir de la dueña del espacio que
arriendan, siempre son cumplidos y pagan a tiempo.
Columnas:
politicas
ITINERARIO
POLÍTICO DE RICARDO ALEMÁN/El Universal, 30 de abril
Hoy
las novedades mediáticas suelen viajar en las llamadas redes sociales.
Por
lo menos es el caso del escándalo provocado por Andrea Benítez, hija del
titular de la Profeco, Humberto Benítez Treviño, quien por un berrinche tiene a
su padre al borde del desempleo.
Como
todos saben, la también motejada como "Lady Profeco" escandalizó en
un restaurante de la colonia Roma -del Distrito Federal-, porque no la
atendieron "como se merece". Como no pudo despedir a los meseros y
encargados del lugar -pues no son servidores públicos- recurrió a la influencia
de "papi" y pretendió cerrar el negocio, aduciendo deficiencias
legales del establecimiento.
Pero
si bien se trata de un exceso reprobable -por donde se le quiera ver-, también
es cierto que resulta injusto decir que la conducta de la llamada "Lady
Profeco" es una novedad en el circo de la política mexicana. No, ni es
nuevo ni es un caso único.
Y
si existen dudas, vale recordar los escándalos provocados -en su tiempo- por
"Gustavito", el "hijo incómodo" de Gustavo Díaz Ordaz; por
"el orgullo del nepotismo" de José López Portillo, sin olvidar a
"los hijos de la señora Martha", en los tiempos del primer presidente
del cambio, Vicente Fox. Pero esos son apenas el principio.
Recientemente
están los casos de Paulina, la hija de Carlos Romero Deschamps, quien sin pudor
exhibió los excesos de que es capaz la hija de uno de los grandes caciques
sindicales; las burlas públicas de que fue objeto el gobernador de Tabasco,
Andrés Granier, por los derroches y fiestas de su hijo "Fabiancito",
y los ofensivos excesos de Claudia Corichi, hija de la gobernadora de
Zacatecas, Amalia García.
Todo
ello sin olvidar el escándalo de Paulina, la hija de Enrique Peña Nieto, quien
publicó un tuit en el que llamó "prole" a los críticos de su padre,
pasando por la incongruencia de Andrés Manuel López Beltrán, hijo de AMLO, que
en un mitin a favor de los pobres vestía y calzaba lujos que ofenden a los
pobres y, por último, el caso de Mario Marín García, hijo del "Góber precioso"
de Puebla, quien en redes sociales presumía lujosas propiedades en Europa y
Estados Unidos.
En
realidad -como lo confirma la memoria-, pocos hombres del poder están a salvo
de los excesos de los "hijos incómodos". Sin embargo, el caso de la
llamada "Lady Profeco" muestra características peculiares que
reclaman un tratamiento distinto. ¿Por qué? Pequeños detalles.
1.-
Porque el jefe del titular de la Profeco, Humberto Benítez Treviño, es el
presidente Peña Nieto. ¿Y eso qué?, podría preguntar cualquier ciudadano de a
pie. Pues casi nada, que el entonces candidato y hoy presidente juró y perjuró
que si ganaba la elección presidencial y llegaba al poder, no regresaría el
viejo PRI. Y lo que vimos es al viejo PRI de cuerpo completo.
2.-
Porque el verdadero problema no es la actitud prepotente y arbitraria de la
"Lady Profeco", sino el que esa actitud se tradujo en algunas de las
más rancias y cuestionables prácticas del viejo PRI; la prepotencia y el
autoritarismo, que Peña Nieto dijo dejar atrás.
3.-
Porque si bien Andrea Benítez no es servidora pública y no está contratada como
empleada en la Profeco -sólo es la hija del titular de esa procuraduría-, en
los hechos se desempeña como titular de la dependencia. ¿Por qué? Porque en
ausencia de su padre -convaleciente de una cirugía-, no hubo nadie capaz de
cuestionar sus decisiones y arbitrariedades.
4.-
Porque el hecho de que en ausencia de Humberto Benítez Treviño -el jefe legal
de la Profeco-, su hija haya asumido las funciones del padre, habla por sí solo
del desgobierno y la falta de autoridad en una dependencia en donde el gobierno
y la autoridad son las divisas fundamentales.
5.-
Porque se sabe que luego del escándalo que protagonizó la "Lady
Profeco", la señorita fue a la dirección de la Profeco y, en ausencia de
su padre, ordenó y operó la clausura del restaurante, lo cual no se llevó a
cabo sólo por la burocracia, y no por otra cosa.
6.- Y la
razón más importante -y por la cual debe renunciar a su cargo Humberto Benítez
Treviño- es que se trata de uno de los políticos más cercanos al presidente
Enrique Peña Nieto. Y si se recuerda, el mandatario dijo recio y quedito que
"el presidente" no tenía amigos y que aquel que no estuviera a la
altura tendría que despedirse.
De esa
manera, por vergüenza elemental, porque el viejo PRI ya no tiene cabida en el
nuevo México, el procurador del Consumidor debe renunciar, dejar el cargo a un
funcionario al que no lo supla su hija. Al tiempo.
EN EL
CAMINO El PAN quiere Veracruz. ¿Lo soltará el PRI? Otra vez, al tiempo.
Pocos
hombres del poder están a salvo de "hijos incómodos". Sin embargo, la
"Lady Profeco" muestra características peculiares
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ARSENAL
DE FRANCISCO GARFÍAS/Excélsior, 30 de abril.
La
historia de Lady Profeco ilustra la prepotencia y el abuso al que pueden llegar
los poderosos y sus hijos en este país de influyentes. “A ver quién puede más,
mi papá o tú…”, amenazó Andrea Benítez a Eduardo García, propietario del
restaurante Maximo Bistrot de la colonia Roma.
La niña
estaba furiosa, indignada, trastornada porque no le dieron la “mesa de afuera”
que quería. ¿Cómo se atreven a hacerle esto a la hija del procurador del
Consumidor?
Dos horas
después llegaron los inspectores, pegaron los sellos de suspensión de
actividades, se pelearon con los indignados comensales. La historia que ya
sabemos.
Lo que no
sabemos es que García es un hombre de origen muy humilde, producto de lo que
Colosio llamaba la cultura del esfuerzo. “Se fue a Estados Unidos a lavar
platos y regresó convertido en uno de los más grandes expositores de la comida
de México”, nos cuenta un amigo suyo que lo conoce muy bien.
Humberto
Benítez, el atribulado padre de Andrea, no estaba en la Procuraduría a la hora
que su hija armó su relajito. Convalece desde hace días de una operación en la
cadera. Fue informado cuando el operativo ya estaba en curso y los sellos de
suspensión de actividades colocados.
“De
inmediato ordenó que se suspendiera”, nos asegura Ramiro Pineda, vocero de la
Profeco. Luego vino la disculpa por el “inapropiado comportamiento” de su hija.
El
funcionario no está exento de responsabilidad. La prepotencia de Andrea es
reflejo de su educación. Al enterarme de la historia me sentí transportado al
pasado, cuando el hijo del entonces secretario de Gobernación, Mario Moya
Palencia, se la pasaba haciendo desfiguros similares en las discothéques de la
Ciudad de México, sin que nadie osara molestarlo.
Entonces
no había redes sociales y sólo en casos excepcionales la prensa los hacía del
conocimiento público.
Íbamos
a hablar con García, propietario del restaurante Maximo Bistrot, sobre el abuso
del que fue víctima. Sabemos que los inspectores se llevaron las credenciales
de identidad de los abogados del restaurante y que a pesar del irregular
procedimiento —los “quedabien” se plegaron al capricho de Andrea— los sellos
permanecen allí, aunque el restaurante está abierto. Pero el hombre se echó
para atrás. No quiso tomar la llamada. ¿Temor a represalias?
Ramiro
nos aclaró que los sellos no son de clausura, sino de suspensión de
actividades. No serán retirados hasta que termine la investigación. El reporte
de la Profeco se focaliza en dos cosas: No se informa al cliente de cómo se
aplica el sistema de reservas y se ofrecen bebidas alcohólicas que no aparecen
en la carta.
El
escándalo alcanzó dimensiones impresionantes. Hasta el presidente Enrique Peña
intervino para ordenar una investigación. Él mismo fue víctima de una pifia de
su hija, que replicó el tuit su novio. Aquel de la prole. ¿Se acuerda? O la
hija de Romero Deschamps, que presumió en Facebook a sus mascotas de paseo en
un avión.
Quise
conocer la opinión de mi hija Renata sobre el escándalo del Maximo Bistrot. Su
respuesta fue contundente: “¡Qué metida de pata..! Debería haber un curso de
conducta apropiada para los hijos de las figuras públicas”, respondió.
No
es mala idea.
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