30 abr 2013

El caso de @ladyprofeco en los medios impresos..


Hoy es 30 de abril de 2013
Es día del niño.


  • La nota en primeras planas -Reforma y La Razón, y es abordado en columnas de Ricardo Alemán y Pancho Garfías
 REFORMA: 
Miman a 'Lady' cercanos a Benítez
Nota de Rolando Herrera (autor de la nota original)

Reforma,  (30 abril 2013).- Los funcionarios de la Profeco que "sobrerreaccionaron" ante la queja de la hija del titular de la dependencia son burócratas muy cercanos al Procurador Humberto Benítez Treviño.

 Al menos dos de ellos fueron los responsables de intentar clausurar el viernes el restaurante Maximo Bistrot, tras la molestia de la joven Andrea Benítez porque en dicho lugar no le asignaron la mesa que quería.
 El área desde la que se ordenó la inspección del restaurante fue la Dirección General de Verificación y Vigilancia de Profeco, encabezada por Jesús Rolando Rangel Espinosa, quien asumió el cargo el 1 de enero pasado.
Antes se desempeñaba como Fiscal Regional en Atlacomulco, de la Procuraduría del Estado de México.
 Policarpo Montes de Oca Álvarez, quien está al frente de la Dirección de Procedimientos y Sanciones desde febrero pasado, estuvo presente durante parte de la diligencia en el establecimiento ubicado en Tonalá 133, en la Colonia Roma.
 Montes de Oca Álvarez se desempeñó de 2009 a enero de este año como abogado general de la Universidad Mexiquense del Bicentenario.
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LA RAZÓN:
Era lavaplatos en EU, se hizo chef...y aquí la Lady le cerró
Eduardo García y Gabriela López Cruz son los jóvenes propietarios de Maximo Bistrot, el mismo que ordenó cerrar Andrea Benítez, hija del titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Humberto Benítez Treviño. En su pequeño restaurante, que ya era conocido por las reseñas que han hecho de él revistas culinarias, dan empleo a doce personas y a decir de la dueña del espacio que arriendan, siempre son cumplidos y pagan a tiempo.

Columnas: politicas

 ITINERARIO POLÍTICO DE RICARDO ALEMÁN/El Universal, 30 de abril
 Hoy las novedades mediáticas suelen viajar en las llamadas redes sociales.
 Por lo menos es el caso del escándalo provocado por Andrea Benítez, hija del titular de la Profeco, Humberto Benítez Treviño, quien por un berrinche tiene a su padre al borde del desempleo.
 Como todos saben, la también motejada como "Lady Profeco" escandalizó en un restaurante de la colonia Roma -del Distrito Federal-, porque no la atendieron "como se merece". Como no pudo despedir a los meseros y encargados del lugar -pues no son servidores públicos- recurrió a la influencia de "papi" y pretendió cerrar el negocio, aduciendo deficiencias legales del establecimiento.
 Pero si bien se trata de un exceso reprobable -por donde se le quiera ver-, también es cierto que resulta injusto decir que la conducta de la llamada "Lady Profeco" es una novedad en el circo de la política mexicana. No, ni es nuevo ni es un caso único.
 Y si existen dudas, vale recordar los escándalos provocados -en su tiempo- por "Gustavito", el "hijo incómodo" de Gustavo Díaz Ordaz; por "el orgullo del nepotismo" de José López Portillo, sin olvidar a "los hijos de la señora Martha", en los tiempos del primer presidente del cambio, Vicente Fox. Pero esos son apenas el principio.
 Recientemente están los casos de Paulina, la hija de Carlos Romero Deschamps, quien sin pudor exhibió los excesos de que es capaz la hija de uno de los grandes caciques sindicales; las burlas públicas de que fue objeto el gobernador de Tabasco, Andrés Granier, por los derroches y fiestas de su hijo "Fabiancito", y los ofensivos excesos de Claudia Corichi, hija de la gobernadora de Zacatecas, Amalia García.
 Todo ello sin olvidar el escándalo de Paulina, la hija de Enrique Peña Nieto, quien publicó un tuit en el que llamó "prole" a los críticos de su padre, pasando por la incongruencia de Andrés Manuel López Beltrán, hijo de AMLO, que en un mitin a favor de los pobres vestía y calzaba lujos que ofenden a los pobres y, por último, el caso de Mario Marín García, hijo del "Góber precioso" de Puebla, quien en redes sociales presumía lujosas propiedades en Europa y Estados Unidos.
 En realidad -como lo confirma la memoria-, pocos hombres del poder están a salvo de los excesos de los "hijos incómodos". Sin embargo, el caso de la llamada "Lady Profeco" muestra características peculiares que reclaman un tratamiento distinto. ¿Por qué? Pequeños detalles.
 1.- Porque el jefe del titular de la Profeco, Humberto Benítez Treviño, es el presidente Peña Nieto. ¿Y eso qué?, podría preguntar cualquier ciudadano de a pie. Pues casi nada, que el entonces candidato y hoy presidente juró y perjuró que si ganaba la elección presidencial y llegaba al poder, no regresaría el viejo PRI. Y lo que vimos es al viejo PRI de cuerpo completo.
 2.- Porque el verdadero problema no es la actitud prepotente y arbitraria de la "Lady Profeco", sino el que esa actitud se tradujo en algunas de las más rancias y cuestionables prácticas del viejo PRI; la prepotencia y el autoritarismo, que Peña Nieto dijo dejar atrás.
3.- Porque si bien Andrea Benítez no es servidora pública y no está contratada como empleada en la Profeco -sólo es la hija del titular de esa procuraduría-, en los hechos se desempeña como titular de la dependencia. ¿Por qué? Porque en ausencia de su padre -convaleciente de una cirugía-, no hubo nadie capaz de cuestionar sus decisiones y arbitrariedades.
4.- Porque el hecho de que en ausencia de Humberto Benítez Treviño -el jefe legal de la Profeco-, su hija haya asumido las funciones del padre, habla por sí solo del desgobierno y la falta de autoridad en una dependencia en donde el gobierno y la autoridad son las divisas fundamentales.
5.- Porque se sabe que luego del escándalo que protagonizó la "Lady Profeco", la señorita fue a la dirección de la Profeco y, en ausencia de su padre, ordenó y operó la clausura del restaurante, lo cual no se llevó a cabo sólo por la burocracia, y no por otra cosa.
6.- Y la razón más importante -y por la cual debe renunciar a su cargo Humberto Benítez Treviño- es que se trata de uno de los políticos más cercanos al presidente Enrique Peña Nieto. Y si se recuerda, el mandatario dijo recio y quedito que "el presidente" no tenía amigos y que aquel que no estuviera a la altura tendría que despedirse.
De esa manera, por vergüenza elemental, porque el viejo PRI ya no tiene cabida en el nuevo México, el procurador del Consumidor debe renunciar, dejar el cargo a un funcionario al que no lo supla su hija. Al tiempo.
EN EL CAMINO El PAN quiere Veracruz. ¿Lo soltará el PRI? Otra vez, al tiempo.
Pocos hombres del poder están a salvo de "hijos incómodos". Sin embargo, la "Lady Profeco" muestra características peculiares
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ARSENAL DE FRANCISCO GARFÍAS/Excélsior, 30 de abril.
La historia de Lady Profeco ilustra la prepotencia y el abuso al que pueden llegar los poderosos y sus hijos en este país de influyentes. “A ver quién puede más, mi papá o tú…”, amenazó Andrea Benítez a Eduardo García, propietario del restaurante Maximo Bistrot de la colonia Roma.
La niña estaba furiosa, indignada, trastornada porque no le dieron la “mesa de afuera” que quería. ¿Cómo se atreven a hacerle esto a la hija del procurador del Consumidor?
Dos horas después llegaron los inspectores, pegaron los sellos de suspensión de actividades, se pelearon con los indignados comensales. La historia que ya sabemos.
Lo que no sabemos es que García es un hombre de origen muy humilde, producto de lo que Colosio llamaba la cultura del esfuerzo. “Se fue a Estados Unidos a lavar platos y regresó convertido en uno de los más grandes expositores de la comida de México”, nos cuenta un amigo suyo que lo conoce muy bien.
Humberto Benítez, el atribulado padre de Andrea, no estaba en la Procuraduría a la hora que su hija armó su relajito. Convalece desde hace días de una operación en la cadera. Fue informado cuando el operativo ya estaba en curso y los sellos de suspensión de actividades colocados.
“De inmediato ordenó que se suspendiera”, nos asegura Ramiro Pineda, vocero de la Profeco. Luego vino la disculpa por el “inapropiado comportamiento” de su hija.
El funcionario no está exento de responsabilidad. La prepotencia de Andrea es reflejo de su educación. Al enterarme de la historia me sentí transportado al pasado, cuando el hijo del entonces secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, se la pasaba haciendo desfiguros similares en las discothéques de la Ciudad de México, sin que nadie osara molestarlo.
 Entonces no había redes sociales y sólo en casos excepcionales la prensa los hacía del conocimiento público.
 Íbamos a hablar con García, propietario del restaurante Maximo Bistrot, sobre el abuso del que fue víctima. Sabemos que los inspectores se llevaron las credenciales de identidad de los abogados del restaurante y que a pesar del irregular procedimiento —los “quedabien” se plegaron al capricho de Andrea— los sellos permanecen allí, aunque el restaurante está abierto. Pero el hombre se echó para atrás. No quiso tomar la llamada. ¿Temor a represalias?
 Ramiro nos aclaró que los sellos no son de clausura, sino de suspensión de actividades. No serán retirados hasta que termine la investigación. El reporte de la Profeco se focaliza en dos cosas: No se informa al cliente de cómo se aplica el sistema de reservas y se ofrecen bebidas alcohólicas que no aparecen en la carta.
 El escándalo alcanzó dimensiones impresionantes. Hasta el presidente Enrique Peña intervino para ordenar una investigación. Él mismo fue víctima de una pifia de su hija, que replicó el tuit su novio. Aquel de la prole. ¿Se acuerda? O la hija de Romero Deschamps, que presumió en Facebook a sus mascotas de paseo en un avión.
 Quise conocer la opinión de mi hija Renata sobre el escándalo del Maximo Bistrot. Su respuesta fue contundente: “¡Qué metida de pata..! Debería haber un curso de conducta apropiada para los hijos de las figuras públicas”, respondió.
 No es mala idea.

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