Matar al periodista/Ricardo Aleman.
Columna Itinerario Político en
El Universal, 30 de mayo de 2013
En
los años del florecimiento del viejo PRI –años 60 y 70; tiempos del partido
único, de elecciones "zapato", despotismo y autoritarismo–, la mayor
amenaza para el ejercicio del periodismo era precisamente el carácter represor
de esos gobiernos.
Tiempos
en los que resultaba no sólo imposible cuestionar, criticar y confrontar las
voces y los dichos del gobierno priístas en turno sino que era suicida disentir
de las versiones oficiales y, no se diga, poner en duda la palabras
presidencial.
Hoy
–40 o 50 años después–, las mayor amenaza para el periodismo ya no está tanto
en el gobierno federal –a pesar de que existe gobiernos estatales represores de
la prensa–, sino que el peligro está en el carácter represor de las bandas del
crimen organizado y el narcotráfico que, literalmente, han matado al periodismo
y asesinado a no pocos periodistas en estados como Tamaulipas, Coahuila,
Sinaloa, Michoacán, Veracruz y otras, en donde fue proscrita la libertad
periodística.
Las
cifras son aterradoras. Según Reporteros sin Fronteras, México ocupa el lugar
153 de la Clasificación de Medios de Seguridad de la Presa y desde el año 2000
a la fecha han sido asesinados 86 comunicadores y 18 siguen desaparecidos. El
Comité para la Protección de Periodistas dice que México ocupa el 7º lugar de
impunidad para casos de periodistas, mientras que 2010 fue el año con más
muertes de periodistas en México, en segundo lugar mundial, apenas debajo de
Paquistán.
Pero
en los grandes asentamientos metropolitanos –el Valle de México y el Distrito
Federal–, las amenazas para el ejercicio libre del periodismo muestran otra
cara. Ya no son las presiones y advertencias de antaño, tampoco el
amedrentamiento de gobernadores y aún no llegan los tentáculos criminales.
No,
en la capital del país las amenazas, advertencias, intimidaciones y amagos
vienen de la intolerancia social, política y partidista; de fanáticos de tal o
cual político o partido, postura social, que llegan al extremo de amenazar de
muerte, llamar a golpear, espiar o insultar a un periodista –sea mediante
anónimos, sea abiertamente–, porque cometió "el pecado" de pensar
diferente, de criticar a un político, gobernante, líder, mesías; a un
regenerador o salvador de la patria o del México bueno.
Y
viene a cuento porque no podemos dejar pasar las recurrentes amenazas de
muerte, porque creemos que en una democracia que se respete no es y no debe ser
parte de la normalidad y del paisaje cotidiano la amenaza de muerte; sea a
través de redes sociales, sea mediante anónimos, sea en espacios de opinión
general.
Debe
ser intolerable, investigado y castigado –sea producto de un bromista o de un
demente–, todo acto, insinuación, invitación o llamado a quitarle la vida a un
ciudadano, en general, o a un periodista, en particular, como represalia, venganza
o represión por lo que piensa y escribe.
Recientemente,
en nuestro caso, van en aumento no solo las expresiones de odio y el insulto
por el insulto, sino los actos abiertos de espionaje, invasión de la privacidad
y las invitaciones a "matar al periodista". Van algunas perlas.
El
pasado 11 de abril, a las 15:21 horas, el tuitero "Óscar Adrían", con
la cuenta (@libertariosCLA) escribió: "Poca gene me cae tan mal como
@Ricardoaleman se cree líder de opinión el muy desgraciado, ya mátenlo".
El perfil de Facebook del incitador lo identifica como zapatista, chavista y
seguidor de AMLO.
El
7 de mayo pasado, en los comentarios del condominio de abajo, un lector de El
Universal identificado como "Adam Muller" escribió: "Alguien
sabe dónde vive Ricardo Alemán, tengo ganas de ir a visitarlo, saben si tiene
hijos o hijas". El aprendiz de fisgón se identifica como fanático político
y religioso en su cuenta de Facebook.
El
10 de mayo, otro "lector frecuente" de El Universal identificado como
"PRInosaurios" –que en su perfil de Facebook se dice fiel a la
izquierda–, escribió: "Por cierto, todavía sigue (sic) vijente el concurso
de publicar el lugar donde vive Ricardo Alemán y el nombre de sus hijos. Sería
una pena mandar cierta información a algunos grupos de que usted trabaja con el
narco".
El
14 de mayo, el fanático político y religioso "Adam Muller"
reapareció. Ahora fue directo y breve. En los comentarios bajo esta columna –de
esa fecha–, escribió: "matar al periodista". Los testimonios pueden
ser consultados en La Otra Opinión www. ricardoaleman.com.mx
No
puede y no debe ser parte del paisaje democrático y de libertades la repetida
amenaza de muerte, para nadie. Y frente al clima de impunidad el único recurso
es la denuncia pública. Al tiempo.
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