Caracas
amenaza a Bogotá con evaluar su papel en las conversaciones con las FARC
Cabello
aseguró que el gesto de Santos era “una agresión” al pueblo de Venezuela
ALFREDO
MEZA Caracas
El País, 30 MAY 2013;
Lo
dijo Mao hace mucho ya y Venezuela sigue esas ideas al pie de la letra aunque
en sentido figurado: “Solo hace falta una chispa para que se incendie la
pradera”. La visita del líder opositor Henrique Capriles Radonski al Palacio de
Nariño en Bogotá, donde fue recibido por el presidente Juan Manuel Santos, ha
sido esa chispa que ha provocado una reacción virulenta en el alto nivel del
gobierno de Nicolás Maduro.
Primero
fue el número dos, Diosdado Cabello, quien dijo que el gesto del mandatario
colombiano era “una agresión” al pueblo de Venezuela. “Santos ha puesto una
bomba de tiempo en las relaciones bilaterales al reunirse con un fascista y
asesino”, agregó, en referencia al gobernador del estado de Miranda. “Desde el
Poder Legislativo rechazamos contundentemente esa reunión, porque se trata de
una conspiración contra Venezuela que encuentra en territorio colombiano y en
el Gobierno colombiano apoyo. Entendemos que es un plan de la derecha
internacional donde el presidente Santos es parte activa”.
Avanzada
la noche venezolana del miércoles tomó la palabra el canciller Elías Jaua y fue
más allá. El Gobierno de Nicolás Maduro, dijo, “evaluará seguir siendo parte de
los acuerdos de paz en Colombia”. A su juicio, el jefe de Estado colombiano
había recibido a una persona “que desconoce a las instituciones venezolanas”.
Las
palabras de la cancillería local no son poca cosa. Hace un par de semanas, en
una entrevista con el diario bogotano El Espectador, los negociadores de la
guerrilla de las FARC, “Pablo Catatumbo”, “Iván Márquez”, “Jesús Sántrich” y
“Marco Calarcá” reconocieron las gestiones del fallecido Hugo Chávez para que
se concretaran las reuniones con el gobierno colombiano en La Habana. “Chávez
aclimató con paciencia y sabiduría la necesaria confianza en una salida
negociada. Todos los primeros pasos se dieron en Colombia con su ayuda”,
explicaron. Por esa razón Cabello pedía a Bogotá “un poquito de consideración
por quienes han hecho tanto por la paz”.
Chávez
sabía moverse, pero sus herederos no tienen con qué. Somos nosotros los que
tenemos mucho que perder"
Todo
este cortocircuito ha desvelado la estrategia del presidente Santos de
acercarse a Chávez al asumir el poder en 2010, y los esfuerzos que hizo por
congeniar con un gobierno que combatió duramente como ministro de la Defensa de
su antecesor, Álvaro Uribe. “Son evidentes las diferencias doctrinarias entre
ambos países”, explica la internacionalista Beatriz de Majo. Bogotá se
aprovechó de la buen relación que surgió entre los dos mandatarios –Chávez
alguna vez calificó a Santos como su nuevo mejor amigo en respuesta a un halago
de éste ante un pleno de la Sociedad Interamericana de Prensa- para explorar un
acuerdo de cese al fuego e incorporación a la vida política con la guerrilla de
las FARC, antecedido por conversaciones en una zona ajena a las hostilidades.
Sólo una alianza estrecha con Caracas podía posibilitar la concreción del
diálogo. El postrero aporte de Chávez ha sido maniobrar para sentar a las
partes.
Fueron
muchas las veces que el comandante presidente dijo que Caracas era neutral
frente al conflicto interno en Colombia. Con Andrés Pastrana (1998-2002) hubo
fuertes cruces verbales por esa causa, pero con Uribe (2002-2010) las tensiones
llegaron al borde de la guerra y a la suspensión del intercambio comercial, que
jamás ha vuelto a alcanzar las cifras del pasado. En 2008, tras el bombardeo
del campamento de “Raúl Reyes”, Chávez ordenó movilizar tropas a la frontera y
congeló todos los negocios binacionales. Ese mismo año se intercambiaron bienes
entre los dos países por valor de 7.200 millones de dólares, pero en 2012 llegó
esa cifra llegó a menos de la mitad –3.289 millones- según estadísticas de la
Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) de Colombia.
Ni
siquiera los esfuerzos de Santos han vuelto a recuperar el dinero transferido,
porque en la medida que se profundizaba el modelo expropiador chavista se
generaba desconfianza en las inversiones extranjeras. Desde el miércoles los
malos recuerdos han vuelto como la peor de las pesadillas. Ahora los hijos de
Chávez han puesto en suspenso el papel de Caracas, que sólo acompaña al proceso
por medio de un veterano funcionario de carrera, el embajador ante la OEA, Roy
Chaderton. “Un retiro de ese mecanismo sería contraproducente para Maduro
porque no podría atribuirse cualquier éxito en un acuerdo”, razonó Beatriz de
Majo en conversación con este diario. Maduro le ha pedido al diplomático que
regrese a Caracas para “evaluar con mente fría la situación”.
Capriles
afirmó que considera inaceptable que la paz en Colombia sea objeto de chantaje
y siguió con su agenda en Colombia, que incluyó un mitin ante la comunidad
venezolana radicada en la capital colombiana. La ministra de Exteriores de ese
país, María Ángela Holguín ha prometido tratar este asunto lejos de la opinión
pública, como ha sido la costumbre de Santos. Puede que esta vez las cosas no
lleguen tan lejos. Sumida en una severa crisis de desabastecimiento, Venezuela
necesita mucho más del vecino que en el pasado. Además, Colombia ha sabido
buscar otros socios comerciales más confiables durante este tiempo. Hoy
Venezuela no es el segundo destino de sus exportaciones, como en el pasado.
“Chávez sabía moverse, pero sus herederos no tienen con qué. Somos nosotros los
que tenemos mucho que perder. Esa reacción también afectará al gobierno y
reforzará la posición de la oposición democrática en el exterior”, opinó el ex
vicecanciller Milos Alcalay. A lo que Beatriz de Majo agregó: “La actitud
asumida por el Gobierno de Maduro es una prueba de que en Venezuela se
criminaliza a la disidencia”.
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