- XXIX Asamblea Plenaria de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia
30 de mayo de 2013, Hotel Hiltón de la Ciudad de México.
Palabras de Jesús Murillo Karam, Procurador General de la República y Presidente
de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia,
Señor Presidente, señor Jefe de Gobierno; señores
funcionarios del Gobierno del Distrito Federal; señor Presidente de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos; señor Gobernador (Mario López Váldez)r, en representación de CONAGO;
señor Presidente de la Cámara de Diputados; compañeros de trabajo, de
aspiración y de esperanza.
El
día de hoy, nos reunimos los procuradores y fiscales del país en el instrumento
que hemos denominado Conferencia Nacional de Procuración de Justicia, con el
propósito de aportar la experiencia de los ámbitos local y Federal, que si bien
son diferentes por su competencia, están estrictamente igualados en el
territorio y por la sociedad a la que van dirigidos.
La
aplicación de normas del ámbito Federal y la aplicación de normas del ámbito
estatal tienen diferente asignación de autoridad pero, sin duda, el mismo
espacio geográfico, las mismas condiciones socio-políticas y tienen que ver con
el mismo grupo humano, con las mismas contradicciones, las mismas esperanzas
comunes y, por desgracia, también, las mismas desesperanzas.
Formamos
parte de la última instancia a la que recurren los miembros de nuestra
sociedad, en la búsqueda de los valores fundamentales de la civilización
moderna: la búsqueda de la justicia. Lo define el nombre de nuestra
responsabilidad: Procuradores de Justicia, o Fiscales, con el mismo propósito,
la misma esencia.
Nos
corresponde, en ese concepto, aplicar los principios derivados de la más
importante, dice García Ramírez, fuente del derecho. No la costumbre, no la
jurisprudencia. El pacto social que comparte los principios fundamentales de la
mayoría de las voluntades que crean las reglas de la convivencia, para que la
comunidad logre la armonía que genera la certeza que da la confianza del previo
conocimiento de las reglas de conducta para cada uno de los miembros de la
sociedad, las que aseguran equidad y el logro de las principales aspiraciones,
el único ámbito posible para este fin: la paz.
La
paz derivada de la seguridad, en el más amplio de sus conceptos, no sólo de la
seguridad a la que hoy apellidamos pública, y que tiene que ver con el
ejercicio de los órganos del Estado, cuya misión es garantizar los principios
ya señalados, sino la seguridad que tiene que ver con las posibilidades de cada
persona de lograr su desarrollo personal.
El
económico que significa la posibilidad de cubrir sus necesidades, el político que
duplica el ejercicio de su libertad, que implica el pleno ejercicio de sus
derechos.
Para
que dentro del marco de estas normas pactadas, pueda generarse la posibilidad
de construir su esperanza, rompiendo los diques de las dificultades del
presente que nos limitan a pensar en el futuro.
En
el debate no podemos quedarnos en la disyuntiva de un Estado pasivo, pero menos
aún, en la de un Estado represivo.
En
conclusión. La libertad y la paz están ligadas de manera indisoluble a la
certeza de la justicia y esa es, precisamente, nuestra tarea.
A
la hora de debatir, que sean éstas siempre nuestras razones, acompañadas de
algo todavía más profundo, tal vez hasta indefinible, la emoción y yo diría,
hasta la pasión por tener la enorme oportunidad que nos ha concedido la vida o
la circunstancia del privilegio de ser parte en la construcción de una sociedad
que viva en paz y que esté cierta de justicia.
Es
por ello, señor Presidente, que puedo decirle con satisfacción que los ejes del
diseño de su política nacional nos placen y nos comprometen.
Cuando
usted señala que no podemos construir una política de seguridad y de acceso a
la justicia, sin mirar y atender los elementos fundamentales del desarrollo
humano, porque no puede haber justicia cuando hay hambre, porque no se puede
construir seguridad cuando no hay confianza, porque no se puede hablar de paz
cuando no hay igualdad, porque no se puede hablar de justicia en concreto
cuando ésta no es plena para cubrir las necesidades elementales de sociedad.
Sólo
podemos decirle que hoy estamos aquí, estamos reunidos buscando la mejor manera
de cumplir con nuestra parte como ciudadanos responsables entendidos y
comprometidos.
Decirle,
también, que por desgracia la circunstancia actual no nos permite equivocarnos,
no nos permite detenernos. No nos permite y aquí quiero hacer énfasis,
particularizar o parcializar los objetivos, el interés nacional tiene que ser
el denominador común de esta conferencia.
Señores
Procuradores de Justicia:
Hagamos
con pasión, con inteligencia, con entendimiento la tarea a la que la denominación
de nuestro trabajo nos obliga: procuremos justicia.
Muchas
gracias.
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