A sábado 7 de septiembre de 2013 (Un día después del partido)
Es una mañana de sábado triste, gris y fea.
Escribo hasta este momento para no dejarme influenciar por las emociones encendidas que me gobernaban después del evento de ayer.
Coincido con la opinión muchos analistas de prestigio cuando dicen que, para bien o para mal, el éxito de la selección no compromete el prestigio del país ni mucho menos. No podemos sentir nuestro nacionalismo amenazado por que esto significa que, en realidad, como nación somos débiles. Yo no soy de aquellos que se dice mexicano sólo cuando me pongo “la verde” y canto el himno junto con los jugadores. Dicho lo anterior, hoy estoy muy dolido.
Me considero un embajador mexicano dentro de México. Es decir, intento defender a mi país de esos comentarios de mediocridad, que juzgan despectivamente al país pero que en realidad vienen de gente que aporta muy poco y muchas veces nada.
Soy fanático del futbol desde muy chico. Por lo mismo, lo entiendo muy bien y lo sigo por todas partes. Miro el futbol mexicano muy de cerca e incluso veo con frecuencia los partidos de los mexicanos que juegan en Europa, sean del Ajaccio de “Memo” Ochoa o los del Manchester y el “Chicharito”.
Hace poco más de un año, tras ganar los Juegos Olímpicos, vivíamos un momento futbolístico muy dulce. La verdad es que, una vez más, ya nos sentíamos campeones del mundo. Quizá exageramos, pero yo veía algo diferente. Si era un equipo talentoso pero hábitos como trabajo, humildad, funcionamiento como grupo y mentalidad ganadora aparecían otra vez para dar a México un título futbolístico muy importante, quizá el mayor en su historia.
En aquella ocasión mencioné que ese grupo de futbolistas podían y debían ser el equipo más importante de la historia mexicana y no me refería nada más al futbol. Ese equipo sería motivo de celebración ese día y toda esa semana, pero si se tomaba como ejemplo podría ser el punto de partida de celebraciones por un periodo muy largo y en diversos ámbitos.
A un año, ya se había perdido la humildad, el sentido de grupo y la mentalidad ganadora, condiciones necesarias para ganar pero no suficientes porque, se requiere, en primera instancia de un buen plan de trabajo.
Era evidente que las cosas andaban mal: jugadores que tendrían que ser referentes no asistían a las convocatorias y experimentos tácticos, que funcionaron hace mucho tiempo y contra rivales específicos, se repetían cuando, por los resultados obtenidos, todos sabíamos que no estaban funcionando.
Actitudes como las tomadas en la ultima edición de la Copa de Oro, que incluyeron cambiar, en dos días, todo lo que se venía manejando en un proceso más longevo, confundieron a un equipo que, por ejemplo, nunca había perdido con su similar de Panamá y en esta ocasión “lo logró” dos veces.
Y por ultimo, esta la pésima gestión de relaciones públicas.
Primero, existen versiones que dicen que el motivo de la ausencia de Carlos Vela, era que el propio “Chepo” se burló de el en una reunión. Después, De la Torre fue incapaz de convencer al chavo de unirse a sus filas, incluso declarando en la prensa que “Carlitos” no aportaba. Más allá de ese conflicto, la arrogancia del técnico en las entrevistas y conferencias de prensa eran posiblemente dignas de un ganador, pero lo hicieron quedar muy mal cuando los resultados dejaron de ser los que queríamos. Más aún, el evadir el término fracaso, al que él define como “dejar de luchar”, cuando es de diccionario que fracasar es incumplir con los objetivos es propio de un equipo recreativo o infantil, pero nunca de profesionales.
Hoy, un producto que trae una utilidad de entre 600 y 800 millones de dólares, esté en riesgo de no salir al mercado y los empresarios que se verían afectados ya no están tranquilos. Por eso, destituyen a un -bien apadrinado- José Manuel de la Torre.
Ahora, que se está frente al abismo, Luis Fernando Tena tiene una buena oportunidad de relanzar el producto al mercado. Si lo logra, habrá confirmado su lugar en la historia como un gran técnico de selección, además de darle vuelta a esta pagina que ya se nos paso de tinta.
Espero que lo que hoy vivimos, sea la parte de suspenso de una historia llamada “MiSelección 2010-2014”, que no termina en tragedia.
Rumbo a Brasil 2014.
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