- Revisión del amparo directo 78/2012
Se
trató de un “ataque” a la Iglesia/RODRIGO VERA
Revista
Proceso No 1929, 19 de octubre de 2013
La
resolución de la Corte en el caso del sacerdote Contreras puso en evidencia al
gobernador de San Luis Potosí, Fernando Toranzo, quien presuntamente desplegó
el poder del Estado para encarcelar al cura salesiano acusado de violar y
asesinar a una menor. Para Armando Martínez, abogado del religioso, el caso
demuestra la intención del gobierno de Toranzo de atacar a la Iglesia católica
con fines políticos.
El
presidente del Colegio de Abogados Católicos, Armando Martínez, no se anda con
rodeos y acusa al gobernador de San Luis Potosí:
“Fernando Toranzo ordenó el encarcelamiento
del sacerdote José Carlos Contreras. Lo acusó injustamente de violar y asesinar
a la menor Shantal González. El gobernador es un cacique a quien no le importó
meter a un inocente a prisión.”
–¿Qué
motivos tuvo para ello? –se le pregunta.
–Consolidarse
políticamente. Ese fue el motivo. Tan pronto asumió la gubernatura sus asesores
le aconsejaron: “Da un golpe fuerte. Consolídate en tu gobierno, sepárate de la
Iglesia metiendo a ese cura al bote, porque a la sociedad le va a gustar. Ya
tenemos todo listo para arrestarlo”. Le gustó la idea y se enganchó.
“De
esta manera el gobernador priista dio un golpe de timón para diferenciarse de
su antecesor, el panista Marcelo de los Santos. Obviamente el arresto provocó
un fuerte impacto en San Luis Potosí, cuya sociedad está muy polarizada; es
altamente conservadora pero también altamente liberal. En pleno centro de la
capital del estado está la iglesia del Carmen, la más bella de la entidad, y en
su contraesquina tienes al edificio de los masones. Este hecho lo simboliza
todo”.
Martínez
concede la entrevista en la sala de sus oficinas de la Universidad del
Pedregal, de la cual es rector. El poderoso abogado de la jerarquía católica
mexicana da esta versión de los hechos:
“Todavía
durante el gobierno de Marcelo de los Santos, una juez que siempre se ha
prestado a la manipulación –Juana María Castillo– obsequió la orden de
aprehensión contra el sacerdote. Pero el gobierno de Marcelo no la ejercitó
porque sabía que no tenía ningún sustento jurídico, y que detrás estaba un
grupo político interesado en atacar a la Iglesia.
“Ya
en ese tiempo había mucha presión social debido a la publicación del libro
Shantal: Asesinato en el salesiano, escrito por el expolicía Julio Ceballos.
Ese libro no es otra cosa que la averiguación previa del caso y la publicaron
antes de la consignación. ¡No se respetó el sigilo procesal!
“A
Julio Ceballos le pagaron por hacer esas cosas. Le filtraron la averiguación
previa para que la publicara y la rubricara con su nombre. Armó toda una novela
retorcida con la información que le dieron. ¡Caray! Era para que lo hubieran
metido a la cárcel por eso. Pero no, alguien lo estaba protegiendo. Al
expolicía lo encarcelarían tiempo después en un penal federal, por sus
presuntos vínculos con Los Zetas.
“Con
estos antecedentes llegó Toranzo a la gubernatura y decidió arrestar al
sacerdote. Aventó todo el poder del estado contra el padre José Carlos y el
Instituto Salesiano, a pesar de que él fue alumno becado en ese colegio
católico. Su estrategia política era golpear a los salesianos, acabar con ellos
valiéndose de juegos macabros y maquiavélicos.”
Una
de estas maniobras del gobernador –asegura Martínez– fue cooptar al abogado del
sacerdote y del colegio salesiano, Cándido Ochoa Rojas. Esta es la historia:
“Al
darse el crimen de Shantal, en 2007, los salesianos buscaron al mejor abogado y
determinaron que era Cándido. Firmaron con él un contrato de prestación de
servicios profesionales para defender al Instituto Salesiano y a su comunidad
religiosa.”
Cuando
Toranzo llegó a la gubernatura, en 2009, designó procurador estatal a Ochoa,
quien al mismo tiempo defendía a los salesianos, pues su contrato con éstos
seguía vigente. De esta manera jugaba con los dos bandos: cobraba como
funcionario público y por otro lado recibía su paga para defender a quien
inculpaba. Se trató de un caso claro de prevaricación.
Ya
como procurador, Ochoa le recomendó a su defendido que se presentara a juicio y
le aseguró que no le dictarían auto de formal prisión. El sacerdote siguió esas
indicaciones y al llegar ante las autoridades lo arrestaron. Indignados, los
salesianos acudieron con Ochoa para pedirle explicaciones, pero éste no volvió
a recibirlos.
“Detrás
de esta vergonzosa maniobra siempre estuvo el gobernador manejando los hilos.
En cuanto el sacerdote fue arrestado, Toranzo movió a Ochoa de la procuraduría
estatal para darle la Secretaría General de Gobierno. Fue el premio por su
trabajo sucio. En la actualidad, Ochoa es el brazo derecho del mandatario”,
apunta Martínez.
–¿Es
aquí cuando entra usted en escena?
–Sí.
El Colegio de Abogados Católicos comenzó la defensa del religioso en 2010. Muy
pronto me di cuenta de todo el armazón político creado en torno a ese hecho
criminal. Un tema de justicia se había politizado.
–¿Y
qué hizo usted?
–Reabrir
el caso inmediatamente. Le pedimos al gobierno estatal que abriera una fiscalía
independiente para asegurar la imparcialidad. No lo quiso hacer. En varias
ocasiones le pedí a Toranzo que, por lo menos, sentara a Cándido con nosotros
para hablar del asunto. Tampoco lo hizo. Mientras tanto, quienes trabajaban con
nosotros empezaron a recibir amenazas.
“La
justicia en San Luis Potosí está tan prostituida que ya no podíamos hacer nada
ahí. Con Toranzo en el gobierno teníamos todas las de perder. Entonces decidí
sacar el caso de San Luis y llevarlo a la Suprema Corte de Justicia de la
Nación. Cabildeamos para que los ministros conocieran el asunto y se
interesarán en él.”
–¿El
caso realmente ameritaba la intervención de la Corte?
–Por
supuesto. La Corte sólo atrae los asuntos con relevancia y trascendencia
jurídica nacional. Este caso va mucho más allá, pues tiene importancia a nivel
internacional. En primer lugar se trata de un brutal asesinato cometido dentro
de una escuela contra una menor de edad, lo cual ya de por sí es muy grave. En
segundo término está el involucramiento absoluto de un gobierno caciquil que
injustamente le achaca ese crimen a un sacerdote, quien padece un calvario de
cuatro años en prisión en un contexto mundial de linchamiento contra la
pederastia sacerdotal. Aparte están las anomalías en el proceso judicial.
“La
ministra Olga Sánchez Cordero hizo la solicitud formal de atracción. La Corte
atrajo el caso el año pasado y le llevó 14 meses analizarlo. Tuvo que estudiar
nueve tomos. Es la primera vez que la Corte analiza el caso de un sacerdote
católico, a quien finalmente le dio la libertad en agosto pasado porque lo
consideró inocente, pues las pruebas en su contra, dijo, no se sostenían ni por
la lógica ni por la razón.”
–Se
dice que hubo un acuerdo cupular entre el Vaticano y la Suprema Corte para
absolver al religioso, una componenda política de alto nivel. ¿Qué dice al
respecto?
–Esa
versión es absurda, pues si el Vaticano tuviera influencia sobre la Corte
hubiéramos ganado la batalla que libramos en esta instancia contra la
despenalización del aborto en la Ciudad de México. Y no fue así. La Corte nos
dio una arrastrada tremenda.
“En
temas ideológicos nos hemos enfrentado contra algunos ministros, entre ellos
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea y Olga Sánchez Cordero, la ministra más liberal.
Ahora, sin embargo, ambos nos dieron la razón. Este asunto nada tiene que ver
con influencias políticas ni con ideologías. Es un tema estrictamente penal y
de derechos humanos, de integración de pruebas y de valoración de las mismas.”
Pruebas
endebles
De
171 páginas, el amparo directo 78/2012 otorgado por la Corte al religioso fue
elaborado por el ministro Zaldívar. En él se fueron desechando las pruebas que
inculparon al sacerdote José Carlos.
Por
ejemplo, sobre el testimonio de la guardia de seguridad María Galdina Flores en
el sentido de que vio a la víctima cerca del dormitorio del religioso poco
antes de ser asesinada, dice la Corte que “esa cita carece de alcance
probatorio”, pues “no resulta suficiente para concluir que Shantal ingresó a la
casa salesiana”, ni mucho menos que fue asesinada por el fraile. Además,
“existen contrapruebas que acreditan ciertos hechos incompatibles con lo
señalado por la citada testigo”.
Y
respecto a la prueba del luminol que detectó supuestos rastros de sangre,
señala el amparo:
“No
se demostró que las manchas que reaccionaron con luminol correspondieran a
sangre humana. Al respecto, la diligencia en la cual se recabaron tales
muestras fue realizada de forma ilegal, pues no se siguieron protocolos
adecuados para el manejo de la evidencia, por lo que carecen de cualquier
alcance probatorio los elementos que se recabaron en la misma… y aun suponiendo
que las manchas localizadas en la casa fueran de sangre humana, no se acreditó
que sus dimensiones demostraran que ahí se cometieron los hechos delictivos.”
Por
otra parte, la Corte invalidó el perfil criminal que se hizo del sacerdote.
Para ello argumentó:
“No
es posible advertir una compatibilidad entre el perfil psicológico del quejoso
y el perfil criminal que fue elaborado durante la averiguación previa, pues el
mismo no se realizó conforme a un método adecuado, ya que no partió de
evidencias y elementos comprobados, pues las conclusiones que contiene son
producto de especulaciones.”
Una
a una desechó otras pruebas acusatorias, y al final señaló que “fueron producto
de una inferencia carente de lógica”.
Exculpó
así al religioso:
“En
conclusión, del estudio de fondo contenido en la presente sentencia se advierte
una notoria insuficiencia probatoria, aunado a una indebida valoración de los
elementos de convicción, por lo cual no es posible tener por acreditada la
responsabilidad penal de José Carlos Contreras Rodríguez en la comisión de los
delitos de homicidio calificado y violación por los que fue acusado.”
Y
ordena lo siguiente: “Comuníquesele a la autoridad penitenciaria el sentido de
este fallo y ordénese la inmediata y absoluta libertad de José Carlos Contreras
Rodríguez”.
Ante
este fallo del máximo tribunal del país, Armando Martínez considera que el
gobierno de Toranzo “quedó totalmente derrotado”.
–¿Toranzo
ya no puede interponer ningún recurso?
–No
puede hacer nada. Ante el amparo directo que nos dio la Corte no queda ningún
otro recurso.
El
abogado católico esboza una sonrisa triunfal, se acomoda los puños de la camisa
y agrega:
“Bueno,
todavía le queda algo por hacer: pedirnos una disculpa pública. Se la estamos
exigiendo, lo mismo que a Cándido Ochoa, su secretario de Gobierno. Ya respondieron
que no se disculparán.”
–¿Y
entonces qué harán ustedes?
–Acudiremos
a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos para que los obligue a
disculparse. Deben hacerlo. Fue de gran brutalidad la violación a los derechos
humanos que ellos cometieron contra el padre José Carlos y los demás
salesianos.
–¿Qué
hace ahora el sacerdote José Carlos?
–Por
lo pronto está en la casa provincial de los salesianos, en Guadalajara. Se está
recuperando porque salió de prisión con algunos problemas de salud. En breve le
darán alguna parroquia o algún otro destino.
–¿Quién
mataría entonces a Shantal?
–¡Ah!
Eso le corresponde averiguarlo a Toranzo. Debe encontrar al asesino, pues el
homicidio es un delito que no prescribe.
**
Caso
Shantal: Delito “sin culpable”/ RODRIGO VERA
Revista
Proceso No 1929, 19 de octubre de 2013
La
violación y asesinato de la adolescente Shantal González, ocurridos en San Luis
Potosí hace seis años, parecían temas resueltos y con el criminal –un sacerdote
salesiano– en la cárcel. Sin embargo, hace un par de meses la Suprema Corte
reavivó el caso al declarar inocente al inculpado y ordenar su liberación. Pero
hay voces que alertan: el cura sí es culpable, es un psicópata y la
recuperación de su libertad obedeció a negociaciones políticas del más alto
nivel. El crimen está rodeado de secretos, eventuales encubrimientos,
desapariciones y probablemente más homicidios, comenta a Proceso un
especialista que participó en la investigación.
SAN
LUIS POTOSÍ, SLP.- El pasado 21 de agosto el sacerdote salesiano José Carlos
Contreras Rodríguez –sentenciado a 33 años de cárcel por la violación y
asesinato de la menor Shantal González– recibió una noticia en su celda del
penal potosino de La Pila: la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)
acababa de determinar su inocencia y ordenaba su libertad inmediata.
El
fallo de la SCJN puso fin a los cuatro años de cautiverio de Contreras y le dio
un vuelco a la disputa político-judicial entre el gobierno estatal (encabezado
por Fernando Toranzo) que encarceló al sacerdote y las altas esferas del
Vaticano, empeñadas en sacarlo de prisión para lavar la imagen de una Iglesia
ya de por sí muy cuestionada por sus numerosos escándalos de pederastia.
El
21 de agosto, con cuatro votos a favor y uno en contra, la Primera Sala de la
SCJN –en la revisión del amparo directo 78/2012– determinó que las pruebas
aportadas por el gobierno de Toranzo “carecen de sentido”, por lo cual el
religioso debía ser puesto en libertad “al no ser responsable de los hechos que
se le imputan”.
Afuera
de La Pila, al salesiano lo abordó un nutrido grupo de periodistas. Amable y
sonriente, Contreras comentó que había puesto toda su confianza “en Dios” y “en
la Iglesia” para salir libre, y pidió a las autoridades aprehender al verdadero
asesino.
“Vamos
a pedir que se haga justicia. Que haya justicia para Shantal. Que esto no quede
impune”, dijo, flanqueado por su influyente defensor Armando Martínez,
presidente del Colegio de Abogados Católicos.
Sin
embargo en San Luis Potosí mucha gente está segura de que el sacerdote es
culpable. Algunos analistas y criminólogos afirman que su excarcelación es
producto de negociaciones políticas de muy alto nivel, en las cuales incluso
llegaron a intervenir en años pasados Benedicto XVI y el entonces presidente
Felipe Calderón.
Intervención
vaticana
En
entrevista con Proceso el perito en criminalística Julio Ceballos, quien le ha
dado un minucioso seguimiento al caso con investigaciones que influyeron en el
arresto del religioso, asegura tajante: “No me sorprendió para nada el fallo de
la Suprema Corte. ¡Para nada!
“Ese
fallo ya se veía venir desde que el Colegio de Abogados Católicos asumió la
defensa del padre José Carlos, pues ese colegio y su presidente Armando
Martínez reciben instrucciones directas del Vaticano, sobre todo para impedir
en México la legalización del aborto y de los matrimonios entre personas del
mismo sexo. Eso está comprobadísimo. Son un brazo de la ultraderecha. Por eso
cuando el colegio se metió al caso Shantal yo me dije: ‘Ya se metió de lleno el
Vaticano y seguramente le va a tirar línea a la Corte’. Y así fue. Todo era muy
previsible”.
–¿El
Vaticano influyó entonces sobre los ministros de la Corte?
–¡Sí!
¡Definitivamente! Y quien estuvo promoviendo el caso en la Corte fue la
ministra Olga Sánchez Cordero. El Vaticano les tiró línea a los ministros. Fue
una decisión meramente política. Y la Corte absolvió al religioso valiéndose de
un procedimiento legaloide, muy ajeno a la justicia y a la verdad histórica.
Autor
de dos libros sobre el caso –Shantal. Asesinato en el salesiano y Carlos. Un
cura en llamas–, Ceballos dice que siguió paso a paso las negociaciones del
Vaticano para poner en libertad a Contreras.
Señala
que primero intervino el rector mundial de la orden de los salesianos, Pascual
Chávez Villanueva, radicado en Roma y quien por ser potosino estuvo muy
interesado en echarle tierra al crimen, ocurrido en octubre de 2007 en el
Instituto Salesiano Carlos Gómez de esta ciudad y donde José Carlos Contreras
dirigía la primaria. Shantal, de 16 años, cursaba ahí el cuarto semestre de
bachillerato.
Relata
Ceballos: “Pascual Chávez nació en una comunidad del municipio de Real de
Catorce. Estudió aquí en San Luis. Luego se va al Vaticano y allá hace una
brillante carrera que lo encumbra a líder mundial de los salesianos. El
asesinato de Shantal lo alarmó mucho porque ocurrió en su tierra natal y
justamente en una escuela salesiana.
“Gente
muy cercana a Pascual me comentó que éste vino a México y logró hablar con el
presidente Felipe Calderón, pidiéndole que lo ayudara a calmar el escándalo. Y
Calderón a su vez le pide el favor al entonces gobernador de San Luis Potosí,
el panista Marcelo de los Santos, quien empieza a proteger a los salesianos.
“Pero
sale Marcelo y entra Toranzo. Y éste sí aprehende al salesiano. El arresto
traía tan preocupada a la Santa Sede que en marzo de 2012, durante la visita
del Papa Benedicto XVI a Guanajuato, se abordó el asunto dentro de los temas de
agenda entre los jefes de Estado. No era para menos pues es un crimen
considerado de alto impacto social e incluso de dimensiones internacionales.”
Reconstrucción
El
día del asesinato, el sábado 20 de octubre de 2007, Shantal llegó a las 9:08
horas al Instituto Salesiano. Su madre, Teresa Bibiana López Ortega, la llevó
en automóvil hasta la puerta de la escuela, plantel constantemente vigilado con
videocámaras.
Shantal
tenía entrenamiento con el grupo de porristas. A las 13:40 le envió a su mamá
un mensaje por celular: “Ma ya stoy akin la escuela”. Fue la última señal de
vida enviada a su familia. Al paso de las horas y cuando Shantal no volvió a su
casa, su madre intentó comunicarse con ella por celular y no lo logró. Ese día
y el siguiente se le estuvo buscando.
No
fue sino hasta el 22 de octubre cuando se encontró su cadáver en el salón de
usos múltiples, en la planta alta de la escuela. El cuerpo estaba bajo un
colchón de prácticas de tae-kwon-do. Shantal estaba semidesnuda, con el brasier
desgarrado y la blusa abierta. La cara golpeada. La ahorcaron con un cordel de
su mochila y todavía lo tenía alrededor del cuello. La necropsia reveló que
había sido violada.
El
gobierno del panista Marcelo de los Santos, cuyo procurador era Francisco
Martín Camberos, empezó a darle largas a la investigación: dijo que la escena
del crimen había sido contaminada y sería muy difícil dar con el culpable.
En
2008 apareció Shantal. Asesinato en el salesiano, libro de Ceballos donde se
incluyeron documentos, fotografías y testimonios de la averiguación previa,
hasta entonces secretos. El autor afirmaba que el asesino fue uno de los seis
religiosos que habitaban en la casa sacerdotal, ubicada dentro del Instituto
Salesiano: Antonio Martínez (director del plantel), Luis Miguel García, José
Carlos Contreras, Miguel Huerta, Pedro Vallejo y Francisco Zárate.
Ceballos
aseguraba que todos los indicios apuntaban a que Contreras violó y asesinó a la
adolescente en su habitación y después llevó el cadáver al salón de usos
múltiples para no inculparse. Incluso algún otro salesiano pudo haberle ayudado
a mover el cuerpo. Pero en definitiva hubo complicidad y encubrimiento de los
religiosos.
En
septiembre de 2009 el priista Fernando Toranzo asumió el gobierno potosino. Y a
diferencia de su antecesor dejó de proteger a los religiosos, además de
realizar una audaz maniobra contra ellos: nombró procurador al abogado del
Instituto Salesiano –es decir, quien llevaba la defensa de la institución en el
caso Shantal–, Cándido Ochoa Rojas, quien ahora ya es secretario general de
Gobierno y considerado desde entonces traidor por sus antiguos empleadores.
En
octubre de 2009 Contreras fue arrestado. La juez Juana María Castillo lo
condenó a 33 años de prisión por los delitos de violación y homicidio
calificado. Para la Iglesia era inadmisible que uno de sus sacerdotes estuviera
tras las rejas bajo cargos tan denigrantes.
En
2010 el Colegio de Abogados Católicos tomó la defensa del salesiano y llevó el
caso a la SCJN.
Pruebas
desestimadas
“La
Corte determinó que las 256 pruebas que inculparon al religioso son ilógicas.
¡No puede ser! ¡No puede ser que la Corte diga tal disparate! Al contrario,
todas las pruebas tienen una concatenación lógica y natural de ese hecho
criminal. Son pruebas indiciarias que ubican a la víctima y al victimario en
tiempo, modo, lugar y ocasión, como yo ya lo había expuesto en mi libro”,
comenta Ceballos a Proceso.
–¿Qué
pruebas contundentes podría mencionar?
–A
Shantal la violan y la matan entre las 14:00 y las 14:45 horas. Pues bien, hay
una testigo, la guardia de seguridad Galdina Flores, quien declaró haber visto
a Shantal alrededor de las dos de la tarde a las puertas de la casa salesiana.
Galdina dijo que recibió amenazas del padre José Carlos para que no dijera
nada, pero su conciencia no le permitió callar.
“Aparte,
durante las investigaciones se realizó la prueba del luminol, una prueba
química forense de rastreo hemático. Esa prueba detectó 73 rastros de sangre
que iban de la recámara del religioso al salón donde se encontró el cadáver. En
fin, quedó comprobadísima su culpabilidad, al grado de que la defensa del padre
José Carlos no pudo aportar ninguna prueba de descargo.”
–¿Usted
ya tiene bien elaborado el perfil criminal del asesino?
–Sí.
Desde que empecé a señalar al religioso como el asesino, en la revista
Expresión San Luis, comencé a dar datos sobre su perfil criminal. Hoy tengo la
plena certeza de que es un psicópata. Existe la falsa creencia de que los
psicópatas son personas toscas, hurañas y deformes. No es así, son generalmente
personas cultas y refinadas, de buena presencia física y con mucha aceptación
social. Pero no tienen remordimientos ni sintonía emocional con sus víctimas.
“El
día del crimen el padre José Carlos estaba en su habitación y vio afuera a
Shantal –siempre se refería a ella como ‘la niña de las caderas bonitas’–. La
vio sola y completamente vulnerable. Él es un fisicoculturista de más de un
metro 80 de estatura. Ella, una niña con 48 kilos de peso. Seguramente la llamó
y Shantal entró confiadamente a la recámara. Ahí la violó y la mató
espantosamente. No es la satisfacción sexual lo que mueve al psicópata, sino la
sensación de poder sobre la víctima, al extremo de gozar al provocarle la
muerte.
“Al
recibir su sentencia, el padre iba vestido con ropa morada y negra para
realizar un ritual muy raro: se quitó los zapatos y los calcetines y los
bendijo. Después se arremangó los pantalones y se sentó descalzo en el piso en
señal de inocencia y humildad. Estuvo preso en el área geriátrica de La Pila,
la sección carcelaria para los privilegiados. Vivió cómodamente; tenía
televisión, refrigerador y una sala bien amueblada para recibir a las vistas.
“Tampoco
mostró ningún arrepentimiento al salir de la prisión. Todo lo contrario; volvió
a declararse inocente y a pedir justicia para Shantal. Si ya de por sí es muy
difícil rehabilitar a un psicópata, ya se imaginará lo que provocará la
impunidad: reforzará todavía más sus psicopatías.”
–¿Cómo
consiguió usted la averiguación previa que realizaba la procuraduría estatal?
–De
manera anónima me llegó parte del expediente, quizá porque tengo ascendencia en
los círculos policiales debido a mi larga experiencia; he resuelto más de mil
asesinatos en 37 años de carrera. Y este crimen decidí investigarlo por cuenta
propia y con dinero de mi bolsillo. Junté mi investigación con esas partes del
expediente en mi primer libro, Shantal. Asesinato en el salesiano, que
contribuyó muchísimo al arresto del padre José Carlos.
“Algunos
dicen que detrás de mí hay enemigos ocultos de la Iglesia, como los masones,
que mis dos libros fueron escritos por otra persona o que trabajo para el
gobierno de Toranzo. Nada es cierto. Incluso soy un acérrimo crítico del actual
gobierno estatal. Eso sí, siempre me han indignado los feminicidios y sobre todo
éste del salesiano, que casi me cuesta la vida por haberlo investigado.”
Al
decir esto Ceballos se toca la larga cicatriz que le atraviesa la sien derecha
y explica: “Un machetazo. Una noche, en octubre de 2008, caminaba por una calle
solitaria y de repente me agredieron con un machete. Me defendí como pude. Por
ese tiempo recibía amenazas telefónicas de muerte… Sospecho de los salesianos”.
También
refiere que en diciembre de 2010 fue detenido por la Marina, la cual lo entregó
a un grupo especial del Ejército que a su vez lo llevó a las oficinas de la
entonces llamada Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia
Organizada en la Ciudad de México, donde fue interrogado sobre el caso Shantal.
De ahí lo trasladaron al penal tamaulipeco de Santa Adelaida, donde estuvo
siete meses preso en una celda subterránea.
“Me
acusaban de tener vínculos con Los Zetas. Nada pudieron comprobarme. Todo fue
un montaje. Tuvieron que dejarme en libertad”, dice.
El
criminalista hace una pausa. Luego comenta intrigado y meditabundo: “Han pasado
muchas cosas extrañas en torno al caso. Por ejemplo, quien escribió los
prólogos de mis dos libros, Israel Cárdenas Martell, ya lleva dos años
desaparecido; sospecho que muerto. Uno de los religiosos del salesiano, Luis
Miguel García Longoria, murió en un accidente automovilístico después de hacer
declaraciones sobre el libertinaje sexual y la corrupción en el instituto. Y la
familia de Shantal desapareció; no sabemos nada de ella”.
–¿El
fallo de la Corte le pondrá punto final a todo esto?
–No.
El caso sigue más vivo que nunca. La Corte lo revivió. Por lo pronto escribiré
otro libro sobre la decisión política de los ministros y sobre el religioso en
libertad. No olvidemos que es un psicópata muy peligroso, hay que seguirle la
pista… puede reincidir.
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