El “thriller”
Camarena/J. Jesús Esquivel
Revista Proceso
No 1929, 19 de octubre de 2013;
Todo se
revuelve… para enseguida aclararse: El asesinato del agente de la DEA Enrique
Camarena por parte de la CIA; el homicidio del periodista Manuel Buendía; la
triangulación de recursos del narco mexicano destinados a la contra
nicaragüense con el concurso de esa agencia de espionaje; el entrenamiento de
mercenarios centroamericanos en ranchos mexicanos, desde los cuales, por
cierto, también despegaban aviones cargados de droga hacia Estados Unidos; los
nombres de los hermanos Raúl y Carlos Salinas de Gortari como presuntos
implicados en asesinatos, la protección de la DFS a delincuentes… En entrevista
con Proceso el exagente Héctor Berrellez habla de todo esto, confirma su
denuncia de que la CIA mandó matar a Camarena y cuenta paso a paso lo ocurrido.
LOS
ANGELES.- Durante más de un cuarto de siglo el gobierno estadunidense sepultó
toda información relativa al asesinato del agente de la DEA Enrique Kiki
Camarena, cometido en Guadalajara en marzo de 1985. No es para menos: de
haberse destapado la cloaca, el nombre que hubiera quedado peor parado sería el
de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), implicada en los hechos más
turbios del narcotráfico mexicano.
En
una prolongada entrevista con Proceso, Héctor Berrellez, uno de los tres
exagentes federales estadunidenses que la semana antepasada señalaron a la CIA
como autora del asesinato de Kiki Camarena (Proceso 1928), abunda en el tema.
Habla
con fundamento, toda vez que supervisó la Operación Leyenda, articulada por la
agencia antidrogas estadunidense (DEA) precisamente para investigar el
secuestro, tortura y asesinato de Camarena Salazar.
Berrellez,
ahora dueño de una empresa de entrenamiento y asesoría en seguridad y
estrategia, recibe en sus oficinas en California al corresponsal para contarle
los detalles alusivos a dicho plan, que llegó a la siguiente conclusión: la CIA
se coludió con el Cártel de Guadalajara para eliminar a Camarena.
El
nombre de Buendía
“Fui
director de la Operación Leyenda, creada para investigar el secuestro, tortura
y homicidio de Enrique Camarena Salazar. Trabajé en la DEA 27 años. No doy esta
información porque quiera glorificarme o favorecer a algún grupo político de
Estados Unidos. Tampoco por dinero. Lo que digo lo digo de corazón, porque
tengo información y la he tenido desde que me retiré de la DEA (en 1996); la
traigo clavada como una espina y quiero desahogarme”, aclara. “Voy a decir sólo
lo que sé y voy a explicar cómo y por qué lo sé, pues para mí es muy importante
la credibilidad.
“Como
supervisor de la Operación Leyenda y de la investigación, tuve acceso a la
agenda de Kiki Camarena, la cual me entregó la oficina de la DEA en
Guadalajara.
“La
agenda tenía muchos nombres y números telefónicos. Uno de ellos, el de Manuel
Buendía. Cuando empecé la investigación ese nombre no me decía nada.
“Cuando
pregunté quién era Manuel Buendía me dijeron que se trataba de un periodista
mexicano asesinado por la CIA y por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) de
México.”
–¿Quién
le dijo esto? –le pregunta el reportero.
–Fuentes
mexicanas que obviamente conocían el asunto.
–¿Le
dijeron por qué lo mataron?
–Investigué
y llegué a la conclusión de que lo mataron porque publicó unas columnas en las
cuales acusaba a la DFS de proteger a narcotraficantes, y a la CIA de estar
asociada con la Federal de Seguridad en negocios turbios. Incluso identificó
por nombre a algunos agentes de la Agencia Central de Inteligencia.
Berrellez
hace una pausa y vuelve al caso Camarena:
“Dejando
de lado lo de Buendía, porque no era mi asunto, iniciamos las investigaciones
sobre el caso de Kiki. Sospechábamos de los narcotraficantes más notorios de
entonces: Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca
Carrillo, del Cártel de Guadalajara.
“Los
investigamos, comprobamos (sus delitos) y los arrestamos. Por esa investigación
minuciosa supimos en dónde habían interrogado y matado a Camarena: una casa
perteneciente a Rubén Zuno Arce en la calle Lope de Vega, de Guadalajara. Ahí
se halló sangre, vellos, huellas digitales y muchas pistas más.
“Descubrimos
así que una de las personas que habían estado allí era el hondureño Juan Ramón
Matta Ballesteros. Y también hallamos rastros de sangre de Camarena y de otras
personas, entre ellas del piloto mexicano Alfredo Zavala.”
–¿Camarena
estaba registrado como agente de la DEA ante la Secretaría de Relaciones
Exteriores? –se le pregunta.
–Exacto.
Tenía su carnet. No tenía pasaporte diplomático porque en aquellos tiempos (el
gobierno de México) no los daba.
“Relaciones
Exteriores nos daba un carnet y con éste nos garantizaban protección,
privilegios similares a los de un diplomático. Eso traía Kiki.”
Operación
Padrino
“Todos
decían que a Kiki lo habían matado por lo del descubrimiento del rancho El
Búfalo. Nosotros sabíamos que no era cierto”, señala Berrellez.
“A
Kiki lo señalaron porque era muy inteligente. En una reunión en la embajada de
Estados Unidos en México hizo notar que a los narcos les estábamos
descubriendo, confiscando o destruyendo mucha droga y eso no los afectaba.
Propuso entonces decomisarles el dinero, pegarles donde duele. Su idea se
presentó en Washington y allá gustó.”
–¿Quién
era el administrador de la DEA en Washington?
–Jack
Lawn. Él ordenó una operación de intercepción de llamadas telefónicas. Así se
lanzó la Operación Padrino.
“Interceptamos
las llamadas de los narcotraficantes más importantes de Bolivia, Perú, Colombia
e incluso España. Así supimos exactamente cómo movían el dinero.”
Berrellez
cuenta que en 1984 y 1985, gracias a la idea de Camarena, la DEA realizó entre
200 y 300 decomisos de dinero del narco en diversas plazas.
–¿A
cuánto ascendió lo decomisado con la Operación Padrino?
–Creo
que fueron más de mil millones de dólares. Pegamos duro.
–¿Por
qué se da a conocer esta información 28 años después del asesinato de Camarena?
–pregunta el reportero.
–Porque
controlaron la investigación. Cuando se trató el tema de la CIA me dijeron que
dejara eso en paz. La investigación fue muy controlada desde Washington.
Tenemos jefes, ¿no? También hay temor. Yo vivo en Estados Unidos. No estamos
hablando de África.
Tras
matizar lo anterior, Berrellez vuelve al tema de la Operación Leyenda: “Sospechábamos
que el asesinato de Kiki no era por el asunto del Búfalo sino por la idea de la
Operación Padrino.
“Con
la Operación Leyenda interrogamos a testigos, personas de las cuales sabíamos
que habían estado presentes cuando torturaron a Kiki Camarena. Eran dos.”
–¿Quiénes?
–Dos
exjudiciales de Jalisco. Uno de ellos viajó en un carro, un Valiant azul, donde
iban agentes de la DFS, incluso el jefe de ellos: Sergio Espino Verdín. Él
testificó detalle tras detalle…
“Contó
que a las ocho de la mañana llegaron a la casa de Lope de Vega porque se iba a
hacer un operativo. Contó que poco antes de la una de la tarde llegó un
americano: ‘Apúrense. Camarena va a salir ahorita, va a juntarse con su esposa
para almorzar. ¡Pero ya, rápido, porque lo podemos perder!’, les dijo.
“Cinco
federales abordaron sendos autos para ir al consulado de Estados Unidos en
Guadalajara, en la calle Libertad. Pusieron un carro en cada esquina, y el
Valiant en el que iba el testigo interceptó a Kiki cuando el americano lo
señaló.
“Espino
Verdín y otros agentes se bajaron del auto y le dijeron: ‘Somos agentes
federales –le enseñaron sus credenciales– y el comandante quiere hablar
contigo’.
“Kiki
accedió pero quiso comunicarse antes con sus superiores. No se lo permitieron.
Lo arrestaron. No opuso resistencia. Le pusieron una chaqueta para taparle la
cara. Lo llevaron a la casa de Lope de Vega, lo sacaron del carro y le vendaron
los ojos.
“Ahí
llegó Caro Quintero, le dio una patada a Camarena y lo tumbó. ‘Así te quería
tener, hijo de tu chingada madre’, le dijo, según uno de los testigos. Lo
levantaron, ya vendado, y lo metieron a uno de los cuartos de servicio.
“Cortaron
el cordón de los cortineros y con eso lo amarraron; primero de los pies y luego
de las manos, por atrás; quedó hincado. Para entonces los agentes de la DFS ya
habían puesto en el cuarto un equipo de grabación. Era un interrogatorio
policiaco.
“Fueron
ellos, los de la DFS, quienes hicieron los interrogatorios iniciales. También
Ernesto Fonseca estaba allí. Los dos testigos eran gente de Fonseca, eran de la
Judicial de Jalisco, de homicidios, gente de Gabriel González González pero que
él asignaba para proteger a los narcos.
“Fonseca
dijo: ‘Ahorita voy a venir; los dejo encargados, muchachos. No lo torturen
mucho’.
“Se
fue y entonces estos dos testigos se quedaron en el cuarto con Kiki y le
empezaron a hacer preguntas. Las grabaciones de ese interrogatorio las he oído
cien veces. Fue cuando llegaron los cubanos.”
–¿Cuántos?
–Dos
o tres. Uno de ellos comenzó a interrogar a Kiki. Esto nos lo contó uno de los
testigos: “Llegaron unos cubanos con los agentes de la DFS y uno de ellos
estaba interrogando a Camarena”.
“Como
a los seis meses de que el primer testigo nos contó esto llevamos al segundo…”
–¿Puede
darnos el nombre de los dos testigos?
–No.
Pobrecitos, tienen miedo.
“Cuando
tienes la declaración de un primer testigo”, sigue Berrellez, “dudas, no sabes
qué es cierto. Por ello como a los seis meses trajimos al segundo testigo. Éste
nos contó cómo llevaron a Camarena a Lope de Vega, lo vendaron y lo ataron;
igualito a lo que nos dijo el primero. Le preguntamos por las personas que
estuvieron allí y nos dijo que El Güerón fue quien maltrató más a Camarena.
‘¿Quién más?’, le pregunté. Me informó: ‘Llegaron unos cubanos. No los conozco;
eran dos o tres y había uno que interrogaba mucho a Kiki’.”
Félix
Rodríguez
“Los
testigos no conocían el nombre de Félix (Ismael) Rodríguez. Le pedí a mi equipo
que investigara qué cubanos había en México.
“Uno
de los contratistas que trabajaba con la CIA (de él sí te voy a dar el nombre,
porque ya testificó: Victor Lawrence Harrison) me dijo: ‘Rodríguez es el que
maneja en México los campamentos de los contras, donde llegan los aviones
cargados de droga. Los campamentos están en Veracruz, en un rancho de Caro
Quintero. Están usando una aerolínea de Juan Ramón Matta Ballesteros llamada
Setco. Y en esa aerolínea usan a los pilotos para llevar armas a Nicaragua,
para los contras. Pero además esos pilotos llegan a México, cargan coca en sus
aviones y luego llegan a bases militares norteamericanas, donde no tienen que
pasar por la aduana’.
“Pedí
una fotografía de Rodríguez. Luego pusimos una línea de distintas fotos, entre
ellas la del cubano.
“Le
dije al primer testigo: ‘¿Ves aquí a una persona que haya interrogado a Kiki
Camarena? Si la ves en estas fotos, pon debajo tus iniciales y la fecha’.
“Este
testigo puso sus iniciales y la fecha en la foto de Félix Rodríguez.
“Días
después le pedí lo mismo al segundo testigo. De inmediato me dijo: ‘Este
cubano’.
“Pero
después llegó otro informante, quien también estaba ligado con la DFS y la CIA
en el tema de los contras. Me dijo: ‘Lo único que le voy a decir es que el
piloto que sacó de México a Caro Quintero después del asesinato de Camarena es
un americano’. Le pregunté si estaba seguro. ‘¿No era un cubano?’, le insistí,
pero confirmó: ‘No era cubano, era un americano, un gringo de ojos azules;
güero’. ‘¿Y por qué lo sacó?’ ‘Porque trabaja para ellos, para los cubanos y
para la CIA. Incluso el avión en el que sacaron a Caro Quintero era de la CIA’.
Se refería a Setco.
“Decidí
investigar a esos pilotos. Se lo propuse a mis jefes en Washington y me dijeron
que no: ‘A esos pilotos no los vamos a interrogar ni vamos a dejar que los
interrogues, porque están trabajando para Estados Unidos. Enfócate nada más en
los narcos’.
“Hay
otro antecedente por el cual yo tenía muchas sospechas. Yo estuve como jefe de
la oficina de la DEA en Mazatlán en 1986 y 1987.
“Ahí
llegaron varios informantes que me dijeron que había una pista y un campamento
a un lado del rancho Las Cabras, de Antonio Toledo Corro (exgobernador de
Sinaloa), afuera de Mazatlán. Y en esa pista estaban bajando aviones americanos
que sacaban grandes cantidades de cocaína.
“Los
informantes me llevaron a ese campamento con la pista clandestina. Y en efecto
había aviones grandes. Tomé fotos.
“Cada
mes teníamos juntas en la embajada. En una de ellas les dije a los jefes:
‘Tengo estas fotos de un campamento donde hay aviones americanos que
supuestamente están sacando mucha coca’. Me dijeron: ‘Déjalo en paz. Es un
campamento para entrenar a los contras’.
“Ya
era mucha información sobre la CIA y los cubanos, que estos además andaban en
México con credenciales de la DFS. Teníamos que hacer algo. Por ello recluté
como informante a un excomandante de la DFS, Federico Castel del Oro, pues
quería saber cómo trabajaba esa corporación con la CIA.
“Le
pregunté a Castel cuál era la función de la DFS y me contestó: ‘Cuidar a los
narcos. Cuando me mandaron de México a Guadalajara como director de la DFS, me
dio órdenes José Antonio Zorrilla Pérez. Tenía que estar ahí para proteger a
los narcos y ver que el dinero se repartiera bien, para los de arriba, los
políticos’.
“Además
me contó que todos los comandantes de la DFS en las plazas cumplían órdenes de
México. ¿Cómo crees que podían tener tantos plantíos en El Búfalo.”
–¿Zorrilla
Pérez?
–¡Claro!
Con lo que me contó Federico las cosas comenzaron a tener más sentido.
“Cuando
estuve en México hice amistad con Guillermo González Calderoni. Él se peleó,
según me dijo, con Raúl, el hermano del entonces presidente Salinas de Gortari.
Me contó que la bronca fue por no reportar la cuota como se tenía que reportar.
“Me
contó más: ‘Ellos mandaron matar a dos políticos del PRD en Monterrey. Mandé
gente que los matara por órdenes de Carlos y Raúl Salinas’. También aseguró que
ellos mandaron asesinar a José Francisco Ruiz Massieu. ‘Al Joto’, así me dijo.
‘Esos (Carlos y Raúl Salinas de Gortari) eran bien sanguinarios y me acusaron a
mí, me fincaron cargos y fue cuando me fugué’.
“Me
pidió que lo sacara. Mandé un jet y lo llevaron a Los Angeles.
“Estando
Guillermo en Estados Unidos me dijo: ‘Me hiciste un gran favor al sacarme de
allá y te voy a decir algo: Salte de esa investigación que traes, lo del
homicidio de Camarena, por favor… te vas a apestar y de todas maneras no vas a
sacar nada’.
“‘¿Qué
traes?’, le pregunté. Y estaban unos americanos conmigo cuando lo dijo: ‘Mira, ustedes
mismos mataron a Kiki; los americanos mataron a Kiki y no se hagan pendejos. A
ti nada más te están usando’.
“Le
pedí a Guillermo que me hiciera el favor de repetir lo mismo pero en inglés,
para que lo oyeran mis camaradas. Y lo dijo en inglés.
“Poco
después Guillermo se fue a Texas y allá se encontró con Phil Jordan.
“Pasado
un tiempo Jordan me habló y me dijo que Guillermo estaba preocupado por mí. Me
contó que González Calderoni le había dicho que a Kiki lo había matado la CIA y
le dio muchos detalles.
“‘¿Qué
te dijo?’, le pregunté a Jordan. ‘Que todo mundo sabía en México, entre los
comandantes, que Félix Rodríguez había dado la orden a Matta Ballesteros, y
Juan Ramón voló de Honduras a México para darle la orden a Fonseca y a Caro;
que ellos y la DFS tenían que levantar a Kiki. Era nada más para interrogarlo,
para que divulgara sus fuentes’.
“Ahora
sale a la luz que liberan a Caro Quintero y la DEA no quiso decir nada.”
–¿Por
qué?
–No
sé, pero la prensa de Estados Unidos me pidió una reacción a esa liberación
porque la DEA en Washington no quería hablar. Dije que cómo era posible que
liberaran a un perro rabioso, a un psicópata que hasta le metió un palo de
escoba por el recto a Kiki Camarena.
“Los
reporteros me cuestionaron sobre las razones por las cuales lo habían liberado:
errores legales. Les dije que le preguntaran al gobierno de México.
“Cuando
dije esto los periodistas me preguntaron por qué ahora lo liberaban y mi
respuesta fue: porque el PRI regresó a la Presidencia. El PRI no puede manejar
el caso Caro Quintero porque está detrás de su dinero. Que al PRI le hacen
cosquillas las manos para quitarle el dinero a Caro Quintero. La última vez que
vi el saldo de las cuentas bancarias que tiene Caro en Luxemburgo, tenía más de
4 mil millones de dólares. Y también otra cuenta con una suma mayor, que nunca
se le decomisó, en Suiza.”
–¿Cuánto
dinero tenía en la otra cuenta?
–No
me acuerdo. Te mentiría si te doy una cifra precisa, pero eran varios miles de
millones de dólares, sumas tremendas.
El
suplicio
–¿Por
qué mató Caro Quintero a Camarena?
–Se
le pasó la mano. Los dos testigos que estuvieron ahí nos contaron que vieron
cuando lo torturaron. Incluso que El Güerón (llamado Antonio Fonseca y a quien
nunca arrestaron) se subió a una cama, juntó las rodillas y se dejó caer sobre
las costillas de Kiki. Se las rompió.
“Fue
cuando en realidad se puso mal Camarena. Después regresó Ernesto Fonseca y
preguntó cómo estaba Kiki. Uno de los testigos le informó que estaba todo
jodido, que lo habían chingado.
“Fonseca
salió del cuarto y le dijo a Caro Quintero: ‘Hijo de tu chingada madre, te
estás pasando’. Discutieron a gritos y decidieron traer a Álvarez Macháin a la
casa.
“(El
doctor) Álvarez Macháin traía también credencial de la DFS. Llegó a la casa,
vio a Camarena y le dijo a Fonseca: ‘Jefe, está muy mal’. Fonseca le preguntó
si lo podía ayudar y Álvarez Macháin le señaló que la única manera de salvarlo
era llevarlo a un hospital.
“Los
de la DFS dijeron que eso no se podía y fue cuando Fonseca le dijo a Caro
Quintero: ‘Ya ves, hijo de la chingada; tú vas a cargar con esta cría’, y le
dio una cachetada. ‘Eres un idiota; esto no debió pasar. Pero tú te vas a
quedar con este problema’.
“Fonseca
entonces les dijo a los testigos: ‘¡Vámonos a la chingada, aquí se va a hacer
un pedote!’ Se fue a su casa, donde comenzó a drogarse. A sus pistoleros les
dijo: ‘Esto va a valer madre’. En la casa de Lope de Vega la gente de Caro
Quintero se ensañó con Kiki.”
–¿Cómo
murió Camarena?
–Le
dieron con una barreta en la cabeza.
–¿Lo
mataron en la casa de Lope de Vega?
–En
el carro. Los sacaron de la casa (a Camarena y a Zavala) y los echaron al
carro. Iban vivos los dos. Los mandaron enterrar, pero Kiki iba agonizando y
uno de los sicarios conocidos como los Tierra Libres, no me acuerdo cómo se
llama, le dio con la barreta en la cabeza y lo mató. Pero el piloto iba vivo.
Lo enterraron vivo en el mismo hoyo que a Kiki.
–Se
dice que Félix Rodríguez los quiere demandar a usted y a Jordan por las
declaraciones a Proceso y a Fox News sobre el caso CIA-Camarena.
–No
le tengo miedo. Esperaré con mi equipo de abogados y todas las evidencias que
tengo de lo que investigué en la Operación Leyenda. Vamos a ver quién sale más
quemado con el asunto de la CIA, los contras y todo lo demás.
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