Palabras
del Presidente Enrique Peña Nieto,
durante Ceremonia de Entrega de Ascensos y Condecoraciones, en el marco del 103
Aniversario de la Revolución Mexicana
Plaza de La Constitución 20 de noviembre de 2013
Señoras
y señores.
Muy
buenas tardes.
Quiero
saludar la presencia de los titulares de los Poderes Legislativo y Judicial de
nuestro país.
Al
señor General Secretario de la Defensa Nacional.
Al
señor Almirante Secretario de Marina.
Los
señores integrantes del Gabinete del Gobierno de la República.
Al
señor Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
A
los señores Generales, Almirantes, Jefes, Capitanes, Oficiales, Tropa y
Marinería.
Señoras
y señores.
Señores
representantes de los medios de comunicación.
Hoy,
es un día de fiesta nacional, celebramos el 103 Aniversario del inicio de la
Revolución Mexicana.
Rendimos
homenaje a mujeres y hombres que lucharon hasta, incluso, entregar su vida,
inspirados por el anhelo compartido de libertad, justicia y democracia.
Recordamos
a Francisco I. Madero y su cruzada en favor de los derechos democráticos; a
Francisco Villa y su combate contra la injusticia; a Emiliano Zapata y su
defensa de la tierra y la libertad.
Tenemos
presente a los hermanos Flores Magón y su reivindicación de los derechos
laborales; a Venustiano Carranza y su lucha por restablecer el orden
democrático.
Rememoramos,
también, a Álvaro Obregón y su respaldo a la educación pública; a Plutarco
Elías Calles y su visión institucional.
La
Constitución de 1917, el gran legado de la Revolución Mexicana, sentó los
cimientos para recuperar la paz y refundar la Nación, con base en la legalidad
y la vida institucional.
Nuestra
Carta Magna fue la primera en el mundo en sumar libertades individuales y
derechos sociales.
En
ella se manifestó la decisión de nuestra sociedad de preservar la soberanía
nacional, lograr la justicia social para campesinos y obreros, y ofrecer
educación gratuita a niños y jóvenes por igual en todo el país.
En
nuestra Ley Suprema quedó grabada la determinación del pueblo para garantizar
una vida digna a cada habitante y, desde luego, hacer realidad la democracia,
exigencia que detonó el Movimiento de 1910.
Bajo
su guía, mexicanos hemos creado instituciones que atienden los derechos de los
trabajadores y sus familias.
Hemos
edificado amplios sistemas de educación, salud, seguridad social.
Hemos
construido infraestructura para el bienestar y progreso de las distintas
regiones del país.
Precisamente,
una de las instituciones creadas por el movimiento revolucionario es el
Ejército Mexicano. La creación de esta gran institución militar fue la
respuesta patriótica de Venustiano Carranza ante la ruptura del orden
constitucional, cuya expresión más dolorosa fue el cobarde asesinato del
Presidente Francisco I. Madero.
La
primera misión cumplida de nuestros soldados fue restaurar el régimen
institucional y reivindicar la voluntad democrática de la ciudadanía.
Desde
entonces, el Ejército Mexicano ha escrito páginas de gloria en defensa de
nuestras instituciones, la Constitución y la República.
Ha
sido factor de cohesión, estabilidad y desarrollo para el país. Ha sido una
fuerza en favor de la paz y la tranquilidad de la población.
Por
eso, en su honor, 2013 se ha declarado Año de la Lealtad Institucional y
Centenario del Ejército Mexicano.
Como
Presidente de la República ha sido muy satisfactorio ver que este
reconocimiento, en él hemos coincidido los Poderes de la Unión, los tres
órdenes de Gobierno y la sociedad en general.
Éste
es, sin duda, un merecido homenaje a todos los integrantes de las Fuerzas Armadas.
En
el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, tenemos instituciones militares a la
altura de nuestros tiempos y desafíos.
Una
Nación que recuerda y valora su pasado es capaz de tomar las riendas de su
propio destino.
Los
mexicanos tenemos conciencia histórica y revolucionaria, por eso hemos
comenzado la conmemoración de la Revolución Mexicana honrando a quienes tienen
la elevada encomienda de proteger los valores supremos de la Patria.
Celebro
que hoy estemos aquí, en la Plaza de la Constitución, para reconocer y
condecorar a quienes preservan los ideales que nos identifican a todos: la paz
y la unidad, la justicia y la libertad, la soberanía y la independencia.
Los
mexicanos nos sentimos muy orgullosos de contar con Fuerzas Armadas leales y
patriotas. Con su firme convicción republicana ustedes salvaguardan la
integridad de nuestro territorio y la seguridad interior del país.
Con
su espíritu solidario ustedes auxilian a la población civil en casos de
desastre y desempeñan una ejemplar labor social.
Como
Presidente de la República y como su Comandante Supremo, me honra entregar
reconocimientos a integrantes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.
Felicito
a quienes este día en términos de ley han recibido ascensos por su permanente
formación, brillante desempeño e invariable profesionalismo.
Valoro
el compromiso con que sirven a la Patria, así como su elevado sentido del deber
y de la responsabilidad.
Estoy
orgulloso, también, de condecorar a integrantes de nuestras instituciones
militares, por sus valiosos servicios a la Nación, así como por sus logros
deportivos.
Por
su tenacidad y constancia, ustedes son ejemplo para millones de mexicanos, son
un testimonio vivo de la gallardía en el cumplimiento del deber y de entereza
ante la adversidad.
Con
la entrega de ascensos y condecoraciones, el Gobierno de la República reconoce
la valiosa labor del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea en la construcción
de un mejor país.
Siempre
que la Patria los ha necesitado han acudido a su llamado con diligencia,
valentía y eficacia.
En
todo momento y frente a cualquier circunstancia le han cumplido a México y a
todos los mexicanos.
Así
como en la Revolución, cientos de miles de mujeres y hombres se movilizaron
para construir un mejor país, los mexicanos de esta generación tenemos la
oportunidad histórica de transformar a México a partir de las instituciones.
Vivimos
un momento de cambio profundo en el que cada mexicano y cada sector de la
sociedad estamos llamados a hacer nuestra parte en favor de la Nación.
La
responsabilidad del Gobierno de la República está en señalar el rumbo, en
proponer soluciones y crear las condiciones necesarias para que todo mexicano
pueda desarrollarse plenamente.
Con
base en el diálogo, el entendimiento y el acuerdo, hemos decidido transitar por
el camino de las reformas transformadoras para realizar los cambios de fondo
que exige la ciudadanía y, sobre todo, que demanda nuestro país.
Son
reformas para adecuar nuestras instituciones a los nuevos tiempos, a los nuevos
retos, a las nuevas oportunidades que tenemos como sociedad y como Nación.
Necesitamos
transformar nuestras instituciones políticas, económicas y sociales para lograr
un Estado eficaz y, sobre todo, una democracia de mayores resultados.
Una
democracia con capacidad para construir una verdadera sociedad de derechos en
la que cada mexicano goce en su vida diaria los derechos que le reconoce
nuestra Constitución.
Con
este objetivo en mente, hemos venido trabajando con los Poderes de la Unión,
con los órdenes de Gobierno, con las principales fuerzas políticas y con la
ciudadanía en su conjunto.
Estamos
sumando y coordinando esfuerzos para alcanzar un México en paz; lograr un
México incluyente; tener un México con educación de calidad; construir un
México próspero y consolidar un México con responsabilidad global.
Éste
es el México que exige y merecen la mayoría de los mexicanos y por el que hemos
estado trabajando desde el primer día de Gobierno.
Señoras
y señores:
En
el 103 Aniversario del inicio de la Revolución Mexicana refrendamos el origen
revolucionario y el compromiso de justicia social de nuestras instituciones.
Los
valores de este histórico movimiento popular son nuevamente fuente de
inspiración para el Gobierno de la República.
En
ellos encontramos un fuerte aliento para seguir impulsando políticas públicas,
que nos permitan lograr un país con mejores oportunidades de desarrollo para
todos los mexicanos.
En
sus motivaciones hallamos un gran ejemplo para enfrentar la desigualdad y
generar condiciones de justicia en su más amplio sentido social.
En
la vida y la obra de quienes alentaron la causa revolucionaria, hay lecciones
de determinación que nos vuelven a concretar hoy los cambios que demandan las
grandes mayorías de mexicanos, por encima de cualquier interés personal o de
grupo.
Con
paz, democracia y sólidas instituciones, nuestro país transita hacia una nueva
etapa de su desarrollo.
Con
la misma energía y esperanza de los mexicanos de hace un siglo, estamos listos
para hacer de México la Nación próspera, justa e igualitaria que hemos
anhelado.
Muchas
gracias.
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