20 nov 2013

No había necesidad de pactos, dice el PRI. Mmm. Y que dirá EPN?


  • "Somos un partido socialdemócrata, somos un partido de centro, de centro-izquierda en todo caso, pero tenemos también un claro sentido del pragmatismo..dice Camacho Quiroz.

 Pacto no implica cogobierno: PRI
 César Camacho Quiroz, presidente nacional del PRI, aseguró que en el país “no hay cogobierno”, y que el Pacto por México que el gobierno federal y el Revolucionario Institucional firmaron con el PRD y el PAN “es una instancia para tener acuerdos” o, en el mejor de los casos, “una razonable, hasta productiva, división-colaboración entre Poderes”. Dijo, “a riesgo de parecer cínico”, que si en el pasado un gobierno priista no llegó con sus opositores a un acuerdo político como el que está vigente, con el cual en menos de un año han salido varias reformas constitucionales, fue “porque no se necesitaba”. Sostuvo que hasta 1997 –cuando el priismo perdió la mayoría en la Cámara de Diputados–, el PRI tenía los instrumentos políticos y jurídicos para emprender acciones de esa naturaleza, empezando por su cantidad de legisladores, lo cual hoy ha cambiado.
Andrés Becerril entrevista a César Camacho Quiroz.
Excelsior, 20 de noviembre

En entrevista con motivo del 103 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana –movimiento del que surgió en 1929 el Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecedente del PRI–, aseguró que en su instituto político “hoy nos parecen importantes los postulados centrales del origen de la Revolución, que son la democracia y la justicia social”, aunque como conceptos “dinámicos y en movimiento”.
–¿Qué significa para el líder del PRI la Revolución a 103 años de distancia?
–Es un referente indispensable. México ha vivido tres momentos fulgurantes en su historia: el movimiento insurgente que devino en la Independencia, la Reforma y la Revolución.
“Estos movimientos que son constituyentes de la Patria, no son patrimonio de ninguna expresión política. No obstante, mi partido los ha tomado como referente de los valores que ahora mismo promueve:  independencia, libertad y el compromiso social de cada uno de ellos.
“El 20 de noviembre, siendo el inicio de un movimiento que tiene como bandera principal la no reelección, una demanda de carácter político, deviene en un movimiento de carácter social que ya sobre la marcha surge como una reivindicación, quizá más importante que la primera.
“La bandera de la no reelección, que además es una bandera consumada, que se consigue al salir Porfirio Díaz de la Presidencia, al llegar Madero a la Presidencia, empieza a enfrentarse con nuevos retos: el golpe de Estado de Victoriano Huerta y luego la consolidación de un proyecto de país, que cuesta delinear porque había más de una manera de concebirlo y ver para adelante, hasta que alguien que tiene una visión constructora de leyes e instituciones promueve un movimiento constitucionalista, que es el que le da cauce al movimiento que iniciando en 1910  –ni siquiera acaba en 1917– tiene un hito en 17, pero se prolonga al grado que le cuesta la vida a Venustiano Carranza.
“Por eso para nosotros es un referente obligado, importante para explicar el México del siglo XX, que dicho de paso es la consolidación del proyecto de país del 17, lo concreta el PRI en sus tres expresiones institucionales: PNR, PRM y el PRI a partir de 1929.”
–¿Siguen  vigentes para el PRI los postulados revolucionarios, cuando ha modificado sus documentos y se  ha alejado del nacionalismo?
–Acuñamos la expresión nacionalismo revolucionario, que viene del propio nombre original y que se queda como una especie de tesis, de postulado, de bandera; el nuestro es un partido que sin perder la esencia, sin perder principios y valores originales, ha tenido el acierto de adecuarse, de adaptarse a los tiempos, hoy nos parecen importantes los postulados centrales del origen, que son la democracia y la justicia social. Los entendemos como conceptos dinámicos, conceptos en movimiento.
“En la etapa inicial posrevolucionaria, del PNR y el PRM, México no demandaba, los mexicanos no demandaban, una democracia compleja y sofisticada; demandaba bienestar, y eso es lo que el Estado mexicano les dio al crear instituciones sólidas que permitieran un crecimiento económico, que tuvo como consecuencia la migración  del campo a la ciudad, una industrialización importante, digna de ser destacada; trajo un crecimiento sostenido con estabilidad económica. Muchos recordamos la paridad de 12.50 (del peso) con el dólar, que duró muchísimo tiempo.
“En los años sesenta empieza a abrirse, desde el 29 a los sesentas... a 1964, una especie de necesaria apertura, si bien tímida, en lo político, para tener en el Cámara las voces de las minorías.
 “En 1977 se dio la reforma política, que invita de hecho a partidos, a expresiones políticas, a la oposición, a incorporarse a la vida política y a expresar sus puntos de vista en la tribuna del Congreso y no con las armas y no con expresiones de una guerrilla incipiente, que no con ello dejó de ser importante y que generó desestabilización y zozobra.
“Y a partir de entonces contemporizaron sin dejar de buscar reivindicaciones sociales y empezó la búsqueda de un sistema más democrático. Hablamos de dos hitos, del 64 y 77. Otro momento definitivo es el 88, la creación el Frente Democrático Nacional, antes la corriente democratizadora del PRI; advertimos que un sistema no sólo monolítico, que eso es lo de menos, sino cerrado, obligó a algunos a buscar, porque los espacios eran demasiado estrechos para darle cauce a manifestaciones nuevas y distintas de hacer política, y de ahí el 88.
 “Quizás el otro momento importante es el 97, porque en el 91 el PRI recupera prácticamente todo, y en 94, (tras) el asesinato de (Luis Donaldo) Colosio (candidato presidencial priista), viene el triunfo rotundo del PRI; pero en 97 el PRI pierde la mayoría en la Cámara de Diputados y en 2000 la Presidencia.
 “En este largo recorrido, se advierte cómo hay nuevas demandas sociales, más vinculadas con la política y con la democracia, diríamos de calidad, que reivindicaciones sociales; corrijo, no deja de haber la búsqueda de reivindicaciones  sociales, pero se suman demandas en el ámbito de lo democrático.
 “Algunos valores muy concretos de la democracia: mayor transparencia y rendición de cuentas; en algún momento se introduce la Contraloría como función de contrapeso, se les da el rango de organismo autónomos al IFE en 90, al Banco de México, a la CNDH, que en menos de diez años pasa de ser un departamento de Gobernación a un organismo autónomo, o sea, la cultura proveniente de otras latitudes, en una corriente global.
 “México no es ajeno a ella y estaríamos, en sentido lato, obligados, en sentido estricto, convencidos de la necesidad de abrir ese tipo de espacios para darle satisfacción a demandas de una democracia de más calidad.
 –¿Se ha considerado en los últimos meses, después del triunfo de 2012,  modificar el nombre del PRI? No sería la primera vez.
 –Lo hemos valorado. Hace algunos años, sobre todo después de 2000 fue un tema que se trató seriamente en la dirigencia y en los órganos de deliberación, y decidimos que no, que no tendríamos que cambiar la siglas, pero sí que tendríamos que transformarnos, para sin perder la esencia de su origen, que es la democracia y la justicia social, sin perder éstos como los referentes al navegar, como las estrellas polares para navegar, para no perder el rumbo, que el que se tiene que modernizar es el partido en su conjunto y su manera de desdoblarse, de manifestarse, porque de nada sirve cambiar el nombre y el logo si no se cambia de fondo.
 “Fue tema en nuestra asamblea, mantener el nombre, nuestra expresión  gráfica, pero modificar sensiblemente varios aspectos de su vida institucional.”
 –¿En qué radica esta modificación?
 –Identifico dos grandes vertientes, una al interior y otra en relación con la sociedad.
 Al interior, un partido más abierto, más ágil en el procesamiento de sus decisiones. Nos convertimos en un partido de tramitólogos, nos complicamos la vida interna, a veces tuvimos reveses de la autoridad electoral por incumplir nuestras propias normas, y quienes complicamos las normas fuimos nosotros mismos; nos convertimos en un partido más abierto en tanto que se habilitó la posibilidad de que alguien sin credencial del PRI pueda ser postulado como candidato del PRI. Nos mostramos más abiertos cuando permitimos que alguien que se haya separado del PRI desee reingresar, previo proceso calificado, o que un militante de otro partido se pueda convertir al priismo.
 “Creamos una unidad de transparencia, sabiendo que es una obligación legal, la convertimos en una convicción firme de la dirigencia. Fortalecimos la instancia de mujeres, de cuadros para formar y capacitar a los que tendrán como vocación y destino profesional las dirigencias, candidaturas y el servicio en la administración pública.
 “Tendimos más puentes, con la sociedad civil, una secretaría de vinculación con ese tipo de organizaciones. Es decir un partido más abierto, más moderno más ágil, un partido que decide aprovechar las herramientas de la comunicación y la tecnología, el mundo digital como instancia, para hacer y comunicar política.
 “Al exterior nos ajustamos, afinamos nuestras posiciones frente a los fenómenos nacionales, abrimos nuestros criterios a partir de la reforma energética; lo que hoy postulamos en las Cámaras, en el Senado para ser exacto, no hubiera sido posible al amparo de estatutos y programas de acción anteriores.
 “Actualizamos nuestras posiciones en materia de telecomunicaciones, competencia económica, sobre los temas hacendarios que hoy están siendo convertidos en iniciativas de reformas constitucional para ser  congruentes con lo que el PRI decidió establecer en sus nuevos documentos  básicos.
 “En síntesis: los principios y valores se mantienen vigentes porque son intemporales, y la manera de hacer política se renueva e incluso tiene afanes, deseos anticipatorios: no sólo esperamos que nos pongamos al ritmo, sino ver qué viene, atisbando al mundo con un partido más abierto a las corrientes de pensamiento a las que nos hemos suscrito, como la internacional socialista.”
 –¿Cómo define al PRI en la geometría política?
 –Somos un partido socialdemócrata, somos un partido de centro, de centro-izquierda en todo caso, pero tenemos también un claro sentido del pragmatismo, es decir, la ideología es útil mientras no la convirtamos en dogma, mientras el partido no se inmovilice por seguir un dogma político. Hay decisiones, posiciones que demandan ingenio, capacidad de negociación, sentido de la oportunidad, son ingredientes vitales en  la política, y ésa es la parte a la que me refiero cuando lo califico de pragmatismo necesario.
 –¿La adecuación que ha tenido el PRI se debe a los 12 años que no estuvo en la Presidencia? ¿Qué aprendieron en ese tiempo?
 –Yo creo que en el aprendizaje de 84 años uno muy importante y enriquecedor es el de los últimos 12 años. Pero no es sólo lo que aprendimos ahora, sino es entender la perspectiva histórica del partido y de México.
 “Ver al partido en relación a todo lo que hicimos juntos los mexicanos en el siglo XX y aprender lo que más se pueda en estos 12 años en el paso por el desierto. Quizá lo que más aprendimos fue la horizontalidad en la toma de decisiones, después de ser un partido verticalista, horizontalizamos la toma de decisiones porque la necesidad a eso nos obligó esos 12 años.
 “Ante la falta de un personaje políticamente omnipotente se crearon los grupos, las expresiones colegiadas de toma de decisiones en las que estuvieron siempre los gobernadores, los coordinadores parlamentarios, los diputados locales, los presidentes municipales.
 “Surgieron organizaciones de esas autoridades en esos 12 años y no sólo las mantuvimos, las llevamos a los estatutos, la organización de presidentes municipales era una asociación civil; los diputados locales organizados están en los estatutos.
 “En ese afán de involucrar a más gente en la toma de decisiones otro es el aprendizaje, por cierto costoso y por momentos hasta doloroso de no tener bien abiertos los sentidos para percibir lo que la gente está demandando, yo creo que ésa fue en buena medida una de las causas de la derrota de 2000, no haber entendido con claridad, no haber interpretado los signos, los mensajes que estaba dando la ciudadanía en la víspera de las elecciones.”
 –¿Quizás soberbia?
–No sé si soberbia, pero por lo pronto un buen grado de miopía o una percepción distorsionada; no lo calificaría de soberbia, porque el partido sabe muy bien que debe aliarse con la sociedad, pero a lo mejor no supimos interpretar qué quería, cómo hacerlo y, bueno, el revés fue un cataclismo para el priismo de entonces, porque en su haber no tenía una derrota de esa naturaleza. Para el PRI fue muy aleccionador lo que pasó en 2000 y 2012: no solamente aprendimos muchas cosas qué hacer, sino que aprendimos muchas cosas que no hacer.
 –A usted le tocó como gobernador tener a un Presidente priista, que era el jefe. A usted ¿qué le gusta más en términos de política? ¿Tener jefe siendo gobernador?
 –Puedo decir con honradez que era una posición más cómoda, porque había que batallar menos, porque alguien tomaba decisiones. Solo, pero no aislado, hay que decir en favor de los Presidentes.
 “Un Presidente muy fuerte que toma decisiones que se acatan, pero no un Presidente desconectado, desvinculado de otros actores de la política o de la realidad, no.
 “No obstante, la conformación del poder ahora,  y no obstante que tenemos un Presidente priista, ese tipo de decisiones horizontales se mantiene, porque es un Presidente que tiene el talante y el talento para escuchar, para construir consensos empezando por casa, y creo que es un avance cualitativo en la vida interna del PRI y lo es en la vida democrática de México.
 “Es decir, un Presidente fuerte, pero no omnipotente. Un Presidente sometido a los controles que la ley establece tanto entre partidos como en ámbitos de gobierno. En síntesis, alguien que ejerce una Presidencia democrática.”
 –¿El Pacto por México es una consecuencia de esa modernidad que dice ha tenido el PRI, es una forma de cogobierno con el PRD y con el PAN?
 –Es una instancia para tener acuerdos, no hay cogobierno. Hay una división funcional del trabajo del poder público que está en la Constitución, es decir, el Presidente ejerce las del Ejecutivo a plenitud, el Congreso hace lo propio; bueno, no hay cogobierno, hay equilibrios entre los Poderes.
 “La Corte hace su tarea de ser un tribunal constitucional que verifica el apego de los actos de autoridad a la Constitución y enmienda planas si se necesita. El Legislativo con su conformación plural y colegiada expide leyes, equilibra el ejercicio del poder por parte del Ejecutivo, y el Ejecutivo ejerce a plenitud las funciones que le da la Constitución, y a mí personalmente me gusta, yo soy afecto a un sistema presidencial, donde el Presidente sea un personaje fuerte, acotado por la ley, pero un personaje fuerte, porque si no es fuerte, el jefe del Estado no tiene la capacidad suficiente para conducir la nave.
 “Entonces, más que cogobierno hay una razonable, hasta productiva, división-colaboración entre Poderes.”
 –¿En el PRI de antes de 1999 por qué nunca fue posible hacer un pacto como el Pacto por México?
 –Bueno, a riesgo de parecer cínico, primero porque no se necesitaba. Porque hasta 1997 el PRI tenía los instrumentos políticos y jurídicos para emprender acciones de esa naturaleza, tenía mayoría en el Congreso. Diré algo a favor del  PRI, algo que abone al prestigio del PRI, que abone a la democracia: todos estos cambios radicales de los que hablamos ocurrieron por voluntad del PRI, aunque haya sido a impulso, a sugerencia de otros, al final fue por voluntad del PRI, porque al final el PRI tenía la llave de las reformas constitucionales. La del 77 y 96. Todas pudieron llevarse a cabo por la voluntad política del PRI.
 “¿Por qué no se hizo? Porque no había necesidad. Porque el entorno, la composición del poder, no lo ameritaba. Ahora, no obstante todo ello, el PRI siempre fue un partido tendedor de puentes, los gobiernos del PRI fueron siempre... tuvieron capacidad para conciliar y concitar; sí hubo pactos, los económicos, para el crecimiento económico.
 “No es que no hubiera voluntad, no había necesidad. Más bien lo que tendríamos que preguntar es por qué en 12 años no hubo pactos, porque en estos 12 años inmediatos anteriores sí había condiciones, o las condiciones de la política parecieran sugerir la necesidad de un pacto.”
 –¿Las reformas energética y político-electoral para cuándo van a salir?
 –Lo que está por delante es la afinación de los temas, porque están expresados, la afinación para decir con exactitud qué va cuándo, y otro detalle, las reformas son constituciones, no daría tiempo para las secundarias de éstas, pero basta que haya una reforma constitucional que dé alcances y defina márgenes de cada reforma, porque la legislación secundaria no podría tener un alcance menor que la legislación constitucional, eso es técnicamente imposible.
 “Lo digo para la tranquilidad de los firmantes del Pacto. Soy un convencido de que aprobadas las reformas constitucionales, las secundarias vendrán enseguida, no sé cuándo, pero vendrán en la misma sintonía, en el tono, alcance y entonación de la reforma constitucional. Eso es preludio de la dictaminación de la reforma energética. Pero estarán este año.”
UN ACUERDO “ENRACHADO”
En diciembre pasado, con el inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto, César Camacho se convirtió en presidente nacional del PRI.
Fue presidente municipal de Metepec, Estado de México, así como gobernador de esa entidad federativa.
A mediados de octubre pasado afirmó que el Pacto por México ha dado grandes resultados y seguirá generando importantes acuerdos para el país.
“El Pacto está enrachado. Como en las aeronaves, logró velocidad de crucero, tiene la altura debida y está cabalmente vigente”, sostuvo.
Camacho Quiroz subrayó que hay 95 compromisos originales y 11 más del anexo, y una vez que se logre la meta serán los mismos firmantes del Pacto quienes decidan si éste continúa o concluye.
Gracias al Pacto, dijo, “hoy es posible contar con las reformas que necesitaba el país, como la educativa, junto con sus leyes secundarias, la de telecomunicaciones y la de competencia económica”.

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