Plaza de la Constitución, a 20 de noviembre de 2013
Ceremonia de Entrega de Ascensos y Condecoraciones, en el marco del 103 Aniversario de la Revolución Mexicana
El Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la SCJN, en uso de la palabra.
Señor licenciado Enrique Peña Nieto, Presidente Constitucional
de los Estados Unidos Mexicanos; señor Senador Raúl Cervantes, Presidente de la
Mesa Directiva de la Cámara de Senadores; señor Diputado Ricardo Anaya,
Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Distinguidas
señoras; respetables señores:
Celebramos
un nuevo Aniversario del Inicio de la Revolución Mexicana.
Como
en otras ocasiones, esta fecha nos brinda la oportunidad de hacer un recuento
de lo que hemos hecho como país, y lo que aún nos falta por hacer, a la luz de
las exigencias y reclamos sociales que dieron origen al movimiento armado de
1910.
Este
movimiento revolucionario fue sostenido, antes que nada, por una exigencia de
igualdad y justicia entre los mexicanos.
La
marcada diferencia entre la clase gobernante, perpetuada indebidamente en el
poder y la sociedad, fue, sin duda, el mayor catalizador.
Una
sociedad sin confianza en sus autoridades se encontraba en la base del
movimiento social revolucionario.
En
el año 2013, al interior del Poder Judicial de la Federación, nos hacemos cargo
de esa historia. De las razones que iniciaron el movimiento.
Por
eso, buscamos estar siempre a la altura de las demandas que explican a la
Revolución, contribuir a que el país sea más democrático, más justo, más
igualitario, a partir del empeño cotidiano de acercar más la justicia a la
gente.
Desde
hace ya casi cinco años, en virtud de la entrada en vigor de las reformas
constitucionales en materia penal, amparo y derechos humanos, el paradigma que
orientaba el sistema jurídico de México cambió en forma notable.
Y
hay muchas razones para creer que en este reciente cambio constitucional, se
encuentra el inicio de una nueva etapa en la consolidación de los ideales de
nuestra Revolución.
Ello,
porque nuestro sistema constitucional pone ahora indudablemente en el centro de
la actividad del Estado, los derechos de las personas, obligando a todas las
autoridades del país a ajustar su actuación a ese mandato.
En
el fondo, la reiteración que hemos venido haciendo para mantener la vigencia de
ese mandato parte de la idea de que proteger de la mejor manera posible los
derechos de las personas, es la condición indispensable para lograr más
justicia, más democracia y más igualdad que constituían, como dijimos, los ideales
revolucionarios plasmados en la Constitución de 1917, que no olvidaban los
principios de la del 57.
Esta
convicción debe ser aún más firme en momentos como el que atraviesa la justicia
nacional. Esto es, comenzando una nueva época jurisprudencial, en la que
deberá, sin duda, incrementarse la confianza que la sociedad desea tener en la
Judicatura.
El
Poder Judicial es autocrítico. No cerramos los ojos ante las reacciones, no
siempre coincidentes con las decisiones que tomamos.
La
disidencia, nunca será razón para dejar de escuchar a la sociedad, pues siempre
estaremos abiertos a conocer los efectos que nuestras decisiones tienen en y
para la sociedad.
Los
Tribunales de la Federación darán la bienvenida a cualquier acto o iniciativa
que, en el marco del sistema constitucional, pretenda fortalecer el marco
protector de derechos de las personas.
Los
Tribunales de la Federación no estarán nunca por encima ni en contra de la
aspiración de la sociedad por hacer de México el país más justo y democrático,
tal como lo quisieron las y los revolucionarios.
Compartimos
el anhelo de la sociedad y seguiremos colaborando a consolidarlo en el
ejercicio de las facultades que nos corresponden, en el marco general de la
división de poderes, pues en un país justo y democrático, el sistema de
contrapesos de la Constitución funciona sin simulaciones.
Señoras
y señores:
El
Poder Judicial de la Federación seguirá desempeñando el papel que la
Constitución le asigna, como guardián de los derechos en México. Y, por lo
mismo, como base del despegue de cualquier esfuerzo o desarrollo que un marco
de igualdad y armonía el país quiera estructurar.
Que
el Poder Judicial de la Federación continuará haciendo su parte, para lograr
que el nuestro sea un país en el que ya nadie cuestione la pertinencia de regir
no sólo toda actividad pública por el principio de máxima protección de los derechos
humanos, sino también las relaciones con los demás en la vida cotidiana y, por
lo tanto, la impertinencia de la impunidad.
En
un aniversario más de la Revolución Mexicana, el Poder Judicial de la
Federación reafirma su compromiso con la consolidación democrática del país,
que pasa necesariamente por una impartición de justicia efectiva, que garantice
la vida en un pacífico justo y equitativo Estado de Derecho y sus instituciones
para todos, como lo querían nuestros revolucionarios.
Muchas
gracias.
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