25 dic 2013

‘Reacomodo’ en el cártel/Juan Veledíaz


‘Reacomodo’ en el cártel/Juan Veledíaz
Las Silla Rota, 25 de diciembre de 2013
¿En qué momento un jefe de región del cartel de Sinaloa se convierte en ‘desechable’?
Fue en la madruga del sábado 13 de octubre del 2012 a las afueras de Culiacán, en un rancho cercano a la comunidad conocida como Oso Viejo, donde Manuel Torres Félix cayó abatido en un asesinato que supuso el primer reacomodo al interior del llamado cartel de Sinaloa en la recta final del sexenio calderonista. Torres Félix, conocido por el alias del “Ondeado” o “el M-1”, era consuegro de Ismael “el Mayo” Zambada y uno de los dos principales jefes de pistoleros dentro de su organización. En vida tuvo como área de sus desplazamientos las comunidades al sur de la capital sinaloense pero con mando y presencia en buena parte del estado.
Poco más de un año después, el pasado miércoles 18 de diciembre del 2013, el segundo reacomodo en la cúpula de la organización que encabeza Joaquín “el Chapo” Guzmán y “el Mayo” Zambada irrumpió en las planas de los diarios nacionales. El otro jefe de testaferros del Mayo con el control del corredor que va de ciudad Obregón a Mexicali y con residencia en Puerto Peñasco, Sonora, fue abatido en un operativo de la marina en una zona residencial de este puerto sonorense. Se llamaba Gonzalo Inzunza Inzunza, conocido en los círculos policiacos y los medios locales en la zona noroeste del país con el apodo del “Macho Prieto”.

Sobre su trayectoria más allá de la parte que se registró en los corridos donde se ensalzaban sus andanzas, el semanario Zeta de Tijuana, una ciudad junto a Mexicali donde su presencia era constante en el embate que ordenó hace unos años el Mayo Zambada para tener el control de este región fronteriza, publicó en su edición del día 20 de diciembre varios datos importantes sobre su figura y circunstancia que merecen ser citados.
 En el ámbito criminal del cártel de Sinaloa, la cabeza de Gonzalo Inzunza Inzunza, el Macho Prieto, tenía precio.
Bajo las órdenes directas de Ismael el Mayo Zambada, a Inzunza lo acusaban de estar matando a “gente de su misma empresa”, y después fingir que no lo había hecho. Agentes investigadores concluyeron: con el argumento de que “era muy desobediente”, los líderes del cártel dieron la orden de asesinar al traficante los primeros días de diciembre.
El ajuste de cuentas lo encauzaron para que fuese el Gobierno quien acabara con la vida del Macho Prieto. Sus enemigos proveyeron a la autoridad federal información sobre el paradero del capo. Como quien dice, lo pusieron para una de dos: o lo capturaran o lo mataran.
Así inició la persecución que concluyó en balacera el miércoles 18 de diciembre de 2013 en una lujosa zona de Puerto Peñasco, Sonora. El resultado, cinco muertos. Después de la balacera, anotaron que uno de los muertos era precisamente el Macho Prieto, pero ni la PGR ni la Comisión Nacional de Seguridad confirmaron la identidad de ninguno de los cuerpos.
De hecho, al cierre de edición de ZETA, solo el comisionado nacional, Manuel Mondragón, refirió la balacera en Sonora. El 19 de diciembre de 2013 declaró que los cómplices de Gonzalo Inzunza se habían llevado el cuerpo del líder de la célula delictiva de la escena del crimen —aunque no tiene la certeza, aseguró, que se trató del cadáver— y agregó que se estaban haciendo pruebas de ADN con las muestras de sangre que quedaron en el lugar de los hechos para corroborar la identidad.
Conforme a su versión, solo cuatro cuerpos habrían sido levantados por la autoridad de la escena del crimen porque el quinto fue robado. Sin embargo, ZETA consultó con la agencia funeraria que resguarda los cuerpos en Puerto Peñasco y ellos informaron que a las seis de la tarde del miércoles 18 de diciembre recogieron los cuerpos y desde entonces todos los cadáveres permanecen en las instalaciones, resguardados por fuerzas militares.
Una vez más la política de no informar del Gobierno federal ha creado la incertidumbre respecto a los muertos en la balacera entre Fuerzas Federales y supuestos criminales comandados por Gonzalo Inzunza.
Para Inzunza, los problemas al interior del cártel sinaloense habían empezado hace tres años —de acuerdo con los reportes de inteligencia de 2011 del Consejo Estatal de seguridad— el Macho vivió en Tijuana por lo menos de febrero a junio de ese año, huyendo de los sicarios del mismo cártel para el que operaba.
El traslado se debió a que el 12 de diciembre de 2010, justamente en la carretera Sonoyta-Puerto Peñasco, había asesinado o mandado matar al joven Paulo Osorio Payón, el Pablo; “razón por la cual, José Manuel Torres Félix, el Ondeado, líder criminal en la mafia sinaloense y consuegro del Mayo, había dado la orden de asesinar al Macho”.
Varios grupos de criminales detenidos por el Ejército en posesión de arsenales en aquel tiempo en Sonora, declararon que Inzunza estaba comprando armas en Estados Unidos para enfrentarse a Torres Félix, quien fue muerto en octubre de 2012 en un enfrentamiento con elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional. En esas fechas el Macho regresó al Valle de Mexicali desde donde se traslada a Peñasco, que era su base de operaciones criminales.
Continuó invadiendo territorios de otras células delictivas y matando a sus socios criminales para controlarlas; por eso el segundo permiso para matarlo llegó en la primera semana de diciembre de 2013.
 Los “sacrificios” del cartel
 Pocos días después de que fuera encontrado sin vida Manuel Torres Félix, comenzaron a circular rumores en los pasillos de la policía sinaloense y la corporación federal en su sede en Culiacán, de que era probable que “el Ondeado” no hubiera sido asesinado en un enfrentamiento con fuerzas federales. Se decía que había sido “traicionado” por gente de su entorno, y solo se dio el reporte de su ubicación aquella noche de octubre a los militares que dieron con su paradero.
 Pocos días después varios medios locales consignaron la aparición de varias lonas con mensajes dirigidos al Mayo Zambada, en céntricos puentes y pasos peatonales de Culiacán, donde se le acusó de haber “puesto” a su consuegro. El texto decía: “MAYO ME DEJASTE SOLO YA TRAÍAN EL PLAN DE CHINGARME AL IGUAL QUE A MERIO AGUIRRE Y A LAMBERTO VERDUGO Y ASI PRESENTAR TRABAJO Y NO LOS CHINGUEN A UDS. PERO YA TE ESPERO EN EL INFIERNO. ATTE. MANUEL TORRES”.
 Un final con algunas analogías con la de Torres Félix es lo que aparece en la caída del “Macho Prieto”. En estos días en que se acaba de cumplir el primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto, llama la atención que un hombre con poder creciente y presencia relevante en una región estratégica en el trasiego de droga, de pronto haya sido ubicado y abatido en circunstancias aún confusas.
 Suele ocurrir cuando se dan los reacomodos, ajustes y vendettas que señalan el fin de los ciclos y el inicio de otros donde los alfiles del narco se “sacrifican”, y como dice un viejo adagio de los jefes de la mafia, “en aras de un fin superior”.
 Twitter: @velediaz424

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