El
nieto de Carlotto: “Estoy viviendo un momento mágico y maravilloso”
En
su primera aparición, dijo preferir que lo sigan llamando Ignacio, aunque para
su familia materna sea Guido.
Ignacio Hurban, Guido, el nieto de Estela de
Carlotto.
Clarin, 9 de agosto de 2014
Nota de Guido
Careli Lynch
Tiene
los dedos entrelazados y no puede evitar frotarse las manos. Luce nervioso,
como si midiera ese escenario incómodo y amenazante de cámaras y periodistas de
Argentina y el exterior que se gritan entre sí para verlo a él un poco más de
cerca. Sentada a su izquierda, su abuela, a la que conoció personalmente hace
apenas cuarenta y ocho horas, pide calma y moderación. El micrófono, que no
funciona bien, no colabora para templar los ánimos. Estela de Carlotto anticipa
que no vino a la diminuta sala del primer piso de la Asociación de Abuelas de
Plaza de Mayo, en el barrio de Montserrat, para hablar como la presidenta de
esa institución, sino para acompañarlo a él, a su nieto. Entonces, por fin, el
hijo biológico de Laura Carlotto y Oscar Montoya toma la palabra y su voz
–serena y relajada– echa por tierra la percepción de los nervios. La procesión
va por dentro, dicen.
*
Guido
Carelli Lynch
En
Colonia San Miguel, el pueblo más cercano al campo donde Guido Montoya Carlotto
se crió como Ignacio Hurban, el rumor se escuchaba sin eufemismos desde las
primeras horas de ayer. Francisco Aguilar, propietario del establecimiento
rural donde Clemente y Juana Hurban viven y ejercían como caseros, podría haber
sido el intermediario que entregó al hijo de Laura Carlotto al matrimonio. La
muerte del estanciero, en marzo pasado, no disipa las versiones y por el
contrario las multiplica. La repetían, entre otros, funcionarios, vecinos, y
activistas de Derechos Humanos de Olavarría.
La
viuda del ganadero, Susana Clara Mozotegui, se desentendió de los rumores.
“¡No
sé nada de eso y mi marido no está!”, gritó al escuchar por teléfono la
consulta de Clarín.
Asociaciones
de Derechos Humanos de la zona confirmaron a Clarín que la presunta
responsabilidad de Aguilar en la entrega Guido a sus padres de crianza es por
ahora la única hipótesis que se maneja. Consignan, también, su cercanía con
militares durante la dictadura, alimentado por su pertenencia a la Sociedad
Rural. Algunos activistas aseguran que la conexión entre La Plata –donde
funcionaba el centro clandestino La Cacha, donde Laura Carlotto estaba
secuestrada– y Olavarría, probaría la responsabilidad de Aguilar, puesto que
estarían implicadas personas de su círculo íntimo. Ese camino empezará a
recorrerse el 22 de septiembre, cuando comience el juicio por los crímenes
cometidos en Monte Peloni, el centro de clandestino de tortura que funcionó
allí.
Aguilar
fue además vicepresidente de Estudiantes de Olavarría y titular del Consejo de
Promoción Agropecuaria del INTA de Balcarce. También era integrante de la
sociedad de la cantera Cerro del Aguila. En el campo en el que vivían los
Hurban y creció Ignacio también se extraía piedra caliza. El empresario estaba
jubilado pero presidía hasta la fecha de su muerte dos emprendimientos
familiares: Aguilares S.A, para la explotación ganadera, y el Club de
Equitación, que hoy preside uno de sus dos hijos, Jerónimo Aguilar.
El
diario local El Popular insistió con la versión que asegura que “el disparador
para que Guido llegara hasta Abuelas queriendo conocer su identidad habría
tenido que ver con el comentario o la confesión que le habría hecho alguien muy
cercano, relacionado supuestamente con el dueño del campo”.
Mientras
tanto, el intendente José Eseverri mantiene un cerrojo informativo sobre el
tema y dio instrucciones a sus funcionarios de no hablar sobre el tema. El
martes, había anticipado en la radio local que (se daría) “un debate sobre cómo
llegó a nuestra ciudad”. Según pudo reconstruir Clarín, se debería a un pedido
del propio Guido de “bajar el perfil”.
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