En la revosta Proceso # 1971, 9 de agosto de 2014
Al
momento que se publique este artículo es muy probable que Israel haya dado por
terminada su “Operación margen protector”. Deja en Gaza destrucción, impotencia, dolor, desilusión
ante la incapacidad humana para detener el horror. Han muerto 1,814 palestinos,
de los cuales, según información proporcionada por la Oficina de Asuntos
Humanitarios de la ONU, 1,312 son civiles, entre los que se encuentran 214
mujeres y 408 niños. Las ciudades están llenas de escombros, las casas han sido
bombardeadas o saqueadas, escuelas y hospitales destruidos, las calles están a
oscuras; el odio que albergan los palestinos es, seguramente, muy grande.
Según
el primer ministro Netanyahu se puede hablar de “misión cumplida”. El objetivo
principal de la operación era desactivar los pasadizos subterráneos a través de
los cuales los grupos de Hamás buscan atacar a la población de Israel; según
los altos mandos del ejército en ello han tenido éxito. Los daños sufridos, 64
soldados y tres civiles son, en comparación con lo ocurrido en Gaza,
notablemente menores. Hablan de las
condiciones tan desiguales en que se
desarrolla esta lucha, de la distancia entre el poderío militar de uno y lo
improvisado de las armas del otro, de lo desproporcionado de las acciones
israelíes y de la humillación que sufre el pueblo palestino.
Desde
el punto de vista del aislamiento internacional de Israel las consecuencias son
ambivalentes. Sin duda lo desorbitado de sus acciones, como fue, entre otros,
el bombardeo de una escuela refugio de la ONU, tuvo consecuencias. Los
gobiernos europeos, insistentes en el derecho de Israel a defenderse de los
ataques de Hamás y, por lo tanto, renuentes a condenarlo abiertamente,
cambiaron su posición. No han vacilado en referirse claramente a las masacres
cometidas y han iniciado la suspensión de venta de armamento a ese país. Esta
última decisión afecta intereses económicos importantes por ejemplo para el
Reino Unido, uno de los importantes proveedores de armas a Israel.
Ha
sido a nivel de la sociedad y la opinión pública donde el rechazo a Israel se
ha hecho cada vez más visible. Muchos comentarios de prensa recibió la renuncia
de una secretaria de Estado británica, Sayeeda Warsi, para quien la política de
Cameron respecto al conflicto de Gaza es “moralmente indefendible, no favorece
los intereses del Reino Unido y tendrá consecuencias negativas a largo plazo”.
Sus palabras reflejan bien las tensiones existentes al interior del partido
conservador, vivamente criticado por numerosos sectores de la población que han
salido a manifestarse a favor de los palestinos.
En
América Latina, cientos de personas han salido a la calle a pedir el
rompimiento de relaciones con Israel. Los gobiernos de Brasil, Ecuador, Chile,
Perú y El Salvador, entre otros, han llamado a consultas a sus embajadores en
Tel Aviv. Venezuela y Bolivia han roto relaciones.
Ahora
bien, el actor más importante es Estados Unidos y, una vez más, la debilidad para imponer soluciones en
aquella parte del mundo se ha puesto de manifiesto. Los intentos de Kerry de
lograr un acuerdo con la mediación de Egipto no han tenido éxito y sí han
obligado a reanudar amistades con militares egipcios cuya llegada al poder
había sido criticada y cuyo récord en materia de derechos humanos es muy
negativo.
La
posición de Obama, según comentarios de prensa, es de gran decepción por la
negativa de Netanyahu a evitar los daños que una operación como la
desencadenada en Gaza causa a la población civil. Sin embargo, poca importancia
tienen los sentimientos de Obama cuando, al interior del Congreso
estadunidense, la opinión mayoritaria es a favor de Israel y cuando la cercanía
de las elecciones no permite poner en peligro los votos en numerosos distritos
movilizados por el lobby judío.
¿Qué se espera para el futuro? Con la
mediación de Egipto, se inician de inmediato pláticas de paz entre Israel y el
gobierno de unidad palestino (que incluye representantes de Hamás). Las
delegaciones ya están en el Cairo en un ambiente de profunda desconfianza mutua
y con abismales diferencias de puntos de vista sobre qué se debe negociar. Uno
de los puntos más difíciles será el relativo al desarme de Hamás que piden los
israelíes. No considero viable que se pueda negociar en estos momentos un
acuerdo de paz de largo aliento, el cual sólo tendría significado si establece
el pleno reconocimiento del Estado palestino. Se requiere de otro contexto y
otros líderes para avanzar en esa dirección.
En
otro sentido iría la posibilidad del gobierno de unidad palestino de ratificar
el Tratado de Roma y acudir a la Corte Penal Internacional para presentar una
denuncia contra Israel por crímenes de lesa humanidad en Gaza. De obtener un
fallo favorable, sería una gran victoria
moral para los palestinos. Se corre el riesgo, sin embargo, que también
se presenten acusaciones contra líderes de Hamás, terroristas según Estados
Unidos y los países de la Unión Europea. Además, en opinión de algunos
analistas, acudir a la Corte no favorecería la búsqueda de un verdadero acuerdo
de paz.
Sin
duda se iniciará la reconstrucción de Gaza con el auxilio de Naciones Unidas.
Sin duda se debe reconocer, con enorme dolor, que a menos que cambien
liderazgos en ambas partes y se modifique radicalmente la posición de Estados
Unidos, los habitantes de Gaza estarán a la espera de otro ataque igualmente
violento y destructor; tal ha sido hasta ahora su destino.
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