- Fue durante la 34 Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, realizada en agosto del año pasado, cuando Mondragón anunció que la división de Gendarmería entraría en operación en julio de 2014 con 5 mil elementos civiles bajo mando y operación civil.
- Mondragón se fue…o lo fueron.."
- Llegó Monte Alejandro Rubido y dijo que la Gendarmería sería una división de la PF y arrancaría el 13 de julio con 5 mil 53 elementos, divididos en 357 cuadrantes en todo el país. Tres mil de los elementos cumplirán funciones de proximidad y 2 mil de reacción.
- De acuerdo con el informe de Gobernación a la Cámara de Diputados, la Gendarmería dispone de 4 mil 500 millones de pesos para este 2014:
Un remedo
llamado División de Gendarmería/JORGE CARRASCO ARAIZAGA
Revista
Proceso # 1970, 2 de agosto de 2014
El
fracasado proyecto peñanietista de constituir una Gendarmería Nacional es
reflejo de las serias inconsistencias imperantes en el aparato de seguridad
interna del Estado, las cuales tuvieron su expresión más clara en la pugna
desatada entre civiles y militares por el control de la nueva corporación. De
plano, la Comisión Nacional de Seguridad no consiguió echar a andar el proyecto
en el primer año y medio del gobierno de Peña Nieto, de manera que esa fuerza
policiaca militarizada que se pretendía instituir al margen de la Policía
Federal acabó gestándose como un remedo del muy ambicioso plan original.
La
propuesta de Enrique Peña Nieto de crear una Gendarmería Nacional para replegar
a los militares a sus cuarteles acabó en mera intención. Pospuesta una y otra
vez por indefiniciones y discrepancias al interior del gabinete de seguridad,
la idea de crear una gran corporación inspirada en experiencias internacionales
terminó reducida a un apéndice de la cuestionada Policía Federal (PF).
La
disputa entre civiles y militares por el control del que sería un nuevo cuerpo
nacional de policía y la inoperancia de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS)
para echarlo a andar en el primer año y medio del gobierno de Peña Nieto
trabaron la de por sí difícil creación de una corporación que a la larga se
erigiría al margen de la PF como un cuerpo de policía militarizada encargado de
lidiar con la inseguridad interna, como ocurre en Colombia, Chile, Francia e Italia,
entre otros países.
El
plan original de Peña Nieto de crear una Gendarmería Nacional se frustró ante
la negativa del Ejército y la Marina de ceder el mando de sus hombres a un
civil, aseguran allegados a las negociaciones. Cuando los militares se apartaron
del proyecto original, el gobierno federal se vio obligado a crear una división
de Gendarmería dentro de la PF. Pero enfrentó otro problema, la falta de
policías federales dispuestos a convertirse en gendarmes.
En
diciembre de 2012, cuando Peña Nieto hizo el anuncio formal de la Gendarmería
Nacional, aseguró que “no habría improvisaciones”. Pero el cambio de planes ha
sido la constante en la CNS, el organismo de la Secretaría de Gobernación
responsable desde el principio de crear la nueva corporación. Hasta su propio
titular ha cambiado.
Sin
las precisiones sobre la estructura y funcionamiento de lo que harán los
gendarmes de la Policía Federal, la CNS ha informado a cuentagotas lo que hará
esa nueva fuerza y ha cambiado una y otra vez el inicio de su operación.
El
plazo más reciente fijado por la propia CNS se venció en los días finales de
julio, sin que antes se haya anunciado el marco legal específico para su
actuación, en una repetición de lo ocurrido durante el gobierno pasado, cuando
Felipe Calderón decidió que los militares salieran a las calles a cumplir
funciones de seguridad pública y a combatir el narcotráfico. Sin más respaldo
que tesis jurisprudenciales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el
Ejército y la Marina dispusieron entonces que más de 40 mil de sus efectivos
salieran a las calles en la llamada “guerra al narcotráfico”.
El
anuncio de mayo de 2012
Aunque
nunca fue expresa su intención de desaparecer a la PF, Peña Nieto anunció en
mayo de 2012, cuando era candidato presidencial, la creación de una Gendarmería
Nacional integrada por más de 40 mil efectivos militares que ya tenían
experiencia en labores contra el narcotráfico, pero adelantó que estarían bajo
un mando civil. Desde entonces, buscó el apoyo del gobierno de Francia y de su
Gendarmerie National, institución policial de formación militar que depende del
Ministerio del Interior (el equivalente de la Secretaría de Gobernación).
De
esa manera, al menos formalmente, Peña Nieto sacaría al Ejército, la Fuerza
Aérea y la Marina de las funciones de seguridad pública y, sobre todo, pondría
a salvo a las Fuerzas Armadas de las acusaciones de violaciones a los derechos
humanos con el pretexto del combate al narcotráfico, toda vez que durante el
gobierno de Calderón tan sólo la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
abrió 9 mil expedientes en contra de militares por violaciones a la dignidad
humana (Proceso 1882).
Pero
ante la negativa de los militares de renunciar a su antigüedad y prestaciones
en sus institutos armados para convertirse en policías civiles con formación
militar, Peña Nieto tuvo que modificar su propuesta inicial en cuanto llegó a
la Presidencia y redujo a 10 mil el número de efectivos castrenses de lo que
entonces todavía se concebía como Gendarmería Nacional. El cambio de planes lo
anunció en la que fue su primera reunión con el Consejo Nacional de Seguridad
Pública, el 17 de diciembre de 2012.
Precisó
que esa policía militar sería la responsable de “fortalecer el control
territorial en los municipios con mayor debilidad institucional, así como
instalaciones estratégicas, como puertos, aeropuertos y fronteras”. La PF, en
tanto, aportaría 15 unidades enfocadas a combatir el secuestro y la extorsión.
A
partir de entonces, el responsable de crear el nuevo cuerpo policial fue el
primer comisionado Nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb, cargo al que
había llegado desde la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal. En
febrero siguiente, luego de negociar con el Ejército y la Marina Armada de
México, Mondragón anunció en una comparecencia ante comisiones de Gobernación y
Seguridad Pública del Senado que la Gendarmería Nacional se integraría por 8
mil 500 soldados y mil 500 marinos.
Por
gestiones de la embajada de Francia en México, los secretarios de la Defensa
Nacional, el general de división Salvador Cienfuegos, y el de la Marina, Armada
de México, el almirante Francisco Soberón, viajaron a ese país para conocer la
operación de la Gendarmerie National.
El
Ejército y la Marina dispusieron de la formación policial para los elementos
comprometidos por cada fuerza, a los que había convocado en las regiones y
zonas militares y navales de todo el país. El Ejército, incluso, a través de la
Sección Quinta del Estado Mayor de la Defensa Nacional, responsable de los
planes estratégicos de la Secretaría de la Defensa Nacional, proyectó la
creación de bases regionales en todo el territorio. La Marina, a su vez, estaba
concentrada en capacitación de labores de inteligencia para sus elementos que
se sumarían a la Gendarmería Nacional.
Las
primeras fricciones
Los
problemas comenzaron cuando la Sedena y la Marina pretendieron el mando del
nuevo cuerpo, la utilización de infraestructura de la PF y la gestión directa
de la información de Plataforma México y del Centro de Investigación y
Seguridad Nacional (Cisen). La oposición fue absoluta por parte de Miguel Ángel
Osorio Chong, de quien dependen la Comisión Nacional de Seguridad, la Policía
Federal, la Plataforma México y el Cisen.
“Si
nosotros vamos a poner los hombres, el mando debe estar en manos de militares”,
era el argumento de los jefes castrenses en las reuniones del gabinete de
seguridad, cuentan allegados a las reuniones consultados por Proceso. Otra
molestia de la jefatura militar era que Mondragón no había gestionado recursos
suficientes para la operación de la policía. De acuerdo con la propia CNS, en
2013 el presupuesto fue de mil 442 millones de pesos.
Los
militares estaban dispuestos a que la Gendarmería Nacional dependiera de un
civil, como en Francia, pero querían el control de su gente; es decir, el mando
operativo. Otro de sus argumentos era que la policía mexicana carece de una
doctrina, por lo que un mando operativo civil no se entendería con los militares
como subordinados.
Osorio
insistió en que el mando operativo tendría que ser civil. Los secretarios de la
Defensa y Marina entonces se replegaron y retiraron a sus hombres. “Quieren un
mando civil, entonces que se integre por civiles”, dijeron.
Infranqueables
las diferencias cívico militares, en junio del año pasado Osorio anunció un
cambio radical en la idea inicial de Peña Nieto. De los 10 mil elementos que
había anunciado, la cifra bajó a 5 mil, y de Gendarmería Nacional pasó a una
división más de la PF sólo con el nombre de Gendarmería.
Atrás
había quedado el plan de presentar al nuevo cuerpo en el desfile militar del 16
de septiembre de 2013, según había anunciado el inspector general de la
Comisión Nacional de Seguridad, Carlos Humberto Toledo Moreno.
En
mayo de 2013, durante el Quinto Foro sobre Seguridad y Justicia, Toledo aseguró
que los elementos de la primera fuerza estaban “readaptando” su mentalidad
militar al perfil policial y que el propósito era que al final del sexenio la
Gendarmería Nacional tuviera una fuerza de entre 40 y 50 mil hombres, unos 15
mil elementos más que la PF.
La
realidad fue muy distinta. Alejados los militares de la propuesta de campaña de
Peña Nieto y decididos sólo a dar entrenamiento militar a policías civiles, la
CNS comenzó a improvisar. Primero, intentó transferir elementos de las
distintas divisiones de la PF. Lanzó una amplia convocatoria, ofreciendo un
grado inmediato superior a los mandos que aceptaran.
A
los comandantes que se animaran, además del grado ofreció mayores prestaciones.
La respuesta fue pobre ante la falta de certeza sobre el funcionamiento de la
nueva división y, sobre todo, por las dudas en cuanto al cumplimiento de las
ofertas. Los suboficiales de la PF tampoco se animaron ante la posibilidad de
perder algunos de sus ingresos y la movilidad constante que tendrían como
gendarmes itinerantes.
Sin
respuesta de sus propios hombres, Mondragón entonces se vio obligado a proponer
que gran parte de los elementos de la nueva división, excepto los mandos,
fueran cadetes de la policía; es decir, jóvenes de nuevo ingreso a los que se
les ha dado sólo medio año de capacitación policial y militar.
Según
informó la CNS al Congreso a principios de julio, se crearán 3 mil 928 plazas
para la División de Gendarmería, mientras que la PF aportará mil 72 plazas de
Policía Tercero que estaban vacantes, lo que da un total de 5 mil elementos.
En
su formación de policías militares de medio año, los cadetes han estado los
primeros tres meses en la Academia Superior de la Policía Federal en San Luis
Potosí, en el centro de mando de la PF en Ciudad Juárez y en instalaciones de
Sonora, Veracruz y Sinaloa. Luego, han recibido entrenamiento castrense en el
Campo Militar del Ejército en San Miguel de los Jagüeyes, en Huehuetoca, Estado
de México, donde quedan concentrados en espera de la orden de iniciar
operaciones.
En
el caso de los mandos, 360 en total, han sido entrenados por los gobiernos de
Francia, Colombia e Israel, según la información entregada por Gobernación a
los legisladores.
El
anuncio oficial
Fue
durante la 34 Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, realizada en
agosto del año pasado, cuando Mondragón anunció que la división de Gendarmería
entraría en operación en julio de 2014 con 5 mil elementos civiles bajo mando y
operación civil.
Ante
la falta de un proyecto acabado, dio apenas una pista. Dijo que la Gendarmería
“intervendrá para garantizar la seguridad de la población en rutas de tránsito
de insumos y mercancías, de paso de migrantes, de producción agrícola, pesquera
y forestal, y otras que pueden encontrarse vulneradas por la delincuencia”.
Presionado
por la Presidencia de la República ante la falta de concreción, durante las
vacaciones de diciembre pasado Mondragón sacó a la calle a algunos cadetes de
la Gendarmería. Desarmados y con un chaleco anaranjado como distintivo, fueron
desplegados para auxiliar en la vigilancia del Aeropuerto Internacional de la
Ciudad de México y algunas casetas de peaje, además de realizar algunos operativos
en carreteras.
En
una ceremonia de premiación a elementos de la PF, en ese diciembre, reiteró
ante Peña Nieto que “los primeros 5 mil” elementos ya estarían operando en
julio de 2014. “La Gendarmería no le va a fallar”, le dijo a Peña Nieto.
Mondragón no aclaró si la nueva división seguiría creciendo.
Manuel
Mondragón salió de la CNS en marzo de este año, sin haber echado a andar la
Gendarmería. Lo sustituyó Monte Alejandro Rubido García, un posgraduado en
Francia que ha sido hombre del aparato de seguridad del Estado mexicano desde
los años ochenta, aun antes de la creación del Cisen.
Rubido
no ha sido ajeno a los aplazamientos de la Gendarmería y en informar a
cuentagotas sobre la nueva fuerza. En abril último, luego de comparecer ante
diputados de la Comisión de Seguridad Pública, aseguró que de 90 mil
aspirantes, sólo 5 mil fueron aceptados para ser cadetes.
Reiteró
lo que había dicho días antes en Silao, Guanajuato: que la Gendarmería sería
una división de la PF y arrancaría el 13 de julio –el mes que acaba de terminar–
con 5 mil 53 elementos, divididos en 357 cuadrantes en todo el país. Tres mil
de los elementos cumplirán funciones de proximidad y 2 mil de reacción.
Los
gendarmes de proximidad se encargarán de la disuasión del delito en donde las
policías Estatal o Municipal estén rebasadas, pero sus misiones serán
temporales, por lo que operarán como unidades móviles, mientras que los de
reacción por su naturaleza también serán itinerantes. En distintas
declaraciones públicas, el comisionado ha identificado a Michoacán, Guerrero,
Morelos, Estado de México, la región de La Laguna y el noroeste como zonas
prioritarias.
En
Silao ya había dicho que los casi 360 mandos habían recibido capacitación
extranjera; pero, sobre todo, aclaró que se trata sólo de una división más de
la PF, la séptima, sin que tenga el propósito de sustituir a ninguna
corporación. Su tarea será la de trasladarse a “donde la circunstancia de la
presencia de fenómenos naturales o incidencia delictiva lo requiera”, dijo.
Cuando
Osorio anunció el cambio de nombre de Gendarmería Nacional a División de
Gendarmería, dijo que la nueva fuerza reemplazará de forma paulatina algunas
actividades de las Fuerzas Armadas. Aunque no precisó cuáles, la CNS ha
informado posteriormente que los gendarmes cuidarán además de caminos rurales,
instalaciones estratégicas del país, función ahora en manos del Ejército y la
Marina.
La
idea de la policía de proximidad y de reacción surgió de un esquema similar al
que opera en parte la Gendarmerie National de Francia, mientras que la
vigilancia de los caminos y zonas rurales está inspirada en una de las
divisiones de la Policía Nacional de Colombia, que a diferencia de Francia sí
depende del Ministerio de la Defensa Nacional.
De
acuerdo con el informe de Gobernación a la Cámara de Diputados, la Gendarmería
dispone de 4 mil 500 millones de pesos para este 2014: mil 279.7 para gastos de
inversión, de los cuales 329.7 serán adquisición de vehículos, semovientes, 10
mil armas, cuarteles móviles y su equipamiento, y 950 para la instalación de
cinco academias regionales.
Otros
mil 125 serán para la creación de las 5 mil plazas; 818.8 para la adquisición
de materiales, suministros y acondicionamiento de las instalaciones de
capacitación; 739 para el pago de becas a los cadetes y 537.5 para el pago de
la capacitación y viáticos.
Con
la Gendarmería, a Peña Nieto le ha pasado lo que a Calderón, dice Victoria
Unzueta, asesora en seguridad del grupo parlamentario del PRD en la Cámara de
Diputados. Calderón pretendió el mando directo del combate al narcotráfico con
un decreto por el que creó el Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal, pero además
de los riesgos políticos y legales de ser el primer responsable, no logró
reformar la Ley Orgánica del Ejército y se vio obligado a dar marcha atrás. Tampoco,
como Peña Nieto, logró que el Ejército y la Marina concretaran el traslado de
10 mil militares a la PF.
“En
su pretensión de crear un nuevo estado de fuerza en México, han dividido al
gabinete de seguridad y terminan por improvisar disponiendo de grandes
recursos, sin resolver el problema de la inseguridad”, asegura.
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