Revista
Proceso # 2064, 22 de mayo de 2016
Arrasa
con todo el tren Toluca-Ciudad de México/RODRIGO
VERA
Es
un sueño del Grupo Atlacomulco: un tren que conecte la capital del Estado de
México con la Ciudad de México… para lucro de la propia camarilla priista. El
presidente Enrique Peña Nieto ya lo está construyendo, aunque en el proceso se
lleve cerros y ecosistemas, barrios y modos de vida, milpas y colonias, y
comunidades a las que no les preguntó su parecer. Con el mismo esquema de
opacidad que ha caracterizado a su gobierno, un costoso capricho más está por
concretarse.
Alfredo
Reyes Mejía, representante de los comuneros de San Lorenzo Acopilco, camina por
la zona boscosa y húmeda del cerro de Cruz Blanca. Se detiene en una pendiente
desde la que se observan las faldas desforestadas del cerro y donde trabaja una
multitud de obreros de la empresa Ingenieros Civiles Asociados (ICA). Comenta
con tristeza:
“Mire
cómo están acabando con nuestros bosques. Por esa parte talada, ICA va a
empezar a abrir un túnel subterráneo por donde pasará el tren México-Toluca.
Utilizará dinamita para abrir el túnel, que tendrá más de cuatro kilómetros y
medio. Atravesará todo el cerro. Y destruirá muchos mantos acuíferos, flora y
fauna.
“El
tren también afectará otras áreas de nuestra comunidad, como los cerros de San
Miguel y Las Cruces, por donde pasará. La obra la están realizando
arbitrariamente, sin siquiera habernos consultado a los comuneros de Acopilco,
quienes somos los dueños de estas tierras.”
–¿Qué
medidas están tomando para defenderse? –se le pregunta.
–Ya
interpusimos un amparo contra la obra. Pedimos que escojan otra ruta para
tender su vía del tren… Pero, aun así, la construcción continúa de manera
totalmente ilegal.
En
la delegación Cuajimalpa, en los linderos con el Estado de México, la comunidad
de San Lorenzo Acopilco lleva meses manifestándose contra la construcción del
tren, pues sostiene que está provocando un fuerte daño ecológico a la zona,
considerada un importante pulmón por sus altos y tupidos bosques de pino.
Con
golpeadores
Viejo
proyecto del llamado Grupo Atlacomulco, al que pertenece el presidente Enrique
Peña Nieto, el tren México-Toluca recorrerá una distancia de 58 kilómetros, a
lo largo de los cuales varias comunidades afectadas están arreciando sus
protestas e interponiendo juicios de amparo contra la obra, argumentando daños
ecológicos y el hecho de que no fueron consultadas.
Pero
los comuneros inconformes de San Lorenzo Acopilco son quienes hasta el momento
han padecido mayor represión por parte de los golpeadores que trabajan –dicen
ellos– para las autoridades locales coludidas con las empresas constructoras,
como ICA, OHL y La Peninsular:
“Hemos
sufrido dos golpizas que han dejado a gente herida y con huesos fracturados. La
primera fue el 8 de marzo del año pasado, cuando 10 comuneros, quienes nos
dirigíamos a una reunión, fuimos agredidos a patadas y puñetazos por alrededor
de 100 golpeadores. En esa ocasión me hirieron de un ojo, y a un hijo mío le
quebraron dos costillas y el tabique nasal”, cuenta Reyes.
“Volvieron
a reprimirnos apenas el pasado 24 de abril. Fue domingo. Estábamos congregando
a la gente en la plaza del pueblo para informarle sobre el ecocidio que
provocará el tren, cuando llegaron alrededor de 60 golpeadores y nos empezaron
a agredir con tubos, palos y piedras. El más lastimado fue nuestro compañero
Miguel Guerra, quien tuvo que ser hospitalizado.”
–¿Quién
está detrás de los agresores? –se le inquiere.
–Gabino
Sandoval Baltasar, quien trabajó como funcionario en la delegación Cuajimalpa a
las órdenes del exdelegado y hoy diputado Adrián Ruvalcaba. Ahora, de manera
ilegal y sin el apoyo de los comuneros, Gabino se ostenta como nuestro
representante comunal.
“La
Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), a través de Javier Izquierdo Lara
(director de Planeación, Evaluación y Seguimiento de Proyectos Ferroviarios),
se entiende con Gabino para continuar con la construcción de la vía del tren.
Tienen el apoyo de la delegación Cuajimalpa. Por lo pronto, estamos
esperanzados en que prospere nuestro amparo.”
Por
su lado, el abogado de estos comuneros, Misael Toledo, indica que el amparo
contra la construcción del tren (número 1589/2015) se interpuso en noviembre
del año pasado. Explica:
“Esa
construcción está afectando las tierras comunales indígenas de Acopilco, que
por ley deben ser intocables. Y además se debió consultar primero a los
pobladores, cosa que no se hizo. Aparte, el artículo 27 constitucional prohíbe
claramente en su párrafo décimo los daños al equilibrio ecológico y a los mantos
acuíferos.”
Cerca
de Acopilco, los comuneros de las poblaciones de Santa María Tepezoyuca y San
Jerónimo Acazulco, pertenecientes al municipio mexiquense de Ocoyoacac, padecen
una situación muy similar, por lo que también interpusieron su propio amparo.
Su abogado, Gustavo Olivares, comenta:
“La
SCT está negociando con dos personas que, sin serlo, se hacen pasar como
representantes de estas dos comunidades, a quienes incluso ya les pagó casi 300
millones de pesos por concepto de indemnización. No se vale. Todo esto es
ilegal.”
–¿Con
este amparo deberían suspenderse las obras del tren?
–¡Claro!
No puede realizarse ningún trabajo hasta que el juicio se resuelva.
En
ese mismo sentido se declaró la Central Campesina Cardenista a través de un
comunicado de prensa, emitido el pasado 14 de abril, en el que asegura que la
construcción del tren se realiza de “manera ilegal y violatoria”: “Exigimos que
la suspensión de las obras sea permanente, así como el respeto a los amparos
que mandatan la detención de la construcción, no puede ser que el gobierno no
cumpla la ley”.
Empresas
conocidas
Pero
la obra continúa pese a las protestas. En el tramo que corresponde al Estado de
México se le otorgó la concesión a empresas claramente ligadas al Grupo
Atlacomulco: La Peninsular, propiedad de la familia Hank Rhon; y la española
OHL, empresa consentida de Peña Nieto y en la que tienen inversiones
empresarios mexiquenses ligados a ese grupo político-empresarial.
Mientras
que en el tramo de la Ciudad de México –que corre de Cuajimalpa a la terminal
de autobuses Observatorio– la concesión de la obra la tienen ICA y un consorcio
integrado por seis empresas (Caabsa Constructora, Omega Construcciones
Industriales, Prefabricados y Transportes, Grupo Corporativo Amodher, Cargo Crane
y González Soto y Asociados), también señaladas de tener nexos con el Grupo
Atlacomulco.
Los
municipios mexiquenses por donde pasará la vía son Zinacantepec, Toluca,
Metepec, Lerma, San Mateo Atenco y Ocoyoacac. Y ya en la Ciudad de México
pasará por Cuajimalpa y Álvaro Obregón.
En
algunos tramos los rieles serán elevados, sostenidos por altos y gruesos
pilotes de concreto. En otros irán por el subsuelo o correrán a ras de tierra y
paralelamente a la autopista México-Toluca.
Según
la SCT, el tren se desplazará a una velocidad máxima de 160 kilómetros por
hora. Y el recorrido de 58 kilómetros lo hará en 39 minutos.
El
pasado miércoles 4, la obra del tren sufrió un aparatoso accidente en un tramo
que atraviesa Toluca y el cual construye la empresa OHL: intempestivamente se
cayeron cuatro enormes “ballenas” de concreto que ya estaban sostenidas por
pilotes.
La
SCT informó que el accidente lo provocó el vencimiento de uno de esos soportes.
Y prometió –en un comunicado de prensa– que las “trabes involucradas serán
sometidas a una minuciosa revisión técnica”.
Arturo
Chavarría, presidente del Colegio de Arquitectos y Urbanistas del Estado de
México, advierte: “Este accidente demuestra, una vez más, las peligrosas fallas
estructurales con que OHL realiza sus obras, que además carecen de las más
elementales medidas de seguridad. Por pura suerte, la caída de las “ballenas”
de varias toneladas no ocasionó ninguna pérdida en vidas humanas.”
Por
otro lado, el cascajo y todo el material de desecho que deja la obra se tira
arbitrariamente sobre fértiles terrenos de cultivo, cuyos propietarios también
han interpuesto juicios de amparo.
La
zona donde se asientan las pequeñas comunidades de San Antonio El Llanito, La
Merced, San Pedro Cholula y Alfredo del Mazo –en la colindancia de los
municipios de Lerma y Ocoyoacac– ya se convirtió en un extenso tiradero de
material de deshecho de la obra, que incluso está provocando enfermedades
respiratorias entre los pobladores.
Humberto
Alvarado, quien vive en La Merced, apunta hacia los camiones de volteo que
están descargando cascajo sobre las milpas de su comunidad, y se queja: “Aquí
antes cultivábamos maíz, haba, frijol, avena y trigo. Hoy ya no se puede.
Nuestras milpas están siendo sepultadas por el escombro”.
Vicente
González, de San Antonio El Llanito, dice: “En nuestro pueblo no sólo están
acabando con las tierras de cultivo, sino hasta con nuestra laguna, catalogada
como zona protegida. Ahora ahí están tirando toneladas de escombro”.
Mientras
que Rubén Orozco, de la comunidad Alfredo del Mazo, comenta: “Es tanto el
cascajo que arroja OHL sobre nuestros terrenos, que ya nos está provocando
problemas respiratorios y pulmonares”.
Todos
ellos señalan que a través de la empresa GAP –encargada de “liberar” el área
por donde pasará el tren, indemnizando a sus actuales propietarios–, la SCT
sólo quiere pagarles la franja de 13 metros de ancho por donde correrá el tren,
ignorando las enormes extensiones de terreno donde se está tirando el escombro.
“Estamos
luchando para que quiten el cascajo de nuestras tierras y las dejen como
estaban; limpias y fértiles para el cultivo”, dicen.
El
abogado de estos afectados, José Luis Altamirano, habla sobre la lucha legal
que están emprendiendo: “Pusimos una demanda de amparo contra OHL por el daño
ecológico y económico que le está provocando a los pobladores de la zona. La
empresa no tiene ningún permiso para vaciar sus desechos –los calculamos en
unos 700 mil metros cúbicos– sobre estos terrenos. Lo hace de manera ilegal y
corrompiendo a las autoridades”.
Agrega
el abogado que incluso el gobierno federal, a través de la Secretaría de
Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, creó un “conflicto inducido” para
desgastar a los propietarios inconformes: le entregó a un grupo de ejidatarios
de la zona –del ejido de San Pedro Tultepec– alrededor de mil 400 hectáreas que
siempre han pertenecido a los propietarios:
“Echó
a pelear a los propietarios con los ejidatarios; estos últimos están siendo
manipulados por los intereses empresariales de los constructores del tren.
También nos estamos defendiendo en tribunales de esta sucia maniobra maquinada
por las autoridades”, asegura.
Y
admite que no la tienen fácil, pues el proyecto del tren es idea de Arturo
Montiel, quien intentó ponerlo en marcha cuando fue gobernador del Estado de
México a fin de que el Grupo Atlacomulco hiciera negocios con la obra. No lo
logró. Pero ahora que llegó su sobrino –Peña Nieto– a Los Pinos, éste retomó el
proyecto.
Hasta
Texcoco
En
la zona urbana de la Ciudad de México también se han dado protestas contra la
construcción del tren, principalmente de los colonos de Santa Fe.
Alrededor
de 10 asociaciones civiles de esa zona urbana realizaron movilizaciones a
finales de 2014 y principios de 2015, protestando porque el tren elevado
pasaría por arriba de una de sus principales vialidades, la avenida Vasco de
Quiroga. Amenazaban con interponer amparos.
El
ingeniero Gerardo Garduño, uno de los líderes de ese movimiento popular, dijo
entonces a este semanario:
“Esa
obra nos dejará sepultados a los pobres, pues está proyectada de la siguiente
manera: el tren pasará por encima de la avenida Vasco de Quiroga, nuestra
principal vialidad; y por encima del tren pasará una supermoderna autopista. De
manera que será una descomunal obra de concreto de tres niveles, muy alta. Las
dos vialidades elevadas estarán sostenidas por gruesas columnas, cada una con un
peso de más de 150 toneladas. Abajo quedará el pueblo de Santa Fe, sin accesos
al tren ni a la autopista y ya de por sí muy golpeado por la carencia de muchos
servicios urbanos” (Proceso 1991).
Ante
las fuertes protestas en Santa Fe, las autoridades capitalinas y la SCT hoy
prometen que se modificará la ruta del tren para evitar su paso por esa zona.
Pero no han precisado por dónde cruzará ahora.
José
Luis Luege Tamargo, exsecretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales y
extitular de la Comisión Nacional del Agua, afirmó que ese cambio al trazo
original sólo “demuestra que la SCT hace los proyectos sobre las rodillas”, con
“nula planeación y pésima ingeniería”. Y además “apuesta a infraestructura muy
costosa, de miles de millones de pesos en varilla y cemento, en lugar de
invertir en proyectos de mayor utilidad y beneficio social”.
En
un artículo titulado Tren a Toluca, sin rumbo, publicado el pasado 19 de
octubre en El Universal, Luege agregó: “El objetivo principal de los proyectos
en esta administración son los ‘negocios’ y no la atención a fondo de los
serios problemas de movilidad”.
Por
si fuera poco, el pasado miércoles 4 la SCT anunció un proyecto de ampliación
del tren México-Toluca; ahora intenta que cruce toda la Ciudad de México –de
poniente a oriente– hasta llegar al nuevo aeropuerto internacional que se
construirá en Texcoco, donde el Grupo Atlacomulco también tiene intereses
empresariales.
En
entrevista con Notimex, el principal encargado gubernamental de realizar la
obra, Javier Izquierdo Lara, señaló ese día que la ampliación a Texcoco será de
unos 20 kilómetros y tendrá algunos trayectos subterráneos, aunque es todavía
“un proyecto conceptual” que requiere mayor definición.
De
concretarse todos estos planes, el Grupo Atlacomulco habrá logrado –de manera
arbitraria y para lucro suyo– tender un tren supermoderno que conectará a su
capital política, Toluca, con la Ciudad de México y con lo que será el
principal aeropuerto del país.
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