EditorialDesde la fe:
Grave equívoco
Domingo,
24 de abril de 2016.
Lo
primero que se debe decir es que ha sido la fe cristiana la que en la cultura
occidental ha dado lugar al concepto de persona, su dignidad y su respeto. Por
lo mismo, la Iglesia es la primera en defender todo lo que atañe a su dignidad
y sus derechos. En lo referente a las personas con atracción homosexual, el
Catecismo de la Iglesia Católica, publicado en 1983, pedía su no discriminación
ni su marginación dentro de la Iglesia; asimismo, exhortaba a que fueran
tratadas con respeto y se buscara su inclusión en la vida eclesial. Pero al
mismo tiempo, declaraba que los actos homosexuales eran intrínsecamente
desordenados.
El
Matrimonio, como institución, existía antes que la Iglesia, por lo que la
opinión de ésta, respecto a la defensa del verdadero Matrimonio –que sólo puede
darse entre un hombre y una mujer–, no pretende imponer sus dogmas a una
sociedad cada vez más plural, sino expresar sus convicciones y preocupaciones
en relación con la convivencia humana, y con la ética y moralidad de nuestras
instituciones y sus leyes, por lo que no es posible que a la Iglesia se le
sustraiga de un debate que afecta no sólo a sus fieles –en este caso la mayoría
de los mexicanos–, sino al futuro de la sociedad y a su sano desarrollo.
Habiendo
tantos problemas que tienen de rodillas al país –como el flagelo del
narcotráfico y la violencia que genera; la inseguridad, que según una última
encuesta afecta al 85 por ciento de los mexicanos; la desigualdad social, que
mantiene a más de la mitad de la población en la pobreza, y la corrupción, que
permea como la humedad sin que la clase política se atreva a legislar las
reformas que exige la sociedad civil–, no es posible que el Gobierno de la
República ponga como prioridad legislar sobre falsos derechos, que no se
sostienen desde una base antropológica, y que minan los valores sociales y
familiares sobre los que tradicionalmente se ha asentado la sociedad mexicana.
Asimismo,
causa una preocupación aún mayor que el titular del Ejecutivo haya instruido a
la Secretaría de Educación Pública para que introduzca en la educación de los
niños la destructiva y perversa ideología de género, que deforma la realidad
antropológica y socava los valores fundamentales que históricamente han dado
forma a la familia y a la sociedad mexicana. ¿Estarán de acuerdo los padres de
familia en que se envenene a sus hijos con esta malsana ideología?
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