El Papagate, adiós a Benedicto XVIII/ Fred Alvarez Palafox
Código Topo de Excelsior, 6 de marzo de 2013
Ratzinger se convirtió en el primer Papa que renuncia en siete siglos y abre una brecha inédita para la Iglesia católica; el adiós a Benedicto XVI
CIUDAD DE MÉXICO.- La mañana de lunes 11 de febrero de 2013 nos despertamos en México con una noticia de primera magnitud, Joseph Aloisius Ratzinger (1927-), papa número 265, más conocido como Benedicto XVI se atrevió a romper una tradición de siglos: retirarse en vida, lo que soñaron varios de sus predecesores y no pudieron concretar. Nadie en La Stampa -la sala de prensa del Vaticano- esperaba la noticia; había en ese momento apenas cuatro periodistas.
El Papa leyó su renuncia en latín, lo que resultaba difícil de entender. Y Giovanna Cirelli de la agencia de noticias ANSA, gracias a que sabía el idioma entendió lo que estaba pasando en el Consistorio convocado, y con sabia decisión periodística escribió pocas líneas que partieron a las 11:47 horas de Roma al Mundo: “Il Papa lascia il pontificato dal 28 febbraio”. Y, como era de esperarse, la noticia se difundió de inmediato por todo los rincones del mundo.
Andrés Beltramo corresponsal de la agencia Notimex, no teniendo el acceso directo, pasó la noticia a la redacción pero perdió la nota aunque él fue el primero en enviar el Twitter. Los otros periodistas se “colgaron” de la nota y ampliaron su informe. En algunos minutos, la sala de prensa se fue llenando de periodistas de todo el mundo, incrédulos ante la impresionante noticia.
La renuncia fue una novedad de facto, pero no de jure. Históricamente, los casos de renuncia al Pontificado han sido escasos: cuando mucho tres en toda la historia: Benedicto IX (1032), Celestino V (1294) y Gregorio XII (en 1415). Pero es el segundo en hacerlo libremente. El primero fue el austero monje eremita Pedro Angelari da Morrone, más conocido Celestino V, quien fue elegido Papa en julio de 1294 y seis meses después renunció al darse cuenta de que el cargo superaba a sus cualidades.
En diciembre de 1294 leyó una bula de renuncia y murió dos años más tarde. Fue canonizado en 1313. Su renuncia fue acompañada de polémica acerca de la facultad de un Papa para dimitir.
El debate fue resuelto por su sucesor Bonifacio VIII que justificó la renuncia de su predecesor siempre que lo hubiera hecho libremente. Esta decisión históricamente fue aceptada como precedente legal, de modo que el Canon 332, 2º dice: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no se requiere que sea aceptada por nadie”. Es decir, la renuncia deber ser libre tal y como lo señala el canon 188, debidamente manifestada y no aceptada por alguien.
Estos sencillos enunciados tienen un alto significado. Debemos precisar que la del Papa no fue una abdicación propiamente dicha, sino una renuncia. Ése es el término técnico en el derecho canónico, e indica que la misión canónica sin vencimiento recibida por una persona se pone en manos de la autoridad que se la ha confiado. Por ello, libremente, Benedicto XVI expresó ante el Colegio de los cardenales que el jueves 28 de febrero entrará la Sede Vacante.
¿Qué dijo textualmente Benedicto XVI?
Sus palabras en su carta fechada el 10 de febrero son breves y concisas, dijo en latín:
“Los he convocado a este Consistorio (:..) para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino.
“Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el Cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.”
La respuesta vino de inmediato.
El cardenal Ángelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, respondió: “Le hemos escuchado con sentimiento de pérdida, casi incrédulos. En sus palabras hemos notado el gran afecto que siempre ha tenido por la Santa Iglesia de Dios, por esta Iglesia que tanto ha amado. Ahora permítame decirle, en nombre de este cenáculo apostólico –el Colegio Cardenalicio– en nombre de estos sus queridos colaboradores, permita que le diga que le es¬tamos más que nunca cercanos, como lo hemos estado en estos ocho iluminados años de su Pontificado.
El 19 de abril de 2005, si bien recuerdo, al terminar el Cónclave yo le pregunté, con voz también azorada, por mi parte: ‘¿Aceptas tu elección canónica a Sumo Pontífice?’ Y usted no tardó –también con azoramiento– en contestar diciendo que aceptaba, confiando en la gracia del Señor y en la materna intercesión de María, Madre de la Iglesia. Como María, ese día dio su “sí”, e inició su luminoso Pontificado en el surco de la continuidad, de esa continuidad de la que tanto nos ha hablado en la historia de la Iglesia, en el surco de la continuidad con sus 265 predecesores en la Cátedra de Pedro, en el curso de dos mil años de historia, desde el apóstol Pedro, el humilde pescador de Galilea, hasta los grandes papas del siglo pasado, desde San Pío X al beato Juan Pablo II… Santo Padre, antes del 28 de febrero, como usted ha dicho, día en que desea poner la palabra “fin” a este su servicio pontifical, hecho con tanto amor, con tanta humildad, antes del 28 de febrero, tendremos forma de expresarle mejor nuestros sentimientos; así harán tantos pastores y fieles dispersos por el mundo, así harán tantos hombres de buena voluntad junto a las autoridades de muchos países… Su misión, sin embargo, continuará: ha dicho que estará siempre cerca con su testimonio y con su oración. Cierto, las estrellas en el cielo continuarán siempre brillando y así brillará siempre en medio de nosotros la estrella de su Pontificado. Estamos cerca de usted, Padre Santo y bendíganos.”
No hay sorpresas en el breve texto de Ángelo Soda no, él sabía de la renuncia al igual que varios de sus colaboradores, incluyendo su hermano, Georg Ratzinger.
Insisto, teológicamente todo está muy claro y canónicamente previsto.
“UN PASTOR RODEADO POR LOBOS”
¿Fue una salida fácil, o una huida ante los problemas de la Curia, como muchos dicen?
Considero en lo personal que no, aunque tampoco debemos decir que no le afectaron el haber convivido entre lobos y los casos de los denominados vatiLeaks, de paidofilia, o la crisis crisis del denominado banco vaticano, entre muchos otras.
Peter Seewal, firmó un artículo el 9 de febrero en el diario italiano Il Corriere della Sera, y reitera que Benedicto XVI lo hizo a tiempo, y que las crisis en la Curia no fueron motivo de la renuncia.
Señala que la última entrevista que mantuvo con el Pontífice, fue hace diez semanas en el Palacio Apostólico, con el propósito de proseguir la reconstrucción de su biografía. En esa ocasión hablaron, entre otras cosas, sobre la relación de Benedicto XVI con sus padres; de cuando desertó del ejército hitleriano; y de los discos que solía escuchar para aprender idiomas. Y precisa que durante el encuentro, notó al Papa más cansado de lo habitual, “el oído había disminuido, ya no veía del ojo izquierdo, y el cuerpo se estaba adelgazando”, y “se volvió muy delicado, todavía más amable y humilde, totalmente reservado. No parecía enfermo, pero el cansancio que se había apoderado de su persona, cuerpo y alma, no podía ignorarse por más tiempo”, añade.
EL INSTITUTO PARA LAS OBRAS DE RELIGIÓN (IOR)
Es conocido comúnmente como el Banco del Vaticano, en otros tiempos se le denominó el Banco del Papa. Tiene su sede en la Ciudad del Vaticano; fue fundado por Pío XII en 1942 y tiene personalidad jurídica propia.
El IOR se vio manchado a principios de la década de los ochenta por el escándalo de la quiebra del Banco Ambrosiano de Roberto Calvi, encontrado ahorcado bajo un puente de Londres en 1982. La bancarrota entonces, originó la quiebra de una treintena de empresas, y aunque el Vaticano siempre rechazó cualquier responsabilidad sí admitió su “implicación moral” y decidió pagar 241 millones de dólares de la época a los acreedores de la entidad.
Hubo un personaje siniestro en esa institución de nombre Paúl Casimir Marcinkus, con el cargo de arzobispo; muchos lo conocieron como el banquero de Dios.
Manejó durante casi veinte años -desde 1972 hasta su retirada en 1989- el IOR. La autonomía e independencia de que gozaba desde 1942 esta institución permitió al arzobispo Marcinkus una gran libertad de movimientos. Esta autonomía se tradujo en los oscuros contactos que mantuvo con los banqueros italianos Michele Sindona (asesor financiero de Pablo VI) y Roberto Calvi, cuyas aventuras financieras internacionales culminaron con la quiebra de sus bancos, en especial el Ambrosiano de Milán. El fraude dejó un agujero de mil 400 millones de dólares de entonces y muchos muertos.
Marcinkus estuvo implicado en la bancarrota del Ambrosiano que aparece reflejado en el filme El Padrino III. Varios libros e investigaciones periodísticas sostienen que además estuvo implicado en la muerte de Albino Luciani (el papa Juan Pablo I), teoría que nunca ha sido demostrada.
Monseñor Marcinkus murió en 2006 en Sun City, Arizona, EU, a la edad de 84 años.
Empero, por los escándalos de entonces, el IOR fue reformado en 1989 por Juan Pablo II y actualmente cuenta con un patrimonio de cinco mil millones de euros y 33 mil titulares de depósitos, en su mayoría italianos, polacos, franceses, españoles y alemanes.
Por cierto, el 30 de diciembre de 2010, Benedicto XVI aprobó una ley para luchar contra el blanqueo de dinero en la instituciones financieras del Vaticano, con el objetivo de entrar en la llamada “lista blanca” o la lista de Estados que respetan las normas para la lucha contra el lavado de dinero.
Ésas y otras situaciones difíciles estuvieron en la agenda de Benedicto XVI en los últimos meses de su papado.
¿UNA COINCIDENCIA O ES DELIBERADO?
Hay coincidencias entre las fechas de renuncia de Benedicto XVI con la muerte de su predecesor, Juan Pablo II: Karol Wojtyla nació el 18 de mayo de 1920 y murió el 2 de abril de 2005, a un mes y 16 días de cumplir 85 años. Benedicto XVI hará efectiva su renuncia el 28 de febrero de 2013, antes de cumplir 86 años el próximo 16 de abril, justo a un mes y 16 días.
“No se trata de agobiarnos mucho por la numerología u otras cábalas, lo cierto es que como poco es curioso. A uno le da por preguntarse si habrá elegido Benedicto XVI a propósito esa fecha, tan precisa, como un homenaje a su predecesor el beato Juan Pablo II”, escribió Luis Javier Moxó para la agencia de noticias Zenit.
¿QUÉ PASARÁ EL 28 DE FEBRERO?
La respuestas está contenida en la norma que regula el proceso de elección de un nuevo Papa: Constitución Universi Dominici gregis (abajo)
Benedicto XVI será siendo papa hasta las 20 horas del día 28 de febrero, con todos los poderes que le da el Pontificado. Empero, justo a las 20 horas con un segundo dejará de ser Papa. En ese momento se declarará la Sede Vacante. Horas antes, el todavía Papa se trasladará a la residencia en Castel gandolfo. Lo acompañarán su “familia” que ha tenido durante estos casi ocho años; sus secretarios Georg Ganswein y Alfred Xuereb, y sus asistentes: Carmela, Loredana, Cristina y Rossella, laicas miembros de la comunidad Memores Domini del Movimiento Comunión y Liberación.
Ahí esperará la decisión del Cónclave y una vez elegido el nuevo Papa, Joseph Ratzinger tiene previsto pasar el resto de sus días en el monasterio de monjas de clausura Mater Ecclesiae. Dicho monasterio está ubicado hacia el oeste de la Basílica de San Pedro y tiene además de los lugares habituales como una capilla y cuartos: un salón del coro, una biblioteca, un semisótano, una terraza y un salón para visitas.
En ese momento pasará a ser un hombre y ya no se llamará “Benedicto XVI”. No está claro cuál será su cargo, la legislación no lo contempla. Creo que lo correcto será nombrarlo “Obispo Emérito de Roma” y tendrá una pensión de dos mil 500 euros, suficiente para vivir y escribir libros.
No creo que cambie su disciplina. Se levanta todos los días a las 5 de la mañana y termina la jornada a las 11 de la noche. Se informa de aquello que sucede en todo el mundo y lee los periódicos del mundo en diversos idiomas: alemán, italiano, inglés, francés y español. Es sobre todo un escritor extremadamente cuidadoso, le gusta retirarse en el estudio y escribir con calma, controlando las fuentes personalmente y consultado su vasta biblioteca personal. Además no usa computadora sino que escribe a mano y después sus textos son transcritos y traducidos.
Quizá a partir del nuevo papado se instaure en la legislación canónica se incluya el retiro del Obispo de Roma a determinada edad, igual que lo deben hacer los casi cinco mil obispos que hay en el mundo, finalmente el Papa es un obispo más.
Que le vaya bien, y en lo personal no creo que vaya quedar “oculto para el mundo”, se sentirá su presencia y seguramente escribirá varios libros más.
¿Y QUIÉN SERÁ EL SUCESOR?
Benedicto XVI tiene todo previsto.
En cinco consistorios creó varios cardenales, hoy existen 117 electores, sesenta y siete electores fueron creados por Benedicto XVI, y los cincuenta restantes por Juan Pablo II. De Europa son 61, 19 latinoamericanos, 14 norteamericanos, 11 africanos, 11 asiáticos y uno procedente de Oceanía. A diferencia de Juan Pablo II que creó varios cardenales mexicanos, Benedicto XVI sólo a uno: José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara.
Seguramente Benedicto XVI años después de su muerte será considerado santo, por el solo hecho de haber tenido la valentía de hacer lo que casi nadie había hecho, renunciar en vida.
Lo vamos a extrañar.
LA CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
(El pastor de todo el rebaño del Señor), documento de 60 páginas, promulgada por Juan Pablo II, el 22 de febrero de 1996, mediante la cual se regulan la vacante y la elección del Pontífice romano.
PUNTOS MÁS IMPORTANTES HOY
¿Cuándo se celebra un cónclave?
Los cónclaves son convocados para elegir a un nuevo Papa entre el decimoquinto y vigésimo día desde el momento en que la sede apostólica es oficialmente vacante, sea por muerte como por renuncia, según establece el Código de Derecho Canónico.
LUGAR DE LAS VOTACIONES:
Las votaciones se realizarán en la Capilla Sixtina. La nueva modalidad es que ahora los cardenales se quedarán en una residencia moderna llamado Domus Sanctae, al cual no tendrá acceso ninguna persona ajena al cónclave. Desde allí serán trasladados a la Capilla para cada jornada de votación.
MÉTODOS DE ELECCIÓN: POR ESCRUTINIO
Con esta Constitución se suprimen dos formas de elección que Pablo VI estableció durante su Pontificado. El método “por aclamación”: cuando los cardenales electores, “inspirados por el Espíritu Santo”, anunciaban unánimemente el nuevo Papa, y “por compromiso”, cuando los cardenales “por circunstancias especiales” confiaban a un grupo restringido la elección.
Ahora el único método es - gracias a Dios - por escrutinio único que subsiste ahora el de la votación regular: dos tercios de los votos más uno, calculados sobre la totalidad de los electores presentes: 120 cardenales máximo.
Además, éstos no deberán haber sobrepasado 80 años (como había ordenado Pablo VI en 1975).
Después de tres días de escrutinio sin resultado positivo, “éstos se suspenden por un día para una pausa de oración y de libre coloquio entre los votantes” para luego reanudar las votaciones durante siete escrutinios y un intervalo de un día si no se llega a un resultado. Y así sucesivamente.
Las papeletas, previamente confeccionadas, serán escritas a mano por los cardenales “con una caligrafía lo más irreconocible posible”.
Las papeletas de elección deberán ser quemadas dos veces por día, de mañana y de tarde e indicarán, por el humo que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina, si el Papa ha sido o no elegido (negro si la respuesta es negativa, blanco si es positiva).
Los electores que traten de imponer programas al nuevo Pontífice serán excomulgados, no siendo aceptados en consecuencia “pactos, promesas u otros compromisos” preeleccionarios.
RESPECTO A LOS CARDENALES MAYORES DE 80 AÑOS
Podrán participar en las congregaciones generales preparatorias. Y durante la celebración del Cónclave se les invita a “guiar la oración del Pueblo de Dios en las Basílicas Romanas y en las diócesis esparcidas por el mundo”.
EL MAYOR CONSENSO POSIBLE EN EL NOMBRAMIENTO DEL NUEVO PAPA
Un decisión de Benedicto XVI fue que en todas las votaciones exista una mayoría de los dos tercios de los cardenales electores, así lo decidió en un ‘motu proprio’ hecho público el 11 de junio de 2007 en el L’Osservatore Romano y que se llama “De aliquibus mutationibus in normis de electione Romani Pontificis”, en el que se deja, luego de los 34 famosos escrutinios, la posibilidad de que los cardenales puedan decidir otro tipo de votación. Este otro tipo de votación puede ser el hecho de que son votables solo los cardenales que han recibido el mayor número de votos en la elección precedente, pero no será quien tenga más votos quien sea elegido, sino quien tenga, en cualquier caso, los dos tercios de los votos”.
Pero todo apunta que se adelantará el cónclave visto que no hay funerales.
Juan Pablo II no consideró una ruta establecida para el relevo del papa para una situación de renuncia, sólo en caso de muerte. Por lo que director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi, dijo que Benedicto XVI considerao la opción de publicar un motu proprio (decreto) para precisar algunos puntos sobre el cónclave en el que se elegirá al nuevo Pontífice. Lombardi dijo que “no sé si (el Papa) considerará necesario y oportuno precisar la cuestión del tiempo del inicio del cónclave”.
El sacerdote indicó que el texto servirá para “poner a punto algún que otro detalle y se armonice con otro texto relativo al cónclave, el ‘Ordo Rituum Conclavis’”.
Y concluyó, “la cuestión depende de la evaluación del Papa y se dará a conocer en el momento oportuno”.
Fg
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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