Todo tiene su tiempo....Luis Echeverría Álvarez, Presidente (970-1976), murió a la edad de 100 años .
La historía lo juzgará, emití el siguiete tuit anoche..
"Cosas de la vida; el ex presidente Luis Echeverría murió un 8 de julio de 2022; exactamente el mismo día pero 46 años después (1976) cuando un grupo de integrantes de la cooperativa junto con otro infiltrados dieron el “golpe final”a Excelsior de #Scherer.
Todo tiene su tiempo."
Compareció ante el fiscal de delitos del pasado para aclarar su participación en la masacre del 2 de octubre...fue indiciado por ser probable responsable del delito de genocidio; se libró orden de aprehensión pero no piso la cárcel ya que por motivos de edad se le aplicó prisión domiciliaria.
En 2009 quedó absuelto de todos los cargos imputados......
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El comunicado del @INAMI_mx debió decir que ese documento que dio a conocer el dirigente del PRI en el vídeo y en imagen a las 9:16 es falso;
¿O lo pueden hacer sin los logos institucionales?
Debieron desmentirlo...!. si no lo hicieron entonces ocurrió tal y como se denuncia lo denuncia Alito.
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Mons. Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados de la Secretaria de Estado declaró al noticiero Tg1de la televisión italiana RAI que no descarta que el papa Francisco vaya a Ucrania en agosto
Es la segunda vez en pocos días que la Santa Sede plantea la posibilidad de una visita del Papa a Ucrania en agosto.
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Las columnas políticas hoy, domingo 10 de julio de 2022
Templo Mayor/ REFORMA
PREGUNTA seria: ¿A qué va Andrés Manuel López Obrador a Washington el martes?
MÁS ALLÁ de su absurda ocurrencia de proponer que se retire La Estatua de la Libertad si se condena a Julian Assange y de meras generalidades como el hecho de que se abordarán temas migratorios y de "cooperación bilateral", no queda claro cuál es el objetivo de visitar a Joe Biden.
PORQUE si resulta cierto que su principal propuesta es invitar al presidente de EU a unirse a su fallido plan para "controlar" la inflación, suena a que la gira acabará siendo una oportunidad desperdiciada de plantear al menos un asunto concreto que beneficie a México.
QUIEN regresará a la Casa Blanca después de que estuvo por allá por las celebraciones del "5 de Mayou" es Beatriz Gutiérrez Müller.
EL MISMO día de la reunión entre los presidentes de México y EU, ella se reunirá con Jill Biden para tratar temas relacionados con la educación.
PERO NO vayan a decir que es un encuentro entre primeras damas porque Gutiérrez Müller insiste en que ella es solamente la "compañera Beatriz".
AUNQUE faltan más de 10 meses para la elección de quien gobernará en el Estado de México en el periodo 2023-2029, la prisa que le metió Morena al proceso para seleccionar a su candidato ya aceleró a los demás partidos en la entidad.
TRAS EL CIERRE de registro de los aspirantes morenistas el último minuto de ayer, se espera que pronto sus aliados del PT, el PVEM y el Panal -que aún existe como partido local- definan si irán juntos o cada quien por su lado.
EN EL CASO de los verdes, su dirigente estatal, José Couttolenc, ha dado señales de que pretenden postular a su propio candidato y de que el más indicado sería ¡él mismo!, mientras que el PT también coquetea con esa posibilidad.
EN LA alianza Va por México del PRI, el PAN y el PRD están de acuerdo en que contenderán juntos y, aunque pudiera pensarse que los priistas y su gobernador Alfredo del Mazo llevan mano para elegir a quien abandere ese coalición, el panista Enrique Vargas cree e insiste en que él es el bueno.
Y EN DONDE las cosas parecen estar muy claras es en Movimiento Ciudadano donde el ex perredista y actual senador naranja Juan Zepeda prácticamente tiene asegurada la candidatura y se ha estado moviendo para salir en la foto.
ASÍ ES QUE, con todo y que las precampañas electorales iniciarán oficialmente hasta enero y las campañas hasta abril, los suspirantes mexiquenses ya están con el cuchillo entre los dientes y así seguirán, los que vayan quedando, hasta el 5 de junio del año próximo.
Molestó en la Fiscalía el madruguete en el caso Alito
Bajo Reserva/El Universal
En la Fiscalía General de la República (FGR), nos hacen ver, causó molestia el 'madruguete' que la Presidencia de la República le dio con el anuncio en una red social de que hay abierta una carpeta de investigación contra el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, por los presuntos delitos de tráfico de influencias, desvío de fondos federales, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y fraude fiscal. Nos cuentan que nada bien le cayó esta maniobra al fiscal Alejandro Gertz Manero, quien tiene varios frentes abiertos, y con este se agrega uno más. En la FGR ven la acción como un aviso prematuro para don Alito, quien dijo que en la semana que empieza regresará al país, tras concluir una gira por Europa, en la que denunció al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador como responsable de una persecución política a sus opositores usando los instrumentos del Estado. Mientras tanto, nos comentan, los fiscales que llevan el caso de Alito siguen poniendo manos a la obra para fortalecer las indagatorias en su contra.
Poca concurrencia a los funerales de Echeverría
Nos cuentan que los funerales del expresidente Luis Echeverría tuvieron menos convocatoria entre la clase política de lo que generó su muerte en la conversación de las redes sociales, en las que abundaron las críticas a su figura, en especial por su papel en la matanza de Tlatelolco en 1968, como secretario de Gobernación, y por el halconazo, durante su presidencia; pero también hubo condolencias. Algunos funcionarios y líderes de la 4T que trabajaron con el político de las guayaberas y ahora lo hacen en la 4T no se animaron a presentarse en las exequias. Solo enviaron coronas y arreglos florales. Y es que pocos personajes generan sentimientos ambiguos en la izquierda mexicana como Echeverría, porque hay sectores de esa corriente que siguen viendo con buenos ojos las políticas económicas y sociales que aplicó en su gestión, pero muchos de sus integrantes fueron víctimas de la represión durante su mandato.
Preparaban libro sobre su vida pública
Los que no tienen dudas eran un grupo de personas cercanas al expresidente Luis Echeverría que participaron recientemente en un homenaje con motivo de sus cien años de vida, cumplidos en enero pasado. Nos comentan que en los próximos días saldrá a la luz un libro en torno a esa celebración que tuvo que realizarse mediante conexión por Zoom debido a la pandemia y a la fragilidad que ya acusaba la salud del exmandatario. Nos detallan que el libro cuenta con las participaciones de al menos 30 personajes, entre ellos excolaboradores cercanos como Juan Velásquez, que fue su abogado durante décadas. Nos cuentan que ya está en imprenta y ya se tenía planeada su publicación, que de manera fortuita terminó casi coincidiendo con el fallecimiento de quien gobernó México de 1970 a 1976.
IMPI salva a Yalitza Aparicio
Nos comentan que el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) debe estar muy actualizado en todos los ámbitos, incluido el de la farándula. Nos detallan que desde que se estrenó la película “Roma”, la cual fue protagonizada por Yalitza Aparicio, varias empresas y particulares han buscado registrar el nombre de la actriz nominada al Oscar para comercializarlo, desde en joyería hasta en prendas íntimas y en hoteles. Sin embargo, nos indican que el IMPI ha salido en su defensa al señalar que estos aprovechados no cuentan con la autorización de la actriz y maestra.
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Echeverría: ¿Recuerdos del porvenir?/Roberto Rock L.
En muchos aspectos, las biografías de Echeverría y de López Obrador no podrían ser más diferentes
El Universal,
La muerte de Luis Echeverría Álvarez, presidente hace más de medio siglo (1970-1976), alentará las ya frecuentes comparaciones con el actual mandatario, Andrés Manuel López Obrador, en particular por la mutua inclinación a concentrar el poder, a mitificar su presidencia como encarnación del pueblo e imponer la retórica de un país con destino manifiesto..., pero también para anticipar que el colofón de estas historias es siempre una paulatina e irremediable pérdida de control. Primero sobre el tablero político, después sobre la realidad.
En muchos aspectos, no obstante, las biografías de Echeverría y de López Obrador no podrían ser más diferentes: el primero construyó cada etapa de su meteórica carrera desde atrás de un escritorio; el segundo, recorriendo una y otra vez mil pueblos. Ambos, con la promesa de una redención para los campesinos, los indígenas y los pobres que nunca acaba de llegar.
A los 23 años, en 1945 (cuando el general Lázaro Cárdenas regía en los altares de la política), el muy joven Echeverría participó en un congreso que reclamó regresar a sus orígenes a la Revolución mexicana. Un año después, casado ya con la hija del liberal José Guadalupe Zuno, exgobernador de Jalisco (1923-1926), es incorporado como secretario particular del general cardenista Rodolfo Sánchez Taboada, entonces flamante presidente del PRI y al que conocía por la afición compartida por el tenis. En sus años 20, López Obrador empezó a crecer en la política tabasqueña bajo la leyenda del cacique Tomás Garrido Canabal y el padrinazgo intelectual de Carlos Pellicer. De ellos abrevó a su vena popular y su pasión por el indigenismo.
Tres secretarios de Hacienda acumuló Echeverría; tres son los que lleva López Obrador. En el primer caso, el último de ellos fue Mario Ramón Beteta, quien lo orilló a anunciar en su último informe de gobierno -septiembre de 1970- la devaluación del peso. Había declarado que “las finanzas nacionales se controlan desde Los Pinos”. Como publicó ayer “The New York Times”, fue un presidente que sometió la economía a su capricho. López Obrador ha sido capaz de proyectar como su principal fortaleza un manejo muy conservador -neoliberal, podría decirse- de los variables económicas.
Echeverría se obsesionó con la presencia internacional, viajó sin freno, con las complejidades de la época, imaginándose líder del tercer mundo. Con un equipo sólido, creó nuevas leyes e instituciones. Cincuenta años después, cuando la globalización parece en retroceso, López Obrador, con un gabinete variopinto, luce ensimismado en el ombligo nacionalista.
Non faltan quienes identifican en ambos un talante autoritario, que en el caso de Echeverría se expresó en masacres, en particular contra estudiantes y maestros. La impronta de López Obrador no es violenta, pero desentona frente a un ciudadano más informado y participativo.
Apuntes: El martes en este mismo espacio, le informé que tres exsenadores panistas, entre ellos Roberto Gil Zuarth, presentaron ante la fiscalía de Tamaulipas una denuncia contra Santiago Nieto, extitular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y actual colaborador clave del gobernador electo Américo Villarreal. Me apoyé para ello en una fuente regularmente confiable. Ahora le comparto que esa versión es, en principio, falsa. Sí existe una denuncia contra Nieto Castillo en dicha fiscalía, presentada por Jesús Villarreal Salinas, ex alcalde de Reynosa, cuyas cuentas bancarias fueron congeladas por la UIF en 2019 ante presuntas operaciones financieras ligadas a la venta de combustible robado. Para estos efectos es irrelevante si este personaje recibió asesoría legal como parte de la conocida pugna entre Gil Zuarth y Castillo. Me disculpo con los señalados y en particular con usted, lector.
rockroberto@gmail.com
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Arturo Zaldívar: una triste desilusión/Hernán Gómez Bruera
Antes que estar a la altura, Zaldívar ha terminado por convertirse en un defensor del status quo
Cómo no haber albergado esperanzas cuando en enero de 2019 Arturo Zaldívar fue elegido para presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Su perfil parecía el idóneo para encabezar una nueva etapa, donde el poder judicial estaba llamado a acompañar la batalla contra la corrupción promovida por López Obrador.
Tristemente, antes que estar a la altura, Zaldívar ha terminado por convertirse en un defensor del status quo.
A meses de concluir su mandato, el resultado de la reforma judicial —que en un gesto de confianza el Presidente puso en sus manos— ha sido por demás mediocre, presentando apenas unos cuantos avances cosméticos.
Una de las grandes debilidades del poder judicial en México —lo ha planteado bien el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM— es que la presidencia de la SCJN y del Consejo de la Judicatura recaen en una misma figura, lo cual concentra excesivamente el poder en el ministro presidente y es fuente de corrupción.
Zaldívar no quiso renunciar a ello, prefirió usufructuar en su beneficio el poder y el presupuesto del Consejo de la Judicatura, donde se decide el ascenso y la adscripción de los jueces, así como las acciones disciplinarias que se han seguido utilizando para premiar a los fieles y castigar a quienes se rehúsan a seguir la línea que se les impone desde arriba.
Dos áreas son particularmente nebulosas: Una es la que investiga y más tarde sanciona las posibles faltas que eventualmente derivan en sanciones. Otra es aquélla en la que se decide qué casos conoce cada juzgador. En teoría, los turnos se asignan de forma aleatoria; en la realidad es muy fácil meter mano para que los casos caigan en jueces de consigna o aquéllos con los que se tienen negocios de algún tipo.
Dentro del Consejo de la Judicatura, Zaldívar se ha hecho acompañar por figuras de dudosa reputación. ¿De verdad se puede luchar contra la corrupción cuando la contralora de ese órgano es Arely Gómez, aquella procuradora a la que se le escapó El Chapo? ¿Cuando el encargado de bajarle línea a los jueces es Carlos Alpízar, magistrado con Eruviel Ávila y fiel representante de la cultura priísta mexiquense? El chiste se cuenta solo.
Además, Zaldívar utilizó la reforma judicial para concentrar aún más poder en sus manos. Hoy, por ejemplo, el presidente de la Corte es el único que decide qué casos pueden ser atraídos por el Pleno. Los amparos de revisión ya no pueden ser propuestos por cualquier ministro.
Antes que promover una carrera judicial basada en el mérito, una donde jueces y magistrados lleguen por concurso y no por su vinculación a grupos de poder y la subordinación a lealtades perversas, Zaldívar y otros ministros han promovido concursos a modo para promover a sus allegados.
Recientemente, el presidente de la Corte convirtió en magistradas a tres de sus más cercanas colaboradoras y a uno —Alejandro Avante Juárez—, hermano de la jueza que liberó a Kamel Nacif, también protegida por Zaldívar.
En el fondo, el activismo progresista del presidente de la Corte y su retórica defensa del feminismo no es más que una forma de lavarse la cara y buscar los aplausos que tanto necesita.
Imposible regatearle a Zaldívar su inteligencia y habilidad. Igualmente imposible es negar la forma en que antepuso su ambición política personal y su avidez de protagonismo y popularidad a la necesidad histórica de transformar el más putrefacto de los poderes de la unión.
www.hernangomez.com.mx
@HernanGomezB
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¿De quién fue la culpa?/ Sara Sefchovich
ElUniversal
En 2015, los legisladores del Partido Verde Ecologista de México consiguieron modificar la Ley General de Vida Silvestre, a fin de que se prohibiera usar a animales en los espectáculos de los circos.
Y sin embargo, a esos mismos que se adornaron diciendo que lo hacían para proteger a los animales, no los hemos escuchado protestar por las corridas de toros y las peleas de gallos y de perros, ni los hemos escuchado hacer ningún esfuerzo por mejorar las terribles condiciones de la cría de aves, vacas y cerdos, ni por las maneras de matanza en los rastros, ni por la manera en que tienen a los animales en los comercios donde los venden e incluso en los zoológicos, ni por acabar con costumbres populares en las que maltratan brutalmente a los animales, como la que se lleva a cabo con los chivos en Tehuacán, Puebla o con animales pequeños en Izamal, Yucatán o con toros en varias zonas de Veracruz, ni insistir en que se castigue a quienes lastiman a perros y gatos, caballos y burros, los abandonan en azoteas y basureros o los mantienen todo el tiempo amarrados a un poste. Y es que, por lo visto, no se atreven a tocar a los grandes intereses económicos o a las costumbres sociales.
Y en lo único en que sí se metieron para simular interés, el resultado fue desastroso: leones, tigres, jirafas, elefantes y serpientes fueron abandonados, sacrificados o vendidos a cualquiera que los quisiera. De entre estos últimos, están los que un señor de nombre Eduardo Serio, que se presenta a sí mismo como amante y defensor de los grandes felinos, afirma haber adquirido para rescatarlos, llevándolos a un terreno en la alcaldía Tlalpan y pidiendo donativos para su manutención.
Sin embargo, no parece que haya utilizado el dinero con ese fin, pues el descuido, hambre y maltrato en que se encontraban los animales, motivaron denuncias que llevaron a la intervención de la autoridad para clausurar el lugar.
Hasta aquí, es evidente que hay al menos tres responsables de esta situación: los del partido verde, el señor Serio y la Alcaldía Tlalpan, que por lo visto nunca se enteró de lo que estaba sucediendo (o hizo como que), siendo que desde 2015 allí estaba ese “refugio”, precisamente en los tiempos en que la gobernó Claudia Sheinbaum.
Pero para el propietario del lugar, el verdadero culpable son los medios de comunicación. Siguiendo la lección aprendida del Presidente, según la cual lo grave no es lo que sucede sino que alguien lo cuente, los acusó “de hacer mierda su trabajo”. Ese sí que es el colmo del cinismo, porque quien hizo mierda de los pobres animales fue él.
Hace algunos años denuncié en este espacio al rejoneador Emiliano Gamero por golpear brutalmente a su caballo. Lo he hecho también con niños y adultos que maltratan animales y a quienes testigos acusan. Y con los diputados que legislan al vapor y le hacen más daño que bien a los animales. Hoy denuncio frente a la opinión pública a la delegación Tlalpan por haber permitido esto y señor Eduardo Mauricio Moisés Serio por haber mentido diciendo que iba a rescatar a los felinos. Esto no lo digo yo, ni los malvados medios de comunicación, sino organismos de prestigio internacional como PETA y Wild Welfare que “han criticado al santuario Black Jaguar White Tiger por explotar y maltratar a los animales” y como la Global Federation of Animal Sanctuaries que no aceptó acreditar al dizque santuario de este señor.
Escritora e investigadora en la UNAM
sarasef@prodigy.net.mx
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Echeverría irredimible/Enrique Krauze
en REFORMA,
Una sola obsesión guio a Luis Echeverría desde su toma de protesta en 1970 hasta el final de su larga vida: borrar su responsabilidad en el 68. En La presidencia imperial documenté el modo maquiavélico con que operó durante los tres meses cruciales del movimiento estudiantil para alcanzar un triple propósito: lograr la confianza de aquel presidente cruel y paranoico, descarrilar a sus adversarios en la carrera por la sucesión y finalmente tramar la provocación al ejército en Tlatelolco para luego transferirle la culpa de la masacre. Una vez sentado en la Silla, intentaría -Lady Macbeth en Los Pinos- lavar la sangre de sus manos.
Diseñó una doble política: represión y cooptación. Por un lado, mientras infiltraba grupos universitarios para identificar líderes, reprimió la manifestación del 10 de junio de 1971 y desató la "guerra sucia" contra los estudiantes que habían optado por la guerrilla. Por otro, se ostentaba como el líder izquierdista del tercer mundo (creando una atmósfera de polarización que propició, entre otros crímenes, el asesinato del gran empresario y filántropo regiomontano Eugenio Garza Sada). Pero su empeño mayor en este sentido fue la neutralización de la disidencia. Para ello aumentó exponencialmente el presupuesto, tamaño y número de las universidades públicas, urbanas y rurales. No lo hizo para enriquecer el saber sino para acumular poder. Lo hizo para desactivar la bomba estudiantil, proyectar una imagen "progresista" y apuntalar el viejo sistema político.
El mejor diagnóstico sobre el sexenio de Echeverría está en varios ensayos de Gabriel Zaid, recogidos en dos libros que no han perdido vigencia: El progreso improductivo y La economía presidencial. En uno de esos textos ("Los universitarios en el poder", Plural, mayo de 1976) Zaid advirtió un cambio casi imperceptible que marcaría nuestra historia posterior hasta estos días: progresar se volvió sinónimo de incorporarse al gobierno. Con la multiplicación exponencial de los puestos y presupuestos (el personal en el sector público pasó de poco más de 600 mil en 1970 a más de dos millones en 1975), el destino ideal para un joven universitario de clase media que quería progresar no era ya la vida de la autonomía sino la vía de la obediencia
Esta operación becaria -mostró Zaid- fue equivocada y nociva. Los nuevos puestos no eran productivos: los principales indicadores económicos y sociales se deterioraron severamente con respecto a las administraciones anteriores. Lo más grave era la desatención al campo. Era urgente, además, reorientar la economía. México necesitaba una apertura comercial como la que comenzaban a instrumentar los países asiáticos. Dar por terminada la era (fructífera pero ya anacrónica e inviable) de la sustitución de importaciones, alentar la vía de las exportaciones y desde luego no ahuyentar a la inversión extranjera y nacional. Así, habríamos seguido creciendo. Nada de eso se hizo. Por el contrario, "la economía se manejó desde Los Pinos" -frase de Echeverría- con el objeto de concentrar, cerrar, estatizar. Y los resultados con respecto al inicio de sexenio fueron desastrosos: la moneda se devaluó de 12.50 a 22.50 pesos por dólar, la inflación llegó al 27%, se triplicó la deuda igual que el déficit público. La administración de López Portillo ahondó la tendencia. Doce años perdidos.
Echeverría infligió otro daño quizá más grave al progreso de México: un daño político. La solución al agravio del 68 no era la cooptación universal y la demagógica radicalización del gobierno hacia la izquierda. Tampoco la cacareada "apertura democrática" (que encubría un creciente endurecimiento autoritario). La salida era la reforma política. En 1969 Daniel Cosío Villegas la había propuesto: limitar el poder presidencial, fortalecer a los estados y municipios, acotar el poder del PRI, darle vida y credibilidad al desprestigiado poder legislativo y al casi inútil poder judicial, animar un debate público libre y abierto. Nada propició Echeverría. Por el contrario: atrajo a intelectuales de prestigio (Fuentes, Benítez), cooptó a un vasto sector de la izquierda universitaria, persiguió a sus críticos liberales, orquestó el golpe al Excélsior de Julio Scherer, degradó la palabra pública, ejerció sin recato el culto a la personalidad, se sintió legislador del mundo, quiso presidir la ONU, buscó perpetuarse en el poder.
Todo para redimirse ante la historia. Todo para lavar sus manos de la sangre derramada en Tlatelolco. Murió sin lograrlo.
www.enriquekrauze.com.mx
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Símbolo del viejo régimen
Echeverría/Fabrizio Mejía Madrid
De la forma en que un ex presidente se convierte en un chiste:
–¿En qué se parecen Perú y México? Allá tienen las ruinas de Machu Picchu y acá el Pinche Güicho nos dejó en la ruina.
De la forma en que un ex presidente se convierte en resumen de su sexenio. Es después de 1976 cuando, instigados por la derecha empresarial y católica, comienzan a circular decenas de burlas y chascarrillos contra Luis Echeverría –tachándolo de tonto, nunca de asesino–, que su sexenio irá tomando su forma final en la memoria colectiva: como fracaso económico (la primera devaluación del peso desde 1954, el inicio de una escalada de inflación de 27% al año y el crecimiento desmedido de la deuda externa para financiar el gasto del gobierno), como fractura del acuerdo con los empresarios de Monterrey (las más de 600 invasiones de tierras por parte de campesinos con expedientes rezagados de la reforma agraria y por el asesinato del empresario Eugenio Garza Sada en 1973) y como uso de la fuerza injustificado contra la prensa y las guerrillas (el golpe a Excélsior y las desapariciones de cientos de jóvenes por sus ideas políticas, desde el Halconazo del 10 de junio de 1971 en adelante). A la campaña de chistes, la acompañaría otra con un rumor de golpe de Estado promovida desde la Coparmex de Andrés Marcelo Sada, y otra sobre la esterilización de los niños con las campañas escolares de vacunación, impulsada por la Unión Nacional de Padres de Familia y la Iglesia católica.
Para una parte de la élite mexicana, Luis Echeverría sería un comunista por abrir al país al exilio chileno tras el golpe militar contra Salvador Allende, mientras que para la izquierda, que padeció la represión, tortura y desapariciones de estudiantes, guerrilleros, y líderes sociales, se convertiría en el artífice de una despiadada contrainsurgencia. Incluso, tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el candidato del PRI en 1994, Carlos Salinas de Gortari decidió responsabilizarlo en un comunicado desde Irlanda en 1995. Lo hizo desde la desesperación, sin prueba alguna. A dos días de la elección presidencial, el 30 de junio de 2006, un juez le dictó un arresto domiciliario por asesino y genocida, derivado de los hechos de 1968, pero los comités de desaparecidos consideraron que esto era una pifia y que se trataba de una más de las maniobras electoreras de Vicente Fox; con toda claridad, doña Rosario Ibarra de Piedra, que buscaba a su hijo Jesús desde 1975, dijo: “Es una más de sus estrategias para confrontar ambos casos y generar desconfianza. Es como si quisieran decirle a la gente: ‘si votas por López Obrador, esto es lo que va a pasar’, cuando en realidad son las autoridades del gobierno foxista las que se parecen a Echeverría y a sus métodos violentos. Ahí está Atenco”. La forma que adquirió Luis Echeverría en la memoria colectiva está parada sobre esas dos piernas: el PRI que tenía todavía cierta autonomía relativa con respecto a las élites empresariales y el PRI que torturó, violó, asesinó y desapareció a sus opositores de izquierda.
Pero hay todavía otra cosa que simboliza Luis Echeverría, ahora que murió tras un siglo de vida y cuya última imagen fue la de un anciano sentado en espera de su segunda vacuna contra el covid (15 de abril de 2021). Me refiero a la retórica de la mentira. En una de sus últimas entrevistas se puede ver cómo el ex presidente se ha creado una justificación para sus decisiones erróneas, anulando una parte de la verdad. Por ejemplo, desmintió su papel en la matanza del 2 de octubre de 1968 con el hecho de que, durante su campaña electoral, pude viajar por todo el país y no tuve problema. De la masacre del Jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971, dijo que fue una catorriza entre unos policías disfrazados y unos estudiantes que los descubrieron. No hubo muertos. De su maniobra con los cooperativistas del diario Excélsior y la televisión monopólica para sacar de su dirección a Julio Scherer García, sostuvo: La cooperativa votó en contra de él. Hizo una gran redacción con gente valiosa, pero con una gran incomprensión de la psicología y las necesidades de los trabajadores. Igual que usa su gira presidencial a finales de 1969 para cancelar su participación como secretario de Gobernación en la matanza del 2 de octubre, se vale de que Ricardo Garibay le habló la noche del golpe a Excélsior para pedirle ayuda policiaca, como diciendo: si yo había sacado a Scherer, ¿por qué me hablaron?. Es la retórica del priísmo que niega lo moral con lo legal (como Peña Nieto y su casa recibida a cambio de contratos de obra pública), que cree que la realidad surgirá del ejercicio extenuante de negarla (como el actual líder del PRI), que puede habitar un país que sólo existe en su memoria personal y no en la colectiva, la de todos los que fueron víctimas de sus decisiones (como en el caso de Carlos Salinas de Gortari). Al final, sin que fuera responsabilizado de manera legal por sus masacres, Echeverría murió en el centro de una condena histórica. Quizás no ocurrió, como avizoró doña Rosario Ibarra de Piedra, que se sentara en la oscuridad, ruminado sus culpas y vergüenzas. Ese es un terreno del optimismo de pensar que los malhechores tienen un momento en que se dan cuenta de que han hecho mal y se turban con el peso de las consecuencias. Más bien, me imagino al ex presidente pensando que la demostración de que su paso a la Historia no estaba contaminado de sangre, frivolidad y soberbia era que nadie lo molestó el día que salió a recibir su vacuna.
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La Jornada, 10 e julio de 2022
Símbolo del viejo régimen
Echeverría/Pedro Salmerón Sanginés
El gobierno del ex presidente se caracterizó por su mano dura contra los opositores, pero suave ante los dictados de los grandes empresarios.Foto Twitter y Archivo/Cuartoscuro
Lo primero que se me vino a la mente al enterarme de la muerte del licenciado Luis Echeverría Álvarez fue un poema de Nicolás Guillén, su Pequeña oda grotesca a la muerte del senador McCarthy (https://bit.ly/3NRK8LT). Creo que nunca me había ocurrido que la muerte de otro ser humano no me provocara un ápice de tristeza o de solidaridad con los deudos.
Quizá porque no olvido el 2 de octubre ni el 10 de junio. Quizá porque tengo cien amigos cuyos padres fueron desaparecidos, torturados, asesinados por órdenes suyas (y porque la desaparición forzada es uno de los más atroces crímenes de lesa humanidad). Quizá porque tengo cincuenta amigos que fueron encarcelados, golpeados, torturados, mutilados por órdenes suyas. Quizá porque su vida nos muestra que no existen el karma ni la justicia divina ni ninguna de esas ilusiones… ni la justicia.
Eso todos lo sabemos, hasta los que quieran justificarlo o cierran los ojos. Contemos otras cosas, que vienen a cuento, porque hay una mentira recurrente sobre su gestión. Hacia 1970 coincidieron la crisis mundial que llevaría al colapso de los acuerdos económicos adoptados a fines de la Segunda Guerra Mundial (Bretton Woods, 1944), con el agotamiento del modelo mexicano llamado desarrollo estabilizador.
La crisis venía de fuera. Los precios de los bienes comprados en el exterior crecieron desaforadamente entre 1971 y 1974: el de granos y alimentos casi se triplicó, el índice de precios internacional aumentó 58% en 1971, 80% en 1972, 73% en 1973 y 44% en 1974. Pero también era interna: en 1970 la producción de bienes y servicios se había estancado; el desempleo crecía rápidamente y había enormes rezagos en la satisfacción de servicios educativos, sanitarios y de vivienda. El México en 1970 era muy distinto al que se pintaba en los círculos de poder económico: junto a las cuentas alegres estaban los abismos, los rezagos, la represión y la sangre.
Por ello, en diciembre de 1970, el secretario de Hacienda designado por Echeverría, Hugo B. Margáin, propuso un programa para sortear la crisis y procesar una transición hacia un capitalismo industrial más integrado en lo interno y menos vulnerable en lo externo. Margáin explicó las razones de su proyecto: Desequilibrio presupuestal, creciente endeudamiento con el exterior, desnivel permanente y en aumento de la balanza comercial, junto con otros factores como el contrabando, la alcabala y la corrupción. Y anunció una política de crecimiento del gasto público, fomento a la inversión y ampliación de la infraestructura, pero sin afectar los subsidios y privilegios de los grandes empresarios.
Esa contradicción se debió a la actitud de los poderes reales: en diciembre de 1970, ante un paquete de reformas fiscales enviadas al Congreso por el Ejecutivo (que no alteraban de fondo la estructura impositiva), la Coparmex reaccionó con gran violencia verbal. Por esas declaraciones, los mexicanos se enteraron de que desde 1940 la política económica se sometía a la revisión de las cúpulas empresariales antes de ser enviadas al Congreso de la Unión (resultante de un pacto informal de Ávila Camacho y Alemán con el Grupo Monterrey).
En 1970 y 1971, la Coparmex frenó todas las reformas propuestas por Margáin. En 1972 se discutió la conveniencia de reformar el impuesto sobre la renta a fin de gravar los ingresos derivados de posesión de capital, eliminando el anonimato para fines fiscales. El sector privado se opuso frontalmente y la reforma fue detenida por el Congreso de la Unión. Esto provocó un déficit creciente y se recurrió al endeudamiento externo. La deuda pasó de 4 mil 262 mdd en 1970 a 19 mil 602 mdd en 1976. En mayo de 1973 renunció Hugo B. Margáin: advirtió que se había llegado al límite racional del endeudamiento. Si el gobierno seguía doblegándose ante la Coparmex y el Grupo Monterrey, la crisis sería mucho peor. Tuvo razón.
De modo que el socialista Echeverría no sólo fue el mayor torturador y asesino de socialistas: también se dobló, gobernó bajo los dictados de los grandes empresarios, más allá de su retórica y de la retórica de dichos empresarios (que llegó a las amenazas de golpe militar). Incluso les abrió un museo del horror. Dice Fritz Glockner: ¿Quién urdió el museo del horror?. ¿A quién se le ocurrió torturar y asesinar a José Ignacio Olivares y Salvador Corral y luego tirar sus cadáveres frente a las casas de Eugenio Garza Sada y Fernando Aranguren, los empresarios muertos en fallidos secuestros? Quien quiera que fuese, sin duda el acto cuenta con la venia de los más altos rangos del poder. A Luis Echeverría se le atragantan los insultos que no externa en público, pero los plasma en su perorata del 4º Informe, el 1º de septiembre de 1974, donde llamó a los guerrilleros, a los que se desaparecía y torturaba, hijos de la chingada, putos y pendejos.
Fritz Glockner, Los años heridos: la historia de la guerrilla en México, pp. 370-371. Los datos de la economía son de mis lecturas de Leopoldo Solís, La realidad económica mexicana; retrovisión y perspectivas; Rolando Cordera, Desarrollo y crisis de la economía mexicana, y Carlos Tello, Estado y desarrollo económico, México, 1920-2006.La Jornada
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Luis Echeverría, el penúltimo presidente populistaAlfonso Zárate
El Universal,
En 1970 —los tiempos del “milagro mexicano”— el país crecía vigorosamente y con baja inflación, la deuda externa de México era de apenas 6 mil millones de dólares (al final del gobierno de Echeverría ya superaba los 19 mil millones, se había triplicado), pero Gustavo Díaz Ordaz se equivocó, nombró como sucesor a Luis Echeverría en lugar de Antonio Ortiz Mena que, quizás, habría consolidado a México como una potencia media.
Su adolescencia transcurrió durante el periodo del general Lázaro Cárdenas que fue, según reconoció, una inspiración. Se propuso un cambio de modelo, reemplazar el modelo de “desarrollo estabilizador” por el de “desarrollo compartido”.
Echeverría creía en el papel dominante del Estado. Su gobierno, su propuesta de “apertura democrática” y su acercamiento a los gobiernos de Salvador Allende, de Chile y Fidel Castro, de Cuba, significaron una ruptura con su antecesor.
En sus conversaciones con Luis Suárez, el ya para entonces ex presidente, refería que los dramáticos sucesos de 1968 habían sido para él un repulsivo nacional, un desgarre. La inequidad del modelo del desarrollo estabilizador, decía, “que trasfiere desproporcionadamente los frutos del trabajo a las arcas del capital, convirtió a las mayorías desplazadas en una olla de presión. El movimiento estudiantil de 1968 fue su válvula de escape...”; liberó a los presos políticos, pero también estuvo detrás del asalto a Excélsior y en 1971 se vivió un terrible 10 de junio, la masacre de estudiantes.
Durante su periodo se crean organismos orientados a la atención de los más necesitados, como el Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad Rural (Indeco); al impulso a las exportaciones, como el Instituto Mexicano de Comercio Exterior (IMCE); competitivos con el sector privado como el Fonacot y orientados a la promoción del desarrollo científico y tecnológico como el CONACYT.
Echeverría y su mujer, “la compañera María Esther”, enaltecieron lo mexicano, Los Pinos exponía muebles hechos por artesanos y se ofrecía a los invitados delicias de la cocina mexicana acompañadas por las imprescindibles aguas de jamaica o de limón con chía.
Su discurso “progresista”, su política exterior “tercermundista”, su aliento al sindicalismo independiente y sus desencuentros con los hombres de negocios a quienes llamaba “los riquillos”, lo llevaron a un duro choque, sobre todo, con los de Monterrey.
Don Armando Fernández Velasco, entonces presidente del CCE, ofreció su balance del periodo:
El licenciado Echeverría consideró que todo lo que había ocurrido antes de él era ‘desarrollismo’ , y propuso en su lugar el ‘desarrollo compartido’. Al término de su mandato vemos que hizo más pobres a los pobres; a los ricos los empobreció en términos relativos y a fin de cuentas todo lo que repartió fue la pobreza... Se propuso independizar al país de la influencia de los Estados Unidos, y por ello volvió todos sus esfuerzos internacionales hacia el llamado Tercer Mundo. Pero mientras al que se junta con ricos algo le queda, al que se junta con pobres, pobre se queda. Perdimos, entonces, las ventajas de nuestra relación con Estados Unidos y sólo logramos las desventajas de su enemistad.”
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate
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