'Mother Teresa: Come Be My Light' (Madre Teresa: Ven y sé mi luz), de la editorial Doubleday, se basa en la correspondencia que la monja albanesa mantuvo con sus confesores y superiores durante 66 años, según un artículo que aparece en el último número de la revista Time, en el que se recogen extractos de las misivas. reúne la correspondencia de la religiosa con sus confesores y amigos a lo largo de décadas. Todo el material, inédito hasta el momento, ha sido recopilado por el padre Brian Kolodijchuk gracias a la ayuda de varios miembros de la Iglesia Católica que mantenían correspondencia con la religiosa.
Kolodiejchuk, fue uno de los primeros sacerdotes Misioneros de la Caridad, la rama masculina de la congregación fundada por la Madre Teresa de Calcuta; el padre Kolodiejchuk, es el postulador de la causa de beatificación de la Madre Teresa.
Pero ¿Realmente perdio la fe?
Algunas notas sobre el tema.
Teresa de Calcuta perdió la fe
La madre Teresa estuvo atormentada por una crisis de fe que duró 50 años
ELPAIS.com - Madrid - 24/08/2007;
La madre Teresa estuvo atormentada por una crisis de fe que duró 50 años
ELPAIS.com - Madrid - 24/08/2007;
La Madre Teresa de Calcuta, premio Nobel de la Paz, tuvo durante casi 50 años dudas de fe, según informa hoy la revista Time Magazine, difundida por la web de la Cadena SER, en base al contenido de cartas aún no publicadas.
El nuevo libro Mother Teresa: Come Be My Light (El secreto de la madre Teresa) incluye, entre otros, la correspondencia de la fundadora de la orden de las Misioneras de la Caridad con sus confesores y acompañantes religiosos.
Los escritos personales de la madre Teresa, que serán publicados en septiembre, presentan una cara muy poco conocida de la religiosa cuya imagen pública era la de una mujer que confiaba en su fe. El material, que no había trascendido hasta ahora, se comercializará como un único volumen en Italia. Las misivas de la Madre Teresa fueron recogidas por varios miembros de la iglesia católica cuando ésta murió a la edad de 87 años en 1997; algo que iba en contra de sus deseos. Ella quiso que, tras su muerte, sus cartas fuesen quemadas, lo que la Iglesia desoyó.
Confesiones al recibir el Nobel
El 11 de diciembre de 1979, la madre Teresa de Calcuta viajó a Oslo (Noruega). Vestía su habitual sari azul y calzaba, de manera desafiante, sandalias que dejaban sus pies al descubierto en una ciudad que en esas fechas registra temperaturas bajo cero. Agnes Bojaxhio, su verdadero nombre, se había trasladado a la ciudad nórdica para recibir pocos días después el Premio Nobel de la Paz. La suya era una trayectoria dedicada a los más desfavorecidos, ante todo alimentada por sus férreas creencias cristianas. Pero Teresa de Calcuta tuvo dudas, incluso entonces. Luego reconocería que la incertidumbre la acompañó a lo largo de 50 años. En una carta remitida al reverendo Michael van der Peet tres meses antes de recibir el reconocimiento internacional, Teresa confesaba a su amigo: "Jesús tiene un fuerte amor por ti. Pero por mí? los silencios son demasiado. Miro y no veo. Escucho y no oigo. Te pido que reces por mí. Ruégale que me eche una mano".
El autor del libro publicado por la editorial estadounidense Doubleday, el padre Brian Kolodiejchuk, reunió las cartas como material para postular la beatificación de la Madre Teresa. La religiosa había pedido que su correspondencia sea destruida, pero la Iglesia no respetó su deseo.
Albanesa, aunque nacida en Skopje, actual capital de Macedonia, la Madre Teresa se hizo famosa ante todo por su trabajo en los barrios pobres de la India. Tras su muerte en 1997, en octubre de 2003 fue beatificada. En la actualidad se están realizando los preparativos para su santificación.
El nuevo libro Mother Teresa: Come Be My Light (El secreto de la madre Teresa) incluye, entre otros, la correspondencia de la fundadora de la orden de las Misioneras de la Caridad con sus confesores y acompañantes religiosos.
Los escritos personales de la madre Teresa, que serán publicados en septiembre, presentan una cara muy poco conocida de la religiosa cuya imagen pública era la de una mujer que confiaba en su fe. El material, que no había trascendido hasta ahora, se comercializará como un único volumen en Italia. Las misivas de la Madre Teresa fueron recogidas por varios miembros de la iglesia católica cuando ésta murió a la edad de 87 años en 1997; algo que iba en contra de sus deseos. Ella quiso que, tras su muerte, sus cartas fuesen quemadas, lo que la Iglesia desoyó.
Confesiones al recibir el Nobel
El 11 de diciembre de 1979, la madre Teresa de Calcuta viajó a Oslo (Noruega). Vestía su habitual sari azul y calzaba, de manera desafiante, sandalias que dejaban sus pies al descubierto en una ciudad que en esas fechas registra temperaturas bajo cero. Agnes Bojaxhio, su verdadero nombre, se había trasladado a la ciudad nórdica para recibir pocos días después el Premio Nobel de la Paz. La suya era una trayectoria dedicada a los más desfavorecidos, ante todo alimentada por sus férreas creencias cristianas. Pero Teresa de Calcuta tuvo dudas, incluso entonces. Luego reconocería que la incertidumbre la acompañó a lo largo de 50 años. En una carta remitida al reverendo Michael van der Peet tres meses antes de recibir el reconocimiento internacional, Teresa confesaba a su amigo: "Jesús tiene un fuerte amor por ti. Pero por mí? los silencios son demasiado. Miro y no veo. Escucho y no oigo. Te pido que reces por mí. Ruégale que me eche una mano".
El autor del libro publicado por la editorial estadounidense Doubleday, el padre Brian Kolodiejchuk, reunió las cartas como material para postular la beatificación de la Madre Teresa. La religiosa había pedido que su correspondencia sea destruida, pero la Iglesia no respetó su deseo.
Albanesa, aunque nacida en Skopje, actual capital de Macedonia, la Madre Teresa se hizo famosa ante todo por su trabajo en los barrios pobres de la India. Tras su muerte en 1997, en octubre de 2003 fue beatificada. En la actualidad se están realizando los preparativos para su santificación.
¿Creía en Dios Teresa de Calcuta?
Un libro desvela cartas de la beata en las que describía las crisis de fe de sus últimos 50 años PABLO LINDE
Un libro desvela cartas de la beata en las que describía las crisis de fe de sus últimos 50 años PABLO LINDE
El País, Madrid - 25/08/2007;
Cuando Teresa de Calcuta (1910-1997) recibió el premio Nobel de la Paz, en diciembre de 1979, pidió que la Navidad que llegaba sirviese para tener presente a Cristo. Once semanas antes, escribía a un confesor: "Jesús tiene un amor muy especial por ti, pero por mí... el silencio y el vacío son demasiado grandes, miro y no veo, escucho y no oigo, la lengua se mueve, pero no habla". Es una de las muchas frases escritas por la beata que resumen la profunda crisis de fe de los últimos 50 años de su vida. Un libro que se publicará en septiembre, El secreto de la madre Teresa, bucea en 40 cartas en las que cuenta estos sentimientos espirituales.
Son confidencias en forma de epístolas a varios confesores a lo largo de más de 60 años, que dan una imagen de la beata muy distinta de la pública. En ellas, Teresa de Calcuta describe su sentimiento como un "un enorme vacío y oscuridad", según un amplio reportaje de la revista británica Times Magazine.
El primer texto, en el que llega a negar incluso la existencia de Dios, está escrito en 1948, cuando empieza a trabajar con los más pobres. "Señor, mi Dios, ¿quién soy yo para que me abandones? [...] Yo llamo, me aferro, quiero, pero nadie responde, nadie a quien agarrarme, no, nadie. Sola, ¿dónde está mi fe? Incluso en lo más profundo, no hay nada, excepto vacío y oscuridad, mi Dios, qué desgarrador es este insospechado dolor, no tengo fe [...] Tantas preguntas sin responder viven dentro de mí con miedo a destaparlas por la blasfemia. Si hay Dios, por favor, perdóname [...] ¿Me equivoqué rindiéndome ciegamente a la llamada del Sagrado Corazón?". Este texto y otro escrito en 1959 son los que más claramente muestran sus dudas sobre la existencia de Dios: "Si no hay Dios, no hay alma, si no hay alma, entonces, Jesús, tú tampoco eres verdadero".
Pero en muchas otras epístolas se refiere también a sus sentimientos de "vacío, aridez". "Hay una terrible oscuridad dentro de mí, como si todo estuviera muerto. Esto es así más o menos desde que comencé a trabajar".
Teresa de Calcuta, que fue beatificada en 2003 y cuya canonización está en trámite, era consciente de la ambigüedad en la que vivía. "La sonrisa es una máscara, una tapadera que cubre todo. Hablo como si mi corazón estuviera enamorado de Dios; si estuvieses ahí, dirías: 'qué hipocresía", confiesa a un consejero.
Llegó un momento en su vida, después de cambios sucesivos de confesor, en el que asimiló esta sensación. El reverendo Neuner le da la clave para aceptarlo a principios de los sesenta. Le dice que no hay un remedio humano, por lo que no se tiene que sentir responsable de su sentimiento; que sentir a Jesús no es la única prueba de que está ahí; y que su ansia de Dios es un signo de su presencia en su vida. La beata puede soportar "por primera vez en años esa oscuridad".
Antes de morir, Teresa de Calcuta pidió que se destruyera toda su correspondencia. "Si las cartas se hiciesen públicas, la gente pensaría más en mí que en Jesús". Pero no fue así. Por el contrario, han servido para dar forma a este libro que no está confeccionado precisamente por sus detractores. El editor es Brian Kolodiejchuk, principal postulador de la santidad de Teresa de Calcuta, quien ha aportado todo este material al proceso de canonización.
Son confidencias en forma de epístolas a varios confesores a lo largo de más de 60 años, que dan una imagen de la beata muy distinta de la pública. En ellas, Teresa de Calcuta describe su sentimiento como un "un enorme vacío y oscuridad", según un amplio reportaje de la revista británica Times Magazine.
El primer texto, en el que llega a negar incluso la existencia de Dios, está escrito en 1948, cuando empieza a trabajar con los más pobres. "Señor, mi Dios, ¿quién soy yo para que me abandones? [...] Yo llamo, me aferro, quiero, pero nadie responde, nadie a quien agarrarme, no, nadie. Sola, ¿dónde está mi fe? Incluso en lo más profundo, no hay nada, excepto vacío y oscuridad, mi Dios, qué desgarrador es este insospechado dolor, no tengo fe [...] Tantas preguntas sin responder viven dentro de mí con miedo a destaparlas por la blasfemia. Si hay Dios, por favor, perdóname [...] ¿Me equivoqué rindiéndome ciegamente a la llamada del Sagrado Corazón?". Este texto y otro escrito en 1959 son los que más claramente muestran sus dudas sobre la existencia de Dios: "Si no hay Dios, no hay alma, si no hay alma, entonces, Jesús, tú tampoco eres verdadero".
Pero en muchas otras epístolas se refiere también a sus sentimientos de "vacío, aridez". "Hay una terrible oscuridad dentro de mí, como si todo estuviera muerto. Esto es así más o menos desde que comencé a trabajar".
Teresa de Calcuta, que fue beatificada en 2003 y cuya canonización está en trámite, era consciente de la ambigüedad en la que vivía. "La sonrisa es una máscara, una tapadera que cubre todo. Hablo como si mi corazón estuviera enamorado de Dios; si estuvieses ahí, dirías: 'qué hipocresía", confiesa a un consejero.
Llegó un momento en su vida, después de cambios sucesivos de confesor, en el que asimiló esta sensación. El reverendo Neuner le da la clave para aceptarlo a principios de los sesenta. Le dice que no hay un remedio humano, por lo que no se tiene que sentir responsable de su sentimiento; que sentir a Jesús no es la única prueba de que está ahí; y que su ansia de Dios es un signo de su presencia en su vida. La beata puede soportar "por primera vez en años esa oscuridad".
Antes de morir, Teresa de Calcuta pidió que se destruyera toda su correspondencia. "Si las cartas se hiciesen públicas, la gente pensaría más en mí que en Jesús". Pero no fue así. Por el contrario, han servido para dar forma a este libro que no está confeccionado precisamente por sus detractores. El editor es Brian Kolodiejchuk, principal postulador de la santidad de Teresa de Calcuta, quien ha aportado todo este material al proceso de canonización.
"El legado de la madre está intacto"
A. G. ROJAS - Nueva Delhi
A. G. ROJAS - Nueva Delhi
EL País, 25/08/2007
Las vacilaciones de la madre Teresa recientemente descubiertas "solamente demuestran su completa honestidad, la aceptación de algunas dudas humanas en diversos momentos de la vida, pero no afectarán de ninguna forma el gran legado que dejó, ni la fe de sus seguidores". Así lo aseguró ayer a este periódico el portavoz de la Conferencia Episcopal Católica de la India, Babu Joseph.
En India, la religiosa se ganó espontáneamente el respeto de todos, porque su obra traspasó todas las barreras sociales y religiosas. "Fue un punto de unión en India", asegura el portavoz.
"Hasta hoy trabajamos con los más pobres entre los pobres", asegura la hermana Christie, portavoz de los Misioneros de la Caridad, congregación fundada en 1950 por "la Madre", como se le conoce en el subcontinente. Sólo en Calcuta, donde se instaló el primer centro dentro de un antiguo templo hindú, hoy existen 19 hospicios.
En toda India hay más de 600 refugios y la congregación se ha establecido en más de 133 países. En el mundo, más de un millón de personas trabajan directamente o como voluntarios en las actividades de estos centros.
Cada lugar tiene una misión específica. Cuidar de los desahuciados, de los enfermos de lepra o sida, de los enfermos mentales, de los refugiados, de las ex prostitutas, de los alcohólicos o de los niños abandonados. "El denominador común es que sean los más necesitados", asegura la hermana Christie, quien se niega a hablar de las dudas de fe de la fundadora de su orden.
"La madre Teresa no es sólo un icono religioso. También ha establecido un modelo de caridad, de desarrollo, de bienestar y de trabajo social", dice el director de la ONG Caritas India, Varghese Mattmna. La religiosa dio esperanza a los millones de pobres desesperanzados en India, agrega.
Una joven voluntaria mexicana, Erika Hernández, asegura que trabajar en un dispensario para leprosos en Calcuta fue beneficioso para su vida: "Creo que no se trata de religión ni de fe. Simplemente, el poder ayudar a las personas que más lo necesitan hace cambiar la propia visión de la vida".
En India, la religiosa se ganó espontáneamente el respeto de todos, porque su obra traspasó todas las barreras sociales y religiosas. "Fue un punto de unión en India", asegura el portavoz.
"Hasta hoy trabajamos con los más pobres entre los pobres", asegura la hermana Christie, portavoz de los Misioneros de la Caridad, congregación fundada en 1950 por "la Madre", como se le conoce en el subcontinente. Sólo en Calcuta, donde se instaló el primer centro dentro de un antiguo templo hindú, hoy existen 19 hospicios.
En toda India hay más de 600 refugios y la congregación se ha establecido en más de 133 países. En el mundo, más de un millón de personas trabajan directamente o como voluntarios en las actividades de estos centros.
Cada lugar tiene una misión específica. Cuidar de los desahuciados, de los enfermos de lepra o sida, de los enfermos mentales, de los refugiados, de las ex prostitutas, de los alcohólicos o de los niños abandonados. "El denominador común es que sean los más necesitados", asegura la hermana Christie, quien se niega a hablar de las dudas de fe de la fundadora de su orden.
"La madre Teresa no es sólo un icono religioso. También ha establecido un modelo de caridad, de desarrollo, de bienestar y de trabajo social", dice el director de la ONG Caritas India, Varghese Mattmna. La religiosa dio esperanza a los millones de pobres desesperanzados en India, agrega.
Una joven voluntaria mexicana, Erika Hernández, asegura que trabajar en un dispensario para leprosos en Calcuta fue beneficioso para su vida: "Creo que no se trata de religión ni de fe. Simplemente, el poder ayudar a las personas que más lo necesitan hace cambiar la propia visión de la vida".
Teodicea de primero de seminario
JUAN G. BEDOYA - Madrid -
JUAN G. BEDOYA - Madrid -
El País, 25/08/2007;
El silencio de Dios que acusa en sus cartas privadas la beata Teresa de Calcuta -mirar al Cielo y no ver, escuchar y no oír- está en el principio de los tiempos religiosos. No hay debate teológico de altura que no haya buscado su propio lenguaje sobre esa realidad misteriosa que los creyentes llaman Dios, Alá, Yahvé, Buda, etc. De ser cierto que Teresa de Calcuta flaqueó en su fe, ello no quita sino que añade valor a una vida dedicada a los pobres con un tesón admirado en todo el mundo -premios de todas partes, incluido el Nobel de la Paz. Sencillamente, no tenía lo que en España llamamos "la fe del carbonero". Loada sea.
Hablamos, además, del sufrimiento humano. Cómo vivir entre pobres; mejor dicho, cómo sufrir injusticias, violencias o tragedias sin preguntarse adónde está Dios, o por qué calla.
Lo hizo incluso Benedicto XVI durante su visita al campo de concentración de Auschwitz: "¿Por qué, Señor, has tolerado esto?". Y lo preguntó de otra bella manera el filósofo alemán Teodoro Adorno: "¿Es posible hacer poesía después de Auschwitz?".
El problema de fondo es, para los creyentes, la incompatibilidad de dos atributos de Dios, de su dios: el de la bondad y el de la omnipotencia. Lo planteó el griego Epicuro, en una formulación que angustia siempre a los estudiantes de teodicea, en primero de seminario: Dios, frente al mal, o quiere eliminarlo pero no puede (1); o no quiere (2); o no puede y no quiere (3), o puede y también quiere (4). En el primer caso, Dios no sería omnipotente, en el segundo no sería bondadoso o moralmente perfecto, en el tercero no sería ni omnipotente ni bondadoso o moralmente perfecto, y en el cuarto Epicuro plantea la pregunta acerca de cuál es el origen de los males y por qué Dios no los elimina. Voltaire se preguntó lo mismo tras el terremoto que destruyó Lisboa en 1755.
Teresa de Calcuta debía pensar algo parecido ante la falta de respuesta a sus clamorosas llamadas de solidaridad. Dicen que era testaruda y muy malhumorada, a veces. Fue lo que más impresionó a Juan Pablo II, que inició con ella el proceso de santificación más rápido de la historia pontificia. El papa mismo recibió reproches por vivir en lujos. "Dar hasta que duela, y cuando duela dar todavía más", era el lema de Madre Teresa. Como para triunfar en Roma, o en un sistema capitalista que ni siquiera da a los pobres lo que le sobra.
Así que, ¿dónde está Dios cuando el hombre sufre? La pregunta está en la noche de los tiempos. La hace el propio fundador cristiano en la cruz, cuando grita: "Señor, señor, por qué me has abandonado". Y es, ahora dirigido a la jerarquía del catolicismo, el reto de los castigados teólogos de la Liberación, por los que Teresa de Calcuta declaró antipatía. Ahora se ve que se hizo las mismas preguntas, y que tenía iguales desánimos por el silencio del Dios liberador. Quizás pensó, también, como el poeta peruano César Vallejo, en nombre de todos los atropellados del mundo: "Yo nací un día / que Dios estaba enfermo / grave".
Los teólogos de la liberación claman contra el silencio de Dios, pero se duelen sobre todo por la falta de conciencia de la humanidad (jerarquías, poderosos, acomodados). Son rebeldes con causa sobrada. En cambio, Madre Teresa defendió, antes que nada, la fidelidad al magisterio de Roma. Debió sufrir mucho, como descubren sus cartas. También ella encontró la mayor pobreza moral, no en los arrabales de Calcuta, sino en los países ricos.
Hablamos, además, del sufrimiento humano. Cómo vivir entre pobres; mejor dicho, cómo sufrir injusticias, violencias o tragedias sin preguntarse adónde está Dios, o por qué calla.
Lo hizo incluso Benedicto XVI durante su visita al campo de concentración de Auschwitz: "¿Por qué, Señor, has tolerado esto?". Y lo preguntó de otra bella manera el filósofo alemán Teodoro Adorno: "¿Es posible hacer poesía después de Auschwitz?".
El problema de fondo es, para los creyentes, la incompatibilidad de dos atributos de Dios, de su dios: el de la bondad y el de la omnipotencia. Lo planteó el griego Epicuro, en una formulación que angustia siempre a los estudiantes de teodicea, en primero de seminario: Dios, frente al mal, o quiere eliminarlo pero no puede (1); o no quiere (2); o no puede y no quiere (3), o puede y también quiere (4). En el primer caso, Dios no sería omnipotente, en el segundo no sería bondadoso o moralmente perfecto, en el tercero no sería ni omnipotente ni bondadoso o moralmente perfecto, y en el cuarto Epicuro plantea la pregunta acerca de cuál es el origen de los males y por qué Dios no los elimina. Voltaire se preguntó lo mismo tras el terremoto que destruyó Lisboa en 1755.
Teresa de Calcuta debía pensar algo parecido ante la falta de respuesta a sus clamorosas llamadas de solidaridad. Dicen que era testaruda y muy malhumorada, a veces. Fue lo que más impresionó a Juan Pablo II, que inició con ella el proceso de santificación más rápido de la historia pontificia. El papa mismo recibió reproches por vivir en lujos. "Dar hasta que duela, y cuando duela dar todavía más", era el lema de Madre Teresa. Como para triunfar en Roma, o en un sistema capitalista que ni siquiera da a los pobres lo que le sobra.
Así que, ¿dónde está Dios cuando el hombre sufre? La pregunta está en la noche de los tiempos. La hace el propio fundador cristiano en la cruz, cuando grita: "Señor, señor, por qué me has abandonado". Y es, ahora dirigido a la jerarquía del catolicismo, el reto de los castigados teólogos de la Liberación, por los que Teresa de Calcuta declaró antipatía. Ahora se ve que se hizo las mismas preguntas, y que tenía iguales desánimos por el silencio del Dios liberador. Quizás pensó, también, como el poeta peruano César Vallejo, en nombre de todos los atropellados del mundo: "Yo nací un día / que Dios estaba enfermo / grave".
Los teólogos de la liberación claman contra el silencio de Dios, pero se duelen sobre todo por la falta de conciencia de la humanidad (jerarquías, poderosos, acomodados). Son rebeldes con causa sobrada. En cambio, Madre Teresa defendió, antes que nada, la fidelidad al magisterio de Roma. Debió sufrir mucho, como descubren sus cartas. También ella encontró la mayor pobreza moral, no en los arrabales de Calcuta, sino en los países ricos.
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