Publicado en MILENIO. 2009-08-15;
En las próximas semanas habrá de discutirse el relevo en la CNDH. Muchos pensarán que es un asunto de partidos, pues al final de cuentas le corresponde al Senado seleccionar a la persona que tendrá en sus manos la delicada tarea de defender los derechos humanos de todos los mexicanos. Casi al mismo tiempo, dos ministros dejarán la Corte, y serán otra vez los senadores quienes decidan quiénes ocuparán esos importantes cargos. Tres vacantes que, todos piensan, se distribuirán entre los principales partidos. No importan perfiles ni trayectorias. Pero lejos de asumir este camino con resignación, es momento de que los ciudadanos hagan escuchar su voz en un asunto tan relevante. Sobre todo ahora que la visión de seguridad pública imperante pone en entredicho el respeto incondicional a las garantías individuales y los derechos humanos. La primera condición pareciera reiterativa, pero en los tiempos actuales vale la pena señalar. La autonomía de la Comisión es fundamental. No sólo del gobierno que lo es, sino de cualquier otro grupo. Por eso debe dejar de ser un coto de poder del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Desde luego que a esa institución pertenecen juristas muy destacados que tienen el derecho de dirigir la CNDH, pero su participación debe ser en condiciones de igualdad con los demás postulantes. Hay que dejar atrás la idea de que a ellos les corresponde ocupar ese espacio y que de sus filas tiene que salir el nuevo presidente. Tampoco se debe asumir como inevitable el que alguno de los dos ministros que dejarán su cargo acceda a este espacio. Es cierto que se trata de hombres honorables, pero en esta época se requiere algo más que el conocimiento de la ley, es indispensable una visión moderna, de compromiso con los derechos humanos, no sólo con los que se consideran fundamentales, sino aquellos de segunda y tercera generación que, en nuestro país, no constituyen lamentablemente todavía una plataforma irrenunciable. Para ello se requiere una perspectiva diferente y novedosa. Se necesita una verdadera defensoría del pueblo. Es indispensable además que el nuevo encargado no pretenda imponer sus creencias personales. No ha sido el caso en el período del doctor Soberanes, quien ha utilizado su puesto para militar activamente en contra del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y, con ello, promovido su criminalización en lugar de su defensa.
Al frente de dicha instancia se requiere alguien que, independientemente de su credo religioso, esté comprometido con el laicismo, porque ésa es una característica fundamental del Estado del que dicha institución forma parte.
Un aspecto importante del que estoy profundamente convencida. Es tiempo de que al frente de la CNDH esté una mujer. Una porción muy importante de los casos analizados y las principales investigaciones que llevan a cabo organismos internacionales están relacionados con mujeres. Se necesita una Comisión que verdaderamente las defienda, porque cotidianamente se violentan sus derechos y nadie habla por ellas. Las mujeres son las principales víctimas de esta guerra y clima de violencia. Pero su voz no es escuchada. En Guerrero la periodista Carmen Santiago es golpeada hasta dejarla al borde la muerte y el agresor está libre. En Querétaro se encarcela injustamente a la indígena Jacinta Marcial por la absurda acusación de secuestro de seis agentes federales. En Jalisco más de cien mujeres son perseguidas por interrumpir un embarazo y en esa misma entidad pronto algunas portarán la letra escarlata por el gravísimo delito de tener mala fama. Se requiere entonces no sólo a una persona que defienda al pueblo, sino que asuma como tarea principal la custodia de las mujeres mexicanas. Hay quienes pueden hacerlo y que cumplen con creces los requisitos para estar al frente de una encomienda tan importante. Patricia Olamendi es una de ellas. Por su trayectoria, por su lucha permanente por los derechos de todos, porque es reconocida a nivel internacional por sus aportaciones en la materia. Ojalá se deje a un lado el criterio de las cuotas y se ponga por delante el único aceptable: el ombusdperson que México necesita.
Un aspecto importante del que estoy profundamente convencida. Es tiempo de que al frente de la CNDH esté una mujer. Una porción muy importante de los casos analizados y las principales investigaciones que llevan a cabo organismos internacionales están relacionados con mujeres. Se necesita una Comisión que verdaderamente las defienda, porque cotidianamente se violentan sus derechos y nadie habla por ellas. Las mujeres son las principales víctimas de esta guerra y clima de violencia. Pero su voz no es escuchada. En Guerrero la periodista Carmen Santiago es golpeada hasta dejarla al borde la muerte y el agresor está libre. En Querétaro se encarcela injustamente a la indígena Jacinta Marcial por la absurda acusación de secuestro de seis agentes federales. En Jalisco más de cien mujeres son perseguidas por interrumpir un embarazo y en esa misma entidad pronto algunas portarán la letra escarlata por el gravísimo delito de tener mala fama. Se requiere entonces no sólo a una persona que defienda al pueblo, sino que asuma como tarea principal la custodia de las mujeres mexicanas. Hay quienes pueden hacerlo y que cumplen con creces los requisitos para estar al frente de una encomienda tan importante. Patricia Olamendi es una de ellas. Por su trayectoria, por su lucha permanente por los derechos de todos, porque es reconocida a nivel internacional por sus aportaciones en la materia. Ojalá se deje a un lado el criterio de las cuotas y se ponga por delante el único aceptable: el ombusdperson que México necesita.
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