13 jul 2010

¿¡Cambios?

¿Por qué y para qué, cambios en Los Pinos?
Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán,
El Universal, Martes 13 de julio de 2010
Los relevos ya no resuelven la crisis. Que el PRI finació al PRD desde su origen
No es novedad anunciar la salida de Fernando Gómez Mont de la titularidad de Gobernación —lo que en el último semestre se convirtió en deporte nacional—, y menos el relevo de la otrora poderosa Patricia Flores, quien hasta hace días era vista como virtual vicepresidenta.
Más aún, desde el pasado jueves, de la casa presidencial salieron versiones de la inminente caída de Gómez Mont y Paty-Flo, lo que alteró todo el fin de semana a la selecta clase gobernante. A ciencia cierta, sólo Felipe Calderón sabe lo que pasará en las proximas horas o días con Gómez Mont y Patricia Flores —a pesar de que se insiste que Patry-Flo habría vaciado su oficina—, sobre todo por el cambiante escenario político, de cuyos resultados penden no pocas cabezas azules. Pero vamos por partes.
Hasta antes del 4 de julio el PRI de Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones enviaron sendos mensajes al presidente Calderón, en el sentido de que el diálogo que promueve estaría condicionado al cambio de los interlocutores del gobierno. ¿Y cuáles son esos interlocutores? El primero es el secretario de Gobernación, Fernándo Gómez Mont, y el segundo el presidente del PAN, César Nava. El caso de Patricia Flores no estaba en el paquete anterior. ¿Por qué? Porque su cabeza depende más de los resortes operativos del gobierno de Calderón, que por las presiones externas.
Pero resulta que el inesperado resultado del 4 de julio modificó de manera radical los escenarios políticos en el primer círculo del equipo de Calderón. Así, César Nava, a quien muchos daban por muerto, amaneció el 5 de julio como el nuevo prohombre de los azules, como el padre de la criatura gananciosa. En cambio, Gómez Mont amaneció ese mismo 5 de julio, como el gran derrotado. Está claro que Paredes y Manlio habían pedido la cabeza de Nava y de Gómez Mont —como condición para sentarse a dialogar con el gobierno de Calderón—, pero también es cierto que hoy todo es diferente. ¿Removerá Calderón a Nava y al titular de Gobernación, sólo por qué lo pidió el PRI?
Parece claro que el jefe político de los azules no entregará la cabeza del general que ganó la más reciente batalla panista, sobre todo luego de una larga brega de derrotas. ¿Y entonces? Algunos dicen que frente a ese nuevo escenario, Calderón podría entregar la cabeza de Gómez Mont, quien además es el gran perdedor con la victoria de las alianzas. ¿Pero de qué serviría la cabeza de un secretario de Gobernación —al que ya nadie ve y menos escucha—, si al frente del PAN está el mismo general que no ha terminado de recoger los trofeos de la batalla. También quiere llevarse —por lo menos—, los gobiernos de Veracruz y Durango.
En realidad luego del cuatro de julio el gobierno de Calderón y su partido, el PAN, resurgieron con nuevos bríos. Y no sólo alardean de triunfos que no son suyos —porque en rigor, es cierto que se fueron los malos, pero nadie sabe si llegaron los buenos—, sino que dan pasos en dirección al pasado que combatieron hasta hace apenas una década.
Es decir, mediante un tramposo manoseo, el gobierno de Calderón se apoderó de la Cofetel, mediante la imposición como consejero y presidente de Mony de Swaan, quien sin pudor alguno alardea de la independencia de la citada Comisión. Pero no es todo, en una maniobra de altísimo impacto, la secretaría de Gobernación de Fernando Gómez Mont decidió apropiarse del control del Canal 11 de Televisión, al que el gobierno de Calderón le dará calidad de canal al servicio del gobierno. ¿Qué no es cierto que el PAN siempre luchó por la independencia de comisiones como la Cofetel, y por acabar con el control oficial de los medios del Estado?
La guerra del PAN contra el PRI de Paredes y Beltrones —además de la disputa de Veracruz y Durango—, el uso del poder presidencial con fines electorales, y la pretensión de controlar los medios privados y los estatales, suponen una crisis política mayor entre azules y amarillos; crisis que ya hoy no se resuelve con el cambio de un secretario de Gobernación. Y es que el PAN y el gobierno de Calderón ya no están contra la pared.
¿Y entonces? La negociación va mucho más arriba. Al tiempo.
EN EL CAMINO
Nos escribe Rosa Albina Garavito —a propósito del Itinerario Político de ayer—, y asegura que la cita que hace en “Apuntes para el camino”, sobre la corrupción del PRD, y el financiamiento por parte del PRI, no se dio en la gestión de AMLO, sino desde el nacimiento del partido, en 1991. El problema —le respondemos nosotros—, es que la cita de la corrupción se hace en el capítulo III del libro, cuando habla del periodo 1996-1999, y nunca precisa que esa corrupción se dio en 1991. En todo caso, es un problema de redacción deficiente. Aun así, el retrato de AMLO es impecable. Y esa realidad enfureció a inquilinos de abajo que, por centenares, no pararon de insultarnos.
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El Universal, 13 de julio de 2010
Historias de reportero /Carlos Loret de Mola
Gómez Mont ya se fue
Gobernación tuvo como secretario, durante el primer año de Felipe Calderón en Los Pinos, al actual diputado federal panista Francisco Ramírez Acuña. Venía de ser gobernador en Jalisco con el principal mérito de haber “destapado” al hoy Presidente y darle abrigo cuando Fox lo orilló a renunciar a su gabinete. Ramírez Acuña no era un buen operador político y su presencia en Bucareli se limitó a fungir como un simple secretario de Protección Civil, pues las labores de negociación las comandaba Juan Camilo Mouriño desde la Oficina de la Presidencia.
Iniciaba el segundo año cuando el Presidente empezó a preparar al que quería que fuera su sucesor. Mandó a Mouriño a Gobernación, pero la posición le quedó gigante: frívolo, desencanchado frente a los reflectores y vapuleado por los contratos de sus empresas familiares con Pemex, estaba aniquilado, con un pie fuera de Bucareli cuando lo alcanzó la tragedia del avionazo.
Lamentables antecedentes que, sumados al imborrable recuerdo del gris Santiago Creel que ocupó la misma cartera prácticamente todo el sexenio foxista, hicieron que fuera muy bien recibido el nombramiento de Fernando Gómez Mont en Gobernación, casi al arranque del tercer año de mandato de Felipe Calderón. Se atribuyó al nuevo integrante del gabinete ser un político experimentado, inteligente, serio, negociador, sin sentimientos, conocedor de los sótanos del poder, con currículum de los que atragantan y visión de Estado.
Sus cualidades fueron útiles 15 meses. A partir de febrero de 2010, el Presidente de México se volvió el jefe de la campaña del PAN. Ganar elecciones se convirtió en la prioridad de su administración y por eso no le costó trabajo sacudirse el compromiso de no hacer alianzas contra el PRI a cambio de que los tricolores apoyaran su paquete fiscal. Lo entendieron todos, lo respaldaron todos, se alinearon todos. Fernando Gómez Mont quedó atrapado entre su agenda y la de su superior. No se sumó a la cargada del jefe de la campaña panista y lo demás fue irse desdibujando. Se le empezó a notar aislado, solo, desarticulado. El secretario de Gobernación dejó de leer el ánimo de su Presidente, ya no era eficaz receptor y transmisor de sus mensajes, lo que pensaba él no era lo que pensaba el gobierno federal y su proceder se volvió errático, tropezado, lleno de vacías palabras rimbombantes, en contradicción con el discurso del gobierno para el que trabaja, al grado de exhibir en no pocas ocasiones lo peor que puede ocurrirle a un secretario de Gobernación: estar desinformado.
La verdad es que, en la práctica, Fernando Gómez Mont ya no es secretario de Gobernación. Ya sólo falta que se oficialice. Y eso se espera que suceda en los próximos días.
SACIAMORBOS
Y ya podemos prever que, en la misma dinámica, ya no sea una señal de Estado para volverse una tele de partido.

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