La guerrilla urbana hace reflexionar a Inglaterra
Para el primer ministro David Cameron, los saqueos son “una llamada de atención”
ROMA, martes 23 de agosto de 2011
Tomado de la agencia ZENIT.org.- La muerte de un joven de 29 años, Mark Duggan, sucedido en el barrio londinense de Tottenham, cuando la policía intentaba arrestarlo, provocó una ola preocupante de saqueos en la noche del 6 de agosto, que desde la capital británica se trasladaron a otras grandes ciudades de Inglaterra, como Birmingham y Manchester. Los desórdenes terminaron con 5 víctimas. Hasta ahora la policía ha arrestado a 2.772 personas, de las que 1.400 han sido acusadas (BBC 15 de agosto). Según las estimaciones de la Asociación de las Aseguradoras Británicas (ABI en el acrónimo inglés), los daños causados por los jóvenes gamberros superan los 200 millones de libras esterlinas (casi 230 millones de euros) (Business Insurance, 15 de agosto).
Las imágenes de la guerrilla urbana han suscitado una profunda reflexión sobre sus causas. No faltan los expertos que acusan a la política de coalición entre conservadores y liberal-democráticos que dirige el primer ministro, David Cameron, que ha lanzado un doloroso plan de austeridad para contener el déficit presupuestario de 156 millones de libras (180 millones de euros). Pero aunque en el mismo Manchester de donde surgió la furia de los gamberros, el presupuesto para los proyectos juveniles ha sufrido un recorte del 75%, todo indica que los verdaderos motivos de los enfrentamientos tienen otro origen. “Las declaraciones de algunos políticos (…) según las cuales los desórdenes se deben al efecto de los recortes por parte del gobierno son grotescos”, escribió Philip Johnston en el Telegraph (9 de agosto).
En un discurso pronunciado el pasado lunes 15 de agosto en el mismo colegio electoral, el primer ministro conservador Cameron fue tajante. “La sociedad quebrada ocupa el primer sitio en mi agenda. Dijo en Witney, una ciudad pequeña situada a 20 km al oeste de Oxford, en las bucólicas Cotswol Hills (BBC, 15 de agosto). Definiendo los enfrentamientos como una “llamada de atención”, el premier ha identificado las causas de los enfrentamientos como un “colapso moral” de la sociedad británica, una expresión que ya había usado en noviembre de 2007, cuando todavía en la oposición, describió, durante una conferencia, su estrategia para combatir la creciente mentalidad violenta del país.
“Los problemas sociales incubados durante décadas nos están explotando en la cara”, afirmó el pasado lunes el premier, que ha declarado la “guerra total” contra la cultura de las bandas juveniles, definiéndola como una “enfermedad criminal”. Según el Specialist Crime Directorate de Scotland Yard, Londres cuenta hoy con 257 “street gangs” o bandas callejeras (The Telegraph, 10 de agosto). Por este motivo, el premier ha anunciado la intención de extender y convertir en obligatorio el Servicio Nacional Civil (NCS), un nuevo programa que ofrece a los jóvenes de 16 años la posibilidad de realizar actividades sanas de grupo o un periodo de voluntariado. El objetivo es hacer que los jóvenes estén “más comprometidos en sus comunidades y que se conviertan en ciudadanos activos y responsables” [1].
Al principio de la lista de Cameron de las cosas que no van bien en la sociedad británica, destaca el fenómeno de los numerosos niños obligados a afrontar la vida sin padre o sin un varón adulto capaz de ejercer de modelo. Al premier y a los expertos no se les ha escapado el hecho de que muchos de los saqueadores eran jovencísimos, a veces niños, en algunos casos de apenas 8 años. Para Philip Johnston, los enfrentamientos de Tottenham o Croydon evidencian las consecuencias nefastas de la disgregación de la familia, un desarrollo que se ha traducido en el emerger de una generación de jóvenes que no tienen ninguna restricción moral.
También Joanna Bogle ve en el colapso de la familia tradicional una de las causas principales de los saqueos y señala a lo “políticamente correcto”, tan de moda en ciertos ambientes políticos o pensadores considerados. “La promoción de las familias sin padre se ha convertido en la posición políticamente correcta en materia de política social”, afirma en la web MercatorNet (12 de agosto). “Incluso sugerir que los niños prosperan cuando tiene un padre y una madre unidos en matrimonio y dedicados a la vida de la familia, ha sido objeto de burla y de denigración”, continúa. Como recuerda Bogle, desde los años '60 el porcentaje de niños nacidos fuera del matrimonio ha subido del 5% a más del 40% en Gran Bretaña.
Palabras parecidas usa Melanie Phillips en el Daily Mail del 11 de agosto. “La familia formada por dos progenitores casados, la meritocracia educativa, el castigo de los criminales, la identidad nacional, la aplicación de leyes sobre las drogas y muchas otras de las convenciones más fundamentales han sido destrozadas por una inteligencia liberal decidida a transformar la sociedad de forma revolucionaria”, explica Phillips. Como afirma la autora, que se “atreve” a proponer “una vuelta a la transmisión enérgica de la moral bíblica”, hay zonas enteras en Gran Bretaña, blancas o negras, donde los padres que se dedican al crecimiento de sus hijos son un fenómeno “completamente desconocido”. Para Phillips, un papel importante en este desarrollo negativo lo ha jugado el Estado del bienestar o “Welfare State”, que ha “tolerado, fomentado y premiado” la desintegración de la familia.
También Frank Furedi, en la web Spiked (15 de agosto), destaca el bienestar británico demasiado generoso, que con sus numerosos “benefit” (beneficios sociales) ha contribuido al nacimiento de una verdadera y propia cultura del asistencialismo. “En Gran Bretaña, el asistencialismo se ha transformado en una cultura que alienta a las personas a considerar su situación, no como una fase temporal, sino como un estilo de vida”, sostiene. Según Furedi, el intervencionismo estatal ha acelerado también la erosión de la vida comunitaria y la fragmentación social.
Siempre en Spiked (9 de agosto), Brendan O'Neill se detiene sobre otro elemento característico de los últimos enfrentamientos; la violencia no ha sido de naturaleza política, sino criminal. “No ha sido la difusión de la rabia lo que ha conducido a la explosión de la revuelta (…) sino, sobre todo, la creciente convicción de que el saqueo es una actividad emocionante y de bajo riesgo”, explica O'Neill, que critica también a los bienintencionados o el “kid-glove approach” (tratamiento con guante blanco) por parte de las autoridades y de la policía con respecto a los gamberros. Los jóvenes -sugiere- saben que escaparán de las consecuencias.
Parecen confirmar sus palabras algunas declaraciones de los jóvenes implicados en los saqueos. “no me podéis tocar, soy todavía un niño”, dijo uno de 15 años (The Daily Mail, 11 de agosto). “¿Qué es lo peor que me pueden hacer? Darme un aviso o imponerme un toque de queda que no obedeceré”, continuó el adolescente en tono de burla. Para muchos jóvenes los saqueos fueron una manera divertida de pasar una tarde de verano-. “Ha sido divertido. Casi como una fiesta”, relató a la BBC una chica adolescente, todavía bajo el influjo del vino que había robado (The Telegraph, 10 de agosto).
El carácter consumista de los enfrentamientos ha conmocionado a la opinión pública británica. La presunta rabia por la muerte de Duggan parece sólo un pretexto fácil para comprar sin pagar, robando aparatos electrónicos, chándals y zapatillas deportivas de alta gama, alcohol etc... “Rioting-meets.shopping”, es decir “disturbios que van de compras”, concluye Paul Vallely en el Independent (9 de agosto). Punzante ha sido la reacción de un usuario de Twitter, Arneybolt. “Los jóvenes de Oriente Medio luchan por la libertad y los derechos humanos, los jóvenes de Londres por pantallas de plasma y por 4Ones (móviles)”, escribió (The Age, 10 de agosto).
El arzobispo de Westminster, monseñor Vincent Nichols, ha definido los enfrentamientos y los saqueos como “chocantes” (The Catholic Herald, 10 de agosto). “Son el desprecio insensible por el bien común de nuestra sociedad y muestran cuan fácilmente los principios fundamentales de respeto y honestidad son dejados de lado”, declaró el prelado, que afirmó que “la violencia criminal y los robos que hemos visto deben ser condenados”.
“Frente a estas dificultades, es necesario un compromiso común puro para garantizar que estos tiempos saquen a la luz lo mejor de nuestra sociedad y no lo peor”, continuó Nichols. “Que Dios nos conceda la valentía y la determinación para modelar nuestra vida con dignidad, respeto por uno mismo y el cuidado del bien común”, concluyó el primado de Inglaterra y Gales, que ha invitado a los fieles a a rezar por todas las personas afectadas por los disturbios.
El mismo obispo auxiliar de Liverpool, monseñor Thomas Williams, comentó los saqueos, que se verificaron también en la ciudad del río Mersey. “Ni que decir tiene que no aprobamos la violencia insensata y la destrucción de la propiedad”, dijo Williams. “Existe el peligro -advirtió- de que los sucesos de estos días dejen una cicatriz duradera en nuestra comunidad y nuestra ciudad”.
Por Paul De Maeyer
[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]
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