Excélsior, 16 de agosto de 2012
Fue Luis Donaldo Colosio, en ese entonces dirigente nacional del PRI, el que le pidió a María de las Heras que levantara las encuestas del partido. Hasta entonces, el partido gobernante no había tenido la necesidad de encuestar al electorado porque, de entrada, ya sabían que ganarían las elecciones. Pero esto cambió radicalmente después de la elección presidencial de 1988, que resultó muy competida, pero sobre todo cuando el PRI perdió la primera gubernatura del país en Baja California en 1989. Colosio entendió, con razón, que el PRI tenía que medir el humor de los votantes para armar su estrategia electoral. Por eso, le pidió a la joven actuaria De las Heras que se encargara de esta tarea.
María lo hizo con el profesionalismo y la pasión que la caracterizaba. De esta forma se convirtió en una de las fundadoras de la industria demoscópica nacional. Fue miembro de la primera generación de encuestadores que empezaron a medir seriamente a la opinión pública junto con Ulises Beltrán, Roy Campos, Ian Reider, Miguel Basañez, Edmundo Berumen, Ana Cristina Covarrubias, Manuel Barberena, Rubén Jara, César Ortega, Luis Woldenberg y Vicente Licona. A ellos les tocó importar metodologías de otros países, tropicalizarlos para el caso nacional o de plano inventar maneras para medir a la opinión pública mexicana.
Esto desde luego que generó gran controversia entre ellos. Controversia que continúa hasta el día de hoy con una segunda generación de encuestadores donde se encuentran Alejandro Moreno, Rafael Giménez, Francisco Abundis, Ricardo de la Peña, Jorge Buendía, Lauro Mercado, Liébano Saénz, Rolando Ocampo, Luis Osvaldo Valle y Carlos Ordóñez, por mencionar a los más conspicuos.
Dentro de este grupo nutrido de encuestadores, María de las Heras siempre generó polémica. Era una delicia polemizar con ella. Tanto en temas metodológicos como ideológicos, sin menoscabo de asuntos más mundanos como la música, el cine o la comida. Siempre apasionada, tenía una gran cualidad: el humor. Su risa era tremendamente contagiosa y con capacidad de desarmar cualquier argumento por mejor que fuera.
En el mundo de las encuestas, lo más controversial era la postura de María de las Heras con respeto a su método para predecir los resultados electorales. Ella levantaba datos, pero luego los modificaba con un modelo que desarrolló. Nunca lo reveló por completo ya que era parte de la sapiencia por la que le pagaban como encuestadora. Lo interesante es que, más que presentar porcentajes de votación, hablaba de número de votos que sacaría cada partido o candidato.
Otros encuestadores más ortodoxos consideran incorrecto modelar los datos. Dicen que lo correcto es reportar lo que dicen los encuestados y punto. Otros encuestadores sí modelan con escenarios de votantes probables por ejemplo. En fin, que la controversia siempre ha estado ahí y seguirá ahí.
Gracias a sus modelos, María le pegó a muchos resultados electorales. En 2000 fue de los pocos encuestadores que públicamente predijo que ganaría Vicente Fox la elección presidencial. En 2006, sin embargo, erró: subestimó la fuerza del candidato priista, Roberto Madrazo. Para 2012 se convirtió en la encuestadora que más acertó. Dijo que Peña sacaría 40% y López Obrador 33%. El resultado final fue 39% y 32%, respectivamente.
En la edición de este mes de la revista Nexos, publiqué un artículo con un nuevo ranking de encuestadores después de la elección del 1 de julio pasado (www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2102848). En la calificación que desarrollé, María de las Heras, con su encuesta de Demotecnia para UnoTV, quedó en primer lugar de las 13 últimas encuestas publicadas para la elección presidencial con una calificación perfecta de diez.
Era, efectivamente, una encuestadora de diez.
María de las Heras falleció el martes a la edad de 53 años. Un maldito cáncer se la llevó tan joven. Pero me consta que su vida la vivió con gran pasión y muchísimo humor. Fue una mujer muy exitosa que vamos a extrañar. Mis condolencias a su familia, amigos y esposo, el también apasionado César Augusto Santiago.
Twitter: @leozuckermann
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