Una larga
fila de políticos, con distintos niveles de representación aguardaban para
saludar al papa Francisco. Unos más acostumbrados que otros al protocolo
diplomático. Unos más queridos que otros por su pueblo. Unos más dignos
representantes que otros. Pero todos tuvieron cabida, como lo había dicho, Federico Lombardi: a nadie se privilegia y a
nadie se rechaza.
Estaban
previstas 132 delegaciones oficiales.
“Las delegaciones
-subrayó el portavoz vaticano- vienen a Roma siguiendo las
informaciones, que sobre este acontecimiento envía el secretario de Estado. No
hay 'invitaciones'. Todos aquellos que quieran venir son bienvenidos. El orden
depende del protocolo y el nivel de la delegación. Es importante que quede bien
claro”.
Las
delegaciones más significativas fueron la de Argentina, por ser el país natal del
papa, encabezada por la presidenta Cristina Fernández. Por
Italia, también en lugar preferente, el presidente Giorgio Napolitano al
frente, y el primer ministro Mario Monti, así como los presidentes del Senado y
la Cámara de la Corte Constitucional.
Hubo seis
soberanos reinantes; 31 jefes de Estado o de Organizaciones Internacionales,
tres príncipes herederos, once jefes de Gobierno, el vicepresidente de EU y también delegaciones encabezadas por primeras damas, vicepresidentes,
viceprimeros ministros, presidentes del Parlamento, ministros, embajadores, y
otros dignatarios.
Los
medios de comunicación subrayan alguna presencia poco grata. Pero ya lo dijo el
portavoz vaticano: “Ninguno es privilegiado o rechazado”. Poco grata la del
presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, acusado de violaciones de derechos
humanos.
Otra
presencia polémica, la del presidente de Paraguay, Federico Franco. Su país fue
suspendido por diversos organismos regionales por cuestionársele acciones
políticas poco claras en la expulsión del exmandatario Fernando Lugo. Franco,
devoto católico, incluye con frecuencia en su agenda actividades religiosas.
Anunció que regalaría un juego para beber mate al papa, a quien describió como
un “jesuita humilde, gran luchador contra la pobreza”.
Entre los
asistentes estaban los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, que charlaban
con los príncipes de Holanda, Guillermo y Máxima. La delegación española se
completaba con el presidente del gobierno Mariano Rajoy, su esposa y tres
ministros.
La
presidenta brasileña, Dilma Rousseff, bautizada pero no practicante, se define
como “cristiana antes que todo”, y “en un segundo momento católica”. Dijo que
en su país los fieles esperan con expectación el viaje del papa a Río de
Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud, en julio próximo.
Cercano a
las enseñanzas cristianas se declara el presidente en funciones de Venezuela
Nicolás Maduro, quien reiteró su convicción no sólo desde un punto de vista
personal y espiritual sino también ideológico. Pero quien encabezó la
delegación venezolana, en un momento delicado, ha sido el otro hombre fuerte
del periodo post-Chávez, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela
Diosdado Cabello.
El
gobernante boliviano Evo Morales aseguró varias veces que es católico de base,
pero no practicante. La religión oficial en Bolivia fue la católica hasta 2009,
cuando Morales promulgó la nueva Constitución, que declaró al país Estado
laico. Morales expresó en una carta al papa su voluntad de mantener y reforzar
la relación entre el Vaticano y su país. Sin embargo no asistió a la ceremonia
de inicio del pontificado.
El
uruguayo José Mujica, que tampoco estuvo, no profesa ninguna religión, aunque
en alguna ocasión se declaró casi panteísta, porque ama la tierra por encima de
todo, pero le pidió al papa “que se acuerde de los pobres”. Asistió en su lugar, el
vicepresidente Danilo Astori, que sí es católico. Desde Montevideo, la primera
dama Lucía Topolansky explicó que no habían viajado al Vaticano porque "no
somos creyentes y Uruguay es un país laico".
La
delegación de Chile la encabezó su presidente, Sebastián Piñera, católico, que
en sus discursos muy a menudo nombra a Dios y cita pasajes de la Biblia. Viajo
junto a su esposa, Cecilia Morel.
El
ecuatoriano Rafael Correa, católico practicante, aseguró que tener un papa
latinoamericano “es algo histórico, sin precedentes”.
El
guatemalteco Otto Pérez Molina, católico, el último mandatario latinoamericano
que fue recibido en audiencia por Benedicto XVI, envió a su canciller, Fernando
Carrera.
Porfirio
Lobo, el presidente hondureño, viajó con su esposa Rosa Elena y sus hijos Said
y Luis, así como la directora ejecutiva del Despacho Presidencial, Diana
Valladares, y el jefe de la Guardia de Honor Presidencial, Andrés Felipe Díaz.
Honduras, tras los acontecimientos políticos vividos en los últimos años,
necesita el reconcimiento internacional.
El
vicepresidente de EU, Joseph Biden, católico, encabezó la
delegación estadounidense. Biden estaba acompañado por la líder de la minoría demócrata
en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, la republicana Susana Martínez,
gobernadora del estado de Nuevo México, y el presidente de la Universidad de
Georgetown, John DeGiogia. El presidente Barack Obama calificó recientemente
como un reconocimiento de la vitalidad de las Américas la elección del papa
Francisco.
El
gobernador general de Canadá, David Johnston asistió en funciones de jefe de
Estado del país, en representación de la reina de Inglaterra Isabel II, quien
es oficialmente monarca de Canadá como país de la Commonwealth.
Enrique
Peña Nieto, presidente de México, católico, siempre defendió el Estado laico
según la Constitución de su país, lo que, aclaró, “no significa un Estado
antirreligioso”. Asistió para iniciar una relación “cordial y cercana” con la
Santa Sede, dijo. Señaló que la base de la política exterior de su gobierno
será trabajar para “fortalecer la presencia de México en el mundo”, y para que
el país “se deje ver, escuchar y sentir”. Esta es la primera vez en la historia
moderna en la que un presidente mexicano asiste en El Vaticano como jefe de
Estado a la inauguración de un pontificado. Cuando se eligió a Juan Pablo II no
había relaciones diplomáticas entre los dos estados, y cuando Benedicto XVI fue
elegida, Marta Sahagún, esposa del presidente Vicente Fox, como representante
de México.
La
canciller María Ángela Holguín encabezó la delegación designada por el
presidente Juan Manuel Santos para representar a Colombia. Completaban el grupo
el expresidente César Gaviria, el procurador general de la República, Alejandro
Ordóñez, y el antiguo embajador ante la Santa Sede, el abogado Guillermo León.
El
canciller peruano, Rafael Roncagliolo representó al gobierno peruano, según una
resolución firmada por el presidente Ollanta Humala y el primer ministro Juan
Jiménez.
La
delegación dominicana, fue encabezada por la primera dama Candilla Montilla,
además del ministro administrativo de la Presidencia José Ramón Peralta, y el
vicecanciller José Manuel Trullols. A ellos se unió el embajador ante la Santa
Sede Víctor Grimaldi.
La
presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, anunció que entregaría al papa un
certificado con una dirección de internet en donde podrá ver en vivo su árbol,
sembrado en las instalaciones del Instituto Nacional de Biodiversidad (InBio).
El árbol espavel (Anacardium excelsum) fue bautizado como Francisco, igual que
el Papa, y ahora crece junto a un lago en el parque del InBio. Chinchilla
aseguró que este árbol representa la "sombra generosa" que espera que
el sumo pontífice entregue a la humanidad. La presidenta, acompañada por la
ministra de Economía, Industria y Comercio, Mayi Antillón, indicó que aprovecharía
su encuentro con el pontífice para invitarlo a visitar Costa Rica. Su país es
uno de los pocos estados confesionales católicos del mundo, y Chinchilla es
reconocida como católica con gran cercanía a la Iglesia. Ambos estados
mantienen desde hace casi dos años una negociación para establecer un
concordato que regule las relaciones bilaterales.
Fuente: agencia Zenit
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