- El último escrito de Neruda/RAQUEL TIBOL
El
escritor, diplomático y político Pablo Neruda (Ricardo Eliécer Neftalí Reyes
Basoalto, nacido en Parral, Chile, el 12 de julio de 1904) perdió a su madre,
doña Rosa, en ese 1904. José del Carmen, su padre, se instala con él en Temuco,
donde a los 13 años de edad publicará su primera colaboración en el diario La
Mañana: un artículo titulado Entusiasmo y perseverancia, que firmó con su
nombre: Neftalí Reyes.
Desde entonces y hasta días antes de su fallecimiento no dejó de escribir, sobre todo poesía, que al principio firmaba con diversos seudónimos. En 1920 adoptó como más frecuente el de Pablo Neruda. En ese año obtiene por primera vez un premio en las fiestas de la primavera. Al año siguiente, ya en Santiago, siendo alumno de francés en el Instituto Pedagógico, obtiene un primer premio en el concurso de la Federación de Estudiantes de Chile.
Desde entonces y hasta días antes de su fallecimiento no dejó de escribir, sobre todo poesía, que al principio firmaba con diversos seudónimos. En 1920 adoptó como más frecuente el de Pablo Neruda. En ese año obtiene por primera vez un premio en las fiestas de la primavera. Al año siguiente, ya en Santiago, siendo alumno de francés en el Instituto Pedagógico, obtiene un primer premio en el concurso de la Federación de Estudiantes de Chile.
Su
primera publicación en el extranjero fue en Montevideo, en 1922. En 1923
redacta crítica literaria para la revista Claridad con el seudónimo de Sackka.
Entre 1924 y 1926 selecciona, traduce y prologa textos de Anatole France y
Rainer Maria Rilke. En 1927 inicia su larga carrera diplomática al ser nombrado
cónsul ad honorem en Rangoon (Birmania). Al año siguiente se desempeña como
cónsul en Colombo (Ceilán). En 1930 en Batavia (Java), donde se casa con María
Antonieta Agenaan Volgelzanz. Ejerce en Singapur, Buenos Aires, Barcelona. Aquí
nacerá su hija Malva Maniva, quien morirá en México en 1942. Se había separado
de su madre en 1936, después de haber iniciado dos años antes relaciones con
Delia del Carril.
Llegó
como cónsul general en México el 16 de agosto de 1940. Aquí su producción poética
se explaya en temas históricos y políticos. Su primer doctorado honoris causa
se lo otorgó la Universidad de Michoacán en 1941, año en que es agredido
peligrosamente en Cuernavaca por un grupo de nazis. Hace presencia en
importantes publicaciones y editoriales, a la vez que dicta conferencias en
universidades y asociaciones culturales de diferente nivel. En su carácter
estaba prodigarse, buscar contactarse con distintos sectores sociales.
Por
ayudar a Siqueiros tras el asalto que éste encabeza a la residencia de Trotsky,
es suspendido de su cargo y debe regresar a Chile. Se le organizó una despedida
el 1 de septiembre de 1943, a la que asistieron 2 mil personas. El 18 de enero
de 1946 el gobierno de México lo condecoró con la Orden del Águila Azteca. En
ese año legaliza el nombre de Pablo Neruda. En 1945 había sido elegido senador
de la República y se afilia al Partido Comunista. En 1948, tras pronunciar en
el Senado el discurso Yo acuso, es desaforado por la Corte Suprema. Los
Tribunales de Justicia ordenan su detención, pero él logra ocultarse. En tales
peligrosas circunstancias escribe el Canto general. Ingeniosamente logra salir
de su patria cruzando la Cordillera de los Andes de manera muy arriesgada por
la región austral.
Viaja
por la Unión Soviética, Polonia y Hungría, y en agosto llega a México en
compañía de Paul Eluard para participar en el Congreso Latinoamericano de
Partidarios de la Paz. Enferma gravemente durante varios meses. El 25 de marzo
de 1950 se acabó de imprimir en la Ciudad de México la primera edición especial
y limitada del Canto General, para la cual Rivera y Siqueiros ejecutaron dos
pinturas que se reprodujeron como guardas. Neruda y los mexicanos firmaron los
ejemplares numerados del 1 al 500. La obra se pudo realizar por un selecto
Comité de Auspicio presidido por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia.
Después
de viajar por países de Asia, Europa y América, desplegando una intensa
actividad político-intelectual y gran producción literaria, logra regresar a
Chile el 12 de agosto de 1952. Al año siguiente organizó el Congreso
Continental de la Cultura, al que concurrieron notables personajes de los más
variados campos profesionales. Como representante de México asistió Diego
Rivera, quien se dio tiempo de hacer un muy notable retrato de Matilde Urrutia,
entonces la amante secreta del poeta. Seguramente con el proyecto de sacar a la
luz esa relación, comienza a construir a orillas del océano Pacífico La
Chascona.
Cuando
en 1954 cumple medio siglo de vida, llegan a felicitarlo personalmente
escritores y artistas de muchos países: Ilya Ehrenburg, Barrault, Miguel Ángel
Asturias, Oliverio Girondo, Norah Lange, María Rosa Oliver… Dona su biblioteca
a la Universidad de Chile. En Francia se publica Le chant général con
ilustraciones de Fernand Léger. Viajero incansable, publica nuevos libros en
varios países, a la vez que da recitales con su voz pausada e inconfundible. En
1957, en papel biblia, la editorial Losada publica sus prematuras Obras
completas. En plena guerra sucia es detenido, pero de inmediato el consulado
chileno tramita su libertad. Sigue activo dando nuevas creaciones, conferencias
y recitales.
En
1961 la Universidad de Yale lo nombra miembro correspondiente. En 1965 se le
otorga el doctorado honoris causa de la Universidad de Oxford. En 1966, en
Chile, contrae matrimonio con Matilde Urrutia. En 1969 el Partido Comunista lo
designa candidato a la presidencia de la República; pero él se retira para dar
lugar a la designación de Salvador Allende como candidato único que en 1970
triunfa, y Neruda es designado embajador en Francia. El 21 de octubre de 1971
recibe el Premio Nobel de Literatura.
En
1972 renuncia a su cargo de embajador en Francia y regresa a Chile, siendo
recibido con un gran acto de masas en el Estadio Nacional de Santiago. Se
refugia en Isla Negra, donde responde a la solicitud de Fernando Gamboa, quien
estaba a cargo de una importante exposición de arte mexicano, que en
celebración del triunfo de Salvador Allende había enviado el gobierno mexicano
a Santiago. El 11 de septiembre el gobierno de la Unidad Popular es derrotado
por un golpe militar ultrarreaccionario encabezado por Pinochet, que culmina
con la muerte del doctor Allende. Internado en un hospital de Santiago, Neruda
fallece el 23 de septiembre.
En
septiembre, en Isla Negra, había firmado el escrito que tituló Tres hombres.
Como no pudo llegar al Museo Nacional de Bellas Artes, la embajada de México en
Santiago lo editó en un folleto, que Julio Scherer trajo al país y lo reprodujo
en el periódico Excélsior que él dirigía, el 30 de septiembre de 1973.
Para que
las nuevas generaciones lo conozcan aquí está:
“Estos
tres grandes figurativos trazaron en muro o en tela la figura de una patria,
estos tres creadores la recrearon, estos reveladores la revelaron. México les
debe figura, creación y revelación. Y México no es tierra de así nomás, ni de
baile especulativo o virreinal: es trágica grandeza, épica serenata, cadencia
del corazón más volcánico de nuestro continente. Estos hombres cumplieron con
el mandamiento de dioses enterrados y de héroes descalzos: su pintura es
esencialmente geografía, movimiento, tormento y gloria de una nación
formidable. Todos ellos pudieron ensimismarse en su excelencia y destreza (como
Diego en el brillo cubista), pero los tres prefirieron encarar con todos sus
poderes la verdad perecible estableciéndola en su patria como constructores
responsables, ligados al destino y a la larga lucha de un pueblo.
Me
tocó convivir con ellos y participar de la vida y de la luz de ese México deslumbrante.
Si me asombraron con su fuerza y la ternura en su patria, aquí serán en la mía
el fervor de los chilenos. El fuego de esta pintura que no puede apagarse sirve
también a nuestra circunstancia: necesitamos su telúrica potencia para revelar
los poderes de nuestros pueblos.
Y
para afirmar la fe y la conciencia del alto destino de nuestra América unida en
sus raíces por la tierra, la sangre y la defensa de nuestras esencias.
Estos
tres maestros mexicanos nos indican con la responsabilidad de su grandeza la
afirmación de una nacionalidad. Y nos enseñan la confianza y la esperanza a
través de su pintura atormentada pero victoriosa.”
PABLO
NERUDA
Isla
Negra septiembre de 1973
No hay comentarios.:
Publicar un comentario