- "Despertar el polvo”, retrato fílmico de Sama sobre delincuencia urbana/COLUMBA VÉRTIZ DE LA FUENTE
Revista
Proceso
No. 1903, 21 de abril de 2013;
En
su tercer largometraje, el cineasta Hari Sama se adentra en la sordidez del
Campamento 2 de Octubre y los barrios bravos de Iztacalco, ambientando a través
del personaje indigente Chano una impactante historia de miseria, corrupción y
violencia extremas, que sirve asimismo para brindar voz a aquellos seres
olvidados del sistema, quienes cometen crímenes por falta de oportunidades.
El
cineasta Hari Sama sigue con una cámara fílmica a un indigente muy conocido y
querido del singular Campamento 2 de Octubre, para hacerlo protagonista de su
tercer largometraje de ficción titulado Despertar el polvo.
El
personaje de las calles de Iztapalapa e Iztacalco de la capital mexicana es
Donaciano Hernández, apodado Chano.
Con
él, Sama retrata la corrupción y la miseria urbana de la capital mexicana y
pone bajo la lupa “el profundo dolor de la violencia” y “la cruda realidad del
Campamento 2 de Octubre”, donde todos se dedican a delinquir “porque no les
queda de otra”. Según el director, Despertar el polvo da voz a los que cometen
los crímenes:
“No
son los grandes capos, es el narcomenudeo: el sicario, el secuestrador, en fin.
En la película no se sabe quién es quién, no hay como una especie de denuncia
de esas distintas formas de delinquir y no se trataba de eso, pero se muestra
dónde viven, cómo crecen, cómo es su entorno familiar y cómo ven ellos la
vida.”
Sama
estudió en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y en el Centro de
Investigación y Estudios de la Música (CIEM). Con su ópera prima, Sin ton ni
Sonia que bajo el nombre de Carlos Sama realizó en 2003, obtuvo el premio del
Público en el Festival de Cine de Guadalajara. Dos años más tarde, en 2005, se
alzó con el premio Mayahuel al mejor cortometraje en ese mismo certamen por La
cola entre las patas, premiado por el público en los festivales de Morelia y
Orange County, en California.
Su
siguiente trabajo, el corto Tiene la tarde ojos (ya como Hari Sama), ganó su
segundo Mayahuel y otros galardones en los festivales de Biarritz, Francia;
Cero Latitud, en Quito, y La Pedrera, en Montevideo. El sueño de Lu (Proceso
1862), su segundo largometraje de ficción, le brindó a la actriz Úrsula Pruneda
el premio a la mejor interpretación femenina en el Festival Internacional de
Cine de Shanghai en 2012.
Despertar
el polvo se proyectará en el 33 Foro Internacional de la Cineteca Nacional, que
se inició el 11 de abril y termina el 4 de mayo. También el Foro se extenderá a
otros circuitos de exhibición del área metropolitana, como los Cinemanía,
Cinemex y Cinépolis, el Centro Cultural Digital Estela de Luz, Cine Teresa y
salas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). También se mostrará
en la segunda edición del Riviera Maya Film Festival, que se realizará del 21
al 27 de abril en varias sedes del estado de Quintana Roo, como Playa del
Carmen y Cancún, entre otros.
Sama,
nacido en el Distrito Federal en 1967, narra que conoció al Chano cuando
elaboraba un pequeño documental para una ONG y reclutó gente de la calle:
“Él
vende periódicos en las esquinas, disfrazándose; se viste de distintos tipos,
dependiendo del momento del año; realmente es un actor y pensé realizar una
película con él. Después de El sueño de Lu yo sentía una enorme necesidad de
hablar de la violencia, de lo que está sucediendo en México, pero de la forma
más honesta, más comprometida y más verdadera posible; entonces me vino a la
mente inmediatamente Chano.
“Hablé
con él para pedirle permiso de crear un largometraje donde fuera el
protagónico; además, que me ayudara a convocar al barrio, porque me interesaba
que el Campamento 2 de Octubre fuera el otro gran protagonista en el filme. Le
encantó la idea, dimos una vuelta por el barrio ese mismo día y conocimos al
mero mero de esa zona, y nos dio permiso de filmar. Por ello, casi todo el
barrio accedió a jugar con nosotros. Fue muy curiosa la situación.”
–¿Por
qué reflejar el dolor de la violencia de ese barrio?
–El
tema me pareció indispensable abordarlo como un asunto en el que muchísimos
mexicanos, entre los cuales estoy yo, vivimos todos los días. Llevamos años en
una guerra rara, absurda, la cual es muy cuestionable, y me parece que quienes
pueden explicar ese dolor de la violencia son los que secuestran, roban; los
que crecen en el barrio, desde chicos, a madrazos.
“Y
la experiencia fue insólita después de haber estado ahí por tres semanas y se
da uno cuenta de lo complejo que es el problema. Es como uno de esos estambres
que el gatito enredó por todas partes y siento que el gobierno no ha ni
siquiera sacado el primer hilito que hay para desamarrarlo.”
Problemas
de rodaje
Sama
se dio cuenta de que el mismo barrio deseaba expresarse (“todos querían jugar,
todos querían salir en la cinta”); pero un día el cineasta se topó con una
serie de acusaciones:
“Empezaron
a decir que lo de filmar una película era un pretexto y que en realidad
estábamos ahí porque queríamos ponerle el dedo a los más malos, porque todos
son malos. Entonces nos empezamos a poner muy nerviosos porque sí que es un
lugar muy particular. En el largometraje hay una fiesta que ellos organizaron a
petición nuestra para la historia, convocaron a un sonidero que es de ahí…”
La
fiesta acabó a balazos.
–¿Cómo
le hizo para trabajar con los residentes del Campamento 2 de Octubre?
–Realicé
un guión. Yo de plano no puedo trabajar si no escribo un guión, hasta el
documental tengo que guionizar, es parte de mi personalidad como cineasta. Me
interesaba que el barrio mismo expresara todo.
“Porque
yo acababa de vivir una circunstancia cercana. A una persona que trabaja con
nosotros, y que es de otro barrio, la policía le secuestró a su hijastro y
después lo extorsionaron. Es una práctica muy común, sobre todo en las
delegaciones más pobres. Hay una red de delincuentes que incluyen al Ministerio
Público o a la policía, están todos coludidos, y hay un testigo comprado y a
veces las personas que acaban en prisión ni siquiera tienen el dinero para
pagar lo que les piden. Es un negocio, es un sindicato de terror, y yo lo viví
muy de cerca.
“Esto
se lo platiqué a la gente del Campamento 2 de Octubre y todos estuvimos de
acuerdo en que es así. También conocí a una persona de otro barrio que mató a
15 seres humanos y salió de la cárcel a los dos años. El asunto de cómo
funciona la justicia en México me sirvió de punto de partida para ficcionar. El
mundo de los mexicanos es de corrupción, impunidad, violencia, un dolor
terrible de falta de oportunidades, es una cosa muy compleja donde es difícil
hablar de buenos y malos.”
–En
aquella fiesta organizada por el barrio que aparece en el filme, ¿no está
actuando la gente?
–No,
las personas se están drogando frente a la cámara de verdad. No son actores,
son chavos que les gusta el cemento. La gente que nos daba seguridad olía a
cemento y tenían las pistolas metidas en el pantalón. Me decían: “Mira,
padrino…”, y me enseñaban una pistola, “…por si pasa cualquier cosa”.
“Les
contestaba: ‘¿Qué va a pasar?’, y luego, expresaba: ‘Ojalá y no pase nada,
porque soy responsable de toda esta gente que está aquí rodando la película’.
El que nos autorizó filmar en el barrio sale en la historia con un personaje
menor, me enseñaba sus heridas y me decía: ‘Es que yo me gané mi lugar en el
barrio, por eso me respetan como me respetan’.”
–¿A
la gente de la fiesta no le causaba pudor la cámara?
–Todo
lo contrario, quería que se viera cómo es el barrio. Hay una chica en la
película como policía, quien en realidad fue policía muchos años, que cuando
agarra al Chano del pelo y lo jala, lo hace como debe ser. Nos contaba: “Yo así
agarraba a los cuates que arrestaba cuando se pasaban de lanza”. La
preocupación siempre fue que las cosas en la cinta fueran como son en el
barrio, que no simuláramos nada.
“Es
que nadie le ha dado voz a esta gente. ¿Por qué los campesinos están decidiendo
tomar las armas? Felipe Calderón nos hizo creer que existe una bola de malos y
que nos teníamos que armar hasta los dientes para salir a acribillarlos a
todos, y la verdad es que van a salir más capos si no se resuelve el problema
de origen, que quién sabe cuál sea.”
–¿La
violencia urbana está descuidada por las autoridades?
–En
Iztacalco no sé cuáles sean las estadísticas de criminalidad, de entrada es la
delegación que más reos tiene en el DF, yo estoy seguro de que más de 50% es
gente que se dedica al crimen. Es que está todo puesto para eso. Es muy difícil
no ser criminal en esos lugares: Tepito, Aquiles Serdán, otros sitios de
Iztapalapa, Ciudad Neza… Es más difícil marcar tu raya y no ser criminal que
serlo, y eso está canijo. Ahora sí, ya con algo de conocimiento en las manos,
me parece que el gobierno se está equivocando.
La
finalidad de Sama es mostrar todos los problemas de la violencia, “pero quizá
la clase media y los ricos van a manifestar: ¿por qué siempre la violencia?, en
lugar de ver cómo es que podríamos unirnos para pensar juntos en el lío en el
que estamos metidos”.
–Con
estos temas, ¿qué tan difícil fue levantar la película?
–El
día que dije “tengo que hacer este filme”, estaba con un amigo mío, que es el
fotógrafo del proyecto, José Casillas, e iniciamos juntos todo. Él puso la
cámara, y la gente que labora con él decidió trabajar gratis. Yo trabajé desde
luego gratis. Éramos un grupo muy reducido; entonces, el rodaje prácticamente
no costó nada.
Después,
el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) le ayudó a terminarla (“no
sentí que el Imcine se incomodara. Creo que es ahora cuando puede generar algo
de incomodidad la franqueza que tiene el largometraje”) y deduce que aunque el
equipo de Despertar el polvo se halló en situaciones muy fuertes, fueron “de
mucho enseñanza”. Resalta que le queda una obligación:
“Me
acercaré al barrio para abrir canales de expresión de la manera más humilde.
Eso es lo que debemos hacer los artistas. A lo mejor puedo dar un taller de
video, que se dediquen a esto y ya no vendan mota ni se tengan que pelear con
el barrio de al lado. El arte nos permite expresar el dolor de otras formas.
Eso lo voy a intentar este año a toda costa, a ver cómo ayudo para sembrar un
granito de arena, porque el gobierno no lo va a hacer.”
Así
termina:
“Estamos
en la era de la injusticia y al gobierno no le interesamos, los seres humanos
no somos realmente parte de su agenda, les interesan otras cosas. No veo que
Peña Nieto se ponga en los zapatos del Chano y diga: ‘Qué vida tan dura de este
señor’, no lo creo. En realidad, está la situación muy dura y hay mucho dolor.”
Despertar
el polvo sólo la ha visto Chano, pero será proyectada en breve en el Campamento
2 de Octubre.
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