De la ineptitud
al fracaso/ANABEL HERNÁNDEZ
Revista
Proceso
No. 1903, 21 de abril de 2013;
Una
investigación basada en los documentos y declaraciones ministeriales del
testigo protegido Jennifer apunta a que la exprocuradora Marisela Morales fue
la responsable de las falsas declaraciones ministeriales contra el que fuera
zar antidrogas, Noé Ramírez Mandujano. Este semanario tuvo acceso a información
pormenorizada –y verificada– de su historial como informante a modo. Jennifer
ahora es la clave para conocer el desastre que fue la administración de Felipe
Calderón en materia de justicia y combate al narcotráfico. A otro procurador
calderonista, Eduardo Medina Mora, le tembló la mano para “limpiar” la PGR.
A
Roberto López Nájera le falta un dedo, contactó al FBI a través de internet y
tiene asignada la clave de testigo protegido Jennifer, que ahora nombra el
desastre que fue el sexenio de Felipe Calderón en materia de procuración de
justicia y combate al narcotráfico.
López
Nájera se decía abogado de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, y colaborador de
Arturo Beltrán Leyva. Sergio Villarreal Barragán, El Grande, operador de los
Beltrán Leyva, afirmó en una declaración ministerial que López Nájera era
conocido en la organización como El 19 y afirmaba estar casado con una hija del
general Jesús Gutiérrez Rebollo. Y uno de los acusados en la Operación
Limpieza, que nunca fue detenido, reveló que López Nájera era un abogado de
Acapulco, Guerrero, bajo de estatura y moreno, al que contactó tras un ataque
sexual contra un familiar.
La
historia del polémico acusador y la del titular de la Subprocuraduría de
Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), Noé Ramírez
Mandujano, se empezaron a entrecruzar en 2007.
El
20 de septiembre de ese año el procurador general Eduardo Medina Mora y Ramírez
Mandujano fueron advertidos de que los Beltrán Leyva habían infiltrado a la
SIEDO cuando se encontraban en la XIX Conferencia Nacional de Procuración de
Justicia en Jiutepec, Morelos.
Por
entonces otra protagonista del escándalo, Marisela Morales, estaba fuera de la
PGR. Su último cargo era el de titular de la Unidad Especializada en
Investigación de Delitos cometidos por Servidores Públicos y contra la
Administración de la Justicia, que desempeñó de mayo a diciembre de 2005, en el
sexenio de Vicente Fox.
A
Morales se le vinculaba con el exprocurador Rafael Macedo de la Concha, con
quien incluso se afirma que procreó un hijo. El general De la Concha renunció
en abril de 2005 y fue enviado como agregado a la embajada de México en Italia.
Pero
en aquel septiembre de 2007 un agente del programa Resolución 6 del FBI,
adscrito a la agencia antidrogas estadunidense (DEA) en la embajada de su país
en México y quien usaba el nombre de “Juan de Jesús”, buscó a Mario Arzave
Trujillo, entonces titular de la Unidad Especializada en Investigación de
Delitos Contra la Salud de la SIEDO. Le dijo que se había comunicado por
internet con un informante relacionado con los Beltrán Leyva, en aquel tiempo
socios de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo. Era Roberto López Nájera.
El
hombre del FBI dijo que si la SIEDO le mandaba fotos de su personal, dicho
informante podía reconocer a los exmilitares y exgafes (miembros del Grupo
Aeromóvil de Fuerzas Especiales, GAFE) que estaban pasándole información a los
narcos.
Arzave
le transmitió la propuesta a Ramírez Mandujano y éste pidió que el
estadunidense se la planteara directamente a Medina Mora. Sin indagar más, el
procurador ordenó que las fotografías se enviaran enseguida.
Ramírez
Mandujano le encargó la tarea al ingeniero Miguel Ángel Colorado González,
coordinador técnico de la SIEDO. Minutos después, el agente del FBI recibió las
fotos del personal de la Dirección General Adjunta de la Coordinación Técnica
de la SIEDO, encabezada por el capitán Fernando Rivera Hernández.
En
respuesta, López Nájera dijo reconocer plenamente al propio Rivera Hernández,
Roberto García García y Milton Carlos Cilia Pérez como los que informaban a los
Beltrán Leyva de los operativos en su contra. Añadió que en los días siguientes
se reunirían con Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca, Morelos. Medina Mora
ordenó que el ingeniero Colorado González espiara a los tres elementos
señalados para corroborar el señalamiento.
Aunque
Colorado era el jefe del capitán Rivera Hernández, éste no se le subordinaba ni
le informaba nada; argumentaba que él era el enlace de la PGR con el grupo de
inteligencia militar de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y que la
información podía fugarse.
Medina
Mora se quejaba con sus subordinados de que no podía cambiar esa forma de
operar, ya que estaba enfrentado con el secretario de Seguridad Pública, Genaro
García Luna, y si también chocaba con la Sedena, “entre ambos lo harían
pedazos”.
El
procurador tuvo que pedir la autorización del general Guillermo Galván Galván,
titular de la Secretaría de la Defensa, para investigar a los militares
imputados. El secretario dijo que si se comprobaba el dicho del informante, se
actuaría conforme a derecho.
Sin
embargo, el capitán Rivera Hernández se dio cuenta de que lo seguían y utilizó
a la guardia para amenazar al personal de Colorado. Esto se le informó a Medina
Mora.
Ramírez
Mandujano le pidió al procurador que cambiara de área a los militares
sospechosos para que dejaran de filtrar información mientras se les
investigaba. Medina Mora le prometió trasladarlos al área de trata de personas
del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el combate a la
delincuencia (Cenapi), donde no tendrían información relacionada con el narcotráfico,
pero ese cambio nunca se realizó.
Medina
Mora ordenó que a todo el personal de la Coordinación Técnica, incluyendo al
capitán Rivera Hernández, se le aplicara la prueba del polígrafo en el Centro
de Evaluación y Desarrollo Humano de la PGR. Debían incluirse preguntas
específicas sobre la filtración de información a organizaciones criminales.
La
mayoría del personal obtuvo malos resultados. El ingeniero Colorado González
salió “bien” y al capitán Rivera Hernández se le hicieron “observaciones”.
Milton Cilia salió “mal” y a Roberto García García no se le aplicó la prueba en
ese momento.
Finalmente
el procurador no dispuso ningún cambio; no quiso enfrentarse con la Sedena.
Iniciativa
estadunidense
En
junio de 2008, nueve meses después de que Jennifer debutara como colaborador de
la PGR, la DEA enteró a Medina Mora de que un individuo llamado Alberto Pérez
Guerrero, que había trabajado en la Interpol, les estaba filtrando datos a los
Beltrán Leyva desde la embajada de Estados Unidos en México. Era otro soplo de
López Nájera.
El
director regional de la DEA en la representación diplomática, David Gaddis,
propuso a las autoridades mexicanas realizar una investigación conjunta, por lo
que Medina Mora no tuvo pretextos. Ya tenía justificación para actuar contra
los intocables de la SIEDO.
Desde
el 1 de mayo anterior, Marisela Morales había vuelto a la PGR tras dos años y
medio de ausencia. Medina Mora la nombró jefa de la Unidad Especializada en
Investigación de Tráfico de Menores, Indocumentados y Órganos, el área a donde
había pensado trasladar a los exgafes.
En
acuerdo con la autoridad mexicana, la DEA llevó a López Nájera y a Pérez
Guerrero a Washington. Medina Mora envió a Marisela Morales a la agregaduría
legal de la PGR en la capital estadunidense para que el 2 de julio tomara la
primera declaración ministerial de ambos. Ahí se asignó a Roberto Lópéz Nájera
la clave Jennifer y a Pérez Guerrero la de Felipe.
El
segundo, quien había trabajado en la Interpol y la AFI bajo las órdenes de Genaro
García Luna antes de ser recomendado a la embajada de Estados Unidos, admitió
su culpabilidad y denunció a Rivera Hernández, Cilia Pérez y García García.
También acusó a Mario Arturo Velarde, secretario particular de García Luna de
2002 a 2007; a José Antonio Cueto López, exfuncionario de la PGR al que también
López Nájera señaló como pieza clave en la supuesta red de corrupción, y a
Rodolfo de la Guardia, primo de Cueto López y director de Despliegue Regional
de la AFI en los tiempos de García Luna.
Velarde,
el secretario particular de García Luna, fue ascendido. De enero a octubre de
2007 fue director de Enlace Externo de Interpol en la AFI, y del 1 de octubre
de ese año a noviembre de 2008 fue director general de la Coordinación de
Seguridad Regional de la Policía Federal Preventiva en la Secretaría de
Seguridad Pública (SSP).
Pese
a que las imputaciones en su contra fueron hechas en junio de 2008, Velarde no
fue llamado a declarar sino hasta octubre y la PGR no le giró orden de arraigo
ni de detención. A las pocas semanas renunció a su cargo en la SSP. Varios de
sus amigos señalaron off the record que Velarde y altos mandos de la AFI
estaban involucrados con el narcotráfico.
De
la Guardia fue detenido en noviembre del mismo año. García Luna se comprometió
personalmente a que recobraría su libertad, y fue absuelto en enero pasado.
Cueto
López nunca fue detenido pese a que se encontraba en la Ciudad de México. Esta
reportera lo entrevistó ampliamente en 2009. Afirmó que era inocente, dijo que
la Operación Limpieza era una mentira y que Roberto García García había
amenazado a su esposa para obligarlo a declarar y acogerse al programa de
testigos protegidos. Pese a que era uno de los principales objetivos de la
Operación Limpieza, Cueto López se movió con total libertad y nunca se le giró
una orden de aprehensión.
La
fabricación
Tras
la declaración del 2 de julio, el día 11 Marisela Morales tomó la ampliación de
declaración de Jennifer y Felipe. Volvieron a mencionar a los mismos
funcionarios de la ocasión anterior. Entonces se programó una nueva ampliación
para el 28 de julio de 2008, ya con los elementos que sirvieron para imputar
falsamente a Ramírez Mandujano.
El
día que Marisela Morales fue nombrada titular de la SIEDO (1 de agosto), esta dependencia
tomó la declaración de Rivera Hernández, quien confesó que se había reunido con
el testigo Jennifer y que le había ofrecido dinero. En vez de ser procesados,
Rivera Hernández, Cilia Pérez y García García se integraron al programa de
testigos protegidos de la PGR. Se les asignaron respectivamente las claves
Moisés, David y Saúl. Su principal beneficio fue la impunidad.
El
4 de agosto, ya como testigo colaborador, Moisés cambió su declaración y añadió
que había visto al ingeniero Miguel Colorado en un restaurante donde se había
encontrado con un operador de Beltrán Leyva. Pudo ser su venganza porque
Colorado encabezó las investigaciones contra él en 2007.
Así
empezaba a involucrar indirectamente al jefe de Colorado, Ramírez Mandujano,
que en septiembre de 2008 fue nombrado agregado de la PGR en la embajada de
México en Austria.
El
12 de agosto la PGR había informado que Miguel Ángel Colorado González, Antonio
Mejía Robles, Jorge Alberto Zavala Segovia, Fernando Rivera Hernández, Milton
Carlos Cilia Pérez y Roberto García García estaban bajo arraigo por filtrar
información a “personas no autorizadas”
Poco
después, el 26 de septiembre y el 25 de octubre, Jennifer agregó elementos ya
inverosímiles a sus declaraciones. Terminó por afirmar que le había entregado
un soborno de 450 mil dólares a Ramírez Mandujano a finales de 2006 en el
restaurante Guadiana, en el Estado de México, y que él había visto cómo, en
septiembre de 2007, un tal “R” le había entregado en el Champs Elysées una
maleta con igual cantidad de dinero al mismo funcionario.
Para
darle credibilidad a las repentinas acusaciones de López Nájera, que no tenían
relación con lo dicho al agente del FBI en septiembre de 2007, la SIEDO –ya
bajo el mando de Marisela Morales– recurrió a un argumento retorcido. Se lee en
la declaración de Jennifer:
“—¿Que
diga el testigo por qué desde la primera vez que declaró en el presente asunto
no hace mención de la participación de Noé Ramírez Mandujano en los hechos que
se investigan?
“—El
declarante empezó a declarar, entre otros, sobre Alberto Pérez Guerrero y
Fernando Rivera, además un testigo puede hacer varias declaraciones sobre datos
que tenga y hacer precisiones de la misma, como en esta declaración, que no hay
impedimento legal alguno que se lo prohíba, además de que cuando el declarante
empezó a colaborar todavía Noé Ramírez Mandujano era el subprocurador de la
SIEDO, luego entonces cómo iba a declarar en contra de éste si todavía tenía
poder y temía por mi vida, si así yo tenía comprada a la SIEDO, otros seguro
también la tenían.”
Premio
de mentira
En
noviembre de 2008 Ramírez Mandujano fue citado a México para declarar. Al
presentarse fue arraigado, supuestamente porque existían suficientes pruebas
contra él. Entre más se resaltaban los fabricados vínculos del extitular de la
SIEDO con el crimen organizado, menos atención recibía el caso de los exgafes
corruptos.
En
septiembre de 2009 Medina Mora renunció a la PGR y se fue al Reino Unido como
embajador. Lo sustituyó en la PGR Arturo Chávez Chávez. Y con Morales en la
SIEDO seguían multiplicándose las declaraciones contra Ramírez Mandujano.
El
7 de marzo de 2011 Marisela Morales llegó a la cúspide: asumió el cargo de
procuradora general. Al día siguiente, la entonces secretaria de Estado Hillary
Clinton le otorgó el Premio al Valor de la Mujer por haber logrado llevar ante
la justicia a varios de los “criminales más peligrosos de México”, luchar
contra la corrupción y crear el primer “programa federal de testigos
protegidos”.
Morales
siguió exprimiendo a Jennifer. La última cacería orquestada con su
participación se inició en mayo de 2012, esta vez contra los generales Tomás
Ángeles Dauahare, Ricardo Escorcia, Roberto Dawe y Rubén Pérez Ramírez, así
como el coronel Silvio Isidro de Jesús Hernández Soto y el mayor Iván Reyna. El
testigo los acusó de trabajar para los Beltrán Leyva, pero en la mayoría de los
casos no existe más prueba que su dicho.
Supuestamente
el caso se basó en declaraciones que Jennifer realizó desde 2010 y en
señalamientos que hizo Sergio Villarreal Barragán, El Grande, también como
testigo protegido, con la clave Mateo. Édgar Valdez Villarreal, La Barbie,
declaró ante el juez que todos ellos fueron presionados y amenazados por la PGR
para declarar contra los militares (Proceso 1881).
Tanto
Ramírez Mandujano como el general Ángeles Dauahare fueron absueltos y liberados
la semana pasada. El juez primero de Distrito de Procesos Penales Federales,
con sede en Tepic, absolvió a Ramírez Mandujano el lunes 15 y por primera vez
en un caso de este tipo giró un oficio a la PGR para que se investigue la
fabricación de declaraciones y se sancione a los responsables.
De
acuerdo con los documentos con que cuenta Proceso y la cronología de los
hechos, la exprocuradora Marisela Morales fue pieza clave en la fabricación de
los casos. La mayoría de las declaraciones falsas de Jennifer se realizaron
cuando ella encabezaba la SIEDO, es decir que encabezaba directamente la
investigación.
Después
de cuatro años detenido, el ingeniero Miguel Colorado sigue bajo proceso en
prisión, igual que otros funcionarios menores de la PGR. Cuando aún la dirigía
Morales, esta dependencia le cambió a Fernando Rivera Hernández el estatus de
testigo protegido y actualmente sigue bajo proceso judicial en un penal de
Sonora. Hace unas semanas también él declaró que fue presionado por la SIEDO
para inculpar a los militares.
Cilia
Pérez, García García y Alberto Pérez Guerrero, tres de los funcionarios
acusados con los que arrancó la Operación Limpieza y reconocieron su
culpabilidad, nunca pisaron la cárcel. Gozan de impunidad y libertad gracias al
programa de testigos protegidos de la SIEDO.
Al
revisar el juicio contra Ramírez Mandujano afloró el dato de que Pérez Guerrero
ya no está en prisión, pues no aparece su nombre en los registros de las cortes
ni en las prisiones de Estados Unidos.
Jennifer
se encuentra refugiado en aquel país, bajo el resguardo de la DEA. En recientes
diligencias vinculadas al caso de los militares acusados junto con el general
Ángeles Dauahare, la PGR encabezada por Jesús Murillo Karam comunicó que no
puede presentarlo por falta de personal.
Al
concluir el gobierno de Felipe Calderón, Marisela Morales buscó empleo en el
gobierno de Estados Unidos. La respuesta fue que ni siquiera sabe hablar
inglés, no hay nada para ella.
Medina
Mora es el embajador de México en Estados Unidos, país con el que el jueves 18
Enrique Peña Nieto firmó una nueva etapa del Plan Mérida, justo el contexto que
permitió a los gobiernos de los dos países ensuciarse con la Operación
Limpieza.
Fuentes
de los servicios de inteligencia de México y Estados Unidos, que hablaron con
Proceso bajo la estricta condición del anonimato, revelan que “hay preocupación
y nerviosismo” en los mandos de la Administración Federal Antidrogas, toda vez
que “fue la DEA quien reclutó como informante a Jennifer y fue la DEA la que
insistió al gobierno de México en que este hombre tenía información detallada y
veraz sobre la infiltración del narcotráfico en la PGR”, comenta la fuente
mexicana.
“Es
lógico que haya mucha inquietud dentro de la DEA; fue un error de ellos el
venderle a México a un informante sin mucha credibilidad. Es en la DEA en quien
debe recaer gran parte de la responsabilidad de este grave error”, apunta por
su parte la fuente estadunidense.
Los
funcionarios consultados destacan otro aspecto y a un actor que ha pasado
inadvertido en el escándalo desatado por la Operación Limpieza de la PGR. Se
trata de “Óscar Rocha, el exencargado de asuntos internacionales en la PGR,
quien atendió personalmente la recepción, proceso y análisis de la información
proporcionada por Jennifer. Rocha es técnicamente el arquitecto o creador de la
Operación Limpieza; él es una pieza clave para aclarar el escándalo, si es que
el gobierno de México tiene voluntad de hacerlo”, subraya una de las fuentes.
Rocha
es actualmente director de Prevención de Fraudes y Pérdidas de Wal-Mart México.
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