México en el horizonte de
Neruda/RAFAEL VARGAS
Revista Proceso
No 1925, 21 de septiembre de 2013
Hay
sueños, como reza el lugar común, largamente acariciados. Todo mundo ha tenido
uno.
Poco
antes de cumplir 20 años, en los días en que terminaba de escribir Veinte
poemas de amor y una canción desesperada, Pablo Neruda soñaba con venir a
México.
El primer
testimonio se encuentra en una carta redactada cuando ya estaba en vísperas de
cumplir 21. Está dirigida a una de las dos musas que inspiraron esos Veinte
poemas: Albertina Azócar Soto, a quien conoce desde abril de 1921, cuando ambos
ingresaron al Instituto Pedagógico.
El 15 de
marzo de 1925 Neruda le dice: “Es natural que, si la revolución termina, nos
vamos los dos a México, a querernos libremente, aunque vivamos con pobreza. ¿No
te parece, Mocosa? ¿O te arrepientes de tu carta a Rubén? Alguna vez tenemos
que arreglar nuestra vida.”
La
revolución a la que Neruda se refiere no es, naturalmente, la mexicana, sino a
una insubordinación militar contra el gobierno de Arturo Alessandri, presidente
de Chile desde 1920. Y Rubén es Rubén Azócar, hermano mayor de la destinataria
y gran amigo del poeta.
¿Qué hace
a Neruda pensar en México, tan distante de Chile, como un lugar propicio para
hacer vida en común con Albertina?
Lo más
probable es que ese deseo haya despertado a raíz de la invitación que Gabriela
Mistral recibió del gobierno mexicano, a través de José Vasconcelos, en 1921, y
que la llevó a residir aquí hasta 1925.
Las
noticias sobre el gran aprecio del que la poeta chilena gozaba entre nosotros
–en 1923 se inauguró una escuela que hasta hoy lleva su nombre– llegaron a
Chile y, sin duda, Neruda formaba parte de los miles de chilenos que supieron
de ello. México debe haberle parecido tierra auspiciosa.
Cabe suponerlo
así porque el 9 de abril de 1924 Gabriela Mistral le escribe a Eduardo Barrios,
narrador y dramaturgo santiaguino, que “hace tiempo (le) vienen comunicando que
jóvenes de allá –Neruda, otros– quieren venirse a México. Y agrega que ella le
ha escrito directamente a Neruda… con franqueza bienintencionada, que
Vasconcelos se retira y que no hay aquí más hispano-americanistas”.1
Mistral y
Neruda se conocieron en Temuco, ciudad en la que nació este último en 1920,
cuando ella tenía 31 años de edad y él 16. Ella reconoció en él desde el
principio a una joven promesa. Pero en el momento en que le escribe esta carta
Neruda no es más que eso: una esperanza, un muchacho que desea salir de Chile.
(Y quizá no se ha enterado de que Neruda acaba de abandonar sus estudios.) Él
no ha publicado aún Veinte poemas… que aparecerá el 15 de junio de 1924 bajo el
sello de Editorial Nascimento. Su fama crecerá considerablemente a partir de
entonces.
Quizá si
José Vasconcelos hubiese continuado al frente de la Secretaría de Educación
Pública, Neruda habría intentado enviarle un ejemplar de ese libro a manera de
carta de presentación…
Pero
Vasconcelos dejó la secretaría en julio de 1924 y Neruda no habría de llegar a
México sino hasta agosto de 1940, en las postrimerías del régimen cardenista,
en calidad de cónsul general de Chile.
Neruda
vivió aquí algunos de sus años más felices y aprendió a amar a México de manera
entrañable. Nuestro país fue para él, tanto en la primera mitad de los años
cuarenta como al final de esa década –cuando volvió a México durante unos meses
y se imprimió en los Talleres Gráficos de la Nación su formidable Canto
general– una enorme y generosa caja de resonancia de sus actividades. México le
dio, además, una visión de Iberoamérica que sin su residencia en esta tierra
tal vez no habría alcanzado.
Neruda
parecía estar a punto de residir en México por tercera vez en 1973. Todas las
condiciones estaban dadas para ello. La muerte convirtió esa tercera residencia
posible en gigantesco si condicional: cómo habría sido la vida cultural
mexicana si Neruda hubiese retornado en septiembre, hace 40 años.
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1
Contenida en Cartas a Gabriela. Correspondencia escogida de Pablo Neruda y
Delia del Carril a Gabriela Mistral, edición de Abraham Quezada Vergara,
Ediciones Ril, Santiago de Chile, 2009, 192 pp.
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Poeta,
narrador, traductor, exagregado cultural de México en Chile. Actualmente dirige
el programa Tierra Adentro del Conaculta.
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