Por Fred Alvarez.
"y
al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros...." Federico García
Lorca.
"Morir
sólo es morir. Morir se acaba.
Morir
es una hoguera fugitiva.
Es
cruzar una puerta a la deriva
y
encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar
de llorar y hacer preguntas;
ver
al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar
de vivir en la ternura;
tener
la paz, la luz, la casa juntas
y
hallar, dejando los dolores lejos,
la
Noche-luz tras tanta noche oscura…”
Estas
líneas fueron escritas -antes de fallecer.- por el sacerdote, periodista y
poeta José Luis Martín Descalzo. (1930- 1991).
La
muerte es la realidad más dolorosa, más misteriosa y a la vez, más inevitable
de la condición humana, y como decía Martín Heidegger celebre filósofo alemán
del siglo XIX, "el hombre es un ser para la muerte".
Estos
días son de tradición por el día de muertos. Se trata de una popular fiesta
cristiana que tiene un origen prehispánico que honra a los difuntos el día 2 de
noviembre, aunque la celebración comienza día antes; concretamente hoy 31 de
octubre. El primero y dos de noviembre son los
días señalados por la Iglesia católica para celebrar la memoria de Todos
Santos -a saber: santos anónimos, santos desconocidos, los santos del pueblo,
los santos de nuestras familias, ahí caben amigos, paisanos, conocidos,
desconocidos y un largo etcétera y de Los
Fieles difuntos (2 de noviembre).
Muy
diferente por cierto al denominado Jalouín (Halloween) o Noche de Brujas que se
celebra, de acuerdo a los mitos y tradiciones celtas el 31 de octubre. Esta noche es pues noche de Jalouín en los Estados Unidos, el norte de México, algunas provincias de
Canadá, de Irlanda y el Reino Unido. Y también gracias a Hollywood en varias
partes del mundo.
Pero para nosotros la fiesta es diferente; es un Patrimonio Cultural
La
muerte es un personaje omnipresente en el arte mexicano.
Los
orígenes de la celebración en nuestro país son anteriores a la llegada de los
españoles. Por lo menos 3 mil años antes hay registro de celebraciones en las
etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Por ello –y más- la Unesco declaró
en 2003 la festividad mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad, también llamado patrimonio viviente. Se trata de la raíz de nuestra
diversidad cultural. En ceremonia llevada a cabo en
Paris,
la UNESCO distinguió a la festividad indígena de Día de Muertos con esa
distinción. Por considerar que esta festividad es: "...una de las
representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, y
como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los
grupos indígenas del país."
Además
en el documento de declaratoria se destaca:
"Ese
encuentro anual entre las personas que la celebran y sus antepasados, desempeña
una función social que recuerda el lugar del individuo en el seno del grupo y
contribuye a la afirmación de la identidad..."
¡Maravilloso!
Hay varios lugares de México donde es todo un
rito prehispánico. El acto de morir era el comienzo de un viaje hacia el Mictlán,
el reino de los muertos descarnados o inframundo, también llamado Xiomoayan,
término que los españoles tradujeron como infierno. Este viaje duraba cuatro
días. Al llegar a su destino, el viajero ofrecía obsequios a los señores del
Mictlán: Mictlantecuhtli (señor de los muertos) y su compañeraMictecacíhuatl
(Dama de la Muerte). Estos lo enviaban a una de nueve regiones, donde el muerto
permanecía un periodo de prueba de cuatro años antes de continuar su vida en el
Mictlán y llegar así al último piso, que era el lugar de su eterno reposo,
denominado “obsidiana de los muertos”.
Hay
lugares donde son por excelencia los lugares perfectos donde se celebra la
fiesta de muertos, a saber; los poblados de la ribera del lago de Pátzcuaro y
sus islotes (Quiroga, Janitzio, Ihuatzio y Tzintzuntzan); otros lugares son
Mixquic en el Distrito Federal; y quie decir de Xantolo en San Luis Potosí. Ahí, ahí la festividad
religiosa comienza desde una semana antes, cuando los danzantes, también
llamados huehues, asisten al panteón a pedir permiso a sus difuntos para poder
rendirles culto.
Al
terminar las fiestas regresan para agradecer a Dios. Es así como van
preparándose y juntando los elementos necesarios para montar el altar de
muertos, también llamado Arco. Ahí se concretan procesiones, alabanzas, música
y danzas de diversos pueblos: chichimeca-jonaz y hñahñu, de Guanajuato;
tepehuas, hñahñus y nahuas, de Hidalgo; tének, pames y nahuas, de San Luis
Potosí, y popolucas y totonacos, de Veracruz.
Ir
al panteón es lo más común.
Y
es que es en ese lugar–el panteón, cementerio
o camposanto- donde normalmente se depositan los restos mortales de los
difuntos, y dependiendo de la cultura del lugar, los cuerpos pueden
introducirse en ataúdes, féretros o simplemente envolverse en petates -como
fueron enterrados nuestros ancestros- para poder ser enterrados bajo tierra.
Hoy
las cosas han cambiado. Muchos prefieren cremar los restos y esparcir sus
cenizas en lugar mágicos. Hay otras gentes que guardan los restos en su casa.
Eso por cierto no es tan recomendado por algunos en la Iglesia católica.
Por
cierto, la palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que
significa dormitorio porque según la creencia cristiana era ahí donde los
cuerpos dormían hasta el Día de la Resurrección.
A
los cementerios católicos se les llama también camposantos debido a que hace
muchos años en Pisa- o sea la región italiana de la Toscana- cuando ateniéndose
a medidas de higiene la autoridad ordenó cerrar el cementerio que había sido
construido en el siglo XIII dentro de la ciudad. El terreno fue cubierto con
una gran capa de tierra, que fue traído de los lugares santos de Jerusalén. De
ahí el nombre Campo Santo.
Colocar
una ofrenda ¿cómo instalarla?
Además
de ir al Camposanto lo ideal es colocar una ofrenda a los que se adelantaron en
el camino, el asunto es ¿y cómo instalarla?
Para los que saben es cosa de niños; pero para los que no sabemos se necesita un guía, un especialista, ello si queremos
cumplir con lo que establece la tradición, y también depende del lugar del
país.
Eso
sí no se debe olvidar que ¡el lugar donde se pone la ofrenda se convierte en un
lugar sagrado!
Por
eso –y con todo respeto- recomiendo los pasos que nos enseña la maestra
arqueóloga Alicia Luján Delgadillo de la universidad Veracruzana, a saber:
1.
Sobre él altar se depositara la ofrenda, el arco engalanado será la entrada por
donde las almas de los muertos pasarán a morar por breve tiempo y disfrutará de
las viandas preparadas en su honor;
2
Sobre la mesa – dice la profesora- se confeccionarán dos a tres escalones a
manera de pedestal, se cubrirá todo con un mantel blanco y encima se pondrá
papel china picado;
3
En los escalones se colocará enseguida una lámpara de aceite, veladoras, un
vaso con agua; se distribuyen en la mesa panes de ajonjolí y de huevo con
manteca, tamales rancheros en hoja de plátano o de Papantla, tamalitos de
pollo, de pipían con fríjol gordo y de dulce con pasitas en hojas de
totomoxtle, atole de guayaba o de piña, champurrado, chocolate, y alguna bebida
predilecta –cerveza o aguardiente-, cigarros y fósforos. Además mole con carne
de gallina, arroz y tortillas de maíz calientitas. También se pueden incluir
chichiliques, pemoles, cuitoncitos, cuhiches, tamales de zarabando, garnachas,
bolim y zacahuil. Ah y también pan de azúcar –antecesores de nuestras
calaveras– y el llamado “pan de muerto”.
Con
carrizos se forman dos arcos, uno atrás y otro al frente con sus travesaños
correspondientes, va recargado sobre la pared donde penderán en su mayoría las
imágenes que son de devoción familiar;
5
Los arcos pueden ser en forma de media campana o rectangulares, se forran con
rama tinaja, tepejilote y palmilla, se alterna alrededor flores amarillas
(cempoalxoxhitl), manitas de plátanos “campechanitos”, berenjenas silvestres,
nísperos, canastitas, banderitas, jaras y cortinas confeccionadas con papel
china con rehiletes.
Nos
recomienda también la Maestra Lujan, que justo a las doce del día y por la
noche del día primero de noviembre – día de Todos Santos; hay rezos y el
término de éstos las almas de los muertos se deleitan con lo ofrendado.
¡Ah!
y no se debe olvidar que al día siguiente; el dos de noviembre, todos debemos
visitar cementerios, llevando agua
bendita, flores naturales y coronas de flores de papel encerado.
Ahí
pasaremos con nuestros muertos la mayor parte del día.
Esa
tradición, con algunas variantes, se reproduce –afortunadamente- en gran parte
del territorio nacional.
¡Viva
nuestra tradición!
Al
margen:
¿Cómo
se celebra esta tradición en el Norte de Sinaloa?
En
las comunidades rurales del norte de Sinaloa –de donde soy originario-, toda la
familia acostumbra a ir al panteón el día primero de noviembre a limpiar bien
las tumbas. Es condición llevar muchas velas o veladoras, y cachimbas para ya
empezando a obscurecer iluminar el cementerio.
De
hecho todo el cementerio se ilumina con ellas. Hay que ir properado para
“velar” todo la noche del día primero para amancer el día dos de noviembre. Es
necesario llevar alguna frazada y mucho de comer y más de de beber –ron,
tequila, guisqui, aguardiente o cervezas-; tanto para la ofrenda del difunto,
como para uno y los amigos y familiares que aparecerán por ahí.
Recordemos
que la creencia es que los muertos necesitaban comida para llegar a su destino
final, por lo que al morir se dejaba junto a ellos comida, agua, ofrendas y
diversos objetos; y que en este día regresan con mucha "hambre".
Incluso
es el día ideal para encontrarse con amigos y familiares que en todo el año no
se les ve. Me ha pasado varias veces.
¡Ah!
Y no debe uno preocuparse de llevar instrumentos musicales como guitarras o
acordeones. Ahí al pie de la tumba, llegaran músicos ganapán dispuestos a
cantarle toda la noche la canciones preferidas del difunto; y de los vivos,
como aquella de Te vas Angel mió al
estilo Los Alegres de Terán:
“Te
vas Angel mio, Ya vas a partir….
Pero
ay cuando vuelvas,
no
me hallaras aquí,
Iras
a mi tumba y allí rezaras por mi.
hallarás
unas letras escritas allí,
con
el nombre y la fecha,
Y
el día que en fallecí…”
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