...Con
un negro historial/Anabel Hernández
Revista Proceso # 1942, 18 de enero de 2014
Alfredo
Castillo tiene una responsabilidad, además de ilegítima, delicada: pacificar la
Tierra Caliente y la Costa michoacanas. Pero no hay nada en su carrera que
permita suponerle capacidad para lograrlo. Como procurador mexiquense no hizo
nada para frenar la entrada de los cárteles ni el aumento de delitos comunes;
como subprocurador federal quiso burlar a Murillo Karam y nombrar por la libre
a 16 delegados estatales. Su cese fue fulminante… Pero su primo es consejero
jurídico de Peña Nieto.
La
carrera de Alfredo Castillo Cervantes, comisionado para la Paz y Seguridad y el
Desarrollo Integral de Michoacán, está marcada por el fracaso y la ilegalidad.
El
resultado de sus dos años como titular de la Procuraduría General de Justicia
del Estado de México (PGJEM) fue desastroso. En ese periodo la entidad se
convirtió en la tercera con mayor número de personas desaparecidas, según la
lista oficial de la Secretaría de Gobernación (Segob) y la Procuraduría General
de la República (PGR). Los homicidios dolosos aumentaron 32%; las extorsiones,
mil 225%; el robo de vehículos con violencia, 17% y el robo de vehículos sin
violencia, 8%, según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
Paralelamente,
durante el tiempo en que Castillo fue procurador su entidad fue invadida por
distintos grupos criminales y cárteles de la droga, entre ellos La Familia
Michoacana, Los Caballeros Templarios y Los Zetas, señalan informes de
inteligencia del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información (Cenapi)
que Proceso pudo consultar. Es paradójico que esos grupos que Castillo no frenó
sean los mismos que ahora debe combatir en su nueva encomienda en Michoacán.
Además,
durante los pocos meses que fue subprocurador de Control Regional,
Procedimientos Penales y Amparo de la PGR, al inicio del gobierno de Peña
Nieto, pretendió designar de manera ilegal a 16 de los 31 delegados estatales
de la PGR en las entidades más vulnerables al narcotráfico. Según información
obtenida por este semanario, eso le valió a Castillo que lo sacaran
abruptamente de la PGR.
Cuando
se anunció que el exprocurador mexiquense sería el comisionado para Michoacán,
los primeros sorprendidos fueron integrantes de las áreas de seguridad y
justicia del gobierno de Peña Nieto, quienes califican a Castillo de imprudente
e incapaz. (de la PGR?)
Puertas
abiertas al crimen
En
mayo de 2010 Alfredo Castillo pasó de subprocurador general regional de
Cuautitlán Izcalli a procurador general de Justicia del Estado de México, luego
de la renuncia de Alberto Bazbaz al cargo.
Pese
a que Peña Nieto dejó de ser gobernador de la entidad, su sucesor, Eruviel
Ávila ratificó a Castillo en la PGJEM, quien dejó el cargo en agosto de 2012 y
se sumó al equipo de transición de Peña Nieto.
Los
dos años y cuatro meses que Castillo duró como procurador fueron sombríos para
los mexiquenses.
En
un informe del Cenapi –elaborado en 2012, cuando Castillo era aún procurador–
se pinta un panorama desolador del Estado de México. Se señala la presencia de
seis grandes organizaciones criminales que se disputan el territorio de la
entidad y su población (Proceso 1892): el Cártel del Centro y La Nueva
Administración, vinculados con Édgar Valdez Villarreal, La Barbie; La Mano con
Ojos, reminiscencia del Cártel de los Beltrán Leyva; La Familia Michoacana; Los
Caballeros Templarios y Los Zetas. Para entonces, las organizaciones criminales
tenían presencia en 25 de los 125 municipios mexiquenses.
Según
el reporte, el Cártel del Centro, La Nueva Administración y La Mano con Ojos
–cuyos integrantes trabajaron para los Beltrán Leyva– operaban en Huixquilucan,
Cuautitlán, Ecatepec, Naucalpan, Tlalnepantla, Coacalco y Nezahualcóyotl.
En
el documento se afirma que La Mano con Ojos surgió en diciembre de 2010
“aparentemente liderada por una persona identificada como Óscar Oswaldo García
Montoya, La Mano con Ojos o El Compayito”.
En
la causa penal 37/2011 –instruida contra Ismael Coronel El Judío y Juan Ramón
Córdoba Peñaloza, y a la cual esta revista tuvo acceso– la PGR establece
categóricamente que el Estado de México era en 2011 un centro de operaciones de
los Beltrán Leyva. “Son hechos conocidos: la existencia de una organización
delictiva denominada ‘Los hermanos Beltrán Leyva’, que opera principalmente en
Guerrero, Estado de México, Distrito Federal y San Luis Potosí”.
También
se asienta: “El desarrollo de actividades delictivas por parte de La Familia ha
disminuido considerablemente, (pero) la comisión de diversos ilícitos
–extorsiones, homicidios– se concentra en el Estado de México”. Detalla que ese
cártel ya tenía presencia en los municipios de “Donato Guerra, Zinacantepec,
Toluca, Tenango del Valle, Tlalnepantla, Chalco, Ixtapaluca, La Paz, Ecatepec,
Tecámac y Tultepec”.
Los
Caballeros Templarios, en tanto, “mantienen presencia en algunos puntos del
Estado de México”, y se ubica a un hombre con el apodo de Gallito como jefe de
plaza en el Estado de México.
También
Los Zetas ampliaron su presencia en el estado cuando el hoy comisionado era
procurador.
A
ese coctel de criminalidad también entró el Cártel de Sinaloa. “No se descarta
la posibilidad de que la organización de El Pacífico opere en esta entidad con
la autorización y apoyo de su aliado La Familia, principalmente en la zona
conurbada al Distrito Federal”.
En
la entidad que gobernó Peña Nieto no sólo creció la delincuencia organizada
sino también se multiplicaron los delitos del fuero común. Según el Sistema
Nacional de Seguridad Pública, de mayo de 2009 a abril de 2010 –antes de que
Castillo fuera el procurador– ocurrieron mil 216 homicidios dolosos. La cifra
aumentó mes a mes desde el arribo del hoy comisionado. En su último año como
procurador, de mayo de 2011 a abril de 2012, ocurrieron mil 607 homicidios, es
decir 32% más que antes de su llegada.
El
número de extorsiones entre mayo de 2009 y abril de 2010 fue cero, según el
SNSP. En los últimos ocho meses de gestión de Castillo ocurrieron mil 225. Los
robos de auto con violencia, de mayo de 2009 a abril de 2010, fueron 18 mil
403; y de mayo de 2011 a abril de 2012 sumaron 21 mil 688 casos: 17% más.
Imposición
fallida
El
nombramiento de delegados en la PGR es sensible porque durante los últimos años
la Procuraduría ha abierto averiguaciones previas sobre delegados corrompidos
por los cárteles de la droga. De acuerdo con la ley, el único facultado para
hacer las designaciones es el titular de la PGR.
Castillo
Cervantes llegó a la PGR en diciembre de 2012, con el cargo de subprocurador de
Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo. Pero intentó sorprender al
procurador Jesús Murillo Karam y nombró a 16 de los 31 delegados en entidades
sensibles como Sinaloa y Tamaulipas. No lo consultó con su jefe y no tenía
atribuciones legales para hacerlo.
Incluso
envió a algunos de los delegados de avanzada, esperando que Murillo terminara
por legalizar su estancia. Al descubrir la maniobra, ninguno de los
nombramientos sorpresivos fue aceptado por el procurador y eso le valió a
Castillo su estrepitosa salida de la PGR.
Peña
Nieto volvió a cobijarlo y lo acomodó en la Procuraduría Federal del Consumidor
(Profeco): En Los Pinos hay alguien que quiere bien a Castillo y tiene
influencia con el primer mandatario. Se trata de Humberto Castillejos
Cervantes, consejero jurídico de la Presidencia y primo hermano de Alfredo
Castillo.
Chambitas
Proceso
tuvo acceso a la lista de los 16 delegados que Castillo pretendió imponer, pero
que no fueron aceptados por Murillo Karam: Jesús Isaac Acevedo Román, Jorge
Alberto Álvarez Mendoza, María del Carmen Archundia Escutia, José Ramón Ávila
Farca, Alfredo Becerril Almazán, Pedro Luis Benítez Vélez, María Elena Camacho
Robles, Gabriel Cambrón Castellanos, Iván Jacobo Martínez Gutiérrez, Eladio
Molina Monroy, José Juan Monroy García, Javier Ocampo García, Victorino Porcayo
Domínguez, Jaime Rodríguez Aguilar, Liliana Guadalupe Rosillo Herrera y Blanca
Carolina Soto Cerecedo. Algunos de ellos ya habían tenido sonoros fracasos en
la PGR y en el Estado de México.
Acevedo
Román fue el elegido de Castillo para ir a Sinaloa. Pero en un blog, una mujer
que se identificó como Alma María López detalló en diciembre de 2012 la llegada
del enviado. Denunció que había arribado sin nombramiento y que hacía mal uso
de los vehículos de la delegación. “Empezó a asistir a reuniones privadas de
estado con el gobernador, los generales, etc., etc., y se ostentaba como
delegado, empezó a vender información que ponía en peligro a la delegación. A
pedir cuotas y a mover gente que tenía tiempo en la delegación y traer gente
suya de otros estados”.
El
nombramiento de Acevedo no prosperó, pero en noviembre pasado llegó como
delegado de la PGR a Tamaulipas otro hombre de su lista: Jorge Alberto Álvarez
Mendoza, quien fue delegado interino en Sinaloa en 2011.
Archundia
Escutia fue subprocuradora de Hidalgo de 2010 a 2012. Hasta octubre de 2013
encontró una posición en el gobierno federal en la Secretaría de la Función
Pública.
Ávila
Farca, en tanto, fue nombrado fiscal especial de Delitos Dolosos Cometidos por
Integrantes de Corporaciones Policiales cuando Castillo llegó a la fiscalía
mexiquense. Ahora es director general de Contratos de Adhesión en Profeco.
A
Martínez Gutiérrez lo quiso pasar de ser fiscal regional de Ecatepec a delegado
de PGR; también encontró cabida con Castillo en Profeco como director general
de Quejas y Conciliación.
Rodríguez
Aguilar fue delegado de la PGR en Veracruz de 2007 a 2009, cuando Fidel Herrera
era el gobernador y Los Zetas tenían hegemonía en el estado. En 2011, cuando
Castillo fue ratificado al frente de la PJGEM, se llevó a Aguilar como fiscal
regional en Tlalnepantla. En Profeco lo nombró director general de
Delegaciones.
Becerril
Almazán había sido delegado de la PGR en los tiempos de Rafael Macedo de la
Concha. Fue fiscal de Asuntos Especiales durante la administración de Castillo
en el Estado de México, y sólo en junio de 2013 Castillo le pudo dar un puesto
en Profeco.
Benítez
Vélez fue procurador de Morelos de mayo de 2009 a abril de 2012, los años en
los que el Cártel de los Beltrán Leyva tomó el control del estado y se manejaba
a su antojo. Castillo lo metió a la Profeco como subprocurador de Servicios.
Rosillo
Herrera fue fiscal de feminicidios en Tlalnepantla, delito que creció en el
Estado de México durante el sexenio pasado. Ante la imposibilidad de hacerla
delegada de la PGR, Castillo la nombró directora de Gas de la Profeco.
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