Los
olvidados del caso Cassez/DELPHINE
RIGAUD, corresponsal en México de la cadena de prensa francesa BFM TV.
Revista Proceso # 1942, 18 de enero de 2014;
Perdida
su historia en el alboroto mediático y político del caso Florence Cassez,
Israel Vallarta, dos de sus hermanos y tres sobrinos –supuestos cómplices de la
francesa en la banda Los Zodiaco– siguen encarcelados en penales de máxima
seguridad. No han recibido sentencia en primera instancia y sus procesos están
estancados. De sus expedientes se desprende que fueron sometidos a torturas y
que sus casos están plagados de violaciones al debido proceso. Esto último,
clave para liberar a Cassez, en los Vallarta no se ha aplicado. La liberación
de la francesa no ha tenido efecto alguno sobre sus destinos.
El
23 de enero 2013, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guadalupe
Vallarta, hermana de Israel Vallarta, miraba las pantallas más cercanas de la
Primera Sala en espera de una decisión que podría cambiar el futuro de su familia:
el otorgamiento del amparo liso y llano a favor de Florence Cassez.
Su
apellido alimentó durante años las portadas de los medios de México desde que
el 8 de diciembre de 2005 la Agencia Federal de Investigación (AFI) realizó el
montaje de la detención de su hermano Israel y de la novia de éste, Florence
Cassez.
Pero
los periodistas que siguieron la sesión de la Suprema Corte de Justicia no
advirtieron su presencia. Su rostro no era conocido por la prensa. De hecho los
medios han ignorado el destino de la familia Vallarta, la otra cara del caso
Cassez.
Cuando
los ministros votaron la absoluta e inmediata liberación de la francesa,
Guadalupe pensó ingenuamente que Israel, sus hermanos René y Mario y tres
sobrinos, Alejandro, Juan Carlos y Sergio Cortés Vallarta, se verían
beneficiados por el fallo, pues también fueron encarcelados sin pruebas,
sometidos a torturas y sujetos a un linchamiento mediático.
Un
año después de la liberación de Cassez nada ha cambiado para los Vallarta,
acusados junto con ella de formar parte de la banda de secuestradores Los
Zodiaco.
Doble
rasero
Calificados
como miembros de una familia de secuestradores, ignorados por los intelectuales
y juristas quienes un día agitaron la bandera del debido proceso, ninguno de
los Vallarta ha sido juzgado siquiera en primera instancia después de ocho años
de que se inició la acusación en su contra. Todos están en cárceles de máxima
seguridad: Israel en el Altiplano y el resto en el complejo penitenciario de
Tepic. Sus procesos judiciales están en un punto muerto y sus nombres quedaron
ocultos por el alboroto mediático y diplomático del cual sólo se benefició
Cassez.
No
es una sorpresa. En los días siguientes a la liberación de la francesa se
observaron signos que ya indicaban que los Vallarta iban a sufrir la
indiferencia general, incluida la de los más altos representantes de la
justicia mexicana.
Olga
Sánchez Cordero, la ministra que propuso la liberación de Cassez por la
violación de sus derechos consulares y por el “efecto corruptor” del montaje
televisivo realizado por el exdirector de la AFI y exsecretario de Seguridad
Pública, Genaro García Luna, declaró el 26 de enero de 2013 a los medios:
“Vallarta tiene otros procesos abiertos y a diferencia de Cassez no tiene (que
recurrir a la) ayuda consular (…) No es una situación que pudiera prevalecer
para otros de los secuestradores” de la banda Los Zodiaco.
Sin
embargo ninguna resolución de la justicia mexicana ha reconocido la
culpabilidad de los Vallarta como organizadores de secuestros. Incluso, en
junio de 2011, el juez primero de distrito de Procesos Penales en Nayarit, José
Clemente Cervantes, descartó por incongruentes los testimonios de Cristina Ríos
Valladares y de su hijo Christian, dos de las supuestas víctimas secuestradas
en el rancho de Israel Vallarta (Proceso 1890).
En
una entrevista con Radio Fórmula, Jesús Murillo Karam, procurador general de la
República, explicó el 26 de enero 2013: “No sucedió lo mismo (con Israel
Vallarta). En donde se plantean todas estas fallas procesales es precisamente
en este caso (de Cassez). En los otros casos (de la banda) hay otras evidencias
de otro tipo; aquí lo que deciden los ministros es que las evidencias, con los
errores de procedimiento, quedan desvirtuadas”.
Sin
embargo, contra lo que afirmó Murillo, los expedientes de los Vallarta han
mostrado que también en éstos han abundado los “errores de procedimiento”.
La
acusación contra Israel Vallarta está basada principalmente en su declaración
ministerial del 9 de diciembre de 2005, en la cual reconoció los secuestros.
Sin embargo se retractó de ella en su segunda declaración, el 9 de marzo de
2006. Argumentó que la primera declaración fue arrancada mediante tortura.
Ello
fue reconocido oficialmente por dos peritos los días posteriores a su
detención. Uno, de la Procuraduría General de la República, constató que
“equimosis violáceas” cubrían el cuerpo de Vallarta. Y el 12 de diciembre de
2005, en un reporte en relación con el folio 57768-57769, el doctor Gerardo
Montfort Ramírez, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), enlistó
16 tipos de lesiones, entre ellas varias en la zona inguinal “compatibles con
lesiones producidas con un objeto transmisor de corriente eléctrica”.
En
su declaración del 9 de marzo de 2006 Israel Vallarta describió, además de la
tortura, el chantaje padecido durante su detención; agentes de la AFI le
“(decían) que (a Cassez) la estaban tratando igual que a mí, describiendo que
ella tenía muy bonita ropa interior (…) La persona que se acercaba a mí me
dijo: ‘Si haces lo que se te dice, tu novia se va’. Yo acepté”.
Esa
confesión obtenida bajo coacción y tortura va contra el debido proceso.
Cuando
los policías y las cámaras de Televisa y TV-Azteca penetraron en el rancho Las
Chinitas para liberar a las supuestas víctimas, el caso de Vallarta sufrió,
tanto como el de Cassez, el “efecto corruptor” del montaje televisivo, lo cual
derivó en perjuicio al principio de la presunción de inocencia.
Así,
lo que prevaleció en el caso Cassez no se ha aplicado en el caso Vallarta.
Si
la cuestión política y diplomática parece evidente en la resolución del caso
Cassez, ni el montaje ni la tortura despertaron la duda de los defensores del
debido proceso. En todo caso, no fueron suficientes para que se interesaran o se
expresaran sobre el caso Vallarta.
De
hecho, los mismos mecanismos de fabricación de pruebas y de creación de una
historia mediática se aplicaron a los Vallarta. En las semanas posteriores a la
liberación de la francesa, durante una reunión de personas que participaron en
su defensa jurídica y mediática, Agustín Acosta, abogado de Cassez, recordó en
un discurso improvisado que todavía quedaban personas en la cárcel y un drama
humano estaba ocurriendo.
El
comentario no tuvo efecto pese a la presencia de los más importantes juristas
del país, provocando que se pensara que hay más lucimiento en resolver un caso
internacional y altamente político que seguir el caso de una familia anónima.
Pistas
ignoradas
Además
de las tres supuestas víctimas liberadas en el rancho Las Chinitas, Israel
enfrenta otra acusación de secuestro: el que se cometió contra Valeria Cheja
Tinajero a principios de septiembre de 2005.
En
su declaración ministerial del 4 de diciembre de 2005 (clasificada con el
número PGR/SIEDO/UEIS/190/2005), la joven sostiene haber reconocido en el
tráfico del Distrito Federal el auto marca Volvo de color gris plata en el que
había sido secuestrada. Valeria estaba entonces acompañada por agentes
federales quienes le habían pedido reconocer la zona de su secuestro. Ese auto
habría permitido a la policía dar con la pista de Israel Vallarta.
En
las fotos que la policía presentó a Valeria para que reconociera al conductor
del vehículo, éste llevaba una barba de candado. Pero en las fechas que indica la
joven, la familia de Vallarta asegura que Israel estaba afeitado. Además Israel
declaró que durante ese tiempo el auto se encontraba inmovilizado en un taller
mecánico.
Vallarta
también demostró que se encontraba en Guadalajara cuando sucedió el supuesto
secuestro de Valeria. El consulado de Estados Unidos en esa ciudad confirmó que
en esas fechas tramitaba una visa.
Tal
como ocurrió en el caso de la ciudadana francesa, la policía descartó o ignoró
pistas que apuntaban a otros personajes implicados en el caso. En su
declaración del 4 de diciembre de 2005, Valeria Cheja no menciona en particular
a Israel Vallarta. Subraya en cambio que reconoció a otros dos hombres, quienes
nunca fueron investigados por la policía: los hermanos Marco Antonio y José Fernando
Rueda Cacho.
En
sus primeras declaraciones ministeriales Cristina Ríos Valladares y su hijo
Christian –supuestas víctimas liberadas por la AFI en el montaje para las
televisoras– no mencionan a Cassez ni a Israel Vallarta como partícipes en su
secuestro, sino a los hermanos Rueda
Cacho.
Sin
embargo cambiaron su versión para implicar a Vallarta y a Cassez sólo después
de que ésta desenmascaró durante el programa Punto de partida (5 de febrero de
2006) el montaje televisivo realizado por la AFI. Así, convocadas varias veces
después por el Ministerio Público, las supuestas víctimas declararon que
reconocían a la ciudadana francesa y a Vallarta, dejando fuera los nombres de
los Rueda Cacho.
El
otro testigo que incrimina directamente a Israel Vallarta es Ezequiel Elizalde
Flores, tercera supuesta víctima liberada en el rancho Las Chinitas.
Elizalde
reconoció la voz de Vallarta desde su primer testimonio ante la policía. En su
declaración del 9 de marzo de 2006, Israel cuenta cómo también reconoció la voz
de su acusador. En ese momento, Elizalde estaba siendo torturado en las
oficinas de la SIEDO.
Dice
Vallarta en su declaración ministerial: “Escuche a otra persona (Elizalde)
quejándose porque la estaban golpeando, y él gritaba que él sólo había
participado un par de veces y que sólo hacía plática con las personas,
haciéndose pasar por otro secuestrado (…) Él se había autosecuestrado porque
necesitaba dinero para el hospital de su esposa”.
Cuando
se calmaron los gritos, la funcionaria que tenía a Vallarta a cargo le dijo:
“Ya ves pendejo, aquel pagó y ya se lo llevan. Acepta la propuesta que te van a
hacer”.
En
su papel de acusador, negociado con la policía, Elizalde se transformó en un
actor clave para la detención de los otros miembros de la familia Vallarta.
Proceso (número 1890) cita documentos de investigaciones judiciales a partir de
los cuales se desprenden dos hipótesis: Elizalde era uno de los secuestradores
o en su secuestro se había confabulado su propia madre, Raquel Flores Martínez.
De
hecho cuando Elizalde hizo su primera declaración ministerial, el 9 de
diciembre de 2005, se encontraba golpeado porque los agentes de la AFI pensaron
que era cuidador de los secuestrados.
El
7 de mayo de 2009 Elizalde amplió el número de personas que, según él, eran
miembros de la banda de Los Zodiaco. Incluyó a René Vallarta Cisneros, hermano
de Israel, y a los sobrinos de éste, Alejandro y Juan Carlos Cortés Vallarta,
quienes actualmente también están en prisión. Sin embargo varios testimonios
ignorados por las autoridades aseguran que ninguno de ellos tiene el perfil de
secuestrador.
Peor
aun, Alejandro no vivía en la Ciudad de México en el momento de los secuestros.
Trabajaba en obras de construcción en Akumal, Quintana Roo. El dueño de la
empresa dio fe de ello en un testimonio público.
En
realidad las detenciones de los Vallarta ocurrieron cada que había un momento
importante del proceso de Florence Cassez, como si se tratara de reforzar un
guión al que le faltara credibilidad.
Presentes
durante las audiencias de Cassez y de Vallarta, en esos momentos ya conocidos
por las autoridades, el hermano y los dos sobrinos de Israel nunca fueron
buscados por la policía. Su detención ocurrió el 7 de mayo de 2009, unas
semanas después de la visita a México del presidente francés Nicolas Sarkozy y
de que un juez confirmó la culpabilidad de Cassez, luego de que sus abogados
habían interpuesto un recurso de apelación.
El
27 de abril de 2012, siete años después de iniciado el caso, Mario Vallarta
Cisneros, hermano de Israel, y Sergio Cortes Vallarta, su sobrino y hermano de
Juan Carlos y Alejandro, fueron arrestados. Estos hechos ocurrieron cuando los
padres de Cassez organizaron una conferencia de prensa en la Ciudad de México.
Por esas fechas también circulaban rumores sobre que el proyecto de resolución
de la ministra Sánchez Cordero proponía la liberación de la francesa.
La
prensa difundió supuestos extractos de la declaración de Mario. En ellos afirma
que fue fundador de la banda de Los Zodiaco y que Florence participaba de
manera muy activa en los secuestros.
Corresponsales
de la prensa francesa tuvieron acceso a esta declaración. Nada de lo que se
publicó en la prensa aparece en el documento oficial.
Además,
testigos relataron que los agentes de la policía detuvieron con violencia a
Mario Vallarta y a Sergio Cortes Vallarta, y que en los hechos se encontraba
presente Luis Cárdenas Palomino, colaborador cercano de García Luna y uno de
los organizadores de la operación para detener en diciembre 2005 a Cassez y a
Vallarta.
Cuando
Cárdenas Palomino se dio cuenta de que vecinos lo estaban grabando con sus
celulares, estalló en un ataque de ira. Guadalupe Vallarta, hermana de Mario e
Israel, y la esposa de Sergio presentaron demandas ante la CNDH. No recibieron
respuestas.
Mario
Vallarta y Sergio Cortés Vallarta tampoco se salvaron de la tortura. De hecho,
en los expedientes de los miembros detenidos de esta familia aparecen lesiones
certificadas por médicos. A René, Juan Carlos y Alejandro les aplicaron el
Protocolo de Estambul, cuyo resultado reconoció un trauma provocado por
torturas.
A
pesar de ser protagonistas del caso Cassez y de estar en condiciones de
entregar respuestas de fondo sobre el tema, los Vallarta no han podido atraer
la atención de los medios ni de los defensores de los derechos humanos. Según
especialistas, hasta que su caso no tenga un costo mediático para el Poder
Judicial y para la vida política del país, ellos seguirán, como miles de
mexicanos encarcelados, siendo utilizados por las autoridades para justificar
la fabricación de culpables.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario