García
Luna, impunidad garantizada/Jorge Carrasco Araizaga
Revista Proceso # 1942, 18 de enero de 2014;
A
las irregularidades en el debido proceso que condujeron a la liberación de
Florence Cassez hace un año, se suma el
solapamiento de la misma Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos y del propio gobierno de Enrique Peña Nieto al
garantizar protección al exdirector de la extinta Secretaría de Seguridad
Pública, Genaro García Luna, quien hasta ahora no ha sido requerido por la
Procuraduría General de la República para que explique sus pifias y las de sus
colaboradores.
Pese
a resolver que Genaro García Luna y su equipo antisecuestro cometieron graves
violaciones en el caso de la ciudadana francesa Florence Cassez, la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN) contribuyó a que el exjefe policial quede en la impunidad.
Así
como a Cassez le abrió la puerta del
penal de Tepepan al concederle el amparo de la justicia federal, a García Luna
le pavimentó el camino para no enfrentar a la justicia por ese caso.
Pero
el máximo tribunal no fue el único en garantizarle protección al exdirector de
la Agencia Federal de Investigación (AFI) y exsecretario de Seguridad Pública.
También lo hicieron la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y el
propio gobierno de Enrique Peña Nieto.
Su
abogado defensor, el penalista Alonso Aguilar Zinser, asegura que hasta la
semana pasada García Luna no había sido requerido por la Procuraduría General
de la República (PGR) por este ni por ningún otro asunto.
“No
ha sido requerido para ninguna declaración ante el Ministerio Público federal
ni notificado de que exista una investigación penal ni de otro tipo en su
contra, ni por el caso de Florence Cassez ni por ningún otro”, declara el
litigante a Proceso.
A
la Corte sólo le interesó la liberación de Cassez, no las consecuencias de las
violaciones constitucionales y de derechos humanos que una contundente mayoría
de ministros de la Primera Sala del máximo tribunal atribuyó a García Luna y a
sus más cercanos colaboradores en la entonces AFI.
El
8 de diciembre de 2005 agentes de la AFI detuvieron a la francesa al sur de la
Ciudad de México y después de una escenificación televisiva la presentaron el
día siguiente ante el Ministerio Público, el cual tomó su primera declaración
sin asistencia consular.
Como
director de la ahora desaparecida AFI, García Luna era entonces funcionario del
gobierno de Vicente Fox en la PGR y a finales del año siguiente se convirtió en
uno de los hombres más cercanos al sucesor de Fox, Felipe Calderón, quien lo
encumbró como titular de la también ya desaparecida Secretaría de Seguridad
Pública.
En
el gobierno de Fox, García Luna
“transformó” la Policía Judicial Federal de la PGR en la “policía
investigadora” de la AFI. Pero su esplendor lo vivió a lo largo de todo el
gobierno de Calderón, quien lo respaldó para enfrentar el caso de la francesa y
no dudó en presionar a los ministros para que al menos durante su
administración la Corte le negara el amparo a la acusada.
En
la versión final del amparo con el que liberó a Cassez el 23 de enero de 2013,
el máximo tribunal del país evitó pedir a la PGR investigar los delitos
cometidos por los exfuncionarios que en un afán de inculparla de secuestro,
delincuencia organizada y posesión de armas pasaron por encima de la
Constitución y de instrumentos internacionales.
La
última versión del amparo directo en revisión 517/2011, de la ministra ponente
Olga Sánchez Cordero, no hace ninguna mención al establecimiento de las
responsabilidades de García Luna, de sus cercanos colaboradores y de los
ministerios públicos de la PGR implicados en esas violaciones, pese a que
durante las discusiones de la Primera Sala en torno al amparo varios ministros
pidieron que se les investigara y sancionara.
A
corregir errores
El
más explícito de los cinco ministros de la sala fue Jorge Mario Pardo
Rebolledo, pese a haber votado contra la liberación de Cassez, tanto en la
discusión del 21 de marzo de 2012 como en la del 23 de enero del año pasado,
cuando la Corte le concedió el amparo y ese mismo día voló a París después de
siete años en prisión.
Durante
la primera discusión, Pardo fue claro en su petición de sancionar a los
policías responsables del montaje de la detención de la francesa y su entonces
novio Israel Vallarta Cisneros, así como a los ministerios públicos federales
que integraron la averiguación previa que afectó todo el proceso penal.
“Quiero
decir que el simple hecho de haber accedido a la realización de este montaje o
simulación –no sé cómo llamarlo– me parece que es un acto reprobable, que es un
acto que debe ser sancionado en términos de ley y que, desde luego, deja mal
parado este principio de buena fe ministerial respecto de las autoridades que
autorizaron y propiciaron estas conductas”, expresó (Proceso 1847).
Aunque
no favoreció el amparo, Pardo apoyó para que la protección de la justicia
federal solicitada por Cassez fuera discutida en la Primera Sala debido a “las
violaciones que se advierten en la detención, la averiguación previa y, en su
caso, el proceso penal seguido contra la quejosa”.
Con
el montaje, dijo, “hay la afectación al derecho fundamental de ser puesto a
disposición de una autoridad sin demora por parte de los captores”, lo que
ocurrió cuando la AFI tardó 35 horas para presentar a Cassez ante la
Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada
(SIEDO), hoy SEIDO.
Según
Pardo, en la SIEDO también se violó el artículo 21 de la Constitución respecto
a la actuación del Ministerio Público y el derecho a la asistencia consular,
previsto en el artículo 36 de la Convención de Viena sobre relaciones
consulares.
Ese
fue el parecer prevaleciente en la Primera Sala en su sesión definitiva de hace
un año y así quedó asentado en los cuatro resolutivos. En el primero se
determinó revocar la sentencia de 60 años que pesaba contra Florence Marie
Louise Cassez Crepin, el segundo anunció la concesión del amparo, el tercero
ordenó a la autoridad penitenciaria su libertad absoluta e inmediata y el
cuarto ordenó que se comunicara el fallo al consulado de Francia en México.
De
ahí declaró el asunto concluido y lo mandó al archivo. No hizo ninguna mención
a las responsabilidades ni mucho menos dio vista a la PGR, a pesar de tener
identificados nombres y cargos de los implicados en las violaciones graves a la
Constitución.
Al
día siguiente de la liberación de Cassez, el titular de la PGR, Jesús Murillo
Karam, declaró a la prensa que del cierre del caso contra la ciudadana francesa
“podría derivar una averiguación”.
Dijo
que el caso era una llamada de atención “a quienes impartimos justicia y a
quienes están encargados de la seguridad, para que esto no vuelva a repetirse;
corregir errores significa hacer justicia. Vamos a ver que esto no se vuelva a
repetir porque sí lastima”.
Murillo
no fue el único en hablar de justicia. También lo hizo el presidente de la
CNDH, Raúl Plascencia Villanueva. Después del fallo de la Corte, emitió el 13
de marzo un informe especial “sobre las irregularidades cometidas por
servidores públicos de la Procuraduría General de la República en el caso de la
señora Cassez”.
Pero
Plascencia tardó años para emitir su pronunciamiento contra esos funcionarios,
pese a que desde diciembre de 2005, cuando la AFI montó el espectáculo
mediático sobre la detención de Cassez y Vallarta, estaba enterado de quiénes
habían sido los principales responsables: Genaro García Luna y Luis Cárdenas
Palomino. Así se lo hicieron saber los propios detenidos en sendas quejas ante
la CNDH y que recayeron en él cuando era primer visitador del organismo.
En
su informe Plascencia concluyó que el día de la detención, que ubica como el 9
de diciembre de 2005, servidores públicos de la ahora desaparecida AFI y del
Ministerio Público de la federación adscrito a la SIEDO –ambas pertenecientes a
la PGR– “cometieron una serie de irregularidades en torno a dicha investigación
que propició un efecto corruptor que vició el procedimiento penal respectivo”.
Para
la CNDH esa actuación irregular provocó, además de la vulneración de los
derechos humanos de Cassez, que “tales conductas constituyeran la probable
comisión de delitos”, empezando por la escenificación del operativo de rescate.
Los
servidores públicos de la PGR involucrados en los acontecimientos violaron los
derechos humanos de Cassez, “lo que tuvo como consecuencia que quedara en
libertad ‘no por ser inocente, sino por las violaciones al debido proceso’”,
asentó Plascencia en su informe para dejar en claro que no dudó de la
participación de la francesa en las acusaciones que le hizo García Luna.
Los
desahogos
A
partir de la obligación del Estado mexicano de investigar las violaciones a los
derechos humanos “con el objetivo de que (…) no queden impunes”, Plascencia le
pidió a Murillo investigar los probables delitos y las faltas administrativas
cometidas por los exfuncionarios de la PGR, empezando por el fundador de la
AFI.
Dijo
que la PGR debía investigar “hasta la total detención de los responsables” y
que debía tomar medidas “para lograr la reparación de los daños ocasionados a
las víctimas”.
Plascencia
le dijo a Murillo Karam que eran 21 los involucrados: el director, el director
general de Investigación Policial y el director de Operaciones Especiales,
todos de la Agencia Federal de Investigación. También pidió investigar a los
cinco policías que participaron en la aprehensión y a los 10 efectivos de
apoyo. A esos 18 integrantes de la AFI sumó dos ministerios públicos y al
responsable de la Unidad Especializada en Investigación y Secuestro de la
SIEDO.
De
acuerdo con el desahogo judicial al que tuvo acceso Proceso, los principales
señalados por la CNDH son Genaro García Luna, como cabeza de la AFI; Luis
Cárdenas Palomino, como director general de Investigación Policial, y Javier
Garza Palacios, en su calidad de director de Operaciones Especiales. A ellos se
sumaron el jefe del operativo en el rancho Las Chinitas, Israel Zaragoza Rico,
y los policías José Aburto Pazos, José Luis Escalona Aldama, Carlos Alberto
Servín Castorena y Germán Ovidio Zavaleta Abad.
Están
incluidos también los 10 integrantes de las dos células de apoyo que
participaron en la detención de Cassez y Vallarta como presuntos integrantes de
la banda de secuestradores Los Zodiaco. En la indagatoria de la CNDH está
excluido el entonces encargado del área de secuestros de la AFI, Gerardo Valenzuela
Rodríguez.
En
la investigación de la CNDH también aparecen señalados como probables
responsables el director de la Unidad Especializada en Investigación y
Secuestro de la SIEDO, Jorge Rosas García, y los agentes del Ministerio Público
Federal Alejandro Ignacio Santamaría y Nora Caballero Trejo.
Los
tres dependían del entonces titular de la SIEDO, José Luis Santiago
Vasconcelos, quien murió en un accidente aéreo junto con el entonces secretario
de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, el 4 de noviembre de 2008. En el momento
de la detención de Cassez el titular de la PGR era Daniel Cabeza de Vaca, hoy
integrante del Consejo de la Judicatura Federal.
Según
las documentales judiciales, los policías que intervinieron directamente en el
operativo señalaron que Cárdenas Palomino y Garza Palacios estuvieron en el
momento en el cual los detenidos fueron presentados “en vivo” por Televisa y TV
Azteca.
Aunque
Cárdenas Palomino, ahora ejecutivo de seguridad de TV Azteca, declaró que llegó
después de la detención, tanto Cassez como Vallarta lo identifican como quien
los golpeó para que se declararan culpables ante las cámaras de televisión.
En
el caso de Garza Palacios su participación está documentada en una entrevista
que dio a la televisora de Ricardo Salinas Pliego, en la cual aseguró que a los
detenidos se les aseguraron armas de alto poder y estaban implicados en otros
secuestros.
Cárdenas
Palomino y Garza Palacios fueron estrechos colaboradores de García Luna en la
desaparecida Secretaría de Seguridad Pública. A Cárdenas lo hizo jefe de la
División Regional de la Policía Federal; a Garza lo mantuvo en ese cargo pero
en la entonces Policía Federal Preventiva y luego lo mandó como agregado
policial a Colombia, en medio de una investigación en su contra por supuestos
vínculos con el narcotráfico.
De
acuerdo con la sentencia de la SCJN favorable a Cassez, “resulta irrelevante si
la planeación y ejecución de la escenificación ajena a la realidad fue
perpetrada por los miembros de la Agencia Federal de Investigación que
realizaron materialmente la detención, por sus altos mandos o por ambos. Lo
cierto es que hubo concierto de agentes de la autoridad que, a través de
acciones complejas, manipularon la realidad”.
Respecto
a los funcionarios y agentes del Ministerio Público de la SIEDO, las
constancias judiciales identifican a Alejandro Ignacio Santamaría como el
agente de la PGR que ratificó la puesta a disposición y ordenó la retención,
declaración y aplicación de exámenes a Cassez y Vallarta, ya como presuntos
implicados.
Como
parte de la violación al debido proceso judicial, aparece el acuerdo de puesta
a disposición de Cassez firmado por el agente ministerial, sin que Cassez
hubiera recibido ninguna asistencia prevista en la Convención de Viena sobre
relaciones consulares. Santamaría también requirió a los servicios periciales
extraer la información de los celulares asegurados a los detenidos y practicar
“cuantas diligencias sean necesarias para el esclarecimiento de los hechos”.
Las
indagatorias sobre las probables responsabilidades atribuidas a los empleados
de la SIEDO también identificaron a Nora Caballero Trejo como la agente
ministerial que justificó la “imposibilidad” de que Cassez recibiera asistencia
del consulado francés en su primera declaración ministerial porque ya estaba
cerrado cuando lo buscaron el día de la detención y en los teléfonos del
consulado “no contestaron”.
La
actuación del presidente de la CNDH sobre las responsabilidades de los entonces
funcionarios de la AFI y de la SIEDO sólo hasta que la Corte comenzó a discutir
la libertad de Cassez fue cuestionada por Israel Vallarta.
En
una carta entregada a Proceso, fechada el 26 de marzo de 2012, Vallarta dice:
“Existen funcionarios con principios divididos, que con su doble moral solapan
y justifican los abusos y dolo con que actúan diversas autoridades. Al caso, me
refiero al actual presidente de la CNDH, Raúl Plascencia Villanueva”, quien con
su “aparente ingenuidad” ante la actuación de la AFI y la SIEDO “entendió bien
su parte del libreto” en el montaje del caso Cassez.
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