Patricia
Mercado/Martha Lamas
Revista Proceso # 1942, 18 de enero de 2014;
La
conocí en 1978, cuando ella participaba en el Grupo Autónomo de Mujeres
Universitarias (GAMU) y militaba en el Partido Revolucionario de los
Trabajadores. En 1985 coincidimos en torno a las costureras damnificadas por el
temblor. Poco antes Patricia había fundado Mujeres Trabajadoras Unidas, A. C.
(Mutuac) para apoyar a las asalariadas en el desarrollo de un nuevo tipo de
sindicalismo responsable. Ya su utopía sobre un sindicalismo dialogante con el
empresariado había sufrido un descalabro a principios de los años 80, cuando
fue integrante de la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores Automotrices,
que afiliaba a los obreros de las fábricas de autobuses DINA y de automóviles
Renault. La única mujer entre los 90 integrantes: 30 hombres del Comité
Ejecutivo Nacional, 30 hombres de la Comisión Revisora del Contrato Colectivo,
29 hombres y ella del Comité de Huelga. Ella se dedicó a construir un
movimiento de solidaridad con la huelga: consiguió recursos económicos,
solidaridad política y pronunciamientos a favor. En el último discurso que
pronunció ante 5 mil obreros Patricia propuso “proteger las fuentes de trabajo
y ponerse a estudiar, junto con la empresa, los distintos caminos para
reestructurar la industria sin necesidad de dejar a tanta gente sin trabajo.”
No se aceptó tal propuesta, la huelga se perdió y ella, junto con 3 mil
trabajadores, fueron despedidos.
Después
volvería a intentar un sindicalismo distinto con las costureras del Sindicato
19 de Septiembre, a las que acompañó durante casi cuatro años para su
auto-organización. Pasó casi seis meses, todos los días, abogando en las juntas
de Conciliación y Arbitraje para el pago de sus indemnizaciones. Su quiebre
político se dio con otra tendencia feminista, interesada más en un proyecto
“revolucionario” que en fortalecer una organización sindical que defendiera
condiciones laborales y salariales. Patricia ha dicho que precisamente esa
confrontación con las “revolucionarias” la volvió políticamente una
socialdemócrata.
Sabedora
de su cabeza política y su entrega al trabajo, en 1991 la busqué para fundar
GIRE, una asociación de defensa de los derechos sexuales y reproductivos que se
propuso la despenalización del aborto. Aprendí mucho de ella y con ella, y GIRE
se posicionó como una referencia indispensable en el tema. En 1994, cuando el
gobierno mexicano se preparaba para participar en la IV Conferencia de la Mujer
en Beijing (1995), el entonces secretario del Trabajo, Santiago Oñate, encargó
a Patricia y a Mutuac un análisis de la situación de las mujeres trabajadoras,
con propuestas de política pública. De ahí Patricia se fue a construir Diversa,
una asociación política nacional, y se involucró en el proyecto de hacer un
partido socialdemócrata. En Democracia Social compitió con Rincón Gallardo por
la candidatura, y en un final casi de empate perdió por escasos cinco votos.
Luego
el mismo grupo prosiguió buscando su objetivo, pero ahora bajo el nombre de
México Posible. La ley electoral no permite usar el mismo nombre al mismo grupo
de personas, así que cuando México Posible no logró su registro, el tercer
intento se verificó bajo la denominación de Alternativa Socialdemócrata y
Campesina. Así Patricia contendió por la presidencia en 2006. Luego de la
elección, Alternativa se vería sujeta a una pugna interna por el poder, de la
cual Patricia saldría más que vapuleada, y no sólo metafóricamente: su grupo
fue golpeado por una facción de mafiosos. Una resolución judicial le dio la
razón a ella y a su grupo, pero el proyecto ya se había pervertido: el partido
se convirtió en botín y dejó de ser un instrumento para el cambio social.
Esa
mala experiencia la hizo regresar al trabajo desde la sociedad. Como presidenta
del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, Mercado coordinó una serie de
talleres para mujeres políticas, auspiciados por el Instituto Nacional de las
Mujeres, que dirigía la panista y feminista Rocío García Gaytán.
Simultáneamente, compitió con un proyecto en un concurso que abrió ONU-Mujeres,
dirigido en ese entonces por Michelle Bachelet. Entre mil 200 proyectos en todo
el mundo, ganaron 12, tres de los cuales se ubicaban en América Latina: Brasil,
Bolivia y el de Patricia en México. Armó una articulación de ONG y gobierno
federal llamada SUMA, y se dedicó a impulsar el empoderamiento de las mujeres
políticas en el ámbito local. Es precisamente en ese nivel donde la
sobrerrepresentación de los hombres es mayor. Así, SUMA asumió como uno de sus
objetivos centrales capacitar a candidatas a presidentas municipales, síndicas
y diputadas locales de todos los partidos. Y como Patricia es economista, un
aspecto fundamental de SUMA ha sido instalar en las mentes de las candidatas
una concepción de proyectos económicos distintos a los que se vienen haciendo
tradicionalmente, como por ejemplo la economía del cuidado.
En
esas estaba cuando fue nombrada secretaria del Trabajo por Miguel Ángel Mancera.
Su sensibilidad social, encauzada en la adolescencia por las monjas de la
teología de la liberación, y su vasta experiencia política, vinculada a luchas
laborales y sindicales, son elementos que prometen una gestión interesante.
Ojalá que siga con su atención a la “economía del cuidado” y que logre llevar a
buen término este gran desafío.
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