2 jun 2014

El viaje de Francisco a Tierra Santa.


El viaje de Francisco a Tierra Santa.
El papa se ha dirigido a los líderes religiosos y políticos con franqueza y audacia, y dando el ejemplo con gestos que han dado la vuelta al mundo, como su abrazo con sus amigos el rabino Skorka y el musulmán Abboud frente al Muro Occidental o Muro de los Lamentos, o como su momento de oración frente al muro que Israel levantó hace años en Belén y que afecta a la población musulmana y cristiana de Palestina.
En cuanto a sus discursos, se deben destacar las palabras que dirigió a los líderes israelíes y palestinos, llamándolos a no poner trabas a un acuerdo de paz y rechazar toda incitación a la violencia. Una exhortación que culminó con el gesto audaz de invitar públicamente a Shimon Peres y a Mahmoud Abbas a ir al Vaticano para rezar juntos por el don de la paz. “Ofrezco mi casa en el Vaticano para acoger este encuentro de oración”, dijo el Papa antes de terminar la Misa en la Plaza del Pesebre de Belén, donde –tal vez recordando los testimonios de los refugiados-, añadió que si bien construir la paz es difícil, “vivir sin paz es un tormento”.
Esta invitación fue aceptada por ambos líderes y, de acuerdo al portavoz de Abba.
En esta misma línea, Francisco, en su discurso al Gran Mufti Muhammad Ahmad Husayn, suprema autoridad jurídico-religiosa de Jerusalén y del pueblo árabe musulmán en Palestina, ha exhortado a que “nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia”. No es la primera vez que un Pontífice expresa esto, pero en esta oportunidad el mensaje ha tenido lugar en Jerusalén, la segunda ciudad más importante para el Islam, y recordemos las veces que líderes religiosos islámicos –en diferentes partes del mundo- han usado el nombre de Dios para lanzar fatwas (edictos) contra cristianos y judíos.
Y así como ha sido audaz, Francisco también ha sabido tender puentes. Él sabe que la paz no se consigue por arte de magia, sino que es un proceso que toma su tiempo y que necesita de gestos. “Tantas personas construyen la paz con gestos pequeños”, afirmó en Belén. Por ello, su invitación a Peres y Abbas y su exhortación a recurrir a los puntos que unen a cristianos, judíos y musulmanes para lograr la ansiada convivencia.
Esta convicción del Papa ha hecho que en su vuelo de retorno a Roma diga, con la franqueza que lo caracteriza, que “se necesita valentía para hacer esto (negociar con honestidad, hermandad y mucha confianza) y yo rezo mucho para que estos dirigentes tengan la valentía de recorrer el camino de la paz. Yo solo puedo decir lo que la Iglesia ha dicho siempre, que Jerusalén sea custodiada como la capital de las tres religiones. Una ciudad santa, de paz, de religión”.
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Que nadie use el nombre de Dios para la violencia, llama el Papa Francisco en discurso al Gran Mufti
JERUSALÉN, 26 May. 14 /
“Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia”, llamó Francisco en el discurso que dirigió al Gran Mufti de Jerusalén, máximo líder religioso musulmán, y en el que también invitó a trabajar “juntos por la justicia y por la paz”, reconocerse como hermanos y aprender “a comprender el dolor del otro”.
El papa dirigió este mensaje durante el encuentro que tuvo con el líder musulmán en la Explanada de las Mezquitas, el lugar sagrado islámico en Tierra Santa y que está a pocos metros del Muro Occidental o Muro de los Lamentos, el lugar sagrado de los judíos por ser donde estaba ubicado el Templo de Jerusalén.
Francisco agradeció la acogida de la comunidad islámica, pues sin este encuentro “mi peregrinación no sería completa”, y recordó “la luminosa estela” dejada por Pablo VI hace cincuenta años en el que fue el primer viaje de un Papa a Tierra Santa.
En su discurso, el Santo Padre recordó la figura de Abraham, reconocido por cristianos, judíos y musulmanes –si bien cada uno de manera diferente-, “como padre en la fe y un gran ejemplo a imitar”.
Francisco indicó que al salir de su casa, Abraham se hizo peregrino. “Un peregrino es una persona que se hace pobre, que se pone en camino, que persigue una meta grande apasionadamente, que vive de la esperanza de una promesa recibida. Así era Abraham, y ésa debería ser también nuestra actitud espiritual. Nunca podemos considerarnos autosuficientes, dueños de nuestra vida; no podemos limitarnos a quedarnos encerrados, seguros de nuestras convicciones”.
 “Ante el misterio de Dios, todos somos pobres, sentimos que tenemos que estar siempre dispuestos a salir de nosotros mismos, dóciles a la llamada que Dios nos hace, abiertos al futuro que Él quiere construir para nosotros”, añadió.
El papa indicó que en esta peregrinación terrena “nos encontramos con otros hermanos, a veces compartimos con ellos un tramo del camino, otras veces hacemos juntos una pausa reparadora. Así es el encuentro de hoy, y lo vivo con particular gratitud: se trata de un agradable descanso juntos, que ha sido posible gracias a su hospitalidad, en esa peregrinación que es nuestra vida y la de nuestras comunidades”.
 “Vivimos una comunicación y un intercambio fraterno que pueden reponernos y darnos nuevas fuerzas para afrontar los retos comunes que se nos plantean”.
En ese sentido, recordó que la peregrinación de Abraham fue “también una llamada a la justicia: Dios ha querido que sea testigo de su actuación e imitador suyo”. El Papa invitó a ser testigos de la acción de Dios en el mundo y oír la llamada a ser agentes de paz y de justicia, “a implorar en la oración estos dones y a aprender de lo alto la misericordia, la grandeza de ánimo, la compasión”.
Francisco, que a lo largo de su viaje a Tierra Santa ha hecho fuertes llamados a la paz y condenado las consecuencias de la guerra, hizo “un vehemente llamamiento a todas las personas y comunidades que se reconocen en Abraham”  a respetarse como hermanos, comprender el dolor ajeno, trabajar juntos por la justicia y la paz. “Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia”, expresó.
Luego de este evento, el papa tuvo n encuentro con la comunidad judía al visitar el Muro Occidental, el memorial a las víctimas del Holocausto, así como su encuentro con los dos grandes rabinos de Israel.
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Esa mañana, se abrazó con su amigo el rabino judío Abraham Skorka y el jeque musulmán Ombar Abboud frente al Muro de los Lamentos en Jerusalén, en una escena que ya ha sido denominada como el “abrazo de las tres religiones”.
Luego de rezar ante el Muro de las Lamentaciones y depositar un Padre Nuestro escrito en español de su puño y letra, el Papa Francisco, Skorka y Abboud, ex secretario general del Centro Islámico de Argentina, se unieron en el icónico abrazo.
 Los tres son amigos y mantenía una relación cercana cuando Francisco aún era Arzobispo de Buenos Aires en Argentina.**
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Bartolomeo: 'Con Francisco invitamos a los cristianos en 2025 a un sínodo en Nicea '
Al regreso de Jerusalén, el Patriarca de Constantinopla anuncia la importante cita para la unidad entre católicos y ortodoxos, después de 17 siglos del primer Sínodo de donde salió el Credo
 "Junto al papa Francisco hemos acordado dejar como herencia a nosotros mismos y a nuestros sucesores encontrarse en Nicea en el 2025, para celebrar todos juntos, después de 17 siglos, el primer Sínodo realmente ecuménico, de donde salió el Credo".
Son palabras del Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, el cual, al volver de Jerusalén, después del encuentro con el Pontífice en el Santo Sepulcro, ha anunciado en una entrevista a la agencia Asia News, la importante cita para la unidad entre católicos y ortodoxos.
El concilio de Nicea (hoy Iznik,  130 km a suroeste de  Estambul) reunió en el 325 más de 300 obispos de oriente y occidente y es considerado el primer verdadero concilio ecuménico. En él se constituyó el Credo, parecido al que se recita todavía hoy durante la liturgia, afirmando que Jesús comparte "la misma sustancia del Padre" contra la ideología ariana.
 Bartolomé ha encontrado a Francisco 50 años después del abrazo entre Pablo VI y Athenágoras. El encuentro del 1964 rompió un largo silencio de siglos entre el oriente y el occidente cristiano, con todas las consecuencias sociopolíticas que se plantearon y que Europa aún hoy sufre.
 El encuentro en el Santo Sepulcro en estos días ha dado un nuevo impulso al diálogo entre católicos y ortodoxos, a dos visiones cristinas que si bien en la diversidad, tiene una visión común de los sacramentos y de la tradición apostólica.
 "El diálogo para la unidad entre los católicos y los ortodoxos -ha dicho Bartolomeo a AsiaNews- sale de nuevo de Jerusalén. En esta ciudad, durante el próximo otoño, se realizará el encuentro de la Comisión mixta católico-ortodoxa. El evento será hospedado por el patriarca griego-ortodoxo Teófilo III. Es un camino largo en el que todos deben comprometerse sin hipocresías".
 "Jerusalén -continua Bartolomé- es el lugar, la tierra del diálogo entre Dios y el hombre, el lugar donde se encarnó el Logos de Dios. Nuestros predecesores, Athenágoras y Pablo VI han elegido este lugar para romper el silencio durado siglos entre las dos Iglesias hermanas".
 Y ha añadido: "He caminado con mi hermano Francisco en esa Tierra Santa no con los miedos o los temores de Cleofás y Lucas en el camino hacia Emaús, sino inspirado por la viva esperanza como nos enseña Nuestro Señor".
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Texto completo de la catequesis: el Papa comenta su viaje a Tierra Santa

Ciudad del Vaticano, 28 de mayo de 2014 
Queridos hermanos y hermanas,
En los días pasados, como saben, he realizado una peregrinación a Tierra Santa. Ha sido un gran don para la Iglesia, y le agradezo a Dios. Él me ha guiado en aquella tierra bendita, tierra bendita, que ha visto la presencia histórica de Jesús, y donde se verificaron eventos fundamentales para el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Deseo renovar mi cordial reconocimiento a su beatitud el patriarca Fouad Tual, a los obispos de los diversos ritos, a los sacerdotes, a los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa. ¡Estos franciscanos son buenos, su trabajo es realmente bueno y todo lo que hacen!
Mi pensamiento agradecido va también a las autoridades jordanas, israelíes y palestinas, que me acogieron con tanta cortesía. Y añado también, con amistad, como a todos los que han cooperado para la realización de la visita. 
La finalidad principal de esta peregrinación fue conmemorar el 50 aniversario del histórico encuentro entre el papa Pablo VI y el patriarca Atenágora. Fue la primera vez que un sucesor de Pedro visitó Tierra Santa: Pablo VI inauguraba así durante el Concilio Vaticano II, los viajes de los papas fuera de Italia, en la época contemporánea.
Aquel gesto profético del obispo de Roma y del patriarca de Constantinopla ha puesto una piedra angular en el camino, sufrido pero prometedor, de la unidad de todos los cristianos, que desde entonces ha cumplido pasos importantes. Por lo tanto mi encuentro con su santidad Bartolomeo, amado hermano en Cristo, ha sido el momento culminante de la visita. Juntos hemos rezado ante el sepulcro de Jesús, y con nosotros estaban el patriarca griego-ortodoxo de Jerusalén Theophilos III, y el patriarca armenio apostólico Nourhan, además de arzobispos y obispos de diversas Iglesias y comunidades, autoridades civiles y muchos fieles.
En aquel lugar en donde resonó el anuncio de la Resurrección, hemos visto toda la amargura y el sufrimiento de las divisiones que todavía existen entre los discípulos de Cristo. Y verdaderamente ésto hace tanto mal, estamos todavía divididos, en esos lugares en donde resonó la voz de la Resurrección, en donde Jesús nos dio la vida, estamos todavía un poco divididos.
Pero sobre todo, en aquella celebración cargada de recíproca fraternidad, de estima y de afecto, hemos sentido fuerte la voz del Buen Pastor Resucitado, que quiere hacer de todas su ovejas un solo rebaño. Hemos sentido el deseo de sanar las heridas todavía abiertas y seguir de forma tenaz el camino hacia la plena comunión.
Nuevamente, como hicieron los papas anteriores, yo pido perdón por lo que nosotros hemos hecho para favorecer esta división y le pido al Espíritu Santo que nos ayude a sanar las heridas que hemos causado a nuestros hermanos, todos somos hermanos en Cristo y con el patriarca Bartolomeo somos amigos y hermanos, y hemos compartido la ganas de caminar juntos, hacer todo lo que juntos podemos hacer: rezar juntos, trabajar juntos por el rebaño de Dios, buscar la paz, custodiar la creación y como hermanos tenemos que ir adelante.
Otra finalidad de esta peregrinación ha sido animar en aquella región el camino hacia la paz, que es al mismo tiempo don de Dios y empeño de los hombres. Lo he hecho en Jordania, Palestina e Israel. Y lo he hecho siempre en cuanto peregrino, en el nombre de Dios y del hombre, llevando en el corazón una gran compasión por los hijos de aquella Tierra que desde hace demasiado tiempo conviven con la guerra y tienen el derecho de conocer finalmente días de paz.
Por este motivo he exhortado a los fieles cristianos a dejarse 'ungir' con corazón abierto y dócil, por el Espíritu Santo, para ser siempre más capaces de gestos de humildad, de fraternidad y de reconciliación. Humildad, hermandad, reconciliación...
El Espíritu permite asumir estas actitudes en la vida cotidiana, con personas de diversas culturas y religiones, y así volverse 'artesanos' de la paz. La paz se contruye artesanalmente, no hay industrias de paz, se hace cada día, artesanalmente y con el corazón abierto para que venga el don de Dios. Por ello he exhortado a los cristianos de dejarse ungir.
En Jordania he agradecido a las autoridades y al pueblo por su empeño, al acoger numerosos prófugos provenientes desde las zonas de guerra, que merecen y necesitan el apoyo constante de la comunidad internacional. He quedado impresionado por la generosidad del pueblo jordano al acoger a los prófugos. Tantos que huyen de la guerra en esa zona. Que el Señor bendiga a este pueblo acogedor. Y tenemos que rezar para que el Señor bendiga a este pueblo, en este trabajo de acogida que realiza.
Durante la peregrinación también en otros lugares he animado a las debidas autoridades para que sigan en sus esfuerzos para relajar las tensiones en el área de Oriente Medio, especialmente en la martirizada Siria, como seguir a buscando una solución equitativa al conflicto palestino-israelí.
Por esto he invitado al presidente de Israel y al presidente de Palestina, ambos hombres de paz y artífices de paz, para que vengan al Vaticano a rezar juntos conmigo por la paz. Y por favor, les pido a ustedes que no nos dejen solos, recen mucho para que el Señor nos dé la paz en aquella tierra bendita. Cuento con estas oraciones, recen mucho para que llegue la paz.
Esta peregrinación en Tierra Santa ha sido también la ocasión para confirmar en la fe a las comunidades cristianas, que sufren tanto, y expresar la gratitud de toda la Iglesia por la presencia de los cristianos en esta zona y en todo Oriente Medio. Estos hermanos nuestros son valientes testigos de la esperanza y caridad, 'sal y luz' en aquella Tierra. Con su vida de fe y de oración y con su preciosa actividad educativa y asistencial, ellos trabajan por la reconciliación y el perdón, contribuyendo al bien común de la sociedad.
Con esta peregrinación que ha sido una verdadera gracia del Señor, he querido llevar una palabra de esperanza, si bien al mismo tiempo la he recibido. La he recibido de los hermanos y hermanas que esperan 'contra toda esperanza', a través de tantos sufrimientos; como los de quien se escapó del propio país debido a los conflictos; como la de aquellos que en diversas partes del mundo sufren discriminación y desprecio por causa de su fe en Cristo.
Sigamos estando cerca de ellos. Recemos por ellos y por la paz en Tierra Santa y en todo el Medio Oriente. La oración de toda la Iglesia sea de apoyo también al camino hacia la plena unidad entre los cristianos, para que el mundo crea en el amor de Dios, que en Jesucristo vino a vivir en medio de nosotros.
E invito a todos a que recemos juntos, a la Virgen, Reina de la paz, Reina de la unidad, la mamá de todos los cristianos, que Ella nos dé la paz en todo el mundo y que nos acompañe en este camino de unidad. (Ave María).

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