Empantanado, el
proyecto para la sede de la Academia de la Lengua/
JUDITH AMADOR
TELLO
Revista
Proceso
# 1961, 31 de mayo de 2014
Pese
al donativo de 100 millones de pesos entregado por el Conaculta en 2012 para la
adquisición de la mansión y solar que fuera de Miguel Ángel de Quevedo, y
levantar ahí la Casa de la Palabra, sede de la Academia Mexicana de la Lengua,
la burocracia impide su avance. Habla de ello su presidente, el poeta Jaime
Labastida, quien da su testimonio acerca de cómo fueron las negociaciones con
la familia heredera Aguilar Zinser.
Luego
de que la Academia Mexicana de la Lengua adquirió hace ya más de un año, en 100
millones de pesos, la que fuera residencia del Apóstol del árbol Miguel Ángel
de Quevedo, en la emblemática calle coyoacanense de Francisco Sosa 440, barrio
de Santa Catarina, el plan para crear ahí la Casa de la Palabra y establecer su
nueva sede parece no avanzar.
Empantanado
en la burocracia de trámites y requisitos de autoridades de la Ciudad de México
y la delegación Coyoacán, así como de los institutos nacionales de
Antropología e Historia (INAH) y de
Bellas Artes (INBA), el proyecto no ha logrado conseguir el cambio de uso de
suelo (que por ahora es habitacional) ni la licencia para iniciar una nueva
construcción, para la cual –además– no cuenta con los recursos suficientes aún.
En
su momento, la compra de la casa –que era propiedad de los hermanos Aguilar
Zinser, bisnietos de Quevedo–, fue puesta en tela de juicio por haberse
realizado con un donativo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
(Conaculta) otorgado por su entonces titular, Consuelo Sáizar, en abril de
2012.
Para
el investigador y analista Carlos Lara, autor del libro Voces, ecos y
propuestas para la agenda cultural del siglo XXI. 25 años de debate, que se
presenta este lunes 2 en el Centro Cultural Tijuana, es una muestra de la forma
en la cual la exfuncionaria dispuso de recursos públicos para caprichos
personales (ver recuadro).
En
su columna del 29 de octubre de 2012, luego de haberse dado a conocer
oficialmente el proyecto, el periodista Humberto Musacchio dio cabida a la
opinión del arquitecto Víctor Jiménez (exdirector de Arquitectura del INBA),
para quien el pago de cien millones de pesos fue “generoso” pues es una zona de
“uso de suelo habitacional de baja densidad, lo que hace inviable el proyecto
de erigir ahí un complejo cultural con oficinas, auditorio, biblioteca y un
museo interactivo…”
Agregó
Musacchio:
“Otro
punto que despierta suspicacias es que el secretario técnico de Conaculta,
Roberto Vázquez, es pareja de una respetable dama de la familia Aguilar Zinser,
vendedora del terreno.”
En
entrevista con Proceso, en sus oficinas de la editorial Siglo XXI, Jaime
Labastida Ochoa, director de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), relata
que la institución no presentó un proyecto para concursar por los cien millones
de pesos:
“No,
debo decirle que la licenciada Sáizar siempre tuvo mucho interés en los asuntos
de carácter lingüístico y de carácter editorial. Ella nos dijo que disponía de
un recurso para la adquisición de un predio y entonces nos pusimos de acuerdo
con los Aguilar Zinser para poder adquirirlo. Éste fue el origen.”
–¿Ella
se los ofreció?
–Ella
nos lo ofreció y nosotros lo aceptamos. Bueno, estábamos buscando de tiempo
atrás la posibilidad de que esto se diera.
Agrega
que se hizo posible también porque el Senado de la República aprobó en 2012 que
México suscribiera el convenio internacional resultado del Tercer Congreso de
Academias de la Lengua celebrado en Bogotá, Colombia, en 1960, el cual obliga a
los gobiernos donde existan academias de la lengua española a darles
facilidades para disponer de una sede propia y allegarles recursos suficientes
para su trabajo.
La
adhesión permitió también que, aunque la academia es una asociación civil
autónoma, la Secretaría de Educación Pública (SEP), ya encabezada por Emilio
Chuayffet, le otorgara recursos para continuar con el proyecto.
Sospechosismo
Explica
el poeta, ensayista y filósofo que el proyecto arquitectónico costará alrededor
de 130 millones de pesos en su totalidad. La SEP dará esos recursos. Ya entregó
una parte el año pasado, con la cual se erigió la barda perimetral, se hicieron
los estudios necesarios y se compraron materiales, “pero hasta ahí vamos, no
podemos avanzar más, desgraciadamente”, por causa de las licencias y el uso de
suelo.
–¿Cuál
fue el papel de Roberto Vázquez?
–Ninguno.
Se
le comenta que se prestó a suspicacia el hecho de que fuera colaborador de
Sáizar, cuando se dio el donativo.
“Pero
ella no nos ofreció el predio, ella lo que nos ofreció fue el recurso. Y
nosotros buscamos diferentes predios, estábamos viendo otros más, incluso debo
decirle que nuestra primera búsqueda fue directamente con las autoridades del
Distrito Federal o las federales, para que nos donaran un predio para construir
la casa ahí; no hubo manera, los trámites son verdaderamente infinitos.”
Finalmente,
dice, recibieron el donativo y la academia decidió ir con algunos corredores
que les ofrecieron varias opciones dentro de la misma zona de Coyoacán:
“Vimos
una gran cantidad de predios, no nos lo ofreció (Sáizar) ¿cómo nos lo iba a
ofrecer si no era de ella?”
–No,
pero ella tenía relación con Roberto Vázquez, esposo de Luz Emilia Aguilar
Zinser, y les ofrece el donativo.
–No,
no, no… México es un país lleno de sospechas, lo primero que se hace es dudar.
En este caso lo que le puedo decir, posiblemente nadie me lo crea pero así fue:
Que nos ofrecen el recurso y nosotros buscamos por nuestra cuenta con
diferentes corredores un predio con las características adecuadas.
Cuando
les ofrecieron el de Miguel Ángel de Quevedo, añade, entraron en contacto “no
con Roberto Vázquez, sino con Carmen Aguilar Zinser, quien representó a los
hermanos, y finalmente el abogado revisó todo…
En fin, no hubo ninguna intervención (de Vázquez) en ningún sentido, lo
tenía prohibido él por ley”.
Asegura
el escritor que tampoco trataron el asunto con Fernando Serrano Migallón, quien
fue secretario del Conaculta entre 2009 y 2011, y es miembro de la academia
desde 2006, sino con el entonces secretario ejecutivo Raúl Arenzana Olvera.
Luego
afirma que habló con el propio Musacchio para señalarle que cometía un
gravísimo error en su columna:
“Me
dijo: ‘Tengo obligación de informar al público’. ‘Sí, pero si quieres informar
tienes que ver las dos partes, ¿por qué nunca me buscaste y me preguntaste cuál
era la verdadera situación?’ Se lo dije clarísimamente. ‘¿Me estás regañando?’
(dijo). ‘Sí, porque no haces adecuadamente tu trabajo’.”
Según
Labastida, los Aguilar Zinser recibieron varias ofertas por el predio. Pero
prefirieron “sacrificar” parte de sus ganancias para venderlo a la academia si
se conservaban la casa y el bosque, en lugar de que se hicieran condominios e
incluso un hotel-boutique con helipuerto, como planteaban otros compradores. Es
por ello que los vecinos han recibido el proyecto de la academia “casi con
alegría”.
Se
debe recordar que la asociación de colonos del barrio de la Conchita se opuso
al Centro Cultural Elena Garro (CCEG) que incluye una librería Educal, en la
calle de Fernández Leal, el cual se inauguró sin haber obtenido el cambio para
el uso de suelo de habitacional a comercial. Uno de los argumentos para la
oposición a este centro fue que en Coyoacán hay oferta de librerías y espacios
culturales. La prensa ha dado cuenta de que se calculó tendría 900 visitantes
al día y a estas fechas apenas llega a 60.
Proyectos
Se
le pregunta al director de la academia si hicieron estudios de factibilidad
para conocer qué resultados puede tener un nuevo espacio cultural. Acepta que
no y asegura que la Casa de la Palabra será distinta al CCEG. Será “un centro
de cultura”, pero no un “centro cultural”, por lo cual no tendrá actividades
diarias. Los vecinos pidieron que no haya museo y que se respete el patrimonio
cultural y natural del sitio (arboretum, lo llamó Quevedo). El Instituto de
Biología les hizo ya un estudio sobre el estado de los árboles.
El
académico describe que el proyecto arquitectónico respeta la altura establecida
en la zona y el estilo propio de Coyoacán. El predio tiene más de 11 mil 500
metros cuadrados y la construcción no rebasará el 40%, el 60% se conservará
como áreas verdes.
En
cuanto al proyecto académico, de investigación y difusión de la lengua
española, Labastida aclara por principio de cuentas que la Academia Mexicana no
es correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española desde 1951, pero
sí es parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española, donde hay 22
organizaciones.
La
Academia Mexicana participa con la española en proyectos como el Diccionario de
la Real Academia, el Diccionario Panhispánico de Dudas, la Nueva Gramática de
la Lengua Española y el Diccionario de Americanismos, entre otros.
Además
tiene sus propios proyectos. Acaba de publicar cinco títulos, entre ellos
Lengua oficial y lenguas nacionales, y dice al respecto que pese a que México
se expresa en el ámbito internacional en español, no está reconocido éste como
lengua oficial (que, en su opinión, debería). Mucha gente cree que si se hace
oficial aplastará a otras lenguas vernáculas:
“Existen
once familias lingüísticas, 68 lenguas originales, que ahora llaman
agrupaciones lingüísticas y aproximadamente 264 variantes lingüísticas, todas
están reconocidas como lenguas nacionales, pero ninguna es oficial.”
Rememora
entonces que el propio Miguel León-Portilla, reconocido por sus estudios en
lengua y literatura náhuatl, logró que la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconociera al español como
una de las lenguas oficiales del organismo junto con el francés, el inglés, el
árabe, ahora el chino y el ruso:
“El
español nos vincula, porque incluso los pueblos amerindios se relacionan entre
sí en español, no en purépecha, náhuatl o maya, la lingua franca que los une es
el español. El 95% de nuestro pueblo habla español… El español nos une con los
hablantes de América, es una lengua universal, muy activa y en proceso de
expansión. Hay 500 millones de hablantes, por lo tanto la Academia Mexicana de
la Lengua quiere responder a estos retos.”
Los
proyectos que tiene la academia para la Casa de la Palabra son continuar, con
apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, con la realización del
Cordiam, “que es el Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América, es
decir, la investigación a lo largo de la historia desde 1493 hasta el 2010 y
desde Argentina y Chile hasta México, Estados Unidos y el Caribe”.
Asimismo,
responder a consultas que usuarios hacen en la página electrónica, pero a
diferencia de la Fundación del Español Urgente de España que atendía dudas pero
cobraba, la AML lo hace sin costo y vía internet, telefónica o por carta.
Está
haciendo también un programa de edición. Se pretende publicar a lo largo de 10
o 15 años una serie de 180 volúmenes con los clásicos de la lengua española,
para lo cual se ha firmado un convenio con la Real Academia. Entre los títulos
pueden mencionarse Cantar del Mío Cid, y autores como Jorge Luis Borges,
Octavio Paz, Adolfo Bioy Casares y Juan Rulfo.
Este
año se lanzarán los primeros: Cantar del Mío Cid; Gramática sobre la lengua
castellana de Elio Antonio de Nebrija publicado en 1492, Historia verdadera de
la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, la novela Santa de
Federico Gamboa ya que la Academia posee el manuscrito original y Vicente
Quirarte realiza las comparaciones de éste con todas las ediciones; y El águila
y la serpiente, de Martín Luis Guzmán, por citar algunos.
Concluye
Labastida en que es necesaria una nueva sede pues aunque el gobierno federal
les donó un edificio en la calle de Donceles, en el Centro Histórico, la
Academia tiene varias comisiones que trabajan en varios programas; por ejemplo,
la revisión de los Libros de Texto Gratuitos de preescolar y primaria que
presentan fallas no sólo ortográficas sino de carácter pedagógico y científico.
Requieren
además un auditorio para sus reuniones y eventos públicos, porque generalmente
deben pedir prestado o rentar sitios como la Sala Manuel M. Ponce del Palacio
de Bellas Artes o la Casa Lamm. Y un sitio adecuado para su biblioteca, que por
ahora está en un sótano que ya se inundó alguna vez.
Finalmente,
menciona que tanto él como Felipe Garrido, también miembro de la academia,
dieron a conocer en la revistas Este país un proyecto para crear el Instituto
Alfonso Reyes, a la manera del Cervantes de España o el Goethe de Alemania. Su
opinión es que el español es una industria cultural “que nuestro país está
desaprovechando”.
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